Ahora que vivo tranquila y relajada en esta especie de residencia canina
para ancianitos he decidido contar mi vida o lo que de ella recuerde.
Durante varios años, viví en casa de unos
locos humanos. Lo de locos lo digo cariñosamente, al menos creo que no es nada
malo porque cuando yo hacía carreritas decían riéndose ¡está loca!
A los pocos días de nacer mi futuro era muy
incierto, o más bien con cierta posibilidad de un final rápido y trágico. He
oído contar que a mis hermanos los habían colocado o vendido o algo así y que
no sabían qué hacer conmigo por lo que podría haber terminado en la acequia. No
sé lo que es eso, pero debe ser malo porque todos ponen cara de pena cuando lo
cuentan y luego dicen: ¡no sabes lo que te has encontrado, Jannú!
¡A propósito! Jannú es mi nombre. Parece que
los humanos le tienen que poner un nombre a todo y yo, apenas llegué aquí,
recibí el mío. Me gusta, suena bien
Parece ser que mi niña de ojos azules que todos dicen que es mi ama o mi
mamá .Con esto de las mamás tengo un pequeño lío porque creo que mi mamá de
verdad era como yo pero grande y no sé dónde está ni quién me la quitó; el caso
es que dicen que esta es mi mamá, pero otras veces quieren que mi mamá sea la
mamá de la casa; en fin da igual ;el caso es que mi niña de ojos azules me
llevó a su casa.
La llegada fue algo conflictiva. Me querían,
pero no me querían. Mi niña decía que ella me cuidaría, pero me depositó en la
casa y desaparecía horas y horas. Yo aprendí pronto a reconocerla incluso antes
de que llegara a la puerta, no en vano soy perra y de buena raza.
El caso es que entonces me quedaba en casa
con otro personaje que se llama hermano y tenía barba. Ahora sé que se llama así,
pero yo entonces solo sabía que tenía en la cabeza mucho pelo casi tanto como
yo. Los primeros días me quería, pero luego empezó a rechazarme. Yo creía que
era porque hacía mis necesidades (ellos les llaman cacotas y pipí y a veces
cosas más feas cuando están enfadados) pero más tarde supe que el problema
era…a ver cómo se dice… ¡eso! Económico. Parece ser que, para salvarme de la
acequia, vacunarme y no sé cuántas cosas más, mi niña lo había expoliado (esta
palabreja la aprendí tiempo después de estos hechos; la madre le decía a mi
niña que la estaba expoliando y algo me dice que hay una relación de
circunstancias. He de hacer notar que esta familia utilizaba unas palabras
bastante raras, creo que se llaman cultas. ¿Se me habrá pegado algo a mí?) al
parecer con la buenísima intención de des expoliarlo (¿se dirá así?) cuando le
fuera posible. Es decir que le había pedido un préstamo al hermano y como yo
ocasionaba más gastos de los previstos, pues no le llegaba para devolvérselo y
él estaba enfadado y no quería saber nada de nosotras. ¡Menos mal que al final
el padre se hizo cargo de mi manutención si no mi sino …
A todo esto, yo solo conocía a estos dos
miembros de la familia (ahora sé que éramos una familia) pero, oía hablar con
frecuencia de los papás. En el ambiente se notaba una cierta tensión, un temor.
Una mañana, estaba yo tan feliz en el
dormitorio (le llaman el agujero) del hermano cuando se abrió la puerta de la
calle, justo frente a mis ojos y vi, no sin cierto temor otros dos individuos
de la misma raza que mi niña y el hermano. ¡Los padres! Oí y pensé
La mamá me miro muy seria y dijo ¿Qué es
esto? Lo de esto no me gustó nada, parecía una palabra fea, pero menos me gustó
el tono y lo que vino después. Es Jannú, dijo mi niña con su más dulce voz y
con una tierna mirada. Y la madre - ¡pero es un bicho enorme! (yo solo tenía un
mes y me sentía diminuta a su lado. No comprendí nada. Con el tiempo llegué a
comprenderla) y peludo (también su hijo lo es y le dio un beso y no puso cara
de asco); además se hará enorme.
¡Enorme, enorme, enorme! Oía yo que me iba
percatando de que eso era un problema. El padre ni me miró.
Pero mamá, decía mi niña, si es muy dulce, si
es un bebé y no tiene mamá ¿no te da pena? Mira que ojitos. Yo la miré con ternura.
