DOS MUJERES, UNA
HISTORIA
Consistirá este
artículo en ir analizando las vidas de Doña Endrina, la protagonista de la
historia de D. Melón y Doña Endrina, en El libro del Buen Amor del
arcipreste de Hita (Edad media), y Melibea, protagonista te La Celestina
o Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas, (a caballo
edad media -Reaciamente) a la luz del S.XXI
Lo he estructurado alternando personajes y comparando las
situaciones.
DOS
MUJERES, UNA HISTORIA
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
… (L. de Góngora)
ENDRINA
Endrina.
joven viuda a la que casaron con un hombre muy mayor, pero adinerado. Pronto la
ha dejado viuda y rica lo que le reporta numerosos pretendientes. Destacan en ella la gracia al andar, la boquita de piñón y
los ojos, sobre todo.
El anciano marido la respetó y cuidó como a
una hija. Ella correspondía, llevando una vida discreta, sencilla y
devota. Jamás salía sola a la calle. Una
moza para las compras de la casa y su aya para las salidas a la iglesia.
Cuando enviudó, llevó con esmerado respeto el
luto y duelo debidos.
Había
quedado viuda, joven, bonita y acaudalada. Los pretendientes no tardaron en
aparecer, mas ella los rechazaba cual una nueva Penélope.
Salidas,
las mínimas. A la iglesia y acompañada de su aya. Así, empezó a pasar el
tiempo, hasta que un día…
*********
En otro tiempo y lugar…
MELIBEA
Joven y bella. Hija de
acaudalada familia, de buena sangre, única heredera de su padre Pleberio, y muy
querida de su madre
Alisa.
Más de un mancebo en la hermosa ciudad de Salamanca suspira por ella. Lleva,
una vida recatada. Siempre con su madre o sus jóvenes criadas, bordando,
tañendo algún instrumento musical, cantando como un jilguero.
De su
belleza todos destacan los cabellos rubios, los ojos verdes, la boca pequeña,
los labios rojos y grosezuelos, la blancura de su cutis… ¡No hay más que
pedir...!
No
conoce del mundo extramuros más que lo que le cuenta su doncella….
Para
sus padres es una joya, un tesoro que hay que guardar y proteger. Orgullosos de
la educación que le están dando, esperan verla bien casada un día, que aún
esperan lejano. La saben su orgullo y honrado retiro. Se ven abuelos de varios
chavalines correteando por la vieja mansión y alegrándola con sus voces y
juegos.
Pero
sabido es que “el hombre propone y Dios, o quien sea, dispone”. Y así será,
pues …
*****************
Hemos
hablado de pretendientes. También habrá dos hombres en época y con
comportamientos ¿similares?
D.
MELÓN ORTIZ
Mancebo
de cierta edad, pero aún joven. Apuesto, gallardo, nada feo y de razonable
buena familia. Bastante mujeriego. Lo que hoy llamaríamos un D. Juan. Con mucha
labia, lo que le asegura triunfos con las mujeres, aunque fortuitos y breves
pues cuando lo conocen mejor lo abandonan. O sea, un D. Juan fracasado, aunque
seguidor de los consejos de Ovidio.
Él no lo sabe, pero acabará enamorado como
un colegial, romántico y sentimental…
*************
CALISTO
De
noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda crianza, dotado
de muchas gracias. Estudiante en Salamanca, mas de los que se hacen llamar así
porque trasportan los libros de un lado a otro. Tal vez su padre, que vive en
sus fincas, gasta parte de su hacienda en que el hijo estudie y se haga un
hombre de bien. Pero el chico se dedica a las juergas, la caza y … ¿tal vez las
mujeres?
Es lo que hoy llamaríamos un hijo de papá.
Desde
que un día vio a Melibea no cejará en el deseo de hacerla suya. La pasión lo
ciega.
*************
Pero son momentos en los que se hace
necesario un tercero o en discordia. Y aquí harán acto de presencia dos
mujeres, dos alcahuetas.
TROTACONVENTOS
La mejor alcahueta de su tiempo y lugar, el pueblo de Hita.
