La saga de los longevos y más
“Es literatura la obra que construye el
mundo, la que no lo deja tal cual estaba antes de ser escrita. Al lector de
literatura le gusta que le obliguen a releer y, releyendo, a pensar. (Enrique Murillo)
Hay
novelistas que una vez conocidos, no es posible alejarse de ellos. Necesitamos
seguir sus pasos, rastrear sus publicaciones y, a veces, llegar a la librería
buscando la última obra cuando aún no ha llegado.
Es lo que me ha ocurrido, a veces, con
Eduardo Mendoza y Pérez-Reverte…a quienes se ha unido Eva García Sáenz de Urturi….
La
primera novela que leí de esta última fue “Trilogía de la ciudad blanca”. La primera
parte, por razones que no hace al caso comentar, la leí en condiciones que no
me ayudaron a valorarla debidamente. No obstante, decidí leer la siguiente.
¡Sorprendente! Tanto me entusiasmó que hube de acostarme una noche, o día, a
las tres de la madrugada pues no podía irme adormir sin conocer el final. Al
día siguiente inicié la relectura de la primer y, por fin llegué a la tercera.
Concluida toda la lectura no me pude sustraer
a hacer un análisis del que queda constancia en este blog (el 15 de junio de 2020)
Desde entonces,
la he seguido. He leído, “Aquitania”, “El libro negro de las horas” y un día me
encontré con “La saga de los longevos” He leído que es su primera novela.
Naturalmente, no podía dejar de leer “Los hijos de Adán”.
Una vez
concluida la lectura de estas dos últimas, no me he podido sustraer a hacer uno
de mis acostumbrados análisis, en el que voy a relacionarlas con “La trilogía”
LA SAGA DE LOS LONGEVOS” Y “LOS HIJOS DE ADÁN”
“La saga de los Longevos" es
mucho más que interesante y original. La continuación, no le va a la zaga.
Hay ya en ella algo de lo que luego veremos en
"la trilogía de la ciudad blanca" y "El libro negro...".
Es fácil intuirlo durante la lectura, sobre todo si se hace con detenimiento, profundizando en
personajes, situaciones y variados detalles. Esa intuición se ha visto
confirmada con la lectura de una entrevista hecha a la autora hace años. No es
que ella lo diga abiertamente, pero se deduce de sus palabras la importancia
que da a la vida familiar; creo recordar alguna alusión a la familia de Unai en
“La trilogía…”
En ambas series de novelas, o sagas, es fácil
encontrar una primera similitud. La unión, la piña familiar es muy importante y
casi el núcleo de la trama. En ambas hay un padre, longevo en un caso,
centenario en otro. Que procura mantener unida a la familia, que protege a sus
hijos sin agobiarlos. Está ahí, a la espera de que lo necesiten y acude raudo.
Ellos saben que no les decepcionará jamás. Ambos padres conservan sus
tradiciones, de forma más o menos patente; incluso guardan secretos sobre
acontecimientos que harían sufrir a sus hijos e incluso pondrían en peligro sus
vidas.
Llama la atención que los nombres
originales, los primitivos de estos longevos, son muchas veces vascos o con
origen en esa lengua Por ejemplo Héctor del Castillo, el padre en la saga es
LUR tierra en euskera. Y Iago, URKO (ur en euskera es agua). ¿No podría ser
esto una alusión al remotísimo origen de la lengua de los vascos?
No deja de ser curioso que Unai, el inspector Ayala, en la segunda parte de
la trilogía,” los ritos del agua “, recurra a Héctor Del Castillo, historiador que
dirige el MAC (Museo Arqueológico de Cantabria).
Héctor explica que el museo es un
empeño de su familia y que está financiado por su difunto hermano Jairo. Así es
en La saga…. (Recordemos que al final de los longevos se da por muerto a Jairo)
La descripción del lugar, a la
llegad de Unai al Museo coincide con la de los longevos.
Al entrar los inspectores en el
despacho de Héctor: “Lo encontramos despaldas
contemplando las vistas espectaculares
desde el ventanal de su despacho”. Se le describe de mirada afable y confiada.
” Puedes tutearme, no soy tan viejo” dice Héctor a Estíbaliz (Ha dicho Unai que es algo mayor que él)
Exactamente la misma frase que le dirige a Adriana al presentarse. El espacio
es el mismo.
