(Microrrelato)
Apareciste como suave brisa, que acaricia
las florecillas incipientes, haciéndolas cimbrearse con gentil movimiento. Te
acercaste cauteloso como el aire a la esbelta calla, a las amapolas.
¡Primavera,
juventud, ingenuidad, confianza…! La halagaste, “engatusaste”, sedujiste,
cautivaste. ¡La engañaste!
Llegó el verano,
y con él los ardores excesivos que agotan y agostan; las veraniegas tormentas
imprevistas, impredecibles, repentinas que igual que vienen se van y aquí no ha
pasado nada. Te empezaste a desenmascarar. La sorprendiste, desconcertaste,
aturdiste. ¡La desilusionaste!
El otoño,
todo lo alteró en exceso. Vendavales, huracanes, lluvias, inundaciones,
granizo, incluso nieve. La hundiste en un mar de dudas. Ya la llevaste a la
decepción absoluta.
El gélido invierno con sus borrascas
continuas y tempestades descubriría una naturaleza casi desconocida. Ahí, fuiste
ya, el huracán que anhela dominar, arrasar, subyugar. ¡La descorazonaste!
Intentaste que volviera a creer, que todo volviera a
empezar. Pero era tarde, demasiado tarde. Se había, la habías convertido en la
alta torre dispuesta a desafiar tu poder; en la enhiesta roca que no se dejaría
romper…Ya no podía ser.
¡Ya
No pudo ser!
Me encanta tu rico vocabulario que surge en un tumulto de sensaciones,
ResponderEliminarutilizando el esquema de las cuatro estaciones. Me atrevería a encontrar en una estructura profunda el simbolismo del amor. Aunque el texto es corto tiene un sentido muy denso, muy realista. La belleza de lo literario es que cada lector puede extraer cosas diferentes. Me gusta.