Andaba el otro día realizando una de esas
tareas que se consideran manías femeninas, o sea ordenando cajones, cuando doy
con un paquetito de cartas que mi amiga Constanza me escribió en aquellos veranos de los 80 en que viajó
con su familia por casi toda España, de camping en camping. En ellas me cuenta anécdotas
y da clara razón de los sitios por donde pasaba. Leídas, más bien releídas, no
he podido resistir la tentación de incluirlas en esta sección dedicada a los
viajes, los de Constanza Mopas.
Con el fin de ser fiel a su relato, he
decidido, siempre que la salud de las cartas lo perita, escanearlas y
trasladarlas al blog, tal cual.
Transcribo
las cartas tal cual:
CARTA I
Julio de 1985 En
San Vicente de la Barquera
Querida amiga y
compañera de fatigas: Como pasará cierto tiempo hasta que nos veamos, no puedo
esperar para contarte la aventura viajera en que nos hemos metido este verano.
Ya te comenté ¿te
acuerdas? Que mi hija mayor se empeñó en ir a un campamento en Picos de Europa.
Concederle ese deseo suponía llevarla y esperar a recogerla pues está el lugar
lo suficientemente lejos como para tener que hacer dos viajes y aun es muy
joven para dejarla sola. O tal vez no, pero es la mayor y es la primera vez que
nos vemos en semejante situación. Así las cosas decidimos embarcarnos en un
viaje de casi un mes, todo julio prácticamente.
Te puedes imaginar
que había que hacer muchos números. Ir en plan de hotel tantas personas durante
tantos días era una locura y a Tomás le pareció que la mejor solución era ir de
camping.
Lo primero que se
le ocurrió fue comprar una caravana. A mí se me erizaron hasta los pelillos del
bigote. Las cosas que pasaron por mi mente no son para contar ahora. El caso es
que lo convencí de los muchos inconvenientes que tal artefacto supondría para
nosotros y acabamos comprando una tienda de campaña enorme. Varias anécdotas
podría contar la tiendecita si hablara.
Mi gran preocupación ahora pasó a ser cómo
la meteríamos en el coche. Ni que decir tiene que la encargada de montar,
desmontar y empaquetar la tiendecita, he sido y seré yo.
Precavida que es
una, ya me conoces, me organicé un viaje de libro. Varios días en el mismo
camping intentando que este estuviera ubicado en un lugar intermedio que nos
permitiera movernos a diario a derecha e izquierda (como en la yenca) incluso
en círculo. Para esto me proveí de una buena guía de campings, y otras
turísticas de toda la cornisa Cantábrica y Picos de Europa.
Haciendo acopio de
paciencia, maña y raciocinio conseguí que saliéramos el día previsto con el 124
a tope. Seis personas, un maletero en el que no cabía un alfiler. Con bolsas de
ropa, la justita, la más abundante era la de la que se iba de campamento. Los
demás ya nos apañaríamos con menos pues me proponía, como así fue, lavar todas
las noches. Los sacos de dormir, los colchones inflables, el inflador, cuerdas
para tender, sillas plegables, latas de comida….En la baca dos hamacas en las
que han dormido mi marido y mi hijo
colocándolas en el avance. Las chicas en los dormitorios de la tienda, en los
colchones inflables. ¡Qué número!
Como a la mayor le habían indicado que llevara chubasquero,
le planteé a Tomás que debería llevar para todos y se estuvo riendo de mí hasta
que lo necesitó. Vamos, me decía, que estamos en julio. Y yo: sí pero vamos al
norte. Ni caso. Por si las moscas yo me eché mi paragüitas, y alguna cosita de
abrigo para todos.
Día D, hora H.
Salimos dirección Madrid. Hubo que hacer acopio de paciencia pues las
carreteras de la Mancha estaban llenitas de máquinas segadora y otros vehículos
similares, de tal forma que adelantar suponía una proeza. Hicimos una primera
parada para tomar un tentempié y seguimos hasta Aranjuez, donde comimos. En “La
rana verde”, el tiempo justito de reponer fuerzas.
