Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

jueves, 23 de mayo de 2013

Ciudades y literatura.


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     No hace mucho tiempo, leí o escuché hablar a alguien de las ciudades Frankestein. Desde entonces, como tengo el vicio de pensar, estoy  dando vueltas al asunto y queriendo escribir algo, no exactamente sobre estas ciudades en particular, sino acerca de las ciudades y la literatura.
   Sabido es que toda narración  requiere un espacio en el que deben desarrollarse los hechos relatados. Este espacio, con cierta frecuencia es una ciudad.
   La profesora Asunción Rallo Gruss nos habla de ciudades reales e imaginadas y dice:
La ciudad literaria debe tener referentes reales pero también asumir escenarios que configuren su identidad espacial y temporal, correspondientes a los personajes y a la trama.” Considera ciudades como el Madrid de “Fortunata y Jacinta” o la Venecia de “La isla inaudita” no son menos literarias por aparecer en toda su verdad realista que las imaginadas, dado que aparecen con nombres ficticios, como Vetusta de “La Regenta”
Qué cierto ¿No? Cuando leemos una novela de estas ubicadas en ciudades, queremos y creemos ver en cada momento esa ciudad auténtica, real en la que nos está sumergiendo. Si la conocemos, intentamos situarnos junto a los personajes en los lugares por los que nos llevan; y si no, puede ocurrir, y de hecho ocurre,que al visitar esas ciudades buscamos el referente que nos dejó la novela.
   Porque ¿quién que haya leído a Galdós cuando pasea por Madrid no va identificando esta calle con aquella en la que vivió Jacinta, ese pobre a la puerta de una iglesia con Benigna, Etc?  Y si pasamos por “el callejón del gato” ¿no recordaremos a Valle-Inclán o mejor a Max Estrella y D. Latino?

Plaza Mayor de Madrid

   Si hemos leído a Mendoza buscaremos por Barcelona los escenarios por los que se mueven Javier Miranda o cualquiera de los otros personajes mendocianos; incluso en los canales venecianos querremos adivinar por cual de aquellos embarcaderos o por cual que aquellas misteriosas puertas empezó sus misteriosas andanzas el protagonista de “La isla inaudita”


Venecia

   Continúa hablando Asunción Rallo  de cómo “en esos escenarios se manifiesta la dependencia de los que los habitan sin que esto tenga que ver con su valor ficticio.” En estas ciudades, ficticias o no, se hacen palpables todos los elementos de la ciudad y sus habitantes; tanto en el aspecto físico como en la vida privada de los personajes.
   “Dos caras, como algunas personas, tiene la parroquia de San Sebastián…., mejor será decir la iglesia…, dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas: con la una mira a los barrios bajos, enfilándolos por la calle de Cañizares; con la otra al señorío mercantil de la plaza del Ángel. Habréis notado en ambos rostros una fealdad risueña del más puro Madrid….” Así empieza “Misericordia” de Galdós.
 
    De estos comentarios se deduce, tal vez, por qué en estas novelas de las que hablamos, no suele darse la descripción detallada de monumentos, por ejemplo, sino detalles, pinceladas, de los rincones, plazas, bares, y otros lugares frecuentados por los personajes e incluso, como ocurre en las novelas de Galdós, el interior de las casas que tanto dice de sus habitantes.
       
   “Estas ciudades imaginadas responden a la época y son reales en cuanto que    recuerdan la ciudad vivida por el  novelista. …..No son meros escenarios, son creaciones en las que se puede descubrir la localidad natal o la habitada……por el novelista”  comenta la profesora Rallo Gruss y cita como ejemplos el París de Balzac, la Praga de Kafka, entre otros. Nosotros tendríamos que hablar del Madrid de Galdós, de Valle-Inclán, Oviedo de Clarín y la Barcelona de Mendoza, entre otros muchos.



