DE DONOSTIA A
MURCIA PASANDO POR ZARAGOZA
Todo empezó un, miércoles del mes de abril del 2009.
La primera en la frente. Llega el tren,
buscamos nuestro vagón y nos apostamos ante la puerta. Tomás el primero junto a otro señor, también con
intención de no perder el tren. Pero la puerta no se abre. Todas se han abierto
y la gente está subiendo. Yo observo y veo un botoncito verde a la altura del
señor con tanta prisa como Tomás. Tímidamente me arriesgo a decir: ¿Y si hay
que apretar ese botón?. Efectivamente, el señor lo toca, Tomás refuerza con
otro toque y ¡oh, sorpresa! la puerta se abre. Dice el señor: pues sí había que
apretar el botón y yo me aventuro ya con menos timidez a decir: alguien tenía
que pensar.
Mi hijo
comentará días después:
“Es
muy buena la anécdota del tren. Además, es como si lo viera. Es lo que tiene el
haber viajado tanto, que estas situaciones con un toque de humor absurdo (el
colmo habría sido que el tren se hubiera ido o que el encargado hubiera tenido
que aparecer para abrir) le son a uno "familiares", nunca mejor
dicho. Ay, si no hubiera mamis al alcance de la mano, habría que inventarlas.”
Ya instalados, miramos por la ventanilla para
decir adiós a los niños y mi hija que han acudido a despedirnos y vemos a mi
nieto hecho un mar de lágrimas. ¡Pobre! Siempre se queda con pena pero esta
vez, como ya se da más cuenta del tiempo y la distancia, no se ha podido
contener. Luego me dice mi hija que ha terminado contagiándolas a ellas y que
el factor decía: no lloréis más que me hacéis sentir culpable; si seguís así doy
orden de que vuelva el tren a la estación y bajamos a los abuelos.
El viaje es cómodo. Llegamos a
Zaragoza hacia las 8 con un poquito de retraso. De camino al hotel nos damos
cuenta de lo lejos que queda de la estación. Menos mal que no elegimos uno en
esa zona porque se nos habría ido el tiempo en ir y venir al centro.
El
hotel, Ramiro I, es céntrico, está muy cerca del Pilar, calle del Coso.
Nos instalamos (habitación 604), nos aseamos un poquito y salimos a cenar., o
al menos, a intentarlo.
Volvemos pronto para ver Acusados (último
capítulo con un fin trágico donde los haya) y dormir pues como es habitual en
nuestros viajes pensamos madrugar.
Antes de acostarme me mensajeo con los
niños, dos de los cuales me contestan. y hablo con mi hermana que acaba de
llegar de hacer El Camino de Santiago y quiere saber por dónde ando yo.
Empecemos por las comidas.
Por regla general, el capítulo comidas es el
más complejo y a veces desastroso de nuestros viajes en solitario; pero esta
vez ha habido suerte. Cuando, recién llegados, salimos a cenar, al llegar a una
esquina en la que pensábamos cruzar, me di cuenta de que había mesitas en la
calle y dije ¿por qué no miramos por aquí antes de cruzar? Así lo hicimos y
resultó ser una zona de bares, restaurantes, tascas y todo tipo de
establecimientos en los que comer, cenar, refrescarse, etc. Nos paseamos por
las dos calles que componen el complejo restaurador, despreciamos un
restaurante con buena pinta porque había que entrar para cerciorarse de su aspecto,
y por fin a mí me atrae una taberna que se llama ¡PANTAGRUEL! En
realidad “Pantagruel, alta taberna”. Nos gusta, es del tipo Palomo, muy
familiar. Cenamos, si no pantagruélicamente, sí opíparamente. Tomás, plato de
lomo ibérico. De rechupete. Yo tostada vegetal: una tostada de pan redondo de
ese de pueblo, cubierta con un revoltillo de verduritas (canónigos, cebolla,
ajo, pimiento del piquillo y verde, tomate…) no sé si fritas o al horno pero
una delicia. De postre un tiramisú.
