Hace tiempo que, aunque nunca he dejado de leer poesía, no me había
decidido a comentarla y/o analizarla.
Al caer en mis manos,
gracias al obsequio de su autora a la que me une una estrecha amistad, el poemario “PALIMPSESTO
AZUL”, varias
razones me han impelido a emprender una lectura profunda de la obra y su consecuente comentario.
No he podido evitar, ante esta tarea que me impongo, recordar las
palabras de Bécquer en su comentario a
“La Soledad” de Augusto Ferrán.
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“Aquel
libro lo tenía allí para juzgarlo. Como cuestión de sentimiento para mí ya lo
estaba. Sin
embargo, el criterio de la sensación está sujeto a influencias puramente
individuales, de las que se debe despojar el crítico, si ha de llenar su
misión dignamente”
.
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No pretendo hacer un estudio erudito ni
muy exhaustivo. Podrá, además, llamar la atención el hecho de que no empleo los
tecnicismos de que se valen críticos y lingüistas modernos. Hay dos razones: no
los domino y prefiero dejarlos en paz, y creo que la sencillez aporta
claridad.
A la hora de comentar una obra literaria podemos partir del conocimiento
previo del autor (se ha hecho durante mucho tiempo) o bien olvidarnos de él y
centrarnos en el texto. Me vienen a la memoria las palabras de un personaje
(una lectora) de Italo Calvino:”(…) a los autores es mejor no conocerlos
personalmente, porque la persona real no corresponde nunca a la imagen que uno
se hace de ella leyendo sus libro (…)”
Elijo el segundo camino citados que me parece más gratificante, incluso
divertido; es el que me gusta y, a la postre, acaba llevándonos al autor.
Siempre he pensado que en literatura lo que cuenta es el texto tras el que
evidentemente estará siempre el autor. Yo acostumbraba decir a mis alumnos que
la obra literaria es la realidad, sea cual sea, pasada por el tamiz del
escritor. Y que sin texto, no hay literatura.
Por tanto, no sé si mis opiniones serán más o menos compartidas, pero
serán, eso sí, el resultado de una atenta lectura, lo que me sugiera cada palabra,
cada verso, como consecuencia, entre otras cosas, de mis experiencias lectoras y mis
estudios.
A modo de
INTRODUCCIÓN.-
“No se es escritor
por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”,
Jean- Paul Sartre
Es este un criterio
que debe tener en cuenta todo lector que se acerque a una obra literaria, con
más razón, quizá, si se trata de poesía lírica. No digo que no hayamos de tener
en cuenta lo que se dice sino también y, a veces por encima de todo, cómo se
dice. No solo porque el cómo es lo que hace que la
obra literaria sea arte, sino también porque nos descubrirá muchas cosas acerca
del qué.
Pienso, por ejemplo, en Fray Luis, que dijo aquello de
que “escribir
es negocio de particular juicio” y que añadía que el
buen escritor:” Entre las que
todos hablan, elige las que le convienen, y mira el sonido de ellas, y aun
cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide, y las compone, para que no
solamente digan con claridad lo que
pretenden decir, sino también con armonía y dulzura”. (Se
refería, claro está a las palabras)
Vamos a empezar por
desmontar el mito de que un poemario, incluso un poema, es la autobiografía
poética o lírica de su autor.
Sabido es que los
autores de novela, con cierta frecuencia, crean un personaje narrador. Un
personaje que desde dentro de la obra cuenta la historia. Lo hará en primera
persona o no pero, aun en el primer caso, hay que saber distinguir entre esto y
una autobiografía. Ejemplos muy conocidos podrían ser “El lazarillo de Tormes”,
Gabriel Araceli en varios de los “Episodios nacionales” de Galdós, Íñigo Balboa
en “El Capitán Alatriste” de Pérez-Reverte, y
tantos otros.
Pues bien, también los poetas
líricos crean un yo, incluso un tú poéticos o líricos. No
nos llevará mucho tiempo descubrir los dos o tres casos más fáciles. Por
ejemplo, recordemos cómo se inicia la Égloga I de Garcilaso:
”El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y
Nemoroso,
He de cantar, sus
quejas imitando….”
Está claro que los
dos pastores son el yo poético creado por el
poeta; de la misma manera que Galatea y Elisa son el tú.
Pasemos a San Juan
que en
sus comentarios afirma de modo directo o indirecto que el amor es su tema. Al
estudiarlo siempre desde la perspectiva de la mística se ha olvidado que, en
realidad, creó un yo poético femenino
que
necesitaba, dada la forma que eligió para “catar su amor a Cristo”.
Más próximo, y con este ejemplo concluyo, “La canción del pirata” se
inicia con unos versos que en realidad son narrativos hasta que llegamos a:
“Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa….”
A
partir de aquí es el pirata, no Espronceda, quien canta. ¿Que detrás está el
autor, su ansia de libertad, etc.? Claro, pero ha
elegido para expresarse a un personaje, un yo poético.