Praga.Calle del Castillo en donde vivió Kafka

     Pero dejémonos de preámbulos a vamos a los ejemplos concretos, a mis autores. Una cosa es, pienso yo, situar una acción en un pequeño pueblo, en la aldea, que en la ciudad. Y tampoco es lo mismo hacerlo en una ciudad pequeña, pongo por caso Orihuela y Oviedo, incluso Murcia que en una gran urbe tipo Madrid, Londres o Barcelona.
   Con frecuencia, cuando el autor escoge para su historia una ciudad pequeña, se ve obligado a ocultar el verdadero nombre de ella; sin embargo en el otro caso, puede permitirse la verdad.
   Hay que tener en cuenta la razón que lleva al novelista a elegir la ciudad. En ella conviven todas las clases sociales, variedad de culturas, personas con múltiples y diferentes problemas. El escritor quiere contar la vida de esa sociedad variopinta, múltiple; quiere hacer una disección de esa sociedad, una crítica. Y esto es lo que vemos en las novelas de Galdós, Clarín, Gabriel Miró, Eduardo Mendoza, Cela….
   “creo que las ciudades se han convertido en las grandes protagonistas de nuestras vidas. La misma historia personal no puede vivirse igual en Londres que en Nueva York, Barcelona, Roma, París o Sevilla. La ciudad es hoy el protagonista colectivo".  Comenta E. Mendoza, en una entrevista.
   Y así hay escritores que, al relatar hechos y hablar de personajes que pueden ser reconocidos, dan a la ciudad un nombre falso que, no obstante guarda cierta relación con ésta. Puede ser el nombre antiguo que tuvo la mencionada ciudad, o el de algún elemento geográfico próximo, o alusivo a cierto carácter de ella. Es el caso de Orihuela en las novelas de Gabriel Miró. Una Oleza en la que, a pesar de todo, es fácil reconocer la identidad de una sociedad decimonónica.
   Un ejemplo que nos descubre su situación geográfica
:" De mañana y de tarde, a la misma hora, venía por el azul el silbo del tren de Oleza en seguida el estrépito del puente de hierro. Aquel ámbito de jácenas y tirantes roblonados parecía estrujarse vaciándose de un temblor encendido que se descalfaba en las aguas dulces del Segral
(Obsérvese la cercanía de Segral a Segura), y después el silencio tan liso……..contemplando ese tren, y no lo miraba cuando partía de Oleza para entrar en la comarca de Murcia………miraba el tren que de Oleza iba dejando la vega por los saladares, el que llegaba al mar y a las estaciones de enlace, principio de las líneas poderosas de ferrocarriles, los fuertes brazos que abrían las puertas del mundo lejano….”         
   Es fácil comprobar la situación geográfica de Oleza-Orihuela, así como la necesidad de aquella sociedad de abrirse al mundo. Si nos remontamos un poquito a la historia de la ciudad comprobamos que el  nombre elegido por el autor guarda cierta similitud con los nombres clásicos de ella. Para los romanos era Orcellis; de ahí que a sus habitantes se les suela llamar orcelitanos. Pero también contamos con el nombre valenciano Oriola derivado de oriol, nombre del ave que es símbolo y figura en el escudo de la ciudad. Cuando se atiende a este nombre, a los habitantes se les llama oriolanos.