El desayuno del primer día también estuvo
bien, en una cafetería muy acogedora, tostadas con aceite y café con leche. A
media mañana, más para poder desaguar que por hambre, nos tomamos otro café en
un sitio muy modo “Las hadas”.
A la hora de comer, nos vamos hacia la zona
de la noche anterior y entramos en el restaurante que habíamos despreciado,
Fartalla. No sólo está muy bien sino que comemos opíparamente. Vemos que el
menú está muy bien de precio y nos lo pedimos. De primero los dos fritada
aragonesa (una especie de pisto pero con más verduras y además atún; yo lo hago
a veces así sin saber que es la forma de Aragón); de segundo, Tomás toma gallo a la plancha y yo pollo al
chilindrón, también plato aragonés. Es lo que hay que hacer cuando se viaja,
tomar los platos típicos. Esto me recuerda los viajes con mi pequeña tropa en
los que mi hijo siempre iba pidiendo los platos típicos aun a riesgo de
equivocarse como el día de los pies de cerdo. Vino, agua y de postre fresas con
nata y mus de chocolate, yo, por supuesto. Luego el cafetito y a casa a
descansar un poco pero tenemos que esperar para entrar en la habitación pues
aunque son las 2 y 10 aún no han limpiado.
La cena volvió a ser en Pantagruel. A mí
este nombre me encantó. Hoy ha tocado plato de lomo y tabla de quesos. Casi no
podemos acabar. Qué delicia pero también qué cantidades. Esta noche no nos
queda hueco para postre. Y a todo eso unos precios que también invitan a comer.
Al día siguiente con el desayuno nos
equivocamos. Pero no todo iba a salir bien. A la hora de comer decidimos
quedarnos en la Plaza del Pilar en el bufet libre “Las palomas” Yo comí ensalada muy variada acompañada de
un trocito de tortilla de patata y unas rodajitas de salchichón más un postre
de repostería. Pero Tomás, como suele hacer en estos sitios, se pasó y ya no
quiso ni cenar. El café lo tomamos fuera, claro.
Yo me quedé con gana de comer en un
restaurante que se llama Gargantúa. Son graciosos estos aragoneses poniendo
nombres a los sitios de comer. Podría haber ido tomando nota y ahora hacer un
estudio del tema. Se me pasó.
A media tarde llevé a mi marido a una
heladería cerca de la Plaza del Pilar donde nos tomamos una copa riquísima
parecida a esas que me tomo en el verano con mi hijo y
su chica. Como he dicho, Tomás no cena, se toma solo una cerveza. Yo repito la
tostada vegetal.
Con el desayuno del últimos día, éste sí un
acierto, se acaba la experiencia gastronómica de este viaje.
Pues sí. Al menos por esta vez hemos
resuelto felizmente el asunto de las comidas. Esperemos seguir en la racha y
que no haya sido un acierto momentáneo.
Empiezan las correrías
Jueves
por la mañana, nos levantamos a las 8 y
a las 9 estamos en la calle. Desayunamos y emprendemos la marcha. Hemos
decidido empezar por La Aljafería. Tomás sabe perfectamente dónde nos
encontramos, dónde está el monumento y, cómo no, como llegar a él sin necesidad
de mirar el callejero. Así, con la única orientación de su” brújula láctea” *empezamos
a andar, andar, andar. En el sentido más literal y amplio de la palabra le
damos la vuelta al ruedo pues acabamos en la plaza de toros y cuando decidimos
mirar el plano vemos que hemos de darle la vuelta y tomar la calle tal. A todo
eso estamos casi en el extremo opuesto de la calle de nuestro hotel. O sea, que
hemos andado prácticamente en círculo sin llegar a ninguna parte. Esto en
nuestros viajes es normal. Hay asuntos en los que somos incompatibles, aunque
en cierto modo esto mismo nos hace complementarios. Mi marido con su dinamismo
(yo le llamo atolondramiento) y yo con mi costumbre de mirar mapas o callejeros,
pensar y decidir (él le llama lentitud). Esto nos lleva a perder mucho tiempo,
a discutir porque a mí me fastidia andar para nada y mi marido dice que hay que
callejear y ver toda la ciudad pero lo que hacemos, como en esta ocasión es….el
tonto. Total que esa mañana de Aljafería, nada.