Vieja buhonera, astuta, de esas que van de casa en casa vendiendo adornos y
toda suerte de chucherías de las que gustan las mujeres: hilos, puntillas,
encajes…Con ese pretexto entran en todo tipo de hogares sin despertar recelos y
engañan sutilmente a jóvenes ingenuas.
Simulan
actuar a favor del amor y de las jovencitas, pero lo hacen solo por interés y a
favor del mejor postor, que es, claro, el varón. Así, más de una criatura
inocente caerá en sus redes, Podrían dárseles mil nombres y ninguno bueno.
. En
todas ocasiones, saben hacerse necesarias.
No obstante ¡Ojo avizor! Siempre actuarán
por interés.
***********
CELESTINA
Vieja barbuda, hechicera, astuta, sagaz en
cuantas maldades hay, compone virgos y es capaz de hacer entrar en lujuria a
las piedras. Conocida como ¡puta vieja! Que hasta los perros se lo ladran
cuando pasa, y lo repiten los martillos de los herreros …Vive en las tenerías
en la cuesta del río y tiene, varios oficios como labrandera y perfumera; tapadera
de los otros, séase maestra en hacer aceites y virgos, alcahueta y un poquito
hechicera.
Entre
los primeros también cuentan lejías para ponerse rubias, preparados para baños,
incluso se hace pasar por curandera de niños.
Y
¡Ojo! No faltaba ni un día a misa y visitaba todos los conventos de frailes o
monjas.
Con
los dos primeros trabajos engaña a las jóvenes incautas que luego vende al
mejor postor: señor, fraile o estudiante.
No hay más que decir, sino que
libre Dios a las mozas de caer en sus manos
*************
Con los conocidos ingredientes
se tejieron las historias
En
la una:
Don
Melón y doña Endrina
¡Ay, Dios, e cuan fermosa viene doña Endrina…
D.
Melón lleva tiempo prendado de la viudita Endrina. Sabe que le piden matrimonio
hombres de toda edad y condición pero que a ella todos le importan menos que un
mísero sarmiento. Mas, ¿Cómo llegar hasta esta prenda de mujer?
Un
domingo por la mañana la ve salir de misa acompañada de su aya. Endrina ya ha
suavizado el luto y viste un traje gris con adornos celeste y el velo que cubre
su cabeza y parte del rostro es ahora blanco.
D.
Melón queda paralizado al verla. Solo puede pensar: ¡Ay, Dios!
¡Qué hermosa es doña Endrina! ¡Qué cinturita, qué gracia al andar, que boquita
y, sobre todo, qué ojos! He de
atreverme a hablarle. Tendré presentes los consejos que me dio doña Venus.
Sutileza, habilidad, calma, palabras dulces, cierta alegría… ¿Sabré, podré?
¡Adelante, Melón, las batallas no las pierden los cobardes!
Cuando
consigue dominarse y que no le tiemblen las piernas se atreve a acercarse a
Endrina y saludarla gentilmente, con mucha discreción pues está en medio de la plaza
y no es prudente abordar a una mujer ni hablar con ella sin un motivo
razonable. Lo inventa. Le habla de una pariente de Toledo que la conoce y le ha
pedido que la salude.
Endrina
no le hace mucho caso. Sigue su marcha, pero Melón ya no está dispuesto a
dejarla marchar sin insinuar algo de lo que siente por ella. Utiliza palabras
amables pero tal vez demasiado directas. Por ejemplo:” en el
mundo no hay nada que ame tanto como a vos”; “os amo más que a Dios”. Y por fin: “señora yo
no me atrevo a deciros nada más”.
Endrina
contesta: “vuestras palabras no me importan dos piñones”. Y sigue andando hasta entrar en el
portal de su casa. Aún allí D. melón insiste:” sois más
fría que la nieve de la sierra, y tan joven que me aterra”.
Insiste
el mancebo en que querría decir algo y no se atreve. La viudita, algo traviesa,
lo anima y él dice que le gustaría que un día se pudieran abrazar.