“Héctor tenía una visión bastante
panorámica de los acontecimientos”. Es evidente
Cuando le comunica que las mujeres muertas estaban embarazadas “su rostro cambió,
vi un temor más oscuro en sus ojos avellana”. ¿Son los recuerdos del longevo Héctor?
“Hay una cadena de violencia que se
remonta al paleolítico, pronunció como si se tratara de un mantra…_Por cierto parece
que va a llover” También esta frase está en la entrevista a Adriana.
Hay a continuación varias páginas en que relata hechos de la prehistoria
que forzosamente nos remiten a los longevos.
Dice una frase que, a los inspectores, por diversas razones les impacta y
que también llevan al lector a recordad la que fue la vida de estos longevos
que conocemos.
¿Es extraño que la autora, “resucite” a estos personajes en esta su segunda
obra? ¿No lo han hecho también muchos de los grandes escritores de todos los tiempos?
Galdós, por ejemplo. Y en la actualidad en las novelas de Almudena Grandes
sobre la guerra civil, reaparecen una y otra vez.
También podríamos ver un indicio de
que ya se estaba fraguando en la mene de la autora “Los hijos de Adán”
En otro orden de cosas, entre Unai y Iago hay bastantes
similitudes en cuanto al carácter a pesar de que entre ellos hay siglos de
distancia pues lago tiene más de diez mil años.
Todos los personajes de La saga…y los de Los
hijos…tienen miles de años. El más anciano es Héctor que tiene algo más de veinticinco
mil. Es el patriarca. A lo largo de su existencia ha pasado por miles de
vicisitudes, ha vivido en eras diferentes, glaciaciones, deshielos, guerras, ha
tenido cientos o miles de hijos, ha sufrido lo indecible, ha vivido huyendo
para evitar que se descubra su rara condición de no envejecer; ha tenido que
adoptar infinidad de personalidades, identidades, ha aprendido y estudiado, y
ahora dirige bajo el nombre e identidad de Héctor Del Castillo, en colaboración
con Iago el MAC. Su función en la vida y su obsesión es proteger a sus hijos y
mantener unida la familia que le queda: Iago, Jairo o Jaime (Nagorno) y (Kyra.)
Lira. Es duro pero afectivo, trabajador, inteligente…La vieja familia.
Todos los personajes acarrean, lógicamente, un tremendo lastre a causa
de tantos años de vida. Ha habido momentos en que han sido auténticos salvajes
(tal como lo vemos hoy), se han visto obligados a matar, a huir, a cambiar de identidad,
pero sobre todo han sido perfectamente adaptables. En el momento que los
conocemos no diríamos que no son ejemplares absolutamente de nuestro siglo. Los
tres varones gozan de un aspecto físico llamativo, grandes, fuertes,
atractivos, elegantes y en el caso de Iago con unos ojos azules que le hacen
casi irresistible.
Todos sufren las consecuencias de su condición, pero hay dos a quienes
duele cada vez más esta de longevos. Son Lira (Kyra) y sobe todo Iago.
Iago es, tal vez, el más inteligente y quizá por eso el más sensible. Su
inteligencia y conocimientos rebasan todo lo posible. Adriana le llamará, si no
recuerdo mal Wikipedia humana.
Es
capaz de amar con ardor, pero con dulzura. Lleva muy escondido su pasado, pero
no puede evitar que fluya en sus sueños; tiene terribles pesadillas que lo hacen
sufrir horrores, a veces pierde la memoria y su padre ha de rescatarlo de alguna
parte en la que ha olvidado que está. Renuncia definitivamente a ser padre pues
no puede soportar la ide de seguir perdiendo hijos o abandonar personas queridas
por su condición de longevo.
Es, tal vez el personaje más completo, redondo,
de la obra. También el más humano y ,tal vez es eso lo que ocasiona cierta adicción en el lector. Se
le acaba queriendo, deseamos que de alguna forma su vida tenga un final feliz
pues, a todas luces se lo merece. No podemos saber qué pensaría la autora
mientras lo creaba. En realidad, los cuatro del Castillo gozan en cierta medida
de este rasgo narrativo.
Al
final vemos a la Vieja Familia, deshecha.
A
poco que el lector haya profundizado en el carácter y la psicología de los
personajes, le resultará imposible no hacerse algunas preguntas.
