Acabo de
encontrar otra de las cartas de viaje de mi amiga Constanza. Es de junio del
2004 y empieza de una forma muy curiosa.
Hay
compradores compulsivos, mentirosos compulsivos, etc. pero ¡cielos! Hay también
viajeros compulsivos y uno de ellos me ha tocado en la rifa de maridos. Era
regalo sorpresa. No se le veía venir, pero ¡ha venido! Ha devenido,
desembocado, yo qué sé, en viajero sin límites razonables. Y lo peor es que
pretende arrastrarme a esa misma vorágine viajera.
Viajar es
bonito, interesante, formativo y cuanto se quiera, pero como todo en esta vida,
tiene su término medio. “En el término medio está la virtud” dicen. Y también
que “lo bueno si breve dos veces bueno” etc. Nosotros ya tenemos asegurado uno
cada dos meses que no es un viaje, es una visita familiar. Por eso desde hace
poco le hemos agregado un suplemento turístico.
Es cierto
que estaría bien, además, hacer una vez al año, un auténtico viaje de 10 o 15
días. Pero lo que sobrepasa, supera, los límites de mi capacidad, de mis
limitaciones físicas y psíquicas y de lo que creo razonable, es no poder
deshacer las maletas.Estamos a punto de iniciar un viaje y ya está pensando
en el siguiente. ¡Es agotador!
Después de
muchas discusiones, explicaciones, razonamientos, etc. He conseguido que
comprenda que a ciertos sitios ya no estoy dispuesta a ir, que en vez de placer
sería un suplicio y no es justo. Por supuesto no me opongo a que él vaya a
donde quiera ¡Estaría bueno! No es mi estilo.
Pues bien. Una
vez comprendido este último punto decidió irse a Turquía. Ya estaba todo listo
para los primeros días de junio y le avisan que el número de viajeros no alcanza el
necesario para llevar a cabo el viaje. ¿Cómo se iba a quedar tanto tiempo sin
viajar? (En mayo estuvimos en Mallorca y en julio vamos a Países Bajos). Hay
que hacer un viaje de consolación. Vamos a Cazorla. A fin de cuentas, teníamos
pendiente ir a Jaén.
Para empezar,
me costó Dios y ayuda encontrar hotel. Por fin conseguimos primero en el hotel
Montaña en Río Frío y para el viernes en el Sierra de Cazorla de la Iruela.
Martes 8. Empieza el viaje como si fuera un partido de
fútbol con peloteo y regateo sobre la hora de salida con alguna desdichada indirecta
dirigida a ciertos problemitas…
La cosa se
calma y se mantiene el empate a 0 hasta que, en la salida a Pozo Alcón, mi
marido se adelanta con un penalti dudoso. Sí. Porque él conduce, pero yo hago
de copiloto o sea de Luis Moya: ¡ojo!, mantente a la derecha, salida próxima (o
desvío) ¿la ves? Ya está ahí, ahora, muy bien. Al llegar a la salida para Pozo
Alcón yo cometí el error de pensar en voz alta al comprobar que íbamos bien
pues el número de la carretera coincidía con el que tenía anotado en la ruta
del viaje. Esto fue suficiente para que se la pasara y tuviéramos que ir a la
siguiente, cambiar de sentido y tomar el camino que habíamos dejado. Pero le
dura poco la alegría porque este chico, conduce bien, pero en materia de
carreteras es un desastre. Jamás se le ocurre mirar el mapa de carreteas antes
de salir de casa y luego me discute lo obvio. Así que empato al llegar a Pozo
Alcón porque se mete en el pueblo y luego hemos de salir a la carretera que
habíamos dejado: por ahí tenían que haber seguido, nos dice un lugareño. A los
pocos minutos con la dirección de Quesada le meto otro gol, y ya le gano.
Ocurre, según él, que las señalizaciones no son correctas, no están donde deben
y son equívocas. También es raro que sea el único en perderse. Y es que solo
mira la carretera, pero no se fija en el tipo de señal, en el cruce…en fin que
no sé qué sería de él viajando solo. Claro que, de sobrevivir, tal vez
espabilaría.
Por fin
llegamos a la sierra. Aún no habíamos llegado al kilómetro que daba la
dirección de nuestro hotel, cuando a la izquierda, sin sitio apenas para
aparcar, hay una casa con un letrero sobre la puerta que dice HOTEL DE MONTAÑA. Aquí es, dice, y para. Y yo: no es posible. Esto no puede ser el hotel.
Además, el nuestro se llama HOTEL
MONTAÑA-. Es igual. - No es igual llamarse
hotel de montaña que Hotel Montaña- Voy a preguntar. Efectivamente, es más
adelante. ¡Otro gol! Ya gano por 3-1. Por fin llegamos. Tiene buena pinta. Por
no variar aparca delante del restaurante. Espera, no te bajes que aparco en la
puerta. Ya digo yo que no solo vivir, viajar con mi marido es deporte alto
riesgo.
Nos
instalamos, salimos a dar un paseo y cenamos en el restaurante del hotel.
Tenemos media pensión
Martes 9.
Desayunamos temprano y salimos dirección Torre del Vinagre para hacer la ruta
del río Borosa. Llegamos al Centro de Información que, como es muy temprano, aún
está cerrado. También esto forma parte de nuestros viajes, como tal vez tú
recuerdes de otras ocasiones. No hay nadie. Empezamos a andar, como siempre con
la, parece, intención de perdernos. Por fin hay un letrero que indica el camino.
La ruta del Borosa es muy bonita, no espectacular pero deliciosa, con sus
cascaditas y todo. Por costumbre hemos dejado el coche lo más lejos posible.
El río Borosa |
Pero ¡ay, Constanza, Me digo, ya no eres la que por
aquí llegó hace unos quince años hasta la que diste en llamar laguna Estigia.
La primera y sin parar. Ahora vas más despacio, pero tampoco hay prisa.
Otro bonito recuerdo del Borosa |
Pasada la
Cerrad de Elías, mi marido se empeña en "aparcarme" bajo un árbol porque quiere
comprobar si vale la pena seguir pues según él, claro, yo no voy a tener
fuerzas. Cuarenta y cinco minutos me tuvo allí. ¡Qué manía la suya de aparcarme
en cualquier sitio y seguir!
El río invita a ser fotografiado |
Bien es cierto
que la ruta la hicimos distanciados físicamente porque él se ha de ir parando a
grabar, fotografiar, y lo que sea. Yo hago fotos, pero voy sobre la marcha,
oteando y vislumbrando cual será el buen enfoque o cuadro etc. Y hago muchas y
buenas fotos, ¡alguien me lo tendrá que decir! Voy como la tortuga del cuento,
a mi paso y siempre llego.
A todo esto,
aún no hemos aprendido a llevar a las excursiones algo de comer. Con suerte
unas barritas energéticas. Ya en plena siesta emprendemos el regreso que es más
rápido pues ya está todo visto.
Llegamos al
hotel casi a las cinco. Ducha y a la cama un rato. Me duele todo. Estoy hecha
puré. Bajamos ya a la hora de cenar. Damos una vuelta por los alrededores antes
y después de la cena, pero tenemos, sobre todo tengo, ganas de volver a la cama
y dormir, dormir.
Está bien esto de la media pensión, sobre
todo aquí, porque cuando hay que salir a buscar donde cenar e incluso a veces
desayunar es una lata y casi siempre sale una chapuza. Bueno, mejor no
meneallo.
El tercer día, segundo en la sierra, fuimos
al parque cinegético, al Tranco y al jardín botánico. Delicioso el paseo por el
parque, de buena mañana, todo en silencio. Vimos varios ciervos.