Esto
ya puso en alerta total a la joven que lo despide con cierta guasa “hasta la
primavera…”
***************
En la
otra:
Calisto
y Melibea
“En
esto veo, Melibea, la grandeza de Dios…”
Calisto ha puesto sus ojos en la linda
Melibea. Fortuna le otorga la ocasión de poder acercarse a ella y hablarle sin
miramientos de su deseo.
Se le
ha escapado un halcón y ha ido a meterse en el huerto de Melibea. Aprovechando
una portezuela abierta entra Calisto en pos de su ave y cuál no sería su
sorpresa y gozo al encontrar allí a Melibea que tal vez recoge flores para
hacer un ramillete.
No se
anda el mozo con preámbulos y
_ En esto veo, Melibea, la grandeza de
Dios…”
_ ¿En qué,
Calisto?
_En dar
poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase y hacer a mí inmérito
tanta merced
que verte alcanzase y en tal conveniente lugar, que mi secreto dolor
manifestarte pudiese.
Melibea, de momento, decide seguirle el
juego
-¿Tanto te
alegra el suceso?
_Más que si
Dios me tuviera preparada en el cielo una silla a su diestra entre todos sus
santos.
_Pues… más
premio te daré yo si perseveras.
_¡Oh
bienaventuradas orejas mías que han escuchado tales palabras de tu linda boca.
_Más bien
desventuradas por las que vas a oír. ¿Qué atrevimiento es este de presentarte
así y con tales solicitudes? ¡Vete de aquí torpe! No sé cómo tengo paciencia de
seguir escuchándote. ¡Fuera!...
Se marcha Calisto desilusionado, hundido,
humillado, pero ¿Cejará en su empeño?
***************
En busca de soluciones y ayuda
D.
Melón
“Busqué Trotaconventos cual me mandó
el Amor”
Don Melón marchó a su casa
bastante mohíno y casi desesperado. En tal estado decide buscar una
trotaconventos, una alcahueta, como dice le aconsejó Amor. Ha tenido suerte,
piensa, pues cree haber encontrado la mejor. La hace llamar y cuando la vieja
llega a su casa le regala toda serie de halagos. Por fin le confiesa que se
pone en sus manos y cuál es el motivo de su llamada y su pesar. A una dama, le
dice, amo más que a todas cuantas vi; ella, si no me engaña parece que también
me ama. Aquí pecó de presuntuoso el mancebito.
La vieja le promete ir a casa de dicha
dama y echarle un hechizo con el que no podrá resistir a sus pretensiones. Pero
necesita el nombre.
“¡Ay, Doña Endrina!
Exclama el joven. ¡Eso está hecho! Dice la vieja. La conozco mucho y confía
totalmente en mí. Mas ya sabréis que estuvo casada y que hay, al menos otro,
que pretende también casarse con ella. Por tanto, no os durmáis en los
laurales. (astuta la vieja)
Evidentemente le da a entender que ella
ayuda al que mejor pague. ¡No pensaría el inocente que trabajaba gratis! Melón
le promete pagarle bien y en prueba y como anticipo le regala un mantón.
Contenta con esto la vieja se pone en
marcha.
***************
Calisto
Madre,
“Calisto arde en amore de Melibea”…
Ante
la desesperada insensatez de Calisto su criado Sempronio le propone valerse de
los servicios de Celestina, conocida alcahueta de la ciudad. Aunque Pármeno le
avisa del peligro que supone esa mujer, Calisto, ciego en su empeño la hace
llamar. Sempronio va a buscarla y la pone en antecedentes de los deseos de su
amo. Ambos deciden sacar provecho de la situación. La vieja decide darle largas
para así tenerlo más ansioso y sacarle más regalos o dinero.
Cuando
Celestina llega a Casa de Calisto, este como saludo le anticipa cien monedas
que ella agradece y confiesa que esa generosidad se va a traducir en la rápida
resolución de su problema. También los criados celebran la generosidad pues piensan
compartir ganancias.
Calisto habla con arrobo a Celestina de su
amada. La identifica con Dios, Siente un fuego que le quema por dentro. Primero
le habla de su linaje, su nobleza, su gran patrimonio, su ingenio, virtudes
hermosura…
Pasa
luego a describirla: Los ojos verdes, las pestañas largas, la boca pequeñita,
los diente menudos y muy blancos, el color de su cara oscurece la nieve, los cabellos
de oro, las manos pequeñas y de dulce carne acompañadas…y un largo repertorio
que más bien parece aprendido en los libros que, quizá alguna vez lee. Por fin:
¡madre!
Melibea es su nombre yo la adoro, soy Melibeo, a Melibea adoro y amo y en ella
creo.
La vieja concede que tal vez dé trabajo,
pero la pondrá en sus brazos. Ida a su casa, se entrega a sus conjuros.
***************
La inocencia y la astucia se van a
enfrentar.
Trotaconventos y Endrina
“La buhonera con su harnero va tañendo
cascabeles…”
¡Lindas joyas llevo hoy! Sortijas,
alfileres, toallas y unos magníficos manteles, encajes de los más hermosos.!
¿Quién comprará algo a la pobre vieja?
Doña endrina al oírla la invita a entrar
en su casa. La vieja, para disimular empieza a extender su material sobre una
mesa y apenas ve la oportunidad ataca: “Hija, siempre estáis en casa encerrada,
así envejeceréis sola; salid alguna vez, pasead por la plaza; vuestra hermosura
tan alabada entre estas cuatro paredes no os sirve de nada. En la villa hay
muchachitos apuestos y de mucha gallardía; el mejor de todos, Don melón Ortiz,
muchachito bondadoso que supera a todos en belleza y hermosura; es hombre de
buena vida y buenas costumbres. Un buen partido. Creo que casaría con vos con
mucho gusto.
Al oír el nombre, Doña endrina responde a
la vieja con mucha educación, pero contundente: “Terminad
esta prédica. Ese charlatán ya casi me llegó a engañar.
La vieja insiste: sois viuda y
joven; necesitáis protección y este hombre os la dará. Escuchad mi consejo. Poco a poco la aguija
Ante tal insistencia la
viudita contestó: No puedo casarme antes de un año. Es el tiempo que requiere
el luto. Si me casara antes, sería muy criticada, perdería la herencia que me
dejó mi difunto esposo, incluso, el nuevo pensaría que soy una mujer que no
puede contenerse y … Podría despreciarme en lugar de respetarme y protegerme
como decís.
Hija,
dijo la vieja, si no recuerdo mal el año ha pasado…
***********
Celestina
y Melibea.
“¿Quién es esa vieja que viene haldeando?”
Llegada Celestina a casa de Melibea, surge
un primer problema. Está la madre, ,que no recuerda quien es la vieja de que le
habla la criada, que le explica que es conocidísima, más que la ruda, que
perfuma tocas, sabe de hierbas para curar…Alisa sigue sin caer en la cuenta.
Celestina, es, la vieja que vive en las tenerías. Entonces la reconoce, da
permiso para que entre en asa y Celestina tras saludarla le habla de unos hilos
que ha sabido necesita….
Alisa dice que ha de salir a visitar a una
enferma, pero encarga a Melibea que la atienda.
¡Miel sobre hojuelas! La vieja empieza a
conversar con Melibea y se enzarza en una serie de alabanzas a la juventud y
diatribas contra la vejez que es dice: mesón de enfermedades, congoja continua, mancilla
de lo pasado, pena de lo presente, vecina de la muerte y un
largo etcétera. Melibea asombrada contesta que cada cual hablará de ello según
le vaya. La vieja insiste en el frío, el calor, el arrugar la piel, caer los
dientes …y si a eso se agrega la pobreza y el hambre, peor aún.
Siguen de conversación, Melibea, tal vez
cansada, le agradece la compañía, le da dinero y está para despedirla cuando
Celestina se atreve, otra vez con grandes rodeos y por fin: bien tendrás señora
noticia en esta ciudad de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre,
que llaman Calisto.
¡Ya, ya,
buena vieja! Exclama Melibea, no pases adelante. ¿qué
te parece? Si me hallaras sin sospecha de es loco con qué palabras me entrabas.
¡Sal de esta casa! No quiero volver a oír hablar más de ese loco, saltaparedes,
fantasma de noche… ¿Se anticipa Melibea o algo que no sabemos está
sucediendo?