Sigamos adelante. No deberíamos olvidar que
el punto de partida de un poema no tiene por qué ser estrictamente personal;
puede ser muy diverso. El poeta puede partir de una experiencia personal,
amorosa por ejemplo; pero también familiar, o de su relación con los amigos, de
una noticia periodística que le impresionó (varios ejemplos se me ocurren: la
canción “Libre” de Nino Bravo, o el poema “Dos noticias” de Aurora Saura), del amor a su tierra natal, del deseo de hacer una crítica
social, de su idea sobre la poesía (aparece en muchos poetas, no solo en
Bécquer) y un larguísimo etc..
Y no debemos olvidar que lo más importante
en la poesía, en la literatura en general, no es el QUÉ
sino el CÓMO.
ANÁLISIS
Y COMENTARIO.
Empecemos por el TEMA. Genéricamente diríamos
que es el amor. Yo, sin embargo, diría que se trata de la relación amorosa. Una
relación basada casi exclusivamente en el aspecto físico, sensual, en el
contacto de los dos cuerpos, incluso al releer los poemas se observa un leve
toque erótico. Besos y caricias
son palabras muy repetidas en los textos. Bien mirado parece que toda la obra
constituye el clamor de un deseo de un sentimiento no correspondido, al menos
como la persona que clama desearía. No olvidemos que el primer poema
“Simbiosis” y, en cierto modo,
todo el conjunto se inicia con el vocablo QUIERO.
Encontramos, no obstante y en relación con este, la
presencia de temas clásicos y ya casi tópicos como el “Carpe diem”, referencia
a mitos con los que el tema guarda cierta relación como el de Pigmalión,
Penélope, Midas…….y muchas connotaciones literarias de todos los tiempos.
También han tenido algo que ver en la inspiración de ciertos poemas, al menos a
mí me lo sugiere, canciones muy populares.
En relación con el tema una pregunta nos asalta.
¿Estos poemas se
pueden interpretar desde un punto de vista de relaciones heterosexuales
exclusivamente o también homosexuales? Porque a través del léxico, en general, no queda muy claro.
Hay pocos datos concretos que nos aclaren la duda.
Hay ejemplos conocidos en que está patente
esta ambigüedad (“Le lac” de Lamartine y varios poetas españoles). En una o dos ocasiones aparece un yo
femenino “envuelta por tu
aroma”, “dormida entre tus brazos”, pero ¿quién es el tú? En todo caso
podría haber un indicio claro de heterosexualidad en los versos de “AMOR SIN FIN” (“abrazados/en
confusión proteica/como el agua,/fluyendo sin descanso, fecundando a su
paso/cuanto encuentra”. ¿?)
Si comentáramos exhaustivamente poema a
poema podríamos insistir más en este asunto.
A pesar de lo expuesto, no puedo obviar el
tono de ternura y sensibilidad femenina que se desprende de estos poemas. Por
tanto, hablaré siempre de la mujer, de ella, etc. a la hora de referirme al yo poético y él o el hombre, el amado, cuando me refiera al tú.
Vamos ahora a profundizar algo más en la
cuestión temática.
Ya el título del poemario hace referencia,
connotativamente hablando, a uno de los rasgos de la condición femenina en
todos los tiempos. Ese borrar y escribir sobre lo borrado de lo que algo
quedará siempre. O sea, la mujer siempre bajo el dominio del hombre. Primero
escriben los padres lo que quieren que sea o haga su hija; luego llega el
marido y pretende borrar todo aquello para escribir él. Pero también tiene otra
connotación y es esa función de la mujer de ir borrando todo cuanto le
desagrada del hombre para escribir solo lo que le agrada; o bien borrar un
desamor para volver a escribir
un nuevo amor… Este aspecto podría relacionarse con el mito de Pigmalión y
Galatea. También este nos lleva a un sinfín de connotaciones. El cine ha
recogido en versión moderna este mito:” Pretty Woman”
y” My Fair Laidy“. Y una novela de Richard Bah, “Puente al infinito”. Esta costumbre del hombre de modelar
a la mujer a su gusto aparece recogida en un bonito poema, muy crítico, de sor
Juana Inés de la Cruz (S.XVII) que se inicia
“Hombres necios que acusáis
A la mujer, sin razón,
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis……”
Para
más adelante decir:
“Queredlas cual las hacéis
O hacedlas cual las buscáis”……
Lo que llama la atención en el poema “De
carne y piedra” es que una mujer de hoy casi pida esa modelación por parte del
hombre. Bien es cierto que también se puede interpretar como la esperanza de
que el amor del hombre le dé vida, la haga vibrar de emoción, de pasión. Cada
lector lo verá desde su propio punto de vista.
Se
me dirá que también el complejo de Pigmalión lo puede sufrir una mujer.
Efectivamente y no solo respecto al hombre que ama. También es muy frecuente en
las madres posesivas, que haberlas, haylas.
Vamos a pasar ahora revista a cómo recoge la autora el tema del “Carpe
diem” de Horacio. Es este un tema clásico que desde su origen ha aparecido
puesto en boca del hombre, siendo siempre este el que anima, intenta persuadir,
exhorta a la mujer a que aproveche la juventud. Tal vez no deberíamos olvidar
que es este un consejo que juega mucho a favor del hombre; o sea que no es tan
desinteresado como podría parecer.
Hay en la literatura de todos los tiempos y
países poemas bellísimos con este tema (Ausonio,
Walt Whitman, Robert Herrick, Ronsard y,
sobre todo, Garcilaso y Góngora; también otros más modernos pero que no
encierran, en mi opinión, tanta belleza poética). Siempre la advertencia, el
consejo, en boca del hombre hasta que llega Juana de Ibarbourou (poeta uruguaya
1929-1979) y rompe la tradición con su poema “La hora” que comienza:”Tómame ahora que aún
es temprano”. De momento ignoro si hubo otra antes.
Leídos muchos de los
poemas que cantan este tema, he llegado a la conclusión de que se trata de una
versión muy personal de la autora. Es cierto que esos versos que rezan: “mas no quieras / aún más allá llegar”
recuerdan los de Horacio: “¡Goza este día! Nada fíes del venidero.”. Sin
embargo habría que hacer notar que ha iniciado el poema con el consejo de
gozar, mientras que Horacio lo deja para el final. Al igual que hicieron Garcilaso,
Góngora, y casi todos. No
así Robert Herrick: “Mientras podáis, coged
las rosas”; o Luis Alberto de
Cuenca “Niña, arranca las rosas,/ no esperes
a mañana. /Córtalas a destajo, desaforadamente,/
sin pararte a pensar si son malas o
buenas. “
O
Brines, cuyo poema” El
otoño de las rosas”, empieza
“Estás ya con quien quieres./ Ríete y
goza. Ama.”
Algo del poema de Brines hay también en ese anunciado olvido.
Eso
sí, como en todos los poemas señalados el
paso del tiempo está presente. Incluso se aproxima al nihilismo gongorino al
decir “lo que tal vez
nunca fue/ ni quizá ya jamás / podrá llamarse tuyo.
Es un dato digno de señalar cómo pasa del
mundo clásico, origen de este tema, al mundo cotidiano al acabar recordando el
dicho y leyenda de “El gallo de Morón”. Me ha llevado esto a recordar el poema
de Góngora sobre este mismo tema,
pero en tono jovial y juguetón,
“¡Que se nos va la pascua,
mozas,…!
Vamos a partir ahora del principio que
supone que poetizar consiste en un gran esfuerzo, un trabajo. Dejemos de lado
esa idea de que el poeta es un iluminado que en un momento dado es visitado por
las musas y en un pispás hace un bellísimo
poema. No lo digo yo, lo dicen los poetas. García Lorca se sentía poeta por la
gracia de Dios o del diablo pero también del esfuerzo, del trabajo.
Dice
Ramón Irigoyen, uno de los traductores de Cavafis, que según el vulgo “un
escritor se hace sobre todo con el culo”,
es decir, una vez presupuesto el talento, termina escribiendo mejor el que más
horas se sienta a trabajar en la mesa. Continúa explicando cómo Cavafis monta y
desmonta el poema y lo vuelve a montar hasta hacerlo funcionar… El tema del
poeta -lo mismo que en Cernuda- atraviesa constantemente su obra.
Recordemos los apuros de Lope “Un soneto me manda hace
Violante/en mi vida me he visto en tal aprieto…”
Nada
más ilustrativo para lo que pretendemos decir que la Rima
III de Bécquer “Sacudimiento
extraño….”.
Celaya
decía: “Me siento un ingeniero
del verso….”
Teniendo estas ideas como punto de partida, comencemos. Veamos antes lo que podríamos considerar la
estructura temática, interna del poemario; cabe pensar que muy estudiada por la
autora. Yo diría que hay una primera estructura envolvente que comprende el
título PALIMPSESTO
AZUL.
Sería cerrada puesto que el libro acaba con un poema que nos lleva de nuevo a
la idea del texto borrado sobre el que se escribe otra vez. “Llegaste de pronto /me volviste a la
vida…”, se escribe sobre lo que se ha borrado, el pasado que tal
vez no se quiere recordar. Pero, igual que el título se completa con el color
azul que sugiere ilusión, el poema se cierra con “tejiendo minutos con horas/ese nostos que a mí te devuelva”, o sea, la esperanza, la ilusión de un futuro otra vez
luminoso. Deja, pues, la autora un resquicio abierto a posibles poemas
posteriores que nos hablen de días más luminosos que los presentados en este
poemario.
Hay una estructura interna, que supongo
también muy trabajada, que
comprende los poemas y que está toda regida por el verbo querer. Todo el poemario
constituye, a semejanza del primer poema, una estructura del tipo que Marina Mayoral llama aditiva.
Es decir, hay una serie de elementos que de
alguna manera dependen de la primera palabra del verso y se van yuxtaponiendo
como sumas: a+ b+ c. Por regla general estos elementos también guardan alguna
relación entre ellos.
En nuestro caso partimos de la palabra QUIERO con que se inicia
el primer poema del libro. A este verbo le siguen una serie de complementos
directos, subordinadas sustantivas bien introducidas con que o de infinitivo.
Está claro que todo el poema es una relación, enumeración, de lo que el yo poético quiere. Ahora
bien, he dicho que todo el libro se compone bajo esta estructura. Si observamos
detenidamente nos daremos cuenta de que prácticamente todos los poemas
restantes siguen enumerando los deseos del yo poético, de la mujer que clama, pide, desea. A
veces el verbo querer se repite,
como en PÓCIMA (“Quiero que sepas”) o en DESIDERATA (“Quisiera
estar a tu vera…”). Observemos que en
este poema se repite la estructura de SIMBIOSIS.
Otras veces el verbo querer permanece
subyacente, lo intuimos en casi todos los poemas hasta llegar al último (“y yo mientras aguardo paciente/
tejiendo minutos con horas / ese nostos que
a mí te devuelva”).
Es decir, sufro tu ausencia, QUIERO tu regreso.
Estos poemas, escritos en verso libre, nos
llevan a seguir analizando la estructura temática de cada uno lejos de la
referencia estrófica. Generalmente se trata de núcleos temáticos que se
corresponden con periodos sintácticos como si de párrafos (propios de la prosa)
se tratara. Así, SIMBIOSIS se compone de
cinco núcleos. Cada uno se ha cerrado con un punto y aparte (hay un mayor
espacio entre el verso que acaba con el punto y el siguiente que entre todos
los del mismo núcleo). Parece percibirse en ese estado de la relación amorosa
un movimiento ascendente que podría culminar como en un clímax en los versos “envuelta por tu aroma,/ e impregnada
/de esencia que era tuya/ y ahora es mía” para
acabar volviendo a la calma. Más adelante veremos cómo estos versos nos
recuerdan a S. Juan.
O sea, que esta estructura temática confiere
un determinado ritmo a la obra y/o
los poemas. Si en el que acabamos de citar parece haber un ritmo de oleaje, -empieza bajo, asciende y vuelve a descender-, en otros casos este ritmo casi de vaivén se relaciona con
el aspecto léxico-semántico,
como en CARPE
DIEM
(dos núcleos que constituyen, el primero,
el consejo “disfruta”;
el segundo, la advertencia ”no
vaya la avaricia/ a traicionarte”),
que se inicia con un latinismo para acabar descendiendo a la cita del popular
del gallo de Morón.
Algo parecido ocurre con PACTOS, que parece tener
un aspecto más unitario, pero también se inicia inmerso en el mundo grecolatino
para acabar en el de las comadres
añejas…
En PÓCIMA vemos otra vez
tres núcleos perfectamente delimitados,
siempre desde el punto de vista temático hablando,
pero profundizando más observamos que el poema se inicia en un punto álgido,
feliz, para ir descendiendo hacia una situación anticlimática que se inicia en Y ahora que ya no estás.
TRAMPAS,
breve poema, redondo, perfecto.
Son estas las estructuras que, más o menos,
se repiten a lo largo de todo el poemario. Pero hay dos casos especiales. Hemos
hablado de verso libre y por tanto ausencia de la sujeción a las estofas, sin
embargo encontramos dos poemas hechos a modo de sonetos. Y lo digo así porque
no son sonetos en el sentido estricto de su definición. En ellos el tema se
distribuye en cuatro núcleos de cuatro, cuatro, tres y tres versos.
Acabamos de centrarnos en el fondo de la
obra, que paradójicamente es lo primero que nos atrae. Se me dirá que lo
primero que vemos es la forma, o sea,
si está el texto escrito en verso o prosa. Sí. Pero a fin de cuentas es algo
que solo interesa al estudioso.
En este análisis he decidido ir por partes,
siguiendo un relativo orden con el fin de que mi trabajo resulte algo
pedagógico. Mas no he olvidado en ningún momento que en la poesía entre fondo y
forma existe una indisolubilidad absoluta. Leo en algún crítico la general
afirmación de que en poesía forma y contenido se funden en una unidad superior: el poema (imagino yo que quieren decir).
Estamos ante unos poemas compuestos en verso
libre. Es esta la forma poética más frecuente en la poesía actual. Pero no
pensemos que verso libre significa un caos ni que está totalmente exento de una
serie de normas que marquen su razón de ser. Bien es cierto que no suele
respetar la métrica estricta ni tener rima, pero no debemos olvidar que no solo
metro y rima indican lo que es o no es poesía. Hay otros elementos que
configuran la estructura rítmica de un poema. Así,
debemos observar el lado fónico que rige el versolibrismo. Pero hay otros
ritmos, o más bien tendríamos que hablar de estructuras rítmicas, que serían de
carácter léxico-sintáctico y /o semántico.
Dicho y aceptado este criterio, he de decir
que, por mis circunstancias personales, prefiero la poesía con métrica clásica
y con ritmo fónico. Me gusta que la lectura de un poema me obligue a llevar su
ritmo con el pie como si estuviera escuchando música. No deberíamos olvidar que
la poesía lírica nació para ser cantada.
Será interesante, en este orden de cosas,
destacar lo que López Estrada dice acerca
del verso libre: ”En la unidad del poema en verso libre, (...) la forma particular de cada verso,
las diferencias de extensión entre unos y otros, sus giros e inflexiones
melódicas, la disposición de los elementos gramaticales, la selección del
léxico y hasta la especial representación tipográfica (...) se suman y coordinan en el complejo acto de reflejar la
auténtica intimidad creativa del poeta.”
No debemos olvidar que el verso libre
lo impuso en la poesía española Juan Ramón
Jiménez. Lo usó por primer vez en “Diario” y lo explica con estas bellas palabras: ”En él usé por primera vez el verso
libre: este vino con el oleaje, con el no sentirme firme, bien asentado”.
Dado el carácter que conforme leemos vamos descubriendo en
el tema de Palimpsestos,
¿no será esta sensación de no sentirse
firme, segura, lo que ha llevado a la autora al verso libre, o simplemente su
aparente facilidad o la moda? Y no hablo de ausencia de seguridad de la autora,
sino de ese yo poético
que ha creado.
Heptasílabos, básicamente, combinados a veces
con eneasílabos, hexasílabos y algún verso incluso menor. Las dos excepciones a
que me refiero son los dos poemas en forma de soneto. Pero no sonetos al modo clásico de endecasílabos con una distribución
de rimas determinada,
sino sonetos en dodecasílabos y en alejandrinos. El primero, CÉST
FINI, es el de corte más tradicional pues mantiene una rima
consonante (salvo en un verso) según el esquema conocido pero en el de
alejandrinos no hay rima alguna.
En este poemario, pues, el ritmo lo hemos de
buscar en la conjunción verso-lenguaje. En la ubicación de las palabras en un
determinado lugar del verso, en la combinación que entre ellas se ha producido,
incluso en su propia sonoridad. Y,
¿por qué no?, también a veces
hemos encontrado algún verso cuyo ritmo responde a alguno de los modelos que
tanto hemos estudiado.
En cuanto al léxico, destaca el uso
coloquial de la lengua. Pero ya dijo Mª Rosa Lida de Malkiel que Escribir en “román paladino” no
significa escribir vulgarmente. Fue
Berceo quien inició esta costumbre. Además, sabido es que no existe el llamado
lenguaje poético, lo
que existe, en todo caso,
es la forma poética. Es decir, la manera de combinar las palabras, la elección de la que
mejor y con más belleza defina lo que se quiere decir.
En términos generales diremos que es una
sabia combinación de la lengua culta (cultismos y algún latinismo) y la
coloquial. Que podemos considerarlo rico, más que por su variedad intrínseca, por el raudal de connotaciones que proporciona al lector.
Empecemos por el título, o volvamos a él. Un
cultismo seguido de un adjetivo de color. El nombre tiene connotaciones
pictóricas. Nos remite a los “arrepentimientos” que los restauradores de arte
han encontrado, gracias a las técnicas modernas, en algunos cuadros de nuestros
grandes pintores como Velázquez o Zurbarán. Pero además, si nos fijamos,
constituye un perfecto hexasílabo de ritmo dactílico con anacrusis en las dos
primeras sílabas y acentos en tercera y quinta. Palimpsesto azul, llama la atención que es agudo. Es ya el
momento de señalar el valor que aporta a un palabra el hecho de que coincida
con final de verso y, por tanto, con un acento rítmico fundamental en el mismo.
Está claro que la autora quiere resaltar el valor de este vocablo pues es el que
aporta una nota positiva y de esperanza a todo el poemario. Sabido es que el
color azul es el color del agua, del cielo, del planeta; por lo tanto es color
de vida, de esperanza, de futuro. Cabría recordar aquí como para Picasso el
azul era el color de la distancia y la melancolía, sentimientos que también rezuman todos los versos
de este libro.
Algo similar ocurre con el título del
poema NE ME QUITTE PAS. Pero en este caso yo lo leería con un acento rítmico
(extra…) en la primera sílaba, porque se trata de un término con una fuerza
semántica importante. Sería pues
así: “ne
me quitte
pas”
Son pocos los casos de versos agudos que encontramos en la obra. Eso sí,
siempre coincidiendo en ellos un palabra definitiva, importante. Por ejemplo, en SIMBIOSIS: “Para
volver/de
nuevo/ a comenzarte…”. Es un vocablo fundamental para el
sentido del poema, ese deseo de que no acabe nunca el encuentro amoroso; acabar
y volver
a empezar continuamente en un círculo que se cierra y no acaba nunca, que va de
la mañana a la noche y viceversa. ¿Cabría
recordar aquí que el círculo simboliza la perfección?
Abundan los versos agudos en PÓCIMA, que parece tener un tono más pasional,
más trágico que el que acabamos de ver. Ejemplo:
tu visita de hoy/……/ese
toque maestro ideal/…./…./que
preparé para ti/…./…/de
vértela beber,/con
insaciable sed./
Y ahora que ya no estás/…./que
pensar en volver…”
No es cuestión de excedernos en ejemplos. Continuemos.
Si nos fijamos bien, la lengua es de lo más coloquial; el
orden sintáctico,
normal; solo un cambio en el orden sustantivo adjetivo en insaciable
sed. Si
todo es tan normal,
¿por qué nos impresiona? ¿Por qué es poesía? Tal vez porque hay unas palabras
que están ubicadas en el lugar exacto para llamar la atención del lector: el
final del verso. Y además coinciden con el acento rítmico fundamental del
verso: el último. Y contienen
una riqueza connotativa considerable.
Hemos dicho que escasean los versos agudos. La mayoría son llanos o
paroxítonos. Y como casi siempre los versos se inician con sílabas en
anacrusis, la impresión que me producen estos versos, rítmicamente hablando, es la del oleaje. El verso se inicia
con suavidad y va in crescendo hasta llegar a ese último acento. Cuando el
verso es agudo es como si la ola se estrellase contra el acantilado, sugiere
ruptura brusca; mientras que el llano hace sentir que la ola muere dulcemente
en la playa para ir a reunirse con la próxima que se avecina.
Estas cosas, pues, son las que nos hacen sentir la poesía sin saber por
qué.
Continuemos con el léxico. No solo la palabra colocada a final de verso
puede ser definitiva para la comprensión del texto o para sentirlo. A veces
puede ser importante que el vocablo ocupe el inicio del verso, o que solo
comprenda un verso completo. Es algo que podemos seguir a lo largo de todo el
libro. Por ejemplo,
en SIMBIOSIS hay toda una serie de palabras que
alcanzan incluso un valor connotativo, además de destacado por su ubicación.
Así, QUIERO, que pudiéramos considerar palabra
clave, no
solo para este poema sino, como ya dijimos, para toda la obra. Después toda una
serie de palabras o sintagmas como “alborada,
tu sonido, un vestido, tu mirada, agua, fuego…”. Fijémonos: aire,
tierra, agua, fuego.
Los cuatro elementos. Las cuatro palabras coinciden con acentos rítmicos. Todas
adquieren valor connotativo,
sobre todo fuego,
porque enlaza con la tradicional asociación del amor, la pasión amorosa con el
fuego. Recordemos la definición de Celestina: “Amor es un fuego
escondido,…” o “Llama de
amor viva” de San Juan o aquel maravilloso verso de Quevedo “medulas que han gloriosamente ardido”. Lo cierto es que este
poema tiene para mí muchas connotaciones de S. Juan pero requeriría un estudio
detallado del mismo que no haré ahora.
Otra palabra que destaca en el poemario es
besos. Se repite en casi todos los poemas y más de una vez. A veces no se
enuncia la palabra pero se intuye. Así, en MUNDO VIRTUAL, “Besos y más besos“reza el primer verso, para acabar diciendo “los miles y cientos y más miles”. Se sobrentiende besos
que quiero darte. O “los
veintitrés mil besos” de PÓCIMA. “Besos y caricias, donde reinan los besos, caricias y besos“de HIC ET NUNC. ”Aquel ansia de bebernos
los dos/en los besos heridos/de presentida ausencia”. “Y que tú igual que yo/añoras el sabor de unos besos/...” en PEQUEÑOS PLACERES. Tanta presencia de este vocablo me ha traído
a la memoria a Neruda, que también tiene una poesía muy sensual y pasional y en donde
he encontrado muchos besos. Incluso un verso, “Tiembla
en la noche húmeda mi vestido de besos”, ¿no recuerda “Que
me tejas de besos/ un vestido?
También me lo ha recordado el ansia de poseer al otro, ese sentimiento de
soledad; en algún momento leer estos poemas me ha supuesto la sensación de
estar leyendo a Neruda como a través del espejo de Alicia.