Bonita panorámica del pantano del Tranco |
Otro momento del pantano |
Regresamos a comer al hotel, echamos una siestecita
y por la tarde nos fuimos a la Cerrada de Utrero. ¡Qué desastre! Otra jaimitada
de mi ínclito esposo cuya mejor virtud no es la buena intuición a la hora de elegir
caminos. Eso, sí, siempre alardeando de que tiene una brújula natural que es la
leche. Pues con su láctea brújula nos perdemos en un pañuelo. Como
siempre dejamos el coche donde Cristo perdió la zapatilla izquierda. Empezamos
el camino y encontramos una flecha que “está al revés”. En realidad, los que
estamos al revés somos nosotros que hemos empezado el camino por el punto
equivocado. Siguiendo otras flechas que parecían estar al derecho empezamos a
descender por un NO sendero de cabras que cada vez me gustaba menos. Mi marido entusiasmado:
¡esto es senderismo!. Y yo. Pero la guía dice un
sendero en forma de herradura, como cabe esperar, y esto no es así. Esto baja
sin forma ni control. Y ¡mira! Ahí arriba está el mirador. Eso significa que
por allí va el camino. Mi marido ¡ah! Pues subimos por aquí mismo. Pero tú
¿estás loco? -yo puedo y te ayudo- que no, hombre, que no. -bueno pues seguimos.
En el peor de los casos esto acabará en la carretera. Efectivamente acababa en la
carretera. Entonces quiere aparcarme allí, subir, recoger el coche y venir por
mí. Me niego en redondo. -pero no tengas miedo. En media hora estoy de vuelta y
además, no estás sola, están los obreros de la carretera- ¡hombre, pues qué
bien! Que no, que yo vuelvo contigo.
.
Y allá que vamos a desandar lo andado, ahora
sube que sube, trepa que trepa sin querube ni Pepa. El corazón se me sale por
las orejas, ¡Qué barbaridad! Me propongo explicarle que ya no tenemos edad para
ir por ahí solos haciendo tonterías. No creo que lo entienda.
Por fin llegamos a la primera flecha y vemos
que viene gente. Emprendemos el camino al revés que ellos. Al fin damos con la
cascada que era, según yo, lo que daba sentido a la excursión. Apenas puedo
hacer fotos pues casi es de noche. Volvemos
solos, ya no queda gente y con el sol cada vez más bajo.Cascada de Utrero |
Al hotel, cenar y hacer maletas.
Por la mañana, temprano, salimos hacia la
Iruela. El hotel SIERRA DE CAZORLA está en un sitio estupendo.
Desde nuestro balcón se ve el castillo que de noche parece un fantasma. El hotel
es muy curioso. A las habitaciones se entra desde la calle como si cada una
fuera un apartamento. La nuestra tiene una salita y el dormitorio con sendas
terrazas. Ahí solo tenemos desayuno, pero optamos por comer y cenar también.
El Hotel |
El Castillo |
El castillo desde nuestro balcón |
Dejamos las maletas y
nos vamos de excursión, por el pueblo, el castillo, los miradores, pero solo
llegamos al primero pues son las dos y el sol calienta lo suyo por la
carretera.
Se mezclan los
recuerdos agradables y tristes. En mi estancia en Cazorla allá por los años 64
al 66 ¡Cuántas veces paseé por esos miradores! ¡Cuántos buenos recuerdos! La
mayoría de aquellos paseos los hice con mi Papi querida, la alumna y amiga del
alma. Ya no está. Murió hace siete años y yo no me enteré. Eran tiempos que
recordaban la Edad de Oro de D. Quijote. Podíamos ir solas por aquellos caminos
y montes. Hablábamos, cantábamos y soñábamos. ¡Cómo la recuerdo mientras
recorro este paisaje que ya no es el mismo!
Pasamos la tarde en Cazorla, pero no encuentro
a nadie conocido, no me suena ninguna cara ni la mía hace que alguien diga
¿pero es posible, eres tú? Casi no reconozco el pueblo, ha perdido su encanto
para mí y también por los cambios que el tiempo ha ido haciendo en él.
Cazorla. El castillo de la Yedra |
Restos de Santa María |
Subimos al castillo de la hiedra hoy museo, muy interesante. Vuelta al hotel.
El sábado para terminar el viaje, a Jaén. El
domingo trece, volvemos a casa.
Deshacer maletas,
pero no guardarlas. ¿Para qué? Ya no las guardo nunca. Están preparadas siempre
para salir. ¿Cuándo la siguiente salida? El próximo mes. ¿Vamos a estar quietos
tanto tiempo? La verdad es que últimamente parecemos un circo. Un abrazo,
querida y paciente amiga