Reemprendimos la
marcha, dirección Burgos e hicimos una parada en Aranda del Duero. Me alegro de
haber parado pues me gustó el pueblo. Se pueden ver bonitos palacios como el de
los Berdugo y casonas y la Iglesia de Santa María con una portada preciosa. En
mi guía la llama portada retablo y dice se le atribuye a Simón de Colonia.
También, como es natural tiene su Plaza Mayor.
Seguimos y
llegamos a Lerma, otro precioso pueblo. Vuelvo a mi guía para contarte algo de
esta villa. Está considerada como el mejor conjunto histórico artístico de
arquitectura herreriana en la España de comienzos del XVII. No teníamos mucho
tiempo, razón por la cual no salimos de la Plaza Mayor que me impresionó.
Después he leído que es una de las más grandes de España. No sé si será de las
más grandes pero doy fe de que es de las más hermosas, aunque todavía no he
visto muchas.
Continuamos camino
pues queríamos llegar a dormir a Burgos. Allí, en efecto, hicimos noche,
hospedados en un hostal muy familiar en el que al ver que íbamos con niños nos
ofrecieron hacernos cena y desayuno. La dueña, una señora encantadora.
¡Qué emoción
encontrarme frente a esa Catedral tantas veces estudiada y vista en todos los
libros de Historia del arte! Por la mañana salimos temprano para ver un poquito
de la ciudad y la Catedral a la luz del día. La Plaza Mayor, ahora vacía,
parecía otra. Pero nos sorprendió que por aquellos lares nadie se levanta tan
temprano ni abre las tiendas, ni las cafeterías hasta pasadas las nueve. Los
niños querían empezar ya a comprar recuerdos pero no puedo ser.
Así pues, antes de
que los “burgeses e burgesas “asomaran
siquiera a sus "finiestras"o ventanas, reemprendimos viaje.
A mayores y
pequeños nos sorprendía lo diferente del paisaje. Primero los páramos de Burgos
y luego, conforme nos acercábamos al Norte el panorama cambiaba a ojos vista,
el color parduzco se iba volviendo verde, un verde exuberante. A Tomás se le
escapó una exclamación que, mucho me temo, dado el carácter de mis niños,
pasará a los anales familiares: ¡es un verde lujuriante! Yo no puedo por menos
que recordar aquello de “El prao Somonte
es un triángulo de terciopelo verde “.Hicimos una parada a la entrada de Vega
de Pas y en ese río nos refrescamos los pies. ¡Ah! Y compré sobaos. Yo quería
entrar al pueblo a ver si daba con unos amigos que tenemos allí pero Tomás no
quiso entretenerse más pues queríamos llegar a San Vicente de la Barquera,
donde se encontraba nuestro primer camping, antes de la noche.
De repente, al
subir un desnivel de la carretera, el verde cambió por el azul del mar. Allí,
ante nuestros ojos estaba el travieso Cantábrico. Estábamos todos
emocionadísimos.
Encontramos sin
problemas el camping “Los Rosales”. Está junto al mar, casi en la misma playa,
es enorme, nos asignan parcela y empezamos la operación montaje de la tienda.
Para ser la primera vez no nos ha dado demasiado trabajo. Yo de operaria- jefa
y los demás colaborando cada cual a su manera. Una vez instalados nos vamos a
dar una vuelta por la playa y el pueblo. Contemplamos, creo que por primera vez
en nuestra vida, una marea. Estas del Cantábrico son algo espectacular.
Cuando ya nos
disponíamos a acostarnos veo a Tomás escarbando en todos los bolsos y
removiendo uno que él llevaba al que dimos en llamar el muerto por lo que
pesaba. Le pregunto qué busca y me dice que ha perdido una carpetita con la
documentación y todo lo de valor que llevábamos. Que se lo ha dejado en Burgos,
que cuando íbamos a salir, por la noche, la sacó del muerto y la metió bajo la
cama como protección y luego se le olvidó sacarla. Se va como un poseso al
teléfono y le pide a la dueña del Hostal que no alquile la habitación que él
llegará en unas horas…..