¿Cómo es que Héctor, ahora que le queda
solo Iago, el que pasa por ser su hijo predilecto, se marcha? ¿Lo abandona a su
suerte dejándole toda la responsabilidad del museo? ¿Prefiere alejarse un poco
para que su hijo viva con más libertad la vida que está iniciado junto a
Adriana, una joven no longeva?
Cualquier
cosa es posible en este hombre. Si Iago, en algún momento lo necesita no habrá
de esperar mucho para tenerlo a su lado.
¿Qué pasará por las mentes de estos
hombres que, como diríamos hoy, han ido progresando adecuadamente? Porque no
olvidemos que, aunque entes de ficción, encierran características absolutamente
reales. Son el trasunto de los seres humanos con los que convivimos diariamente.
A veces de nosotros mismos. Quizá cada uno reúna rasgos no de uno en concreto
si no de varios.
De
momento, cuando se cierra la novela dejamos a Iago y Adriana, dirigiendo el
museo y gozando de una felicidad, algo especial dadas sus circunstancias, pero,
al parecer casi plena.
Para algún lector actual no va a ser difícil
hallar respuesta a esos interrogantes.
Ya tiene en sus manos “Los hijos de Adán”, la
siguiente entrega. La autora continúa llevándonos a ese pasado que los
personajes compaginan con el presente, siguiendo la misma línea de estilo que
en la anterior. Son los personajes, a través de monólogos y analepsis quienes
nos relatan su pasado.
Aparecen nuevos longevos que complican la
trama. Sobre todo, le complican la vida a Iago y convierten a Adriana en una
víctima propiciatoria.
Iago recurre a su padre que acude de
inmediato en su ayuda.
Lo que más conflicto puede crear, tal vez, al lector
es el posible final, desenlace.
Planean posibles finales sobre la trama. Conforme avanzamos en la
lectura, vamos intuyendo, incluso temiendo el que parece más probable. Mas,
también sería posible dar un giro de ciento ochenta grados y proporcionar un
final, al menos, positivo.
No obstante, hay un problema. La novela
se inicia con un prólogo en que leemos:” “Muerta. Dana estaba muerta”. Ya no cabe esperar más que el final
que subyace en las siguientes palabras, también en labios de Iago: “ya no era yo…ahora solo era un salvaje.”
“Cargué cono el cuerpo de mi esposa en mis brazos y me alejé…Sabia que Dana
ya no podía escucharme, pero yo tenía muchos pecados que confesarle”.
Según esto estaríamos ante una estructura cerrada.
Pero ¡Ojo! Esta autora es capaz de cualquier cosa. Mientras ocurre la
escena que acabamos de leer, uno de los nuevos personajes, Marion le pregunta a
Gunnar por qué ha matado a Adriana y este responde: _” No está muerta…su corazón está ahora parado en
apariencia, pero volverá a latir dentro de unas horas…”
Se
abre un resquicio a la esperanza. Sin embargo, no confiamos porque hemos
comprobado que Gunnar es un personaje del que no sabemos si deberíamos fiarnos.
Mas volvamos un poco hacia atrás y leeremos que Gunnar le dice a Iago que
tienen que hablar. Este, desesperado por la situación no lo quiere escuchar.
¿Quería aclararle la verdad sobre Adriana? Si es así el final cambia por
completo. ¿Estaríamos, pues, ante un final abierto?
Hay algo más. Al matar Iago a la madre
Adana ha desatado una persecución contra todos los miembros de la Vieja Familia…” Ya no hay vuelta atrás”. Héctor, ahora deja
en manos de Gunnar una gran responsabilidad.
¿Podría tratarse de un guiño de la
autora hacia el lector, dejándole la libertad de decidir; o bien diciéndole, si
quieres, ¿podemos continuar? O ¿fue un impulso de última hora, o el consejo de
alguien incluso su editor por si un día...?
Eva,
ante la pregunta de si habrá o no una tercera parte, ni afirma ni
desmiente. Hay opiniones de quienes piensan que sí la habrá.
Ya no nos extraña que esta autora con sus novelas nos lleve, no solo a
imaginar, sino también a reflexionar. A través de estos longevos, hemos podido
deducir que nuestros ancestros, tal vez no fueron solo salvajes. Que la vida de
estos seres extraordinarios que nos ha presentado es algo así como la historia
de la evolución. Que el ser humano con inteligencia y voluntad es capaz de
adaptarse a cualquier medio y situación. Y, tal vez, por último, que esa ansia
de vivir, de no envejecