Mi querida amiga: Esta vez, dos meses después y por múltiples razones el relato del viaje aún no está hecho. Esperemos que no se me hayan olvidado muchas cosas. Este fue a Mallorca. Mi marido no ha ido y yo recuerdo con ilusión el que hice como viaje de estudios con mis compañeras del instituto.
Salimos desde alicante, aeropuerto del Altet. En autobús desde Murcia
(autosuficientes que somos nosotros) e igual a la vuelta.
Despegamos, si no recuerdo mal,
con puntualidad suiza. A las doce y diez; llegada a la una. Es un viaje muy rápido,
no da tiempo a olvidar el despegue cuando ya se está aterrizando. Nos recogen
en un microbús y nos dejan en el Hotel El Cid. Habitación 314.Nos citan a las seis de la
tarde para presentarnos los planes de excursiones.
Salimos a comer. Como el hotel
está en la playa, Can Pastilla, en la zona de El Arenal, encontramos muchos
restaurantes. Comemos, nos vamos a descansar un poco y deshacer las maletas. Nos
ha dado tiempo para contemplar la belleza de la zona. Además, la terraza de la
habitación da a la playa y paseo.
A pesar
de llevar preparados nuestros itinerarios y haber preconcebido la idea de
alquilar un coche, visto lo que nos ofrecen optamos por la comodidad de
dejarnos llevar. Elegimos tres rutas que cubren casi todo lo que teníamos
previsto ver. El cuarto día lo reservamos para la capital.
Estas excursiones en grupo
tienen varias ventajas: uno se ahorra conducir por carreteras desconocidas en
las que perderse es fácil; el conductor puede relajarse y ver el paisaje como
todos los demás; se convive un poquito con otra gente; lleven o no la comida
incluida te llevan a un sitio concreto y no has de andar buscando con la
consiguiente pérdida de tiempo.
También, como es natural, tiene
algunos inconvenientes. Van a los sitios típicos y el viajero se pierde alguna visita
que podría haber sido interesante; se suelen hacer paradas en lugar de interés
dudoso, etc.
Elegimos tres excursiones:
Cuevas Drach y Hams Con visita a fábrica perlas.
Vuelta isla: tren y barco
Puerto Pollensa y Formentor (barca
y Green Planet)
El jueves, primer día, las
cuevas. La primera parada en Montuiri (monte de los altares) para visitar una
fábrica de perlas de la firma Orquídea
Después un ratito en Porto Cristo,
paseo y fotografías.
En realidad es Port de Manacor, por la
ciudad a la que pertenece. El nombre de Porto Cristo en realidad procede de una
leyenda según la cual allí consiguió desembarcar una gente que llevaba unas
imágenes de Cristo y la Virgen con el niño, les cogió una tremenda tormenta y prometieron
dejarlas donde pudieran desembarcar si llegaban sanos y salvos. Llegaron al
puerto de Manacor y al lugar donde las dejaron le llamaron Porto Cristo del
latín portare y Cristo, o sea llevar a Cristo. Se ubica entre la Costa de los
Pinos y Cala Murada.
. Por fin las cuevas
del Drach. Describir esta maravilla de la naturaleza no está a mi alcance, al
menos en este momento. Puedo decir que el paseo por su interior es
sobrecogedor. Se trata de un conjunto de cuevas con un recorrido de 1.700 m. y llegan hasta 25.m. de profundidad y 2,4 km.
De longitud.
Cuentan, además, con uno de los lagos
subterráneos mayores del mundo, el espectacular lago Martel. Tiene una
extensión de unos 115 m. de largo por 30 de ancho.
Es una de las salidas de las
cuevas, se hace cruzándolo en barca tras escuchar un concierto de música clásica. Es tan maravilloso que una
desearía que no acabara nunca.
El concierto dura 10 minutos y
va acompañado de unos efectos luminosos que sugieren la salida del sol dentro
del lago. Los instrumentos musicales que suenan son un cuarteto de chelo, clave
y dos violines. La música que se escucha mientras se cruza es Barcarola de Los
Cuentos de Hoffman.
Inmediatamente fuimos a comer, creo que a Can Toni; comida incluida, muy
bien. Después de comer otras cuevas, las de Hams (significa anzuelos porque en
una zona de la cueva las formaciones de estalactitas tienen esa forma. A pesar
de ser cuevas del mismo tipo no cansa verlas en el mismo día ni se tiene la
impresión de haber perdido el tiempo viendo cosas repetidas.