Volvemos a empezar y llegamos a la Plaza del
Portillo donde se levanta el monumento a agustina de Aragón, que aparece aquí
como Agustina de Zaragoza; quizá a los zaragozanos no les
apetece compartir a su heroína con toda la región. Se ubica justo frente a la
iglesia en la que se halla su panteón. Parece ser que el lugar no se eligió al
azar pues este fue uno de los enclaves donde se opuso mayor resistencia a los
franceses en 1808. Las esculturas del monumento son obra de Mariano Benlliure. Hacemos fotografías del monumento
y seguimos.
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Foto de la autora. Monumento a Agustina de Aragón
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El caso es que después de andar no sé
cuántos kilómetros resulta que hemos ido en sentido contrario, nos hemos
alejado del objetivo. Pero no importa porque lo bonito en estos casos es “brujulear, conocer la ciudad, patearla, para
eso hemos venido no para ir a tiro hecho a un sitio concreto”. Pues claro
que sí y si la parte de la ciudad que estamos viendo no tiene nada de
interesante pues da igual; el caso es andar hasta que los pies y la mente se
rebelen. Y se rebelan hasta el punto de que no sé a cuento de qué le suelto a
Tomás una de mis frases lapidarias de los últimos tiempos:” De los brillantes líbranos,
Señor, porque brillan pero no alumbran”. Menos mal que le da por reírse porque
la situación se está tensando un poco. De paso encontramos y fotografiamos la
Puerta del Carmen y alguna cosa más.
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Puerta del Carmen |
¿Conseguimos llegar a La Aljafería? Pues no.
A base de andar al revés llegamos a la Plaza del Pilar, justo en el extremo
opuesto. En fin, al menos ya estamos en un sitio concreto y conocido o, dicho
de otro modo, ya sabemos dónde estamos. Un poquito antes están los restos de la
muralla.
Primero entramos a la Torre de la Zuda en la
que hay una oficina de turismo y allí nos informan sobre los sitios y cosas que
visitar, los autobuses turísticos y nos dan unos mapitas muy interesantes. La
torre se halla sobre los restos de las murallas romanas. Se levantó sobre la
torre del homenaje del alcázar de la Zuda o Azuda que había sido construido
sobre uno de los torreones de la muralla romana que había sido arrasado por los
musulmanes para hacerlo. Esta manía de los pueblos de destruir lo que
encuentran para encima poner algo suyo: torres, templos, o lo que se tercie.
Este torreón fue reedificado en la segunda mitad del siglo XVI. La Zuda está en
la esquina noroccidental, pegada al Ebro.
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Foto de la autora. Torre de La Zuda |
Visitamos la Basílica considerada como una
joya del arte barroco aragonés. El interior es de una extraordinaria
grandiosidad y en el exterior destacan las numerosas cúpulas que le confieren
un cierto aire bizantino y una gran belleza. . En el interior son fascinantes.
Todas o casi, son cúpulas con pechinas, con tambor, con luz. La más bonita es
la grande ovalada que recuerda a la de la Catedral de Sevilla. No se pueden
hacer fotos. De todas formas es casi imposibles con una cámara normal por la luz y las distancias y dimensiones.
Es el resultado de sucesivas sustituciones y
de obras que se prolongaron durante siglos. El actual edificio sustituyó a uno
gótico construido en 1515 que a su vez reemplazó a uno románico que había sido
arrasado por las llamas. Y no digo más porque para saber todo sobre la Basílica
hay libros y está Internet.
En el exterior resulta muy atractiva fotográficamente hablando.
Me propongo encontrar alguna postal que la
reproduzca y me cuesta bastante, pero al final lo consigo.
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Cúpulas y torres de la Basílica del Pilar |
Después pasamos a la Lonja donde vemos una
exposición sobre Los Sitios. Hay varias estos días diseminadas por diferentes
centros oficiales de la ciudad. Aquí, se matan dos pájaros de un tiro, se ve la
Lonja y la exposición. La Lonja es un edificio del siglo XVI en que destaca el
techo de bóveda estrellada.
De
allí pasamos a La Catedral o Seo. Tiene esta una historia complejísima que dio lugar
a la construcción actual en la que se mezclan restos de la catedral románica
del siglo XI, por ejemplo en la zona inferior de los ábsides (en el exterior).
En el exterior, en el ábside central observamos un primer cuerpo románico, un
segundo gótico y mudéjar (siglo XIV) y para terminar una cornisa adornada con
cerámica de colores (azul, verde y blanco) Por su parte, la fachada principal
es neoclásica. O sea una auténtica mezcla de estilos.
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Foto de la autora. Ábside de La Seo |
Pasamos después por el famoso Arco
del Deán y por el Teatro romano.
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Foto de la autor.Arco del Deán |
Nos llama la atención la cantidad de cosas
nuevas que estamos encontrando respecto a la otra vez que estuvimos aquí con
los hijos aún pequeños. Caemos en la cuenta de que no sólo han pasado muchos
años sino que hace uno fue sede de la Expo y eso ha hecho florecer la ciudad en
un amplio sentido de la palabra.
Hacemos muchas fotografías de los edificios,
fuentes, etc pero sobre todo de las torres del Pilar. En general las torres son
mi debilidad a la hora de fotografiar edificios.
Mientras paseo por estos lugares no puedo
evitar ir canturreando una canción que me enseñó mi abuelo materno que habla de
las palomas del Pilar: Aunque parezca una tontería no me resisto a
transcribirla.
Palomas, palomitas,
Palomitas del Pilar
Símbolo de la pureza
De emoción me habéis hecho llorar.
Yo quisiera virgencita
Patroncita de Aragón
Por la escalera de un rayo
Llegue al cielo mi canción.
Ay, ay, ay, ay volando van
Por el cielo las palomas
Las palomas del Pilar.
Parecerá una tontería pero para mí tiene un
gran valor sentimental.
Se
está haciendo hora de comer y decidimos irnos hacia la zona del hotel para
poder descansar prontito.
*Nota de la autora: Tomás siempre dice: es
que tengo una brújula (natural, se entiende) que es la leche.
La tarde.
No
tan perdidos como por la mañana, pero tampoco mucho más orientados, tras otra
larga caminata que nos lleva por calles y plazas que no habíamos visto antes conseguimos
llegar a la Aljafería con el tiempo justo para verla sin que nos den con la
puerta en las narices como nos pasó la memorable tarde de Silos. Es bonita, ha
merecido la pena pero después de haber visto la Alhambra de Granada y la
Alcazaba de Málaga deja un poco fríos. Hay que tener en cuenta que ha sufrido
muchas obras de superposición, como siempre y todo, y de restauración.
Se trata de un palacio de recreo, fortificado,
construido en la segunda mitad del siglo XI para residencia de los reyes hudíes
de Saragusta. Su importancia se debe, además de a su belleza, a que es el único
testimonio que nos queda de un gran edificio de arquitectura islámica hispana
de la época de Taifas.
Hoy, debido a la expansión urbana, ha quedado
integrado en la ciudad, aunque originariamente se hallaba extramuros.
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Panorámica de la muralla. Foto de la autora. |
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Detalle de ventana y techo. Foto de la autora |
Salimos
y nos encaminamos otra vez a la zona del Pilar. Tenemos la suerte de gozar de
una bonita puesta de sol desde los puentes que cruzan el Ebro en las cercanías
de la Basílica: el del quinto centenario y el de Piedra
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Efectivamente la puesta de sol fue magnífica y la capté |
Se
hace tarde y aún tenemos otro paseíto hasta la zona del hotel donde cenaremos.
Incluyo
otro comentario de mi hijo, hecho cuando le cuento nuestras andanzas, porque
ilustran sobre nuestros viajes.
“Bueno,
como lo explicas en la nota, no tengo que llamarte para preguntarte por ese
concepto tan divertido de la "brújula láctea" que tanto me ha llamado
la atención.
Ay, ay, ay, cuando leo tus relatos de viajes me muero de risa, porque me
acuerdo de la de veces que hemos pasado por esa situación y hemos escuchado
aquello de "lo bonito es callejear y no ir a tiro hecho, bla, bla".
Alguna vez hay que poner en práctica eso de: "bien, Tomás, tú ve a
callejear y nos encontramos en el lugar al que nos dirigimos, que yo/nosotros
vamos a tiro hecho". Esas cosas del papi son para matarlo cuando estás
pasándolas, pero luego te hacen reír. Vamos, a mi me hacen reír ahora que
hace tiempo que no las sufro. Entonces pensaba de manera diferente, y apuesto
que tú lo haces en este momento…….”
Viernes
24. La mañana.
Nos levantamos a las 8 y a las 9 estamos en
la calle.
Desayunamos y nos dirigimos a la zona de la
que parten los autobuses turísticos pues hemos pensado dedicar el día a recorrer
Zaragoza en este medio para ver todo lo posible sin agotarnos.
Naturalmente no podríamos hacer las cosas
bien desde el principio, Es nuestro sino.
Como
nos han hablado de un autobús azul y otro rojo y nosotros queremos viajar en el
rojo, por el itinerario, cuando llega uno que va pintado de cualquier color
menos rojo, a pesar de que la hora es la que señalan los horarios que nos
proporcionaron en la oficina de Turismo, pues lo dejamos ir y, una vez que se
ha ido, Tomás se acerca a preguntar al joven que estaba junto a la puerta y que
ahora se sienta a esperar que llegue el siguiente. ¡Oh, sorpresa! El bus que se
acaba de ir, aun no estando pintado de rojo, era el nuestro. ¡Tampoco costaba
tanto preguntar antes!
Bueno, no perdamos la calma.
Mientras esperamos me acerco a una tienda
que hay en la esquina y compro unas cositas para los nietos.
Al fin en el bus. Hacemos un recorrido muy
interesante. Prácticamente vemos toda la ciudad. Además nos van diciendo qué es
lo que vemos, por dónde pasamos y cosas que podemos ver luego a pie.
Nos han hablado del Patio de la Infanta que
está en el interior de Ibercaja y allá que nos encaminamos nada más apearnos.
Otra vez la metedura de pata. Nos encontramos ante un edificio moderno al que
es difícil saber por dónde se entra. Miramos la guía y nos equivocamos pues al
ver el nombre de la Caja en epígrafe creemos que nos hemos equivocado de sitio
y que tenemos que ir al Museo Camón Aznar. Otra vez para atrás. No
encontraremos el Museo hasta la tarde. Luego, al leer despacio el folleto me
doy cuenta de que estábamos en el sitio adecuado, nos faltó leer despacio, y
entrar. Claro ahora resulta que Tomás de lejos ve muy bien pero de cerca….(de lejos un lince, de cerca un topo; desde
que se operó) Y yo con las progresivas
necesito mi tiempo, y si ellas también. Necesito mi tiempo. Total, una chapuza
más no importa.
Para
hacer tiempo vemos el Museo del Foro
Romano o de Cesaraugusta. Se encuentra éste, bajo el suelo de la plaza de La
Seo. Como su nombre indica encierra restos arqueológicos hallados en
excavaciones que tuvieron lugar entre
los años 1988 y 1991, justo en el lugar que ahora ocupa el Museo y aquí se han
conservado
Me
recuerda al de Valencia, La visita incluye la proyección de un video muy
interesante narrado por una voz que
simula ser el rio Ebro. alguna foto
Comemos
en Las Palomas y nos vamos a descansar un ratito. foto del bufet
Por la tarde
Paseo
en el bus azul que nos llevará a la zona de la Expo o lo que queda de ella.
Después
conseguimos encontrar el Museo Camón Aznar donde vemos una exposición de Goya y
un Patio bonito pero que no es el de La Infanta. Ese ya se queda para otra vez.
Tomamos
un helado, paseamos, hacemos fotos y nos vamos hacia el puente de hierro o del
Pilar porque se me ha metido en la cabeza que desde allí tendré unas buenas fotos
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¿No es magnífica?
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Y ¿Qué decir de esta? . |
Estas fotos del río me han recordado
aquella canción que decía algo así como:
El Ebro guarda silencio
Al pasar por el Pilar,
La virgen está dormida,
No la quiere despertar
Era bastante más larga pero no
recuerdo más. Es curioso cómo acuden los recuerdos de pronto,sin saber cómo.
Una imagen nos trae otra,similar o totalmente distinta; o una situación vivida
o una canción,como en este caso. También suele ocurrir que las canciones nos
lleven a otros momentos de nuestra vida o a personas relacionadas con ella,
como me ha ocurrido con la de las palomas del Pilar que me llevó a mi abuelo y
a una edad no superior a los diez años.¡Ha llovido desde entonces!
A
cenar, hacer las maletas y dormir.
“Este viaje parece aquella novela de
"Las tribulaciones de un chino en China". No sé por qué razón me ha
venido el título este a la cabeza, aunque siempre me hizo mucha gracia cuando
era niño y aún hoy. Es la ley de Murphy, que cuenta con una adaptación extrema
en nuestra familia: la ley de Tomásmurphy o algo así, y que apunta la
obligatoriedad de preguntar siempre tarde, mirar a toro pasado la información
en la guía y cosas así, que hacen muy divertido cualquier viaje familiar.”
Otra vez las
chanzas de mi hijo. Es que en otros tiempos él sufrió estas situaciones.
Sábado 25.Nos
vamos
Nos levantamos a las 8’15. Lo dejamos todo
preparado para volver a recogerlo hacia las 11.
Desayunamos en Minerva y nos vamos a dar un
paseo. ¡Qué pena! No contaba con tener este tiempo y he dejado la cámara en la
maleta. Lo siento porque me he perdido algunas buenas fotos.
Nos encaminamos hacia el puente de hierro y un paisano de 80
y no sé cuantos años entabla conversación con nosotros. Con él paseamos un
ratito hasta que decidimos tomar el otro lado del puente y nos despedimos. Hace
una mañana deliciosa para pasear y la zona del río invita aún más a ello.
Por fin volvemos al hotel, nos vamos a la
estación y allí mientras esperamos la hora del tren tomamos un café.
Vamos
a hacer nuestro primer viaje en AVE y ha sido una decepción. Hemos ido como
piojos en costura, ni cabían las maletas cuando hemos subido. Una pena.
En Madrid comemos, esta vez en Atocha en
donde nos sentimos un poco perdidos pues siempre vamos a Chamartín.
Por fin a las 4’30 en nuestro último tren
camino de casa. Ahí sí ha habido snack, he leído, dormitado, mirado el paisaje.
Antes de las 10 estábamos en casa tomándonos
un yogur como cena. Eso sí, antes he avisado a todos mis pulgarcitos de que
hemos llegado
Siempre que mi amiga Constanza sale de
viaje, desde tiempo inmemorial espero ansiosa a que me cuente, vía oral o
escrita sus andanzas. Le agradezco mucho que me permita pasarlas a mi blog.
Información
de interés:
¿Os apetece comentar algo? Espero.