Repaso ahora otra de mis lecturas veraniegas. ¡Otra agradable y gran
sorpresa! Algo que me demuestra que he leído menos de lo que debería y me
habría gustado. En esta ocasión se trata del Premio Nobel 1904, Frederi
Mistral. Son tres de sus obras las que se incluyen en el volumen que leo de los
Premios: MIREIO, NERTO, CALENDAU.
Homero de la Provenza, le llamó Lamartine. Una frase que llegó a
convertirse en un tópico con el que se nombraba al escritor. Un Homero que no
era ciego precisamente lo que le llevó a “empaparse” de la vida, costumbres,
paisajes, ambientes… de esa Provenza a la que amaba y admiraba. Esa Provenza
que ha recogido algo del alma de cuantos pueblos la visitaron u ocuparon:
Grecia, Fenicia, Cartago y Roma. Ha “vivido” ese pueblo amado y que le amó. A
este respecto cantó Rubén Darío:
Provenza canta himnos para su rey de cantos
Para
su hijo inmortal
Y dice odas
pindáricas, o dice salmos santos,
Griega y pontifical…
Nació en Millane, pueblecito en el que vivió casi toda su vida. Todo lo de
esa tierra, hasta el último rincón de su paisaje, de su cielo y, por supuesto,
sus mujeres es lo más hermoso del mundo para Frederi. Y, tal vez lo más importante a
ciertos efectos: su lengua la más cálida, emotiva e intensamente poética.
En Aviñón donde hace sus estudios de bachiller y Derecho, se emociona ante
lo nuevo, tan diferente de la naturaleza a la que está acostumbrado; le impresionan
los monumentos, puentes y palacios de la ciudad papal.
En aquellos años empieza a escribir versos en provenzal, esa lengua que es
la suya, que es considerada innoble, bajo patois de campesinos. Pero él ya ha
decidido cuidarla, reformarla, pulirla, hasta hacerla recobrar en lo posible el
brillo antiguo, que vuelva a ser el hermoso material que trabajaron con primor
y amor los viejos poetas occitánicos. ¿No nos suena bastante ese problema de
las lenguas “no oficiales”?
Sueña Mistral con una fusión espiritual de
todos los pueblos latinos, algo así como una federación poética cuya hegemonía
debería ostentar Provenza. Intenta anexionar Cataluña a ese “Imperio del sol”
como lo llama.
Centrémonos ya
en su obra. A los 21 años escribe Mirèio, la primera obra que, aunque
someramente, comentaremos.
Inspirada, según declara el poeta en sus memorias, en la contemplación
de unas escenas campestres,
agrícolas, que le impresionan. Se siente
sobrecogido por el cielo, el campo, los seres humanos que andan trabajando la
tierra. Todo lo irá modificando,
idealizando bajo su mirada de poeta. De entre las figuras humanas va a destacar
una humilde doncella, Mirèio, criatura delicada, grácil, efímera, que él desea
llevar a ocupar un lugar junto a Eloísa,
Tisbe, Beatriz o Laura.
La historia, distribuida en doce cantos y
escrita en la llamada estrofa mistraliana, cuenta los amores de dos jóvenes de
diferente clase social. Tema típico y recurrente en la historia de la
literatura, pero tratado de forma tan exquisita y magistral que subyuga.
Puede recordar temáticamente Romo y Julieta,
Los amantes de Teruel, incluso La Celestina. Por ejemplo, al principio del canto
noveno el llanto de los padres de Mirèio recuerda algo al final de La
Celestina:” ... ¡Oh desdichada, ¡oh mal aconsejada! ¡Terrible y pesada juventud!
Nuestra hermosa Mirèio, ¡oh desatino!, ¡oh llantos!” …
También en
bastantes aspectos a las novelas pastoriles que no en vano viven entre Virgilio
y Mistral.
Fácilmente
encontraremos reminiscencias clásicas desde Homero a Virgilio o Dante.
Vayamos por
partes. Cabe destacar que el paisaje es bucólico. Este, supuestamente lo tomó Virgilio
de la Arcadia de Teócrito- Este territorio acabó convirtiéndose en un paisaje
literario de localización indeterminada. Tanto lo encontramos en la poesía renacentista
de Garcilaso o Fray Luis, como en las novelas pastoriles de las que contamos
con innumerables ejemplos.
Mas la Arcadia
de Teócrito estaba en su tierra siciliana; sin embargo, para Virgilio fue la
Galia Cisalpina. Y para Mistral fue su Provenza amada. Un detalle curios de las
reminiscencias virgilianas es la presencia del ruiseñor, ave muy presente en la
naturaleza del poeta latino.
