EL PROBLEMA FINAL Pérez-Reverte
Introducción.
Habrá
quien al leer esta novela piense que la literatura debe mucho al cine. No
tanto,
diríamos. Quizá al revés…El cine se lo debe casi todo, o tal vez todo, a
la novela.
Quizá
no deberíamos olvidar la intertextualidad entre las artes. Pintura y poesía;
música y poesía; cine y novela…
Centrémonos ahora en la relación cine y literatura.
En alguna ocasión dijo Carme
Martín Gaite: “Siempre he pensado que la relación entre cine
y literatura es como la del hijo y la madre, por muy unidos que estén, no
siempre se llevan bien. A veces quieren imponerse uno a otro y se
establece el conflicto. Yo creo que hoy el hijo quiere imponerse a la madre y
en muchos escritores lo ha conseguido.”
Efectivamente
el cine ha recibido de la literatura relatos,
argumentos, formas y estilos. No solo esto, también técnicas: el flas back,
la pantalla partida, todos los tipos de planos.
Así mismo,
la literatura, en los últimos tiempos, recibe del cine, de forma más o menos
consciente, otros modos de mirar, una concepción narrativa distinta…
Tanto una como otro buscan la expresividad mediante imágenes.
Visuales montadas, el cine; recursos literarios como la metáfora, la comparación,
la alegoría …la literatura.
En cuanto a la
dependencia del cine respecto a la literatura cabría recordar las palabras de
Virginia Woolf, acerca de que el cine debe dejar de ser un parásito de la
literatura y pasar a tener una entidad
propia.
A lo largo de la historia del cine ha habido
influencias sobre sus modos narrativos que fueron tomados de la literatura y
esta a su vez ha recibido influencias del primero.
Es
en el modo de contar donde se pueden descubrir semejanzas y diferencias.
Ambos lenguajes establecen discursos figurativos: mientras
las imágenes fílmicas son esencialmente figurativas, un texto literario sugiere
imágenes mentales. Y esto constituye la diferencia esencial entre ambos
lenguajes: la que separa la “imagen visual” de la “imagen mental”.
El
cine cuenta con imágenes y la novela con palabras. la novela es medio lingüístico y el cine, medio
visual,
Las teorías fílmicas tradicionales han establecido los siguientes
campos de determinación diferentes entre cine y novela:
Define el cine como: reflejo objetivo de la
realidad; arte del espacio; utiliza la metonimia.
La novela en cambio supone interioridad subjetiva; es arte
del tiempo y utiliza la metáfora
El caso que nos ocupa, tal vez, demuestra ese
maridaje cine-novela o ese retroalimentarse (se ayudan, se transmiten ideas,
técnicas, imágenes…)
Encontraremos en
esta novela, literatura y cine; novela policiaca y metaliteratura.
Parte
el autor de una fusión cine y literatura: la serie sobre Sherlock Holmes de
Conan Doyle y las películas realizadas con ella.
La acción
en 1960
La historia está
narrada en primera persona por un actor, Basil Hopalong (Ormond) inspirado en
el actor Basil Rathbone (recordado por su
papel protagonista como Sherlock Holmes en
catorce películas rodadas entre 1939 y 1946) al que dedica la obra.
Recurriendo a
ese maridaje literatura y cine de que hemos hablado, cabría, tal vez insistir,
en que los personajes de la historia conocen más y mejor al Holmes
cinematográfico que al novelístico:” ¡Oh, sí, dijo ella, el señor Sherlock Holmes en persona…” ¿Podría ser una alusión a la pérdida de
interés del público por la lectura a favor del cine?
Cada capítulo lleva
un título alusivo al problema que se va a plantear en él, que casi siempre se
relaciona con casos, y se inicia con frases de los diferentes relatos de Sherlock Holmes alusivos al tema del capítulo o
situación relacionada con los acontecimientos.
Pérez - Reverte
juega en esta novela a mezclar cine, literatura y realidad. Y, tal vez, quiera
en algún momento demostrar la intensidad con que la
ficción puede actuar sobre los seres humanos, al hacer que los personajes
lleguen a pensar que el actor es en realidad el detective que recuerdan de las películas.
Aunque escrita
en primera persona, es Basil quien cuenta los acontecimientos en los que se ve envuelto,
casi toda la novela es un diálogo entre el actor y Foxá, un escritor de novela
negra o de intriga. ¿Ente de ficción o inspirado en un personaje real? No lo sé.
En este diálogo
podríamos distinguir tres apartados. Por un lado, los vemos hablar
amistosamente sobre temas más o menos triviales, por ejemplo, las mujeres, su
vida y gustos…En segundo lugar sobre literatura y cine, dos temas presentes en
toda la novela. En tercero acerca de todo lo concerniente a los sucesos, tres muertes,
supuestos asesinatos que, como si fueran detectives se ven obligados a intentar
esclarecer.
Los del primer
plano, carecen de importancia. Se podría destacar que casi se nos da a conocer
la vida artística del actor, todas las películas en que participó, además de
las de Sherlock Holmes, los actores y actrices con quienes coincidió y mantuvo
cierta amistad, o sea casi la biografía profesional de Basil. Algo aporta Foxá
también de tipo personal.
Es en sus
coloquios sobre literatura y cine donde se encuentran las ideas fundamentales
que el autor parece haber querido desarrollar en la novela. Si el actor es un conocedor
profundo de la obra de Doyle, que casi podría repetir frase por frase, Foxá se
revela como un admirador y lector de su obra desde la infancia. Confiesa haber
vivido con el detective durante quince años.
Abordarán el
tema general de la novela policiaca, con citas, literarias y cinematográficas,
de autores (Agatha Christie, por ejemplo), y pasando revista a casi todo el
cine del género.
Metaliteratura,
algo que solemos encontrar en varias novelas de Pérez-Reverte. En el caso que
nos ocupa, en torno a las novelas policiacas. Diferencia entre novela policiaca
y novela negra. Un poco de crítica literaria…No deberíamos pensar que los
personajes se resignan a permanecer encerrados dentro de los libros. Descubren
ciertos trucos de la novela policiaca, por ejemplo, que en ella existen pistas
trampa para jugar con el lector que acertará o se equivocará pues,
evidentemente, querrá descubrir al asesino por su cuenta. Lo importante no es
iluminar al lector sino cegarlo.
No obstante,
comentan que si la novela está bien construida será imposible que el lector
descubra al culpable antes que el detective.
Insistirán en
que en todo relato policiaco se dan tres misterios: quién es el culpable,
cómo lo hizo y por qué. Y ese debe ser el orden para descifrarlos.
Si el lector se encuentra con un crimen que parece irresoluble, estamos ante el
hecho de que el autor ha omitido algún detalle esencial.
Dan en sus
diálogos, uno como escritor, otro como actor que ha tenido que leer muchas
veces y a fondo el papel que debía representar, mucha importancia a la actitud
del lector. Podría esto ilustrarnos acerca de lo que piensa Pérez-Reverte como
escritor respecto al posible lector. O sea, la relación escritor -lector, en la
que es posible que casi nunca nos detengamos. Reflexionan los dos personajes sobre
el hecho de que en la literatura o en la narrativa, en la novela policiaca, en
este caso, el auténtico duelo se produce entre el autor y el lector. No entre
el asesino y el detective. Es la lucha entre la imaginación del lector y la del
novelista. Como decía, estas ideas son aplicables a cualquier género narrativo,
no solo el policiaco. Incluso podríamos ampliarlo al cine y la televisión
(telenovelas, series).
Concluyen en
algún momento que un lector demasiado analítico es un peligro para el autor.
En otro orden de
cosas, Basil, desde el punto de vista de su profesión, hablará de la relación
que se establece entre actor y personaje. Por ejemplo, insiste en que hay que
leer bien para entrar a fondo en el personaje. Pero sin olvidar que los personajes,
aunque durante un tiempo te habiten, acabarán marchándose mientras el actor, el
buen actor se entiende, permanecerá.
No obstante,
alude al peligro que encierra representar durante demasiado tiempo al mismo
personaje, que como le ha ocurrido a él, el personaje acabe con el actor. Él,
desilusionado siente que Sherlock Holmes como si más bien fuera Moriarty, ha
acabado con Basil Hopalong
Hemos visto como
al aparecer en el hotel todos reconocen al personaje no a la persona. Es un
fenómeno que suele darse con frecuencia, no solo en el cine sino, tal vez con
más facilidad en el caso de las series televisivas. Algún actor se ha lamentado
precisamente de este hecho, de que casi pierden su personalidad, razón por la cual,
a veces, aunque estén disfrutando con el trabajo en una serie, la abandonan.
Esto nos lleva a
otro de los temas abordados, sobre todo por Basil, el de la televisión en la
que ha acabado refugiándose al haber sido casi olvidado por el cine. Es, por
otro lado, un hecho constatable actualmente en la vida real. La televisión,
según Basil está adueñándose de todo.
Tres
crímenes sin resolver.
El tercer plano
lo ocupa la tarea detectivesca que se ven obligados a realizar ante los sucesos
terribles que rompen la calma del hotel. Se trata de tres muertes misteriosas,
posibles asesinatos que no se aclararán.
Hay que hacer
notar que los coloquios de los que hemos hablado anteriormente se dan mezclados
con los que se producirán en este que hemos llamado tercer plano. Se han
deslindado por pedagogía.
Encontraremos
ahora a todos los personajes que se alojan en el hotel, más la dueña y el
servicio.
A raíz de la aparición
del primer cadáver, los habitantes del hotel deciden que puesto que está entre
ellos Sherlock Holmes que se haga cargo de la investigación.
Ya hemos
señalado anteriormente la intensidad con que la ficción puede actuar sobre los
seres humanos, al hacer que lleguen a pensar que el actor es en realidad el
detective que recuerdan de las películas: ¡Oh, si, dijo ella, el señor Sherlock
Holmes! en persona…
Ahora es cuando
da comienzo la novela policiaca con que nos deleita esta vez Pérez-Reverte.
Esta es la razón de que cada capítulo lleve un título alusivo a la situación y,
a veces, a casos de la serie holmeriana, así como encabezados con frases
tomadas de la obra de Doyle.
Basil y Foxá se
verán obligados a jugar a ser Holmes y Watson. Muchos de los diálogos sobre el
género policiaco que hemos recogido más arriba se dan en relación con estos
episodios. Las situaciones serán a veces ridículas, o encerrarán sospechas tan
generalizadas que todos y cada uno de los huéspedes, más el personal de hotel,
podrían ser el asesino.
Cabe, por último, detenernos en la descripción
de los personajes. A veces auténticos retratos.
Destacaría el
autorretrato de Basil, el protagonista. Empieza por la edad, estatura, el
aspecto aún joven de su cuerpo (vientre plano), las leves arrugas de los ojos,
el rictus ya de fatiga, color y aspecto de los ojos (oscuros y saltones), para
terminar, haciendo mención de su carisma (casi de personaje de leyenda).
En cuanto al
resto de los personajes insiste generalmente en los ojos, color forma aspecto…
Grandes y oscuros, grises o azules; o tranquilos
Sigue una
técnica distinta para los masculinos y los femeninos. En cuanto a los primeros destaca
la envergadura, el aspecto general y lo que este sugiere valiéndose de comparaciones,
como adjudicar a Malerba aspecto mefistofélico; o de rufián de cine mudo, o con
aire de galán cinematográfico; corpulento y sanguíneo, otro; bajo y grueso;
delgado; y otro más con manos de campesino o mano vigorosa. El color de la tez
o el pelo y las cejas.
Todos, detalles
que contribuyen a conferirles un carácter y personalidad determinados.
En lo que a las
mujeres se refiere, insistirá en los rasgos físicos característicamente
femeninos. Aparte los ojos, las piernas, la boca, el atractivo físico general,
también el cabello y su modo de moverse o de desplazarse como Evangelia que
anda silenciosa como una gata. Más algo que denote un rasgo de su carácter.
Estos retratos
podrían completarse observando la actitud, los comentarios y acciones de cada
personaje. Así Basil y Foxá quedan perfectamente definidos a través de sus
diálogos, mediante los cuales conocemos su carácter, su modo pensar y entender
el mundo, la vida, la literatura, el cine…
Hemos hablado al
principio de como el cine ha
recibido de la literatura no solo relatos, argumentos, formas y estilos
sino también
técnicas: el flas back, la pantalla partida, todos los tipos de planos. Hoy al
leer una novela tal vez la mayor parte de los lectores se inclinen por pensar
que en ella hay mucho cine. Así, también en esta, y con frecuencia en nuestro
autor, encontraremos escenas que nos remiten al cine: la postura de una mano
sujetando un cigarrillo o una copa, un primer plano en la descripción de unos
ojos, un plano general…
Es así. No obstante, todo esto estaba ya en la narrativa,
antes incluso de la novela, muy anterior al cine.
Me abstengo
de reproducir fragmentos textuales pues es sabido que no se debe hacer. A pesar
de que este texto no irá muy lejos. Mejor respetar las normas. Además, es bueno
que el lector que se acerque a la novela intente encontrar esos detalles que se
apuntan.