¡Hola!
Soy Lepisma Saccharina, Pececillo de plata para los amigos. Dicen que esto de
pececillo me viene de que, como vivo entre papeles y libros, me muevo por ellos
como si nadara, o sea como pez en el agua. Lo de plata es por mi bonito color
plateado. No se calientan mucho la cabeza los humanos a la hora de poner
nombres a las cosas. O andan en plan culturoparlante o se bajan al arrollo.
¡Cráneos privilegiados!
Pero a lo que íbamos. Me gusta vivir entre papeles, sobre todo entre las
páginas de los libros. Pero no, o al menos no solo, por el agradable olor de la
cola de encuadernación y por lo calentito que estoy, no. A mí lo que me fascina
es pasearme por las páginas de los libros y enterarme de todo lo que en ellas
se encierra. Hay mucho saber y también magníficas historias de todo tipo: vidas
de santos, de héroes, de personas famosas. Historias de amor y de odio; de
guerra y de paz.
Es muy interesante el orden en que cada persona organiza sus libros en
las estanterías. Unas lo hacen siguiendo el orden alfabético del nombre de los
autores, lo que permite pasar de un anónimo cantar de gesta o una novela
picaresca a un arcipreste divertidísimo. De los magníficos poemas de Antonio
Machado a las extraordinarias Coplas de Manrique. Del gran Pérez Galdós al no
menos grande, aunque controvertido Pérez-Reverte.
¿Puede haber mayor placer que ir
deslizándose por las páginas de todos esos libros?
Otro tanto ocurre si los libros están ordenados según los títulos de las
obras. Puedo viajar por mundos asombrosamente distintos. Y ¿Qué decir si
aparecen ordenados por géneros o materias? Arte, Filosofía, Historia, poesía,
teatro, narrativa. ¡Cómo me divierte ir de uno a otro sin preocuparme más que
de circular y detenerme donde me pida el cuerpo!
Ayer, sin ir más lejos, me colé entre las páginas de “Las olas” de una
tal Virginia Woolf. Es sorprendente. Jamás había visto algo igual. Esta señora
escribe de una forma muy distinta al resto del mundo, al menos el que yo
conocía. Aparecen varios personajes. Chicas y chicos que hablan o mejor yo creo
que piensan. Son muy distintos unos de otros y van pasando por momentos
diferentes de su vida. Lo dicho. Original e interesante.
Otro día me colé en un libro de
Arte, uno enorme que se llama “El Bosco”. Tiene muchas láminas y también textos
muy interesantes.
¡Madre mía que cosas pintaba este
hombre! Me quedé pasmado.
Por suerte no todo lo que hay en
esta casa es tan raro. Me lo he pasado de película paseándome por las aventuras
del Capitán Alatriste. ¡Qué chulo! Es divertido, ágil, y enseña mucho sobre la
historia de España, así sin que lo parezca. Además, como llevo tantos años
leyendo, sabréis que puedo vivir muchos años, pues he visto que a veces
recuerda otros textos y autores que ya conozco. A veces me recuerda al
Lazarillo de Tormes, otras a Pérez Galdós, me encuentro con Góngora y Quevedo o
con Lope de Vega o me traslado a la rendición de Breda y de paso veo a
Velázquez. ¡Dios, que atracón de cultura y aventuras!
También disfruto cuando navego entre
páginas de poetas, de los grandes de siempre. ¿Habrá algo más bonito que esto?
Era del año la estación florida/en que el mentido robador de Europa/ media luna
las armas de su frente/ y el sol todos los rayos de su pelo/ luciente honor del
cielo/ en campos de zafiro pace estrellas…” Luego veo otros muy llamativos:” el
caliginoso lecho, el seno oscuro/ ser de la negra noche nos lo enseña /infame
turba de nocturnas aves, /gimiendo tristes y volando graves...”
Luego me topo con otro, Quevedo, que
lo odiaba y dice de él que “Érase un hombre a una nariz pegado, erase una nariz
superlativa…” Tiene gracia que los poetas se pelearan de esta manera.
Los poetas, cuantos y tantos enormes
poetas que hoy muchos han olvidado.
Y no hablaré de Cervantes y su Quijote
porque sería el cuento de nunca acabar.
A propósito, este es el título de otro libro en que también he fisgoneado.
Total, que si ¡yo hablara…! He
podido comprobar que ha habido y hay mucha gente que escribe. Algunos consiguen
fama por buenos, otros, no se sabe por qué; Incluso los hay que sienten que el
cielo no les ha dado la gracia que concedió a otros y aunque escriban todo
quedará para ellos y, por ende, en el
olvido. O sea que como también dijo un poeta: cuando ya no estén de que pasaron
por el mundo ¿Quién se acordará? De ellos solo quedará lo que dijo otro de los
grandes “tierra, humo, polvo, sombra, nada”. Pero sus cenizas ¿serán polvo enamorado?
Os dejo. Me voy a seguir navegando
entre páginas y páginas de ese inconmensurable mundo de los libros.
Escrito 24 de
marzo 2020
Este pececillo de plata llamado también cordón de plata, lepisma de la harina, lepisma del azúcar, cucaracha de agua o sardineta, siendo tan insignificante, te ha servido para recordar autores, obras y hasta fragmentos de poemas. Me ha venido a la memoria la cara de D. Mariano diciendo aquello de "infame turba de nocturnas aves" como ejemplo de la aliteración de la R y la U gongorinas para dar sensación de oscuridad y profundidad en la cueva de Polifemo.Todavía no he perdido la memoria.
ResponderEliminarTú siempre derrochando ingenio e imaginación. Cuentas con mi admiración