Otro detalle que no debemos pasar por alto es la combinación mundo
culto-mundo cotidiano de
que se vale la autora. Si dije al principio que el texto nos puede llevar a
conocer a su autor, aquí tenemos la justificación. Descubrimos a través del
léxico que la autora es conocedora de la cultura grecolatina, pero también que
saborea la cotidianeidad que la rodea. La veremos pasar de un título en latín y
un tema clásico,
“carpe diem”,
al dicho popular del gallo de Morón. Entre uno y otro, el mito del rey Midas y
un léxico coloquial, solo alterado en algún momento por leves hipérbatos.
Alusión a mitos como el de Pigmalión,
Orfeo, Penélope, Cronos, Morfeo…
Las alusiones a Penélope las veo relacionadas con el sentimiento que el
yo poético
parece tener de saberse destinada solo a esperar. Con todo, creo que esta Penélope es más una tejedora
de sueños que
de paño alguno. También la referencia a Morfeo con la acepción, creo, de quien se encargaba de
inducir los sueños, no el sueño.
Decíamos que también es conocedora, nuestra autora, del mundo que la
rodea: no solo por el uso de la lengua coloquial sino también por las
referencias más o menos veladas a acontecimientos sociales, películas, canciones y el mundo virtual. Así, en EL VESTIDO DE
NOVIA nos
sorprenden Escarlata O`Hara de “lo que
el viento se llevó” o el traje de Lady Di.
Canciones conocidas como “Ne me quitte pas”, de Edith Piaf y “Quédate conmigo”
con la que Pastora Soler nos representó
en Eurovisión. O un verso, “Confusión,
desamparo, el alma en carne viva”, que recuerda “que
tengo el corazón en carne viva”, la canción de
Raphael.
También los fragmentos de poemas que
encabezan algunos de los suyos nos hablan de sus gustos literarios.
Otras veces nos
sorprende intercalando inesperadamente un cultismo, una alusión al mundo
grecolatino, una frase en otro idioma…: ”bajo el imperio de Afrodita”, ”Que Cupido te clave/ en
las entrañas”, “como en Troya”, “Iacta alea est”,
“amore mío”…
En otro orden de cosas, no puedo dejar de
destacar la considerable presencia del yo en toda la obra, lo que denota cierto egocentrismo. Ahora
bien, habría que ir matizando los motivos. Todo el poemario consiste en un
clamor. El yo poético clama, pide, ofrece,
espera…, se dirige continuamente (salvo en una
ocasión que parece desdoblarse en un yo-tú, es decir, que se produce un
monólogo interior) a un tú, también poético, que no está y parece
que se le espera en vano. Del tú no sabemos nada.
Intuimos que es sordo a las súplicas de la amada que anda, con ansias en amores inflamada, buscándolo,
llamándolo pero sin obtener respuesta.
Tampoco sabemos si ese tú es único o si se trata de varios y sucesivos tú, pero todos iguales. Presencia y ausencia se alternan. Los
poemas QUÉDATE CONMIGO y NE ME QUITTE PAS hacen pensar en una ruptura. Mientras el
último poema, LA
ESPERA, parece hacer
referencia a un nuevo amor que ha revivido el alma marchita de la amada, del yo que implora, pero también ha desaparecido dejando en la
mujer solo el deseo de ser fuerte y seguir esperando: ”Hoy todo lo llena tu ausencia/ y yo mientras aguardo
paciente/ tejiendo minutos con horas /ese nostos que a mí te devuelva.”
Afirmaba William Bather Yeats: “El poema es un conjunto complejo y bien
ensamblado de imágenes, sonidos y ritmos. Es un juego de palabras que descubren
la semejanza de las cosas, sus antítesis, significados ocultos, construyendo
rompecabezas simbólicos en la mezcla de significados. (...). De aquí que el
poema sugiera más que describa o cuente.”
Y así en estos poemas hemos encontrado, siguiendo con ese jugar con las
palabras, algunas metáforas que contienen un matiz sutil y delicadamente
erótico y que nos conducen a los momentos climáticos de ciertos poemas. Comprobémoslo.
Versos veintitrés al veintiséis de SIMBIOSIS: “envuelta
por tu aroma, / e impregnada/ de esencia que era tuya/ y ahora es mía”. O en AMOR SIN FIN, versos dieciocho al veintitrés:”Abrazados/
en confusión proteica/ como el agua, / fluyendo sin descanso,/ fecundando a su
paso/ cuanto encuentra”.
En NE
ME QUITTE PAS:
“derrámate/ cual lluvia generosa, /e imprégname de
ti...”.
Junto a tanta palabra que, quiéralo o no el lector, asociará
inevitablemente al contacto físico de los cuerpos en la relación amorosa, surge
una yo diría que más etérea, intangible, más espiritual
tal vez: es la voz. La voz como tal o como susurro, palabras, sonido (“que
me llegue tu sonido”),
hablar…
También cabría señalar que, muy en concordancia con el espíritu del tema, la
adjetivación es relativamente abundante.
Para mucho más da la lectura de este poemario. Cada poema merece y pide
un comentario individual, pero habrá que ir dejando algo para otro momento.
Para terminar querría recordar aquellas palabras de Bécquer en la
segunda de sus “Cartas literarias a una mujer”: “Si
tú supieras cómo
las ideas más grandes se empequeñecen al encerrarse en el círculo de hierro de
la palabra...”. Tanto aquí como en su Rima III habla de la dificultad con que se
encuentra el poeta para encontrar la palabra exacta, para conseguir que
coincidan sonido e ideas,
buscando como Juan Ramón el “nombre exacto de las cosas”. Pero no contaba Bécquer con el
lector, con que la obra se mueve, como recuerda Alicia Yllera, entre dos
intuiciones: la creadora del autor y la actualizadora del lector.
Y esta última es la que da lugar a que este breve poemario de Rosario
Guarino nos diga tantas cosas que no es posible resumir en un solo artículo, so
pena de extendernos excesivamente.
Firmado Mª A.M.P.
BIBLIOGRAFÍA.
Navarro
Tomás, Tomás: “Los poetas en sus versos. De Jorge Manrique a García Lorca”
Domínguez
Caparrós, José: “Diccionario de métrica española”
Tomás
Navarro: “Métrica española”
Cohen,
Jean: “Estructura del lenguaje poético”
Rafael
de Balbín “Sistema de rítmica castellana”
Bécquer,
Gustavo Adolfo “Obras completas”
“Que
tenemos que hablar de muchas cosas “antología poética realizada por varios
autores y editada por OCTAEDRO
Estudios
y prólogos sobre Juan Ramón Jiménez,
“Diario…”
edición de Michael P. Predmore
La
profesora Paraíso, en Internet
La
generación del 27, Claudio rodríguez,
Cavafis.etc.
Marina
Mayoral: Análisis de textos. Biblioteca universal Gredos
Jorge
Guillén: lenguaje y poesía (Alianza Editorial)
Alicia Yllera. Estilística, poética
y semiótica literaria. (Alianza Universal)
Luis
Vargas Alejo en Granada a 7 de abril de 2004 –artículo en Internet
ALGUNOS DATOS SOBRE LA AUTORA Y SU OBRA.
Rosario Guarino Ortega nació en Sabadell (Barcelona). Doctora en Filología Clásica, en la actualidad ejerce
la docencia en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.
Apasionada del estudio del mundo antiguo y
su pervivencia tanto como de la fotografía y la literatura, ha publicado los
relatos cortos “Las codornices”, en Caxitán 3 (2009) y “El
voyeur”, en Manifiesto Azul, 15 (2014) así como diversos poemas
ilustrados con sus fotos en Gatos y Mangurrias (2012) y en las versiones
digitales de las revistas Ágora, papeles de arte gramático (2012)
y Acantilados de papel (2013), y distintas traducciones del
latín (Catulo, Carmen VII), del valenciano (Vicent Alonso, Laberint)
y del italiano (Franco Sena, Per un amore immortale), para la
revista La Galla Ciencia (2014).
Las Antologías Palabras en libertad,
Alicante 2012 o XIX Rincón de Poesía de Las Palas, Murcia 2012,
contienen también escritos suyos, y el Primer Certamen Nacional de
microrrelatos de la Región de Murcia (2012) incluyó en la selección
publicada su microrrelato “Brindis”.
Algunos de sus poemas han sido traducidos al
inglés, italiano, búlgaro, catalán y latín.
En 2014 vio la luz su primer poemario, Palimpsesto
Azul, en la editorial raspabook.
Página web de la
editorial, donde se puede pedir el libro online y verse el tráiler. También se
puede comprar en Expolibro, Educania La Técnica y el Corte Inglés, dentro de
Murcia.
Esperamos comentarios
Infinitas gracias por este análisis detallado y exhaustivo. Es un honor que mi querida profesora de Literatura y, además, amiga, dedique su tiempo y su interés a mis escritos. Me siento honrada e inmensamente gradecida por ello :) <3
ResponderEliminarEl honor es mío por haber gozado de alumnos como tú y otros a los que también recuerdo con cariño.
EliminarEl honor es mío por haber gozado de alumnos como tú y otros a los que también recuerdo con cariño.
EliminarLa autora del poemario ha tenido la enorme suerte de tener a la autora del blog como profesora de Literatura. Quizás haya sido ella quien le haya transmitido la pasión por el lenguaje y la escritura. ¿Qué más se le puede pedir a un profesor?
ResponderEliminarTambién la profesora ha tenido suerte con los alumnos que ,como esta escritora,la suerte le deparó. Si no hay un buen alumno, poco puede hacer un profesor.
EliminarTambién la profesora ha tenido suerte con los alumnos que ,como esta escritora,la suerte le deparó. Si no hay un buen alumno, poco puede hacer un profesor.
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