      Y ¿Qué decir de la Vetusta de Clarín en “La Regenta”?  En este caso, se ha convertido el adjetivo vetusto/a (extremadamente viejo y/o anticuado) en nombre propio para designar una ciudad cuyas gentes viven encerradas en sus usos y costumbres casi ancestrales.  Aún hoy son reconocibles rincones de la ciudad de los que se nombran en la novela. Sin olvidar la catedral.
Un ejemplo de cómo se describe Vetusta-Oviedo en la novela de Clarín: 
Alrededor de la catedral  se extendía, en estrecha zona, el primitivo recinto de Vetusta. Comprendía lo que se llamaba el barrio de la Encimada, y dominaba todo el pueblo que se había ido estirando por Noroeste y por Sudeste. Desde la torre se veía, en algunos patios y jardines de casas viejas y ruinosas, restos de la antigua muralla, convertidos en terrados o paredes medianeras, entre huertos y corrales. La Encimada era el barrio noble y el barrio pobre de Vetusta…..El buen vetustense era de la Encimada. Algunos fatuos estimaban en mucho la propiedad de una casa, por miserable que fuera,, en la parte alta de la ciudad, a la sombra de la catedral…..” 
   Ya en estas líneas se vislumbra el tono de crítica social, que llevaría al autor a inventar un nombre.Y, como comentaba más arriba, cuando uno se acerca a Oviedo, digan lo que digan los ovetenses, está viendo Vetusta. Y al contemplar la torre de su Catedral, no puede por menos que rememorar aquella imagen de Vetusta que ,desde ella (la torre) tenía el Magistral.
   Por esto mismo me ha parecido oportuno agregar aquí algunas autorizadas opiniones sobre este tema en relación con “La Regenta” según las cuales vemos que, incluso hay quien no acepta de buen grado que Vetusta sea Oviedo.
La Regenta debería llevar por título Vetusta, al ser la ciudad el verdadero protagonista” Albert Brent.
“Vetusta es el principio básico de la unidad estructural de la novela” Frank Durand
“La urbe capitalina de Galdós y la provinciana de Clarín son dos partes de un todo en la España de la Restauración……..Vetusta no es solo Oviedo, sino España entera en los tiempos de Cánovas” Tuñón de Lara.
Oviedo perdió su nombre aquel día de aquel año en que Clarín la llamó Vetusta….” 
M. Fernández Avelló
“La culpa de todo esto la tuvo Clarín…Desde que a mi pariente se le ocurrió la idea de construir la imaginaria Vetusta, a imagen y semejanza de Oviedo, nuestra realidad se ha visto muy mermada por causa de la literatura y todas las referencias que manejamos están estrechamente relacionadas con la dichosa novela…….En cualquier caso la ciudad ha acabado por parecerse a la novela de tanto mirarse en ese espejo…….” 
Juan Cueto Alas
“¿Vetusta es Oviedo? ¡De ninguna manera! ¿Qué ovetense, qué asturiano se atrevería a reconocerlo?.....Los ovetenses de hoy, al conmemorar el centenario de la obra de arte clariniana, deben esforzarse en aclarar rotundamente esto: Vetusta no es Oviedo.” 
J. Evaristo Casariego

   Creo, pues, que estos comentarios dan idea de la importancia que puede tener detenernos en estudiar este asunto de las ciudades en relación con la literatura.

     Continuemos. También Oviedo, ahora bajo el nombre de Pilares, y su plaza de Fontán fueron inmortalizadas por Pérez de Ayala en su novela “Tigre Juan”: “Un ruedo de casas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya de la edad, buscan una apoyatura sobre las columnas de los porches. La plaza es como una tertulia de viejas tullidas, que se apuntalan en sus muletas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad. La plaza el mercado es el archivo histórico de Pilares”

   Otra ciudad que también vio su nombre ligeramente alterado sería Orense convertida por obra y gracia de Torrente Ballester,   en “Filomeno   a mi pesar”    en Villavieja del Oro. “Vivíamos la mitad del año en el pazo miñoto, la otra mitad en la casa de Villavieja….La casa de Villavieja los tenía(misterios)también, pero no tanto, o, al menos ,lo eran de otra manera….porque estaba en la ciudad, esquina a dos calles empedradas de losas que brillaban con la lluvia…..Me instalaron, bien instalado, en una habitación grande de la casa de Villavieja, con un balcón a  la calle de la fachada en que da el sol, justamente la opuesta a la que da al obispado…” 
Que la acción se desarrolla en Galicia es patente desde el primer momento por nombres de pazos, por frases de los personajes y por el ambiente lluvioso, entre otros. Eligió el autor un nombre de acuerdo con una de las posibilidades que da la historia. Ciudad de origen romano, parece que fue llamada Auriense (la ciudad del oro) por la abundancia de este metal que allí encontraron.

   Otra ciudad literaria con nombre propio encubierto bajo uno inventado  es La Mágina de “El jinete polaco” de A. Muñoz Molina, trasunto de Úbeda.
 “Veo encenderse una a una las luces de los miradores de Mágina bajo un cielo liso y violeta en el que todavía no es de noche……huelo a humo y a frío, humo de ascuas doradas y rojas…..” 
Luego se citan nombres de calles, plazas, iglesias: la Casa de la Torres, la calle del Pozo, la plaza de San Lorenzo, la plaza del Altozano...etc.