Celestina insiste en detallarle las
virtudes de Calisto: tiene mil gracias, veintitrés años, es un Alejandro en
franqueza, un Héctor en esfuerzo, siempre alegre, semeja un ángel del cielo… (¡Menudo
ángel!) y ahora está muy enfermo…Si me hubieras dejado hablar habrías sabido
que mi visita era pedirte una oración que tienes que podría curarlo. Ante esto
Melibea cede. Ven mañana en secreto y te la daré. ¿En secreto?
¡Algo dice a Celestina, Lucrecia y
nosotros que Melibea ha caído en la rampa…!
**************
Trotaconventos
y D. Melón
¡Hijo!” Doña
Endrina es nuestra y hará mi voluntad.”
La
vieja ve que tiene rendida a Endrina, pero aún le queda recibir parte del pago
de D. Melón, razón por la cual va a jugar un poco con él. Sabido es que estas
trotaconventos no trabajan por nada y sospecha que el enamorado aturdido y
ofuscado con su amor se ha podido olvidar de su sueldo. Así al
encontrarse con él le dirá que olvidar el asunto es lo mejor que puede hacer.
El joven Ortiz se derrumba y cae en una sucesión de lamentos, que, a la vieja,
seguro, hacen reír. Empieza por insultarla, tacharla de embustera y embaucadora,
de enredarlo todo. Luego pasa a lamentarse de forma tan lastimera que podría
parecer que exagera. Piensa que todo su cuerpo tiembla, que su corazón está
destrozado, se duele de amar a quien no lo ama ni le importa en absoluto; ya
imagina a su amada casada con otro y él sufriendo eternamente. (Hoy diríamos
que este joven ha leído muchas novelas rosa o visto comedias románticas.)
Por
fin la vieja cansada de oírlo disparatar de tal forma le pide que se calme pues
está segura de que Doña endrina lo ama tanto o más que él a ella. Él ahora no
sabe qué pensar si le mintió hace unos minutos o lo hace ahora. La buhonera
aprovecha para “arrimar el ascua a su sardina” y: Amigo, por
mí tendréis consuelo, pero yo no tengo de vos sino este capote. Si queréis
comer bien deberéis pagar a escote.”
Resuelto el problema económico, la vieja le promete llevar a Doña Endrina a su
casa para que se vean a solas y puedan hablar con tranquilidad. Le advierte que,
en principio, sea prudente, sensato, delicado…
Marcha
la vieja en busca de Endrina. ¡Mala suerte! Sale a recibirla la madre que ante
las mentiras de Trotaconventos se confía y se marcha a la calle dejándola sola
con su hija. La buhonera reniega de la madre a la que desea dejarla con su
pepita y que la lleve el diablo.
Consigue
que la joven confiese sus cuitas amorosas, pero siempre con el temor del qué
dirán y de la oposición de su madre. La vieja la convence para que la visite
con frecuencia, que en su casa puede estar como en la propia, pueden jugar,
hablar, comer golosinas, Que vaya vestida con sencillez, puesto
que
son vecinas, y así (no despertará sospechas,) y estará cómoda.
Tanto
insiste que al final accede Endrina…
*************
Celestina y Calisto
“¿Buena esperanza, señora?”
Podría
decirse que sí pues me quedó puerta abierta para volver. Pero…La primera
reacción fue…como la de un toro bravo cuando ve acercarse el último puyazo.
Calisto
desesperado no entiende que eso pueda ser una buena noticia. Le pide
con
ánimo angustiado que le diga si al menos hubo buen fin pues si no morirá de
desesperación.
Celestina le explica con toda suerte de
detalles cómo se las apañó para entrar en la casa, como para hablar de él y le
aconseja que tenga paciencia pues las mujeres tienden a no declarar sus
sentimientos a primeras de cambio, que, aunque ardan de amor y deseo lo callarán
y para eso está ella, para llevarlas poco a poco al lugar y momento adecuado.