Como la hora de la cena era europea,
de 7 a 9, volvimos pronto al hotel. Después de cenar un paseo por la playa, un
paseo de más de un Kilómetro. Como es jueves, vemos “cuéntame”
Viernes a las 9 nos recogen para
la visita a Pollensa y Formentor.
Sabido es el gusto por artistas
y personalidades de toda índole por las islas Baleares. Sin ir más lejos, en
Pollensa descansó una temporada Winston Churchill, Agatha Christie se inspiró
para alguna de sus novelas y Peter Ustinov veraneaba. Verdaderamente no tenían
mal gusto pues la zona es de una belleza espectacular.
Como cabía esperar, en primera instancia
nos paran en una bodega en la que se pueden probar hasta 20 licores. Probamos
uno pues a las 10 más o menos de la mañana no es cosa de alegrase demasiado o
dormirse, según los casos.
No recuerdo por qué razón, hacemos
la ruta al revés de lo que estaba previsto. Primero vamos al mirador de “Es
Colomer” a 232 m. de altura desde el que hay unas impresionantes vistas de la
costa, alta y recortada y de la sierra de Tramontana. Como es natural me vuelvo
loca haciendo fotografías y mi marido graba hasta la última piedrecita.
Bajamos después al puerto de Formentor donde embarcamos en un catamarán
que nos llevará a Pollensa. No es que no se pueda ir por tierra, se trata de
ver la costa desde el mar. Estamos teniendo días de viento y el paseíto tiene
su “gracia”. Menos mal que el chiclida ha sido mi salvación en estas locas
aventuras en que nos metemos. Debería rezar cada noche un padrenuestro por el
inventor. Porque el caso es que me cuesta hacerme a la idea de estar a dos por
tres haciendo las maletas como si fuera un circo, pero una vez en marcha ya no
es cosa de quedarme a medio camino “a lo hecho pecho”. En el puerto estamos un
ratito paseando y haciendo fotos mientras llega nuestro barco.
Al llegar a Pollensa, comemos. Las fotografías ,aunque pocas porque el
movimiento del barco no permite mucho, dan idea de lo espectacular de la costa..
Vale la pena, mirar, admirar y no pensar…
Por la tarde nos llevan a Green
Planet, en Inca. Le llaman reptilarium, pero hay más que reptiles, aunque dominan,
como por ejemplo conejos, aves, mariposas, ranas, etc. Interesante. De pasada,
desde el autobús. Alcudia.
Como llegamos pronto al hotel
salimos a comprar un vestidito para mi nieta. Al salir de la tienda, mi marido
lleva unas prisas locas, no me da tiempo a guardar el monedero, yo voy peleando
con el cierre del bolso, él se equivoca de ruta, y en un minúsculo escaloncito
¡chaf! Constanza a tierra. Yo creí que sus prisas se debían a incontinencia
senil pero no, es que quería grabar no sé qué antes de que se hiciera de noche.
¿Un viaje sin anécdota?
Creo que fue esa noche la que me
quedé dormida medio incorporada en la cama y con las gafas puestas. Lo mejor
fue que mi marido no se enteró, apagó la luz, se acostó y así me encontré a las
dos o las tres de la madrugada. ¡Yo qué sé!
El sábado fue el día más
completo en emociones. Primero en autobús al tren de Sóller.
Es
un tren que viaja despacito, pero se mueve mucho y va por unos parajes preciosos.
Es de madera, conserva la hechura de hace años. En un departamento pequeño íbamos
todos los del hotel El Cid (4 o 5 parejas). A mitad del camino tiene una parada
para ver Sóller desde arriba.
También fuimos desfilando por
la cabina del conductor. Me recordó algo, remotamente claro, el tren de Flon en
Noruega. La excursión se llama vuelta a la isla, pero no es del todo exacto.
En el puerto se toma un barco catamarán
que lleva a la Calobra. Dice el folleto: ” el puerto de Sóller abierto en el
acantilado de la zona norte. Desde este abigarrado puerto, siempre que el
estado del mar lo permita, navegaremos hasta la playa de la Calobra
(culebra) bordeando una salvaje costa de impresionantes acantilados.” Pues sí
¿Qué se entenderá por siempre que el estado del mar lo permita? Porque el mar
ponía espanto y si no que se lo digan a los chavales de un equipo juvenil de
fútbol que no iban provistos como yo de chiclidas o similar y que llegaron
verdes, pálidos y medio muertos. La verdad es que a veces no sé como sobrevivo
a ciertas aventuras
Lo que si es cierto es lo de
salvaje costa. ¡impresionante, sobrecogedor y acongojante! .
A veces parecía que acabaríamos estrellados en la costa. ¡Qué miedo y emoción!
Una vez en la Calobra fuimos al
Torrente de Paréis. Se va por un sendero muy bonito que, a veces se convierte
en pasadizo. Valió la pena el crucerito.
¿Había terminado la aventura del
día? No. Había que volver por la carretera que culmina en el famoso “nudo de
corbata”. Dicen que el ingeniero que la diseñó siempre tenía en su mesa una
botella de wiski medio vacía; no me extraña. Hay que estar borracho o loco para
hacer esas carreteras y peor para meterse en ellas. Tiene alago bueno, los
autobuses hasta una hora determinada van en una dirección (por la mañana) y
luego (por la tarde) en la contraria. Sería imposible cruzarse dos autobuses en
cualquier tramo. Una vez pasado lo peor ¡qué largo se hizo! para descansar un poco
fuimos al monasterio de Lluch.
Esa tarde al volver fuimos a
comprar una camiseta par mi nieto. Ya no me caí.
Por fin el domingo fue un día
tranquilo. Nos fuimos, por nuestra cuenta a Palma.
La ciudad, capital de la isla, se ubica en el centro de la Bahía de
Palma, a unos 13 m sobre el nivel del mar. La cruzan varios torrentes como la
Riera o Gros que desembocan en el Mediterráneo.
¿UN poquito de historia? Fundada
por el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo Baleárico en el año 123 a C. con el
nombre de Palma, se supone que su asentamiento actual se corresponde con las
ruinas romanas que se encuentran bajo el casco histórico. Sufrió varias
invasiones y fue reconquistada el 31 de diciembre de 1229 por Jaime I de
Aragón. Se convirtió en la Ciutat de Mallorca capital de su propio reino.
Como en cualquiera de nuestras
ciudades no puede faltar su Plaza Mayor edificada durante el siglo XIX
Tampoco puede faltar su Catedral
gótica, La Seu, situada a orillas de la bahía de Palma junto al parque del mar.
Parece que es la única catedral del mundo que proyecta su reflejo sobre el agua
del mar. Recuerdo que cuando fui en viaje de estudios con el instituto, al
llegar en Barco la vista de la catedral reflejándose en el mar, además al
amanecer fue un espectáculo que nos fascinó. Esta vez, la llegada en avión no
me permitió verla igual. Además, tras siglos de evolución y ampliación de la
ciudad la Catedral quedó separada del mar y en los años 70 se consiguió
recuperar este magnífico y único efecto construyendo un lago de aguas salada en
el que hoy se refleja.
Como ya he apuntado es gótica, pertenece
al gótico levantino con claras influencias del norte de Europa. Tiene la nave
más alta de España y la segunda de Europa, así como uno de los rosetones más
grandes del gótico levantino.
Dos
curiosidades más. La planta es basilical, con tres naves sin girola ni crucero.
La
puerta principal está en la fachada sur, la que da al mar, por lo que recibe el
nombre de “el Portal del Mirador”.
En el
interior se pueden apreciar diferentes estilos arquitectónicos y decorativos.
Si
puede parecer que se omite algo reciente es por dos razones: este viaje se hizo
en 2004 y además no se debe hablar, en los relatos de viajes, de lo que no se
ha visto o vivido.
El
Castillo de Bellver, el único castillo medieval y redondo de España, esta vez
lo vimos de lejos.
La
Lonja (Sa Llojta), otra muestra de la arquitectura gótica mallorquina.
Otros edificios de interés y magníficas construcciones son el Palacio March,
junto a la Catedral y La Almudaina.
Pasamos pues el día en la
ciudad, compré los consabidos imanes,
comimos y a media tarde al hotel.
A otro día nos dio tiempo a dar
un paseíto por la laya antes de ir al aeropuerto. Allí mientras esperábamos la
salida del avión comimos. Por fin a las dos a volar y a las 3 en el Altet.
Tuvimos que esperar algo más de una hora al autobús de Murcia, pero cenamos en
casa ya relajados y tranquilos.
¡Hasta pronto!