Úbeda. Paseando extramuros

   La profesora  Rallo Gruss incorpora esta ciudad a las de tipo metafórico:
En un grado metafórico distinto sus componentes dan nombre a un figurado lugar, la Región de Benet, Macondo de García Márquez, Comala de Rulfo, Mágina de Muñoz Molina.”
   No sé si tendríamos que incluir en este grupo “El espíritu áspero” de G. Hidalgo Bayal. La acción transcurre en la imaginaria  tierra de Murgaños, en la ciudad de Murania, en pueblos como Casas del Juglar, Múrida, Murganillos, y otros. Topónimos que tienen como modelo las comarcas del norte de Cáceres y que algún crítico ha relacionado con el Macondo de García Márquez.
   La ciudad que aparece bajo el nombre de  Murania, bien podría ser Cáceres. Pero es harto difícil extraer de esta complejísima novela un texto suficientemente significativo. La identificación con la capital cacereña se debe a pequeños detalles, nombres, lugares…que van apareciendo acá y acullá.
   Es fácil observar que  todas estas novelas encierran una, a veces dura y cruda, crítica social, circunstancia que justifica el ocultamiento del  nombre real de la ciudad en que se desarrolla la acción.
   
   Otras veces los escritores omiten el nombre de la ciudad pero aportan indicios para que la reconozcamos.
Por ejemplo en “El gran juego”, Letifica Sánchez  cita la estación de autobuses y un bar cerca de ella; también hay estación de ferrocarril pues Ulises habla de tomar un tren y marcharse a cualquier parte; hay puerto y cine: el Capitol.  ".. En el casco antiguo de la ciudad las calles eran estrechas, subían y bajaban formando una especie de laberinto". Es esta frase un índico del tipo de ciudad. Hay indianos, lo que hace pensar en Asturias pero ¿dónde? Creo recordar haber leído en alguna parte que en Oviedo hay o había una calle de Luna. Hay Universidad. Si unimos universidad, estación de autobuses, de tren y puerto con la descripción arriba recogida, nos inclinamos por pensar en Gijón.

   Pasemos al caso contrario. El autor nos sitúa en una ciudad concreta, “con nombre y apellidos”. Podría ser el caso de San Sebastián en “Tiempos lentos”
A pesar del tema y el tono crítico, incluso con alusiones directas a  ETA,el autor juega con la posibilidad de cambiar los nombres de los personajes para evitar herir susceptibilidades pero conserva todos los nombres que hacen referencia a los lugares de la acción. Están perfectamente localizados los espacios de la ciudad: el Antiguo, barrio de Ibaeta, bar Artola, San Sebastián, el barrio de Gros, cárcel de Ondarreta, calle de Hernani, el mercado de San Martín, el Bulevar, barrio de Igara, la Catedral del buen Pastor, la villa de los Marichalar, el puerto, los jardines de Alderdi Eder, la plaza de Guipúzcoa, Rentería, Pasajes…. No hay lugar a dudas.


Donosti-San Sebastián. Puerto

     Por otro lado autores hay que convierten la ciudad prácticamente en protagonista    de su obra y por tanto no le cambian el nombre. Ahí está el Madrid de Galdós, de Cela, de Valle Inclán.
La Barcelona de Mendoza (también hace una incursión por Venecia y por Madrid), o la Barcelona medieval de “La Catedral del mar” de Ildefonso Falcones; o la más actual de.”La sombra del viento” de Ruíz Zafón



Barcelona. Mercado de San José.

    No siempre la acción de una novela ocurre en una sola ciudad. Como ocurre en “El espíritu áspero” en que se nos lleva a recorrer casi toda la comarca, hay novelas que nos pasean por diferentes ciudades y países. Es el caso, por ejemplo de “El jardín olvidado” de Kate Morton en la que de la mano de sus protagonistas vamos de Australia a Inglaterra, de y viceversa. Y en cada uno de los países recorreremos diferentes localidades por ejemplo  Cornualles, Londres, y Maryborough, Brisbane en Australia.

   Así podríamos continuar hasta el infinito, casi.

   Para terminar podríamos hablar de las citadas al principio “ciudades Frankestein”. Como su nombre indica están hechas de retazos de varias ciudades. El autor toma de aquí y de allá lo que le gusta o le es útil. Es el caso de la ciudad en la que se desarrolla “La Celestina”. Unos dicen que Salamanca, otros que Toledo, incluso hay quien piensa que Sevilla. Quizá lo que ocurre es que tiene elementos de una y otra, sobre todo Toledo y Salamanca. Yo siempre me he inclinado por Salamanca y no solo porque allí nos encontremos con el huerto de Melibea: es el ambiente estudiantil, incluso ese poquito de brujería que casi profesa Celestina, hay torres en muchas casas y una pudo ser la de Melibea, hay tenerías. Claro que tenerías había en todas las ciudades que tenían un río, etc. Sin ir más lejos, en La Puebla de Montalbán en Toledo hay una torre que pretenden sea la de Melibea.  
   
   Este último caso se da con harta frecuencia en el cine en donde, aunque nos estén hablando de un lugar concreto y preciso, luego sabemos a través de los créditos, si no lo hemos deducido porque conocemos los lugares, que se rodó en mil sitios diferentes que respondían de manera aproximada a los espacios que guion y director necesitaban.
            
   Como colofón un comentario de interés recogido de un texto de Pere   Sunyer Martín que relaciona la evolución de las ciudades con su importante presencia en la Literatura, sobre todo, a partir de las corrientes literarias  del siglo XIX.”Realismo “y “Naturalismo”: 
La ciudad convertida en motor económico y político fue revalorizada de nuevo en los medios artísticos como motivo de inspiración especialmente en la pintura y en la literatura. La literatura europea se hizo eco de las transformaciones que estaban afectando a sus ciudades, incorporando entre sus temas todo aquello relacionado con lo urbano, en su sentido lato, ya como escenario en donde se mueven los personajes, ya la propia vida cotidiana de sus habitantes, o los conflictos sociales que en ella aparecían. “
   
   No quiero acabar sin hacer constar que no pretendo con estas líneas sentar cátedra ni establecer una tesis. Son solo el resultado de ciertas reflexiones a las que me lleva el intento de no olvidar que un día estudié bastante y aprendí algo, no tanto como me hubiera gustado, y ahora que puedo dedico algo de mi tiempo de jubilada a recordar, repasar, releer
   
   Por hoy, lo dejamos aquí. Espero vuestros comentarios ya que, como indico en la presentación del blog, creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.


domingo, 12 de mayo de 2013

París no vale una……..



   “Fuera llovía y yo sin paraguas” Ni falta. Yo jamás usé ese trasto  muy a pesar de mi madre. Bueno, a pesar de mi madre eso y otras muchas cosas como estar aquí y en esta situación. ¿Quién estará equivocada ella o yo? O más bien ellos, la sociedad toda. Después de todo, mi madre no me come el coco aunque pienso que con su gana se queda.
Pero hoy me preocupa mi guitarra. La lío en el chubasquero de los campamentos y salgo
¿Mais, ou va tu?  
(¡Donde me dé la gana, maldita monja. ! ) −Au métro pour chanter et me gagner la supe.
_ ¡Mais non!
_ Mais oui !
   Llego al metro y canto durante  toda la mañana….. aquello de “no llores por mí ,Argentina”, “Al alba” y otras canciones protesta. Y volví.
Esa noche tuve cena.
   A la mañana siguiente me despedí.
_ ¡Ah, Tu as trouvez de travaille?
_ No, pero me voy. Non, mais je m`an ve.
_ ¿ Ou ?
−¿A ti qué te importa? A Suiza. A la Suiza. A ver si allí la gente es más humana aunque sea menos cristiana.
Yo no sé si la monja me entendía cuando hablaba en castellano y soltando mis habituales tacos pero ponía cara de espanto. La dejé con su asombro quizá musitando una oración por la salvación de mi alma y salí, como dicen, jurando en arameo o sea refunfuñando en el más bajo, como diría mi madre, castellano infra coloquial. Mi vida iba a dar un giro de muchos grados.

Tarde de lluvia en primavera

 Espero,como siempre, vuestros interesantes comentarios. 

viernes, 3 de mayo de 2013

Puentes II. “Puentes de Madrid”

Esta vez sí fui, ex profeso, en busca de los puentes. Podría decir que me disfracé de Robert Kincaid y anduve, anduve, durante cinco horas, por la ribera del Manzanares, zona denominada “Madrid Río” fotografiando sus puentes.

   Iba guiada por una múltiple curiosidad. Por un lado conocer el famoso literariamente, puente de Segovia; por otro, esos nuevos puentes que he visto varias veces en anuncios publicitarios y noticias que por su originalidad llamaban poderosamente mi atención.

   
   Después de visitar la exposición temporal del Thyssen sobre pintura impresionista, tomamos el metro y lo dejamos en la estación Príncipe Pío. (Otro día hablaré de estaciones que también son un buen objeto de deseo fotográfico). Al salir de la estación nos damos de bruces con la Puerta el Rey. De ahí ya derechitos a los puentes.
   
   Por primera providencia damos con el Puente del Rey, construido en 1816 por orden del Rey Fernando VII. Se entiende fácilmente el origen de su nombre.
Carece de ornamentación salvo, si consideramos como tal ,unos medallones situados por debajo de la línea de imposta en la vertical de los tajamares. También llama la atención en estos, una especie de sombreritos que los rematan. Tienen forma cónica en  la cara meridional y piramidal en la contraria. En las fotografía se aprecian ambos detalles.


Puente del Rey

   Siguiendo el curso del río, llegamos al Puente de Segovia. Es este un monumento  renacentista obra  de Juan de Herrera. Es el puente sobreviviente más antiguo de Madrid. Fue ordenado construir por Felipe II. Consta de nueva ojos y sus pilares, igual que en el del Rey, están custodiados por tajamares con sus cónicos sombreritos. Es fácil comprobar que el arco central es de mayor anchura que los laterales que van disminuyendo de tamaño progresivamente.
Se le conocía antiguamente como Puente Segoviana y lo inmortalizó D. Luis de Góngora en unos versos satíricos que hoy, gracias a las presas que se han ido haciendo a lo largo del río , no se entenderían. Decían asía:

“Señora doña puente segoviana,
Cuyos ojos están llorando arena,
Si es por el río, muy enhorabuena,
Aunque  estáis para viuda muy galana.”


Puente de Segovia


    Aunque no es el que sigue, lo traigo aquí por su similitud y cercanía en el tiempo con los dos anteriores. Es el Puente de Toledo. Fue construido entre los años 1718 y 32 y es de estilo barroco (churrigueresco). Aparece decorado por dos hornacinas, una con la imagen de San Isidro y otra con la de Santa María de la Cabeza.
En el momento de mi expedición fotográfica a este podrían aplicarse los versos de Góngora con más propiedad que al de Segovia.


Puente de Toledo


Orto aspecto del puente con las hornacinas

   Volvamos atrás. A continuación del Puente de Segovia, encontramos el llamado Puente Oblicuo. El nombre le viene de su configuración oblicua. Constituyó una de las primeras intervenciones urbanísticas del proyecto “Madrid Río”. Viéndolo se deduce que su construcción se debe a criterios estrictamente funcionales, prácticos.


Puente oblicuo

            Otro original y magnífico puente,el llamado "Verde" o "Y" ,por su color y forma


Interior de uno de los o brazos del puente

Imagen que nos da idea de su forma


Otra perspectiva del magnífico puente

    Llegamos, por fin, a uno de esos nuevos y artísticos puentes que adornan esta zona, además de servir como todos para unir las dos riberas del río. Es el llamado Puente Monumental de Arganzuela. También Del Tirabuzón o de Perrault, en honor a su constructor.
Tiene la forma de un doble y gran tirabuzón hecho con una malla metálica que transforma la pasarela según el momento del día. En su interior, está cruzado longitudinalmente por una serie de farolas de forma caprichosa. De noche debe ser un espectáculo digno de ver. Pero no era cosa de hacer noche allí, y , además, mis pies pedían ya un descanso.


Vista panorámica del puente

Aspecto interior del puente

   Por último, los Puentes Gemelos, causantes también de mi obsesión por realizar esta excursión de puente  en puente. Fueron inaugurados en los años 2010-11.

Interior de uno de los puentes

Otro aspecto de la decoración interior de los puentes

Tienen, como se puede ver, forma de barca invertida y, aparte esto, los caracteriza la decoración de su interior.

Los dos puentes vistos en perspectiva

Y con esto acabo. Espero que quien lo vea disfrute como yo lo hice un día del mes de abril, paseando por Madrid y su entorno.