Una niña nacida en un momento en que ya no
se la esperaba, con una hermana bastante mayor con la que difícilmente podrá
relacionarse, casi olvidada por todos los miembros de la familia menos del
servicio, se crea su propio mundo de fantasía. Como cualquier niño, mucho más en sus
circunstancias.
Cuando empieza a ir al colegio las cosas se
complican, no se adapta, no la aceptan.
Durante
una enfermedad que la retiene mucho tiempo en casa, aparece en su vida un amigo
real, aunque como ella un poco especial. Esta amistad, llevada a escondidas con
la complicidad de las tatas durará hasta que el niño muera víctima de un
extraña enfermedad.
Vuelve Ana Mª Matute, con esta novelita, al
tema, tan querido por ella y abundante en sus cuentos, de la infancia.
En más de una ocasión ha dicho: "Hay quienes no se quieren acordar de su
infancia…." "…..La infancia es un mundo total y cerrado. Es
decir, el niño no es un proyecto del hombre que será, sino que el hombre es lo
que queda, si es que queda algo, de aquel niño, y, desde luego, no para
mejorarlo…."
El tema de la infancia y sus problemas le ha
interesado, casi le ha obsesionado por eso también dice en alguna ocasión:"…Uno no puede separar aquello que le
obsesiona y, por tanto, escribirá sobre ello, y como le preocupa será personal,
porque uno está en sus libros…"
Y efectivamente, en este libro también está
ella.
Unas veces será la niña que como ella: "De niña, hablaba con las cosas…" o "Para mí el mundo se dividía en dos partes muy diferenciadas: yo y
el resto, al que, como no me entendía, despreciaba olímpicamente…" y
que en la novela dice: "Si no tenía acceso a sus vidas, ellos no lo
tendrían a la mía. Y la mía era infinitamente mejor"… "Cosas como
estas contribuían a aumentar día a día la distancia que me separaba del mundo
de las personas mayores: Gigantes
lejanos, impredecibles y un poco ridículos"
Otras, será la tía Eduarda. De ella, de Ana
Mª ,cuenta su sobrina: "A la tía
todo le parecía bien….supongo que la tía debía de ser por aquel entonces eso
que dicen de los artistas: bohemia y genial…." "…..Se pasaba horas en
la terraza de su casa construyendo sus famosos pueblos, lámparas, o cualquier
objeto que le interesase…En una ocasión se le metió en la cabeza que nos haría
una casita para jugar"
Así
es la tía Eduarda en la novela. La que lleva a la niña a merendar y le hace conocer
a unos personajes casi de cuento, la que
le hace un regalo para su primera comunión distinto a lo que todos
regalaban:"me llevó a una gran tienda de juguetes y me compró un
teatrito de guiñol"."Eduarda me hablaba de igual a igual, no como me
hablaba todo el mundo: de arriba abajo”
me compró un teatrito de guiñol" |
El ambiente familiar que nos presenta, así
como la configuración física de la casa, es casi un reflejo de la que ella
vivió de niña, una familia acomodada con sus tatas y sus cocineras...
Por ejemplo, la autora ha comentado en una
entrevista:"La verdad es que no
se nos explicaba nada…" Algo de lo que también Adriana se queja en
algún momento de la narración.
O ese cuarto donde la castigan del que dice
su sobrina Sapo Pareja Matute"…..
en el famoso cuarto de los armarios, la habitación donde castigaban a mi tía y
a sus hermanos de pequeños….".A
Adriana la castigan en el cuarto oscuro o de los armarios: " Apenas se
cerró la puerta tras mi espalda, una oscuridad amable, podría decirse que
protectora me rodeó. Allí nadie me reprocharía nada, allí nadie me preguntaría
nada, allí yo estaba sola, deliciosamente sola…."
Otro rasgo sugerente en lo que al mundo de
los personajes se refiere es la figura de la madre. Reconoce la autora que
pocas veces aparece su madre en sus obras. No obstante aquí podemos imaginarla
retratada en la de Adriana. De su madre ha dicho: "En algunos aspectos mi madre tenía un carácter muy anglosajón: era
imperdonable mostrar los sentimientos….." o "Mi madre era una
castellana severa; el Cid y ella habrían hecho buenas migas…" "La verdad es que durante mi infancia la sentí poco, fue como si en
cierta manera no la hubiera tenido…"
Veamos ahora como es la madre de
Adriana."Mamá tenía entre los dedos un papel, y llevaba puestas las
gafas, lo que le daba un aire aún más severo. …..aquí me cuentan que no
te portas bien en el colegio. El primer día te dormiste en la misa y, además,
lloraste……yo estaba orgullosa de ti, precisamente porque eres una niña que no
llora sin motivo…" (Conviene señalar que la niña tiene cinco
años)."Esta vez fue la misma mamá quien me llevó de la mano hasta el
castigo. Tan solemne y poco corriente era"…"Mamá, o cuanto ella hacía
o decía,…era siempre como una comedia recitada."
Otros,
bastantes, personajes circulan por la
obra con mayor o menor importancia y conforman el entorno social en que se desenvuelve la protagonista. Son el
padre, los amigos de Eduarda, las niñas y las profesoras del colegio, las tatas
y los vecinos de arriba sobre todo el niño Gavrila.
De sus
personajes la autora dice:"Los personajes no se buscan, se
encuentran….los personajes nacen en mi interior y se desarrollan hasta tomar
cuerpo y estructura
independientes."
En los cuentos, apenas están descritos, más
bien se retratan ellos mismos a través de sus actos, de sus palabras porque a
la autora le interesan sobre todo las
interioridades del individuo. Y como cree más, dice la crítica especializada,
en la eficacia de una prosa capaz de conmover, recurre una y otra vez a la creación
de un clima emotivo y poético. El resultado puede alcanzar gran patetismo. Así
también ocurre aquí. Del aspecto físico de
Adri, sabemos por pequeños detalles dichos por ella o algún otro personaje que es una niña menudita, no
demasiado guapa, lleva el pelo corto con flequillo como un niño, y poco más.
Pero la vemos hacer, la oímos decir y la sentimos pensar, soñar, opinar: "El
mundo a mi entorno era un mapa lleno de laberintos, que había que ir
descifrando poco a poco y paso a paso…" Así es como la conocemos a lo
largo de toda la novela. Claro que no podemos olvidar que lo que nos está
llegando a través del relato son los recuerdos de una infancia ya lejana,
aunque tal vez añorada.
En cuanto a los otros personajes, algunos
están definidos por algún rasgo particular: el olor a tostadas de tata María,
los ojos azules como los del unicornio de Eduarda y los ojos también azules de
Gavrila. Cabría recordar que los ojos le interesan poderosamente a la
escritora. Y con frecuencia describe a sus personajes con ojos azules.
No solo la protagonista, todos los
personajes se dan a conocer de la misma manera. Algún detalle de carácter
físico y, sobre todo sus acciones, sus palabras. En este sentido desempeñan una
función importante los diálogos, a través de los cuales, además, conocemos el
punto de vista, la perspectiva desde la que esos personajes ven el mundo que
rodea a Adriana.
Gran parte del mundo novelesco y cuentístico
de Ana Mª Matute se halla en este libro.
Parece como si hubiera hecho una recapitulación, excepto en un detalle: La
mayoría de sus obras se desarrollan en la España contemporánea a la autora:
preguerra, guerra y posguerra. En esta, vuelve a esa época, pero a través de
los recuerdos. Precisamente la novela acaba
cuando va a empezar la guerra.
Decía que vuelve al mundo de sus cuentos.
Aquellos cuyos protagonistas son niños a los que "el dolor, la soledad y
la tristeza atenazan ". "niños, en efecto, solitarios, ensimismados,
incomprendidos o voluntariamente alejados de los mayores; Criaturas que tienen
su propio mundo, lleno de fantasías, prodigios y temores, impenetrable para los
demás….La muerte ronda siempre a sus personajes……En el complejo mundo de los
niños encontraremos tanto dramatismo como poesía, tanto tristeza como
generosidad; la ingenua sinceridad de los inocentes, siempre amenazados por una
realidad que les es ajena y que los atenaza con su garra implacable"
Así es Adriana. Su hermana mayor no quiere
compartir habitación con ella y entonces le asignan " una habitación, no
en la llamada parte noble de la casa, sino en la zona del cuarto de estudio, el
de las Tatas, el de la plancha, la cocina…" O sea, la marginan; pero
allí ella se siente más libre:"…allí donde yo me movía libremente y sin
temor."
Otro detalle nos habla de su soledad y
tristeza:"Recuerdo ahora algo que entonces no sabía: yo, en mi primera
infancia, además de no hablar no me reí nunca."
Sigámosla
ahora en sus excursiones nocturnas al
salón: "….No recuerdo exactamente
cuando empecé a saltar de la cama y recorrer el mundo nocturno de la casa……..la
casa despertaba precisamente entonces."
Su gusto por esconderse donde nadie la puede
ver y así escudriñar la vida de los adultos "los gigantes"."Escondida debajo de la mesa de la plancha, escuchaba
sus conversaciones, a menudo tan misteriosas que, cuando hablaban del mundo y
de la vida en general, me despertaban innumerables
preguntas, pero si se referían a mí resultaban muy claras." Así es
como se entera, por ejemplo, de que había sido una niña no deseada.
Sus visiones del unicornio "nunca
supe por qué el unicornio había intentado escapar del cuadro"…vi cómo
echaba a correr…Y desaparecía. ¿Volveré a ver al unicornio?.
Los unicornios nunca vuelven |
Y la amistad con ese niño, también solitario
y triste que acaba por morir. Será este un personaje muy importante para el desarrollo
de la narración. Lo conoce gracias a la enfermedad que la mantiene sin salir de
casa, incluso de la habitación, durante un largo periodo de tiempo. El niño,
algo mayor que ella también goza (quizá por su vida solitaria) de una gran
imaginación. Es como ella un gran lector (otra vez asoma aquí el yo de la
autora). Además, aunque esta amistad no le agrada a la madre, acabará cediendo
al ver cómo lo necesita la niña. Para Adriana será un tremendo golpe la muerte
de su amigo, el único que ha tenido.
Esta historia le va a servir a la autora
para, como es frecuente en ella, hacer una crítica de la sociedad española de
la época. Lo vemos en el ambiente familiar que nos presenta; en los rasgos de
algunos personajes: los padres, las amigas de la madre, las monjas del colegio,
las otras niñas. Pero también a través de las perplejidades de Adriana ante
algunos hechos. Así, leemos: " Los Pobres. Algo así como una
tribu asentada al otro lado de las murallas, vagamente amenazadora, a la que
había que aplacar de Navidad en Navidad con ropas usadas, latas de conservas y
juguetes con los que ya nadie se divertía. A Los Pobres también pertenecían
las niñas del otro lado del muro que separaba nuestros patios de recreo…."
(De estas frases se desprende un tono irónico).O cuando intercala el
detalle de que sus hermanos (los gemelos) murieron cada uno en una trinchera,
enfrentados….
Además de la observación del mundo
circundante, las lecturas de su infancia son, indiscutiblemente la fuente donde
bebió Ana Mª Matute el líquido elemento que conforma el total de su obra
literaria. Esas lecturas aparecen recordadas, citadas en "Paraíso inhabitado".
"Aquellos libros que tanta importancia tuvieron para mí" En la
descripción del ambiente nocturno de la cocina hay una clarísima influencia de
esos cuentos: " En la cocina también existía otro retazo del mundo que
yo habitaba. Andersen me había dicho que las tazas, las teteras, los tenedores
y hasta las sartenes tienen también su vida nocturna……"
Es más, también nos transmite su sentimiento
de amor a la lectura y necesidad de ella:"…me invadía otra oscuridad
luminosa: aquella en la que me sumergía cuando iba adentrándome en las páginas
de un libro….." Hay un momento en que Adriana se entera de que hay
gente que no sabe leer y:"…eso para mí fue un gran asombro: había gente
en el mundo que no sabía leer. ¡Qué desgraciados debían de sentirse!"
El narrador.
En general, Matute, suele optar por unas formas u otras de manera
alternativa. En la obra que nos ocupa, ha optado por la primera persona; tal vez la única posible
puesto que recoge recuerdos de la infancia, una infancia que, como hemos visto,
tiene bastante de la suya propia...