Este paisaje
estereotipado de ríos y arroyos de aguas frescas y cristalinas, de árboles
frondosos que amena sombra a unos
personajes a los que casi nunca vemos trabajar. Lugar agradable, de reposo
“locus amoenus” a fin de cuentas. El ganado casi como figura decorativa, como
figuritas de un belén. Si exceptuamos que en Mirèio los personajes son mas
reales, trabajan, hacen una vida normal de campesinos, el ambiente en que viven
bien puede considerarse bucólico y descrito de manera magistra, poética, líricamente.
A lo largo de la
obra recorreremos todos los trabajos y costumbres del campo. Como en Las
Geórgicas de Virgilio, la agricultura en general, los animales, ovejas,
caballos. También las fiestas típicas, los bailes, los trajes…
Los personajes
Principales: Mirèio y Vicente (cestero).
Los enamorados.
Secundarios :
Maese Ramón y Juana María, padres de Mireio
Maese Ambrosio, padre de Vicente
Ourrias, (el boyero, que mantiene con
Vicente una lucha que recordará a David y Goliat); Alari,(el pastor, que en
algún momento puede recordar al Polifemo galanteando a Galatea);y Verán
(guardador de caballos) pretendientes desdeñados a pesar de ricos y agradar al
padre.
Taven, bruja, hechicera, curandera
Los duendes.
Es curiosa la aparición de seres como una bruja y unos duendes, hadas…Podría
ser la intervención en la vida de las gentes de esos seres relacionados con
creencias,supersticiones etc ,de los pueblos primitivos.
También llama la atención la mezcla de cristianismo y paganismo. Uno de
los elementos que confieren cierta magia a este relato.
Y, mientras los pastores de Virgilio no son
criaturas rústicas e ignorantes, sino seres refinados, aquí se presentan más
reales; algunos, como tres de los pretendientes de la joven, bastante brutos.
Sin embargo, a Alari, pastor que la pretende hay un momento en la obra en que
lo oímos decir, o pensar “¡ni en la llanura, ni
en las alturas, ni en pintura ni en la realidad, he visto a ninguna que le
llegue a la cintura…” y, a continuación, como aquellos caminantes de
nuestras serranillas, le pide que lo oriente para cruzar el monte pues podría
perderse.
Ya dijimos que la idea del relato le vino de presenciar
unas escenas reales que el poeta va a idealizar, modificar y convertir en
literatura, en obra de arte.
En cuanto a la huella de Homero él mismo, al
principio de la obra, se declara humilde discípulo de gran Homero. También el
principio “Canto a una muchacha…” me ha llevado “El dulce lamentar de dos
pastores…he de cantar”.
Para terminar, cabría recordar que Charles
Gounod compuso una ópera Mireille con este tema en 1863.
De esta obra
dijo Lamartine: “Desde los homéridas del Archipiélago, no había surgido
semejante chorro de poesía primitiva.”.
Es el poema del
campo
CALENDAU le
sigue en el tiempo. Vuelve al tema de los enamorados de nivel social diferente,
lo que dificulta el amor. Calendau pobre pescador se enamora de la princesa de
Baux. Aquí la figura femenina recuerda a las de la antigua poesía trovadoresca
donde la mujer representa una belleza esquiva, distante. La dama es de origen
cortesano, lo que convierte al enamorado en un vasallo que sufre por un amor
por el que luchará, realizará proezas, pasará por numerosas pruebas.
Al final vence, triunfa el valor de Calendau y
el amor.
En general,
podría alegarse a favor del valor de la obra todo lo que se dijo de la anterior
comentada. Aunque aquí la vida que se conoce es la del mar.
Esta obra
dividida en doce cantos sería el poema de la costa. Hay quien la ha considerado
una metáfora de la historia de la Provenza.
Se ha dicho que estas dos obras hacen de
Mistral el épico más grande de su siglo.
Quizá como Virgilio, a juzgar por el
resultado, intentó crear un universo exclusivamente poético en donde lo más más
importante fuera la consecución de la belleza formal
Es casi inevitable, tras leer estas dos obras,
recordar a nuestro a nuestro Pereda con sus dos novelas “Peñas arriba” Y
“Sotileza” de la montaña y del mar respectivamente. No obstante, salvando este
detalle y que el autor recoge, hasta cierto punto, el habla de sus personajes,
aunque sin ánimo de elevarla de nivel como hizo Mistral, no hay otros
parecidos.
En 1884, publica NERTO, leyenda en verso en la
que a la sencillez se une una gran habilidad poética.
Curiosidad.
·
Su apellido fue tomado por la escritora y Premio Nobel
chilena Gabriela Mistral como seudónimo.
·
Actualmente, Frederic Mistral es
también una escuela en Barcelona. Aquí también
tiene una avenida dedicada, l’Avinguda de Mistral.
·
El asteroide (5033) Mistral es
nombrado así en honor al Frédéric Mistral