Mientras él está en el teléfono yo busco y encuentro en su
muerto, en un bolsillo lateral aquel preciado tesoro. Otra vez a llamar y pedir
perdón.
¿Te has reído?
Pues no creas que va a ser la única anécdota del viaje.
Estuvimos varios
días en San Vicente. Comimos unas almejas a la marinera para chuparse los dedos,
una merluza a la nosequé deliciosa, rabas, y casi todo lo que sonaba a nuevo.
Mi hijo y yo hemos decidido probar todos los platos típicos. También he
comprado algún recuerdo por ejemplo una cerámica típica y un cuadrito en
relieve que reproduce la figura de un personaje de la mitología cántabra, es un
duende o algo así, me dijeron el nombre pero no me acuerdo. Lo he de buscar
pues el día de la capital me compré un libro sobre esta mitología que promete
ser interesantísimo.
Desde aquí hemos
ido saliendo de excursión. Un día a Potes y Fuente De pasando por el
desfiladero de La Hermida formado por el cauce del río Deva. A un lado paredes
casi verticales, al otro, a trechos el cauce del río, allá abajo. Da vértigo
pero es una maravilla de la naturaleza. He leído que es el más largo de España.
Es una pena que no hay sitios en donde parar para contemplar con detenimiento
el paisaje. Yo, al no ir conduciendo, a pesar del vértigo, lo disfruté muchísimo.
De paso, pues está
hacia la mitad del camino, pudimos contemplar la iglesita Santa María de Lebeña; una
auténtica joya del arte prerrománico en Cantabria. Se la encuadra bajo el
nombre de arte de repoblación o mozárabe. Solo pudimos verla por fuera pues
había que ir a pedir la llave a una señora que vive por allí pero no dimos con
ella. De lo que vi te puedo decir que tiene una forma casi cuadrangular un poco
más alta en el centro, como si fuera que
una posible nave central se eleve sobre el resto del edificio, destacan también
tres ábsides, uno un poco más grande.
Seguimos que si no me eternizo. Pasamos por Potes, un
pueblecito muy bonico y, por fin, llegamos a Fuente De. Allí se puede tomar un
teleférico y subir a un paraje que creo es una maravilla. Pero yo andaba algo
mareada y no subí. Mi pequeña tropa con el padre sí , y bajaron entusiasmados. Los
he esperado bajo recreándome en la contemplación del paisaje. Es algo tan
nuevo, tan magnífico y espectacular que no se cansa uno de mirar y mirar y con
ello soñar y soñar.
Por la tarde, al
regresar visitamos el monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde, como sin
duda sabes, se encuentran el “Lignum Crucis” y los llamados Beatos que son los
“Comentarios al Apocalipsis” que hizo el beato.
Parece ser que la
construcción que hoy vemos sustituyó a una románica del siglo XII y ésta, a su
vez, a una prerrománica. Creo que voy a recordar, incluso aprender, mucho arte
en este viaje.
Otro día lo dedicamos a visitar Comillas y Santillana del
Mar. Salimos muy temprano y ya llovía. Tan temprano que cuando llegamos a
Comillas lo único que había abierto era un quiosco en el que vendían chocolate
y churros. La temperatura era tan baja y llovía tanto que allí nos refugiamos a
tomar chocolatito caliente en pleno mes de julio y esperando a que abrieran
alguna tienda para ¡comprar chubasqueros!. ¿Te acuerdas de mi idea de
incluirlos en el equipaje?. Solo encontramos unos amarillos, de un plástico
fuerte, los que usan los pescadores. Y hete aquí a mi marido y tres de mis
hijos uniformados de amarillo chillón. Los críos van avergonzados pero han
tenido que usarlos casi todos los días, y lo que les queda. Por suerte ese día
dejó de llover a media mañana y pudimos hacer turismo y ver todo lo que
teníamos previsto.
