Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

sábado, 15 de diciembre de 2012

Simplicia y el belén



….nunca más volveremos
a ser niñas
(Aurora Saura)

   Cuando cada año, a principios de diciembre, en los grandes almacenes empiezan a sonar los villancicos y en las calles aparecen las luces y adornos navideños, a Simplicia le invade una profunda tristeza, una dulce nostalgia..
   Viene a su mente uno de los pocos recuerdos agradables de su infancia., la instalación del belén.
   Ya desde los primeros días de diciembre empezaban los preparativos. Por las noches, en torno a la mesa de la cocina, las manos de sus padres, como por arte de magia, iban convirtiendo cajas de origen vario, en las casitas de Belén, puentes, algún corralito para pastores y sus rebaños, el Palacio de Herodes y unos castillos de los que partirían los Reyes Magos. Ella y sus hermanos ayudaban pintando las paredes, puertas, etc. bajo la dirección y atenta mirada de los padres pero sin leyes ni reglas. Puertas rojas, amarillas, verdes. Ventanas cuadradas, redondas y de mil colores. Palacio y castillos variopintos y profusamente decorados: cosas de niños, de niños felices.
   Después, alguna tarde, con el padre y  amiguitos iban al río a recoger arena y chinarro para extender por el suelo y bordear el riachuelo y el lago que harían con papel de plata del que envolvía las pastillas del chocolate ¨Tárraga o con trocitos de cristal, incluso de espejo. Había que dar mucho realismo al belén, − “tiene  que parecer de verdad” –decían.
   También recogerían piedras para delimitar el espacio arenoso y unas negras y porosas que encontraban en la vía del tren, debían ser restos del carbón de la máquina. Con estas últimas hacían la cueva y alguna montaña.
   Ya el día veintitrés se iniciaba la instalación. El Belén se ubicaba en una sala en el piso de arriba de la casa,  donde los niños jugaban los días de frío y hacían sus tareas de la escuela en unas mesitas a modo de pupitres que les habían colocado allí a tal fin.
   Se empezaba por extender la arena en el suelo, en un rincón. Se construía la cueva y se iban colocando montañas, el río, un lago, y ramitas secas para simular los árboles.
   El segundo paso consistía en ubicar las casitas y demás edificios. Por último, se abría la caja que contenía las figuritas y se iban colocando en sus respectivos lugares. Todos los años les regalaban alguna figurita nueva, bien para sustituir alguna que hubiera sufrido un involuntario accidente, bien por ir ampliando el repertorio.
   El fondo se cubría con papel de forro azul y se tachonaba de estrellas hechas con papel de plata. En esto era la madre una verdadera artista. Cortar, doblar, volver a doblar, corte certero y! zas, una estrella! Por supuesto no se olvidaban de colocar sobre el portal una  "con cola", o sea un cometa, como parece debía ser la que guiaba a los reyes.
   Fue muy divertido cuando los abuelos de Alicante  les regalaron un “caganer”. A la madre no le pareció serio poner ese personaje escatológico en el belén pero la abuela dijo: no seas pava, hija, es un personaje de los belenes catalanes y valencianos, por tanto nosotros podemos ponerlo.
   Ya está el belén montado. Ahora, durante todo el tiempo de Navidad los niños se dedicarán a jugar en y con él. Moverán a los pastores para que vayan acercándose al portal; irán desplazando a los reyes magos, Sacarán los patitos del estanque para que tomen el sol y los volverán a meter. Pondrán trocitos de tela sobre las piedras como si fuera la ropa que las lavanderas ponían a secar…..
    Al final, el día de Reyes, cuando estos lleguen al Portal, allí no cabrá un alfiler.
   ¡Era tan bonito! Hoy, en el mundo que la rodea no cabe el belén. Desapareció hace mucho tiempo de su hogar. De ahí esa nostalgia que, tal vez se deba a la sensación de  pérdida de la infancia. Piensa Simplicia que tal vez debió luchar por mantener esta tradición que a ella le gusta, paro es que ¡hay tanto por lo que luchar que una se cansa!
   Últimamente le queda el consuelo de visitar todos los días el que ponen en la ciudad donde ha acabado viviendo. ¡Ah! Y no falta el “caganer”.
Pero no volverá a ser niña.


 
El típico "caganer" de los belenes catalanes y valencianos. Belén de Torrevieja.






Mercadillo en las calles de Belén. Belén de Torrevieja.



       
Para más información sobre este personaje-figurita de belén os paso estos curiosos enlaces.
Buey, mula y ' caganer ', por Enric Sierra
Caganer - Personaje Simpático de tradición típica catalana

Esta ha sido mi aportación a estas tradiconales fiestas. esperoo os satisfaga. 

2 comentarios:

  1. Ya lo decía Rilke, creo: La verdadera patria del hombre es la infancia.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por hacerme recordar mi infancia, bien muy preciado. Ojalá todos tuvieran tan buenos recuerdos de un tiempo tan importante en la vida del ser humano. Un relato hermoso.

    ResponderEliminar