Con
estas respuestas, Calisto se siente más calmado y se confiesa dispuesto a
esperar puesto que ya ve una luz al final del camino. (¿o del túnel)
Aprovecha
Celestina para ir entrando en el tema de la paga. Ha de pedir más pues la tarea
lo requiere.
Le sigue explicando cómo le llegó al
corazón…Cuando lo tiene asombrado de su astucia, aprovecha para pedirle un manto,
sólo eso, no vaya a pensar que quiere abusar. Como muestra de buena voluntad le
entrega un cordón que según ella consiguió de Melibea, tocado por ella, llevado
por ella…Animado Calisto pregunta por la oración y ella le contesta que se la
dará mañana, porque ya se hacía tarde…
Melibea hace llamar a Celestina a su casa
so pretexto de unos mareos y mal en el corazón. Acabará confesando a la vieja
su amor por Calisto. Eso sí, sintiéndose avergonzada por ese atrevimiento y
todos los tópicos que requiere la ocasión.
Aprovecha Celestina para definir el amor:”
Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce
amargura…una blanda muerte”. Recordemos como lo definió más tarde y
magistralmente Lope de Vega: “Quien
lo probó lo sabe”. Convencida queda Melibea de cuál es su
mal.
La batalla, pues, está ganada.
***********
Encuentro Endrina y Melón. Final de la
historia
¿Por eso teníais para mí la puerta cerrada?
Ha acudido Endrina a casa de la vieja
buhonera. De pronto golpean la puerta.
La
vieja descubre que es D. Melón y lo invita a marcharse, pero ante su
insistencia se ofrece a abrirle la puerta para que no se la destroce. El
mancebo se hace el sorprendido: ¡Señora
Doña endrina! ¡vos mi enamorada!
Vieja, ¿Por eso tenías la puerta cerrada para
mí?
La
viudita, como corresponde a su honra, se enfurece contra la vieja a la que
insulta, recrimina que la haya llevado hasta el engaño. No se altera la Trota
pues sabe que todo es un paripé de la niña. Así cuando la otra se calma y se
calla le contesta que a pesar de lo que dice por ella le ha venido el bien y todo vuestro
deseo yo lo he cumplido bien. Sed vos la
mujer suya y sea él vuestro marido”
Al fin
las cosas salieron según el deseo de ambos y poco después llegó el esperado
final feliz:
Ya se
han casado Doña Endrina y D. Melón,
Se alegran los invitados en las bodas con
razón.
************
Melibea y Calisto. Final de la historia.
” No quieras
poner mi fama en la balanza de las lenguas maldicientes”
Melibea
ha accedido a hablar con Calisto. Lo cita a su reja, pero una vez allí, como
sensata mujer que vela por su honra, le recrimina el atrevimiento. Calisto inicia
su retórica de quejas, lamentos, ansias …tanto que Melibea acaba compadeciéndose
y, como era de esperar, ambos se enzarzan en un cruce de elogios, requiebros y
toda clase de tópicos amorosos.
Ante
ruido que se oye en la calle Calisto debe marcharse no sin antes cifrar una cita
para la noche siguiente a la misma hora por las paredes del huerto.
A la
otra noche, los padres han oído golpes en la cámara de su hija , llaman
y ella contesta que tuvo sed y su criada fue a buscarle agua.
Esa
misma noche morirá Celestina a manos de Sempronio y Pármeno cegado por la
avaricia. Calisto se lamenta, pero acaba desentendiendose. Él tiene otros asuntos
de que tatar.
La noche siguiente, vuelve Calisto acompañado
por otros dos criados. Pasan su
tiempo
los enamorados en el huerto y se marcha pesaroso de no poder estar más.
Así se
van repitiendo noches. Calisto se va confiando y se vuelve bastante atrevido. Podríamos
oír a Melibea pedir que no se precipite, que deje las manos quietas. Calisto se
expresa en términos muy claros de tipo carnal. Al final lo que tenía que pasar pasó
y Melibea, aunque tarde se lamenta: ¡Oh mi vida y mi señor! ¿Cómo has querido que
pierda el nombre y corona de virgen por tan breve deleite?
Casualmente
Melibea ha oído a sus padres hablar de ella con tanto cariño y esmero, sin
sospechar lo que está pasando dentro de su casa, que se avergüenza.
Una
noche más acude Calisto al huerto de Melibea al que entra valiéndose de una
escala de cuerda para salvar la tapia. Una vez más se podría presenciar una
escena de amor carnal. Cuando más entretenidos están se oye ruido fuera.
Calisto acude a ver que sucede; su criado le avisa de que ya ha pasado todo,
que se sujete a la escala que va a caer y cae. En el trayecto del muro al suelo
pide confesión.
Enterada
Melibea se lamenta de haber tenido tan breve el placer en sus manos, se desespera,
grita. La criada le propone fingir algo frente a sus padres.
Lucrecia
avisa a Pleberio. Melibea se encierra en una torre de la casa y desde arriba le
cuenta toda la verdad a su padre. Prácticamente las últimas palabras Melibea son: ¡Qué crueldad sería padre mío que muerto él despeñado viva yo penada!¡Oh mi amor
espérame ya voy! Dios quede contigo y mi madre. A él ofrezco mi alma. Pon tú en
cobro este cuerpo que allá baja.
*******************
Reflexión
final desde este siglo XXI
Cabe
ahora y hoy preguntarse. En el caso de Endrina y Melón ¿Qué persigue el hombre?
¿El estatus económico de la mujer? ¿Un modus vivendi? ¿Carnecita fresca?
¿Ejercer mientras tenga fuerzas el derecho de pernada? ¿De verdad quería
casarse o solo un acercamiento provechoso y acabó siendo el cazador cazado?
En lo
que a este caso en concreto se refiere, no lo sabremos nunca. No obstante, es
una actitud que se repite y, tristemente se repetirá a lo largo de los siglos.
No al cien por cien. Cabe suponer que el amor verdadero debe existir, que debe
haber algún o algunos hombres por el mundo capaces de una sensibilidad y unos
sentimientos dignos de admiración y elogio.
¡Esperemos!
Parece
que en el caso de Calisto y Melibea están muy claras las intenciones del varón.
Tal vez es porque los hechos acontecen un siglo después y no en lo que sería
allá por el siglo XIV un pequeño pueblo que aún vivía en la Edad Media. Sino en
una ciudad con Universidad, comercio, ricoshombres y estudiantes trasnochadores
y mujeriegos; más una tradición de brujería, aunque ya entrando en una edad
moderna en que cambia el teocentrismo por el antropocentrismo y las costumbres
se empiezan a relajar.
Está
claro lo que interesa a Calisto. Se deduce de las llamadas de atención de
Melibea, hacia el atrevimiento de sus manos. En este caso, a pesar de sus propósitos, la mujer cae, sucumbe ante la insistencia del hombre. Es
Melibea la que se lamenta por haber perdido su virginidad.
En
este caso, aún bajo la influencia de la moral y buenas costumbres, la historia
de ¿amor? no acaba en boda sino en dos trágicas muertes. Dos personas que
mueren en pecado y sabedoras de su condenación. Calisto por lo que ha hecho,
Melibea por lo que ha dejado que hagan con ella. La muerte de Calisto parece
accidente, algo así como castigo divino. Pero Melibea se suicida. ¿Son ciertas
las razones que da para arrojarse desde la torre? ¿Pena por haber infringido
una deshonra a sus bondadosos padres, no sentirse capaz de vivir sin Calisto? O
¿la verdadera razón es que se supone embarazada y sabe la vergüenza que le espera
y no se siente capaz de soportar? Observemos el juego de palabras que pueden se
interpretadas a discreción del lector. ..muerto
él despeñado viva yo penada. Él despeñado, ella preñada. ¿?
El
caso es que aquí, tal como han ido las cosas, y teniendo en cuenta la época, el
final no podía ser feliz.
Lo que
sí queda claro es la influencia del hombre sobre la mujer, el poco respeto que
ella le inspira, el quererla solo como objeto de placer personal. Y lo peor es
que la mujer, aun sospechándolo, se deja seducir. ¡Una pena!
Historias
que, en la literatura, reflejo de la vida, veremos repetirse con harta
frecuencia.
¿Acabará
esto alguna vez?