Comillas, a orillas del Cantábrico, sorprende desde el primer momento. Todo en ella, casas, palacios, calles, llama la atención del visitante. Una de las primeras bellezas que descubro es el palacio de Sobrellano o del Marqués de Comillas, porque fue el primer marqués de Comillas quien ordenó su construcción. Al verlo pienso que es gótico, pero leo que es neogótico; la obra acabó en 1888. Se puede visitar su interior y leo que parte del mobiliario es obra de Gaudí. Es impresionante por dentro y por fuera. Junto al palacio, capilla-panteón también de tendencia gótica.
Por cierto, en este palacio se instaló el primer teléfono de Cantabria
Otra sorpresa agradable, “El Capricho”. En realidad su nombre es Villa
Quijano pero se le dio este por el que se le conoce porque fue eso, un capricho
de Máximo Díaz de Quijano que quería un palacete de tipo oriental para sus
vacaciones de verano. Por cierto, que el pobre señor murió a los pocos días de
instalarse en él. Las obras acabaron en 1885.
En el exterior llaman la atención la torre y la decoración. La torre es
cilíndrica y está totalmente recubierta de cerámica. También es llamativo el
vivo colorido que dio Gaudí al edificio donde combina cerámica verde con piedra
y ladrillos rojos y amarillos. Esto es algo que no a todo el que lo contempla
agrada pues oí cerca de mí algunos comentarios negativos, como que parecía una
ensalada murciana. Sobre gustos no hay nada escrito. A mí me gustó.
Otro detalle de la decoración exterior tiene que ver con el hecho de que
su dueño era un gran aficionado a la música razón por la cual las cenefas
del exterior imitan un pentagrama. Las
barandillas tienen forma de sol y de semicorchea.
Otro detalle de la decoración, incluso en el interior, es el girasol.
También esto tiene su significado. Parece ser que la casa se proyectó con la
intención de conseguir el mayor
aprovechamiento de la luz y el calor solar. Toda la casa está orientada con
esta finalidad.
No te cuento más porque tendría que copiarte la guía y lo que pretendo
es darte mi impresión. De hecho fueron mis hijos los que se fueron dando cuenta
de estos detalles que luego hemos ido comprobando. Te puedo asegurar que hemos
disfrutado lo indecible.
Hay más, por ejemplo la fachada
principal de las ruinas del antiguo cementerio que se construyó sobre los restos de una iglesia del siglo XV sobre
la que se alza la escultura modernista de “El Ángel Exterminador o Ángel
Guardián.
Y terminamos con el edificio de
la antigua y famosa Universidad Pontificia.
De allí nos fuimos a Santillana del mar. Aquí viene la primera
curiosidad. Dicen que Se la conoce popularmente con el sobrenombre de villa
de las tres mentiras, puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar.
Pero es bonita, digo yo. Cerca está la Cueva de Altamira a la que no pudimos
entrar.
La Villa de Santillana del Mar es toda ella Conjunto Histórico Artístico desde
julio de 1943. El casco histórico
está formado por construcciones de piedra, muy similares unas a otras, en su
mayor parte de los siglos XIV al XVIII. El caserío se desarrolló en torno a una vía, la calle de Santo Domingo,
que acabó bifurcada en dos.
Como monumentos destacan la Colegiata a la que no pude entrar porque
llevaba pantalón corto ¡Toma ya! Había en la puerta un curita joven o seminarista,
no sé, que impedía la entrada a toda persona que no fuera decentemente vestida.
Aquí habría venido bien lo de “con la iglesia hemos dado”
La Colegiata de Santa Juliana se encuentra al final de
las dos calles del pueblo. Es de estilo románico ,siglo XII..