La verdad es que a pesar de su enfado inspiraba confianza y, sobre todo, si mi
niña le hablaba así…Sí, si es muy bonica, pero se va a hacer enorme (¡qué
manía!) y tú sabes que los perros no son santo de mi devoción (no tengo muy
claro lo que eso significa porque la mamá lo dice también sobre personas; por ejemplo,
sobre una tal Isabel Tocino. Por cierto, qué apellido tan sabroso); que
necesitan que se les dé órdenes y yo eso no sé hacerlo. lo que ella no sabía es
que yo me había grabado en esta cabeza de futuro bicho enorme su DEBILIDAD. Pero como le
tomé cariño nunca abusé y la obedecía cuando intentaba darme alguna orden ¡no
cuesta tanto hacerla feliz! Pensaba yo.
El gran problema era lo que ellos llamaban
las cacotas y el pis. Yo no sabía dónde debía hacer esas cosas. No soy como los
gatos que parece que nacen sabiendo donde se hace. La única vez que vi a mamá
histérica fue con eso: ¡mierda, mierda, mierda! Gritaba con rabia mientras escurría
la fregona. Yo me asusté mucho, pero observé que mi niña y el hermano la
miraban con asombro, pero sin decir nada. Ya había observado yo que lo hacían
siempre que se enfadaba “ya se le pasará” parece que pensaban; y se le pasaba.
Luego le daban un besito y aquí no ha pasado nada. Yo también habría querido
hacer las paces así con ella, pero a mis besos les llamaba lametones y decía
¡qué asco!, a mí no me lamas. Yo te quiero, pero sin lametones. Todos podían
darle lametones menos yo; ¡Qué injusticia!
Lo más duro fue conquistar al padre. Me
ignoraba o fingía ignorarme. Me llamaba el perro, el Jannú. Y la mamá, - es
perra cariño, es niña; - bueno qué más da; - se puede enfadar, hombre.
Por fin un día, nunca lo olvidaré, mi niña se
fue a pasar el día a la montaña. Siempre me llevaba con ella: Jannú, coge tus
cosas que nos vamos; y nos íbamos y corría por el monte y lo pasaba de …miedo.
Lo malo es que al regreso se empeñaba en bañarme. Pues aquel día, no sé por qué
me dejó. Oí al papá que decía-- ¿No se ha llevado al perro? -No podía. Y no es
perro, es perra. -Pues no voy a tener más remedio que sacarlo - sacarla - eso,
sacarla; este bicho no puede estar las 24 horas del día encerrado, encerrada,
ha de hacer ejercicio; además si no sale ¿cómo va a aprender a hacer sus cosas
en la calle? -Pues tú verás. Yo desde luego no la saco, bastante tengo ya con
ir todo el día con la fregona en ristre que parezco la loca del mocho.
Papá se acercó y me rascó la cabeza. Sentí
una emoción tan fuerte que me hice pipí. Esta vez me perdonaron, hasta se
rieron. Debieron comprender mi situación; debía de ser eso que mamá llama
situaciones extremas. En fin, que papá me puso la correíta y me llevó a la
calle mientras mamá…
A partir de entonces papá y yo vivimos un
auténtico idilio (eso dice mamá con cara de guasa). Me compraba galletitas, me
traía juguetes, todo para educarme, decía.Ya veremos quién educa a quién,
pensaba yo.
A todo esto, y volviendo a los primeros
tiempos con mi familia, me fui enterando de que aún faltaba alguien; todo el
mundo hablaba de que en cualquier momento llegaría la princesa. - ¡Ya veremos
cómo reacciona cuando vea a Jannú!- Y reaccionó. Un día sonó el timbre, mamá
abrió la puerta y allí estaba la princesa. Rubia como mi niña y con unos ojos
también azules preciosos, cargada con un mochilón enorme (en esta casa todo
podría ser enorme y es que como ellos son tan pequeños…), se abrazó a mamá,
dijo que estaba cansadísima y de pronto - ¡Aaaah! ¿Qué es esto? -Es Jannú- dijo
mamá- ¿un perro? -Una perra, una cachorrilla (eso me gustó. El diminutivo hacía
pensar que ya me iba aceptando)- ¡¿cachorrilla?! Es decir, que va a crecer- Sí,
bastante; es hija de pastor alemán y perro lobo-Entonces ¡se hará enorme. ¡Qué
horror!
¡Ya estamos! Otra. Qué manía con la
enormidad; tampoco es para tanto. Pero sí era para tanto. Lo comprendí conforme
iba creciendo. Para esta familia todo resultaría siempre enorme.
-Y ¿dónde duerme, ¿dónde hace…? A mi habitación no habrá entrado- no hija,
no. No ha entrado en tu habitación. -Sólo faltaba que quisiera jugar con mis
peluches- (¿qué serán peluches? pensé) -
No temas, hija todo está bajo control. Por ahora solo se ha encariñado
con Tilín; lo ha dejado tuerto (¡ah, ya, peluches son animales de mentira, no
se mueven, no juegan)
Tilín era, un leoncito de peluche con el que quise jugar y a primeras de cambio
me quedé con un ojo en las fauces; bueno, en aquel entonces llamar fauces a mi
boca era un poco exagerado, pero parece que me da cierto prestigio
-Pero, mamá, ¿cómo habéis consentido esto?
Esta niña hace con vosotros lo que quiere. ¿Has pensado en el salón? No
entrará, no se sentará en el sofá; podría dejar pelos, pulgas, parásitos,
microbios… - ¡Hija! No exageres. No entra en el salón. (Esta niña ¿por quién me
ha tomado, por un almacén de inmundicias? Tendría que ver los lavados que me dan
y las medicinas, y los polvitos y mil asquerosos potingues y hasta un collar
antiparásitos ¡menudo suplicio!)-Y ¿has pensado en la estantería de las
colecciones? De un coletazo se lo carga todo (ahora resulta que también mi cola
molesta) ¿Y tu colección de gatos? (¿Gatos?, ¿qué dice, ¿dónde están?, ¿cómo no
los he visto, ni olido? ¿mí instinto perruno, hoy diría canino, no me ha avisado?
Se me erizó la cola, esa cola que ya era culpable de todo lo que pudiera pasar.
Y ha dicho gatos, ga-tos; es decir no uno, varios, incluso muchos ¡qué horror!
¿qué horror? ¡atiza! Yo también digo la palabrita de marras, mira por donde
también me va a servir a mí. Hay que investigar, Sin duda los gatos están en el
salón y por eso no quieren que entre. Pero no, si el otro día entré, antes de
que vinieran los papás; por cierto, rompí un chisme con la cola, pero lo
pegaron y nadie se ha dado cuenta. Allí no había gatos. Investigaré.)
Por cierto, me ha comentado una coleguilla
que la princesa ahora tiene muchos perros en su casa y que los adora. Podría
rescatarme.
La mamá calmó a su hija: - anda ve, deja el
equipaje y te vienes a la cocina y me cuentas cosas que mira la hora que es y
aún no he hecho la comida. -Si, pero no voy a comer. Me voy a echar un rato que
vengo hecha una mierda, el viaje es un c… (Esto no lo repito porque me parece
que no debo. A la mamá no le gustaba)-hija, tú siempre con ese léxico tan
exquisito- ¿Qué quieres? Yo hablo así- Ya, ya.
Yo soy Jannú |
Con el tiempo se iban calmando los ánimos y mi presencia empezó a parecer algo normal; Este es el lado bueno. Pero por otro lado yo pasaba mucho tiempo sola, completamente sola.
A las 6’50 de la madrugada sonaba el
despertador, la mamá le dedicaba una serie de improperios. Aún no entiendo por
qué si lo había educado para que sonara, se enfadaba tanto cuando la obedecía.
El caso es que se levanta y sin mirarme sale por el pasillo oteando y
husmeando. Lo hace mejor que yo. Claro, no es chata y si la nariz no le
sirviera para algo se habría lucido su mamá. Si todo va bien, me saluda; si no,
se dispara el dispositivo de….
Cuarto de baño,
cocina, desayuno, dormitorio, baño. Empieza a despertar gente; ahí ya puedo yo
entrar en acción. Saludo a papá. dice mamá que la imagen es patética o
grotesca, según le coge. Despertamos a mi niña y me aparta para besarla antes
de que yo le haya dado mi lametón de saludo; avisa a la princesa; y …
- ¡mamá, oye
que….
-Nena no puedo. No
me entretengáis que ya no puedo pararme. Recordad que hoy llego tarde, la
comida está lista. O que hoy no vengo. entonces papá
_pero.
-No te preocupes
que a las dos treinta tendrás el plato delante. O bien, hoy vengo pronto, tengo
la comida a medio hacer. .................
Su voz se pierde
por el pasillo. ¡Plas! puerta cerrada
Ahora empiezan a salir los demás de sus
agujeros. Carreras, golpes en la puerta del baño
-Pero tú ¿Qué te
has creído? No te puedes encerrar a estas horas.
Papá acaba de
afeitarse y ¡Vamos, Jannú! Yo lo espero ya junto a la puerta con la correa en
la boca. Un breve paseo, una carrerita, para que haga mis cosas y ¡a casa ¡
A partir de ahí, sola toda la mañana. Duermo,
pienso y reflexiono sobre lo que voy viviendo porque de todo esto podré sacar
partido. Y, sobre todo iré conociendo a los humanos. Claro que no sé si serán
todos igual, ¡A estos, como dice la mamá y no sé por qué, hay que darles de
comer aparte!
Y, sobre todo
pienso ¿Qué me deparará el destino?
Al cabo de algunos años y por diversas
razones, he acabado en este lugar donde me dan de comer, me lavan y me dedico a
recordar aquellos años con mi familia humana
FIN