El hecho de que el narrador sea un niño, una niña en este
caso, "hace que su mirada descubra la falta de sensatez de los adultos o
penetre en las fantasías poéticas de la infancia…..interpretará las vicisitudes
por que atraviesan las relaciones familiares con la ingenuidad propia de quien
desconoce los disimulos, hipocresías, y formalidades de los mayores. "
La narración,
como en el resto de su obra, es ágil y fluida; contribuye a ello su preferencia
por la descripción impresionista a la que ya he aludido. Algo parecido ocurre
con los ambientes casi siempre sugeridos
con algunas pinceladas rápidas y gruesas. No obstante llama la atención
el detalle con que se describen algunos espacios, lugares que a la niña le
interesan o impresionan. Así:"…se trataba de un cuarto pequeño, con una
ventana de cortinas azules y amarillas, y gruesos visillos blancos, con un casi
invisible zurcido en una esquina, que había cosido tata María….""…al
salón se llegaba cruzando el pasillo…..Se trataba de la más espaciosa de las
habitaciones. Para mí entonces tan enorme como lo eran los muebles y todo
cuanto allí se acumulaba….…..Olía de un modo especial distinto al resto de la
casa….Del techo colgaban dos grandes lámparas, como árboles de cuyas ramas, en
lugar de hojas nacían cristales…" Varias páginas ocupa la descripción de este
salón, descripción en la que se va fundiendo el mundo real con el imaginado por
la niña.
Coincido
con la opinión de Julián Moreiro cuando dice que" su obra siempre está
tocada por el lirismo, la fantasía y la ternura". En realidad esta niña
despierta en el lector gana de abrazarla, mimarla, tan desvalida y sola se la
adivina.
A pesar de que la historia cuenta un periodo
de la vida de Adriana, su infancia,
desde que nace, y la narración se desarrolla en forma lineal siguiendo un orden
cronológico, por la forma utilizada para el inicio de la novela casi podría
decirse que empieza "in media res". Empieza de repente, con una frase
que nos introduce, sin previo aviso, sin tiempo para conocer precedentes, en la
acción: "Nací cuando mis padres ya no se querían". Es su forma
habitual de iniciar cuentos y novelas. Solo "El saltamontes verde" se inicia
como los cuentos tradicionales "Una vez existió un muchacho llamado
Yungo."
Quedaría hablar del final. Sabido es que el
final de cualquier obra narrativa puede ser, además de más o menos original,
abierto, cerrado o impreciso. Tal vez en este caso podríamos calificarlo de
impreciso y me explico . Por un lado, en el tren va Adriana con Eduarda que
se la lleva una temporada para alejarla de ese colegio donde no consigue
integrase y en el que ha hecho una travesura que implica que no deba volver ,de
momento; no obstante se vislumbra por ciertos leves indicios que la temporada
va a ser larga:" Nadie sabía entonces que aquel poco tiempo iba a
convertirse en tres largos años, en una guerra que iba a tenernos incomunicadas
en zonas enemigas, que iba a enfrentar y matar a mis añorados Jerónimo y
Fabián, y que mi padre desaparecería para siempre de mi vida". A pesar
de ello, la historia de esta vida que casi acaba de empezar, no ha acabado;
seguirá, indudablemente. O sea, se trataría de un final abierto, hasta cierto
punto; podemos esperar una segunda parte.
Pero hay otra cuestión que nos llevaría al
final cerrado. La frase con que se cierra la novela:"Los unicornios
nunca vuelven" como metáfora de que la infancia no vuelve. La infancia
de Adriana acaba aquí. Este viaje en tren hacia un lugar y una vida nuevos podría
ser, también metafóricamente, el viaje hacia la madurez. Por tanto, si tomamos
la novela como el relato de la infancia de una niña, o de todos los niños, la
novela se cierra aquí.
Si recordamos lo que comentó en su día
Julián Moreiro:”...A fin de cuentas ¿de qué otra cosa habla constantemente Ana
Mª Matute sino del viejo tema del paraíso perdido?" podríamos decir que
Adriana ha sido ya expulsada del paraíso, ese que da nombre al libro.
”A mi izquierda pasaban a ráfagas campos mortecinos, apenas vistos bajo la luz crepuscular” |
Es esta, en resumidas cuentas, una deliciosa
novela en la que todos podemos encontrar algún retazo de nuestra infancia y que
nos debería hacer reflexionar acerca de los niños que tenemos cerca para tratar
de comprenderlos. Y para que puedan reír y hablar, que no les ocurra lo que a
la protagonista de esta obra; porque nunca volverán a ser niños.
BIBLIOGRAFÍA:
Ana
María Matute.La voz del silencio. De Marie-Lise Gazarian-Gautier.Ed.Planeta
Prólogo
de Julián Moreiro a "El árbol de oro y otros relatos" Ed. Bruño
Como siempre, espero vuestros sabios comentarios.