Tiene planta basilical y tres naves que se rematan en ábsides semicirculares. Es una
estructura que sigue el modelo del románico del Camino de Santiago. La parte más destacada del
conjunto es el claustro , de
finales del siglo XII, en particular por sus cuarenta y dos capiteles románicos . Como ya te he dicho me quedé con la gana de
verlo ¡con lo que me gustan los claustros! Aquí, otros edificios dignos de mención son: Palacio de Velarde, edificio de transición del gótico al renacimiento; Palacio o Casa de Valdivieso ; Casas de los Quevedo y Cossío, cerca de la Colegiata; y un largo etcétera de
Palacios, Casas y Torres.
A otro día toca llevar a mi hija mayor a Cangas de Onís
pues allí la recogían para el campamento a eso de las 12. Tras despedirnos de
ella nos fuimos a comer a un restaurante muy agradable y con una relación
calidad –precio muy razonable. Volvemos a nuestro camping.
Al
día siguiente visitamos Santander, ciudad que nos entusiasmó.
Empezaré
por la playa del Sardinero, la más importante de
Santander y una de las playas más
famosas de la costa cantábrica. Tiene alrededor un bonito paseo.
Aproximadamente hacia la mitad de este paseo
se encuentran los jardines del Piquío, preciosa zona ajardinada con un mirador
que sobresale sobre la playa desde el que hay unas espléndidas vistas de la
bahía.: todo el paseo, el Casino, la isla de Mouro, la península de la
Magdalena. Además de bonito es cómodo pues tiene algo que se agradece cuando se
va a pasar el día pateando la ciudad, unos bancos para sentarse y contemplar
con tranquilidad el bello panorama.
Desde el paseo de Pereda, la calle más conocida y transitada de la ciudad,
yendo hacia la Playa del Sardinero, a la
derecha se divisa una península en la que está, en alto, el famoso Palacio de
la Magdalena, que da nombre a la península. Hasta llegar al palacio hay un
paseo delicioso, con una especie de bosque y la presencia del mar en el lado
derecho. En este Palacio se dan los cursos de verano de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo. ¡Tampoco estaría mal acudir a alguno de ellos!
Pero creo que, al menos yo, he llegado tarde.
¿Vamos ahora a la Catedral?.
Básicamente es gótica. Consta de dos plantas superpuestas y un claustro. La
planta inferior es una cripta pero se la conoce como Iglesia o parroquia del
Cristo. Consta de tres naves y es bastante amplia. Los arcos y pilares son muy
robustos pues han de soportar el peso de la planta superior. La Iglesia Alta,
que debe ser la Catedral propiamente dicha, es del mismo gótico sobrio de la baja
y con decoración similar.
Seguimos pateando la ciudad y
llegamos incluso a visitar un museo arqueológico.
Por fin damos por concluida la visita
volvemos a nuestro camping.
Para amenizar el
viaje llevábamos cintas con canciones y cuentos. Me temo que acabaremos
aborreciéndolas. Para variar, a veces cantaba yo, entre otras cosas el bolero
de Sepúlveda
“Santander
eres novia del mar
que se inclina a tus
pies
y sus besos te da…..
”
¿Te acuerdas de aquella vez que lo canté en clase con Doña
Concha, un día de esos de antes de unas vacaciones que no queríamos dar clase? Era
la única a la que conseguíamos convencer para esas travesuras. ¡Y ahora nos quejamos
de los alumnos!
Cuando descubrí qué eran las corbatas de Unquera me hice
con una buena provisión. ¡Qué ricas! Perdona pero no te he podido guardar.
Yo había previsto
otras excursiones por Santander pero no teníamos tiempo.
Así pues ha llegado
el momento de recoger la tienda y salir para Asturias. Desde allí te volveré a escribir,
espero.
Una abrazo.
Constanza
P.D. No sabes como estoy echando de
menos una cámara fotográfica.
Como siempre,vuestros comentarios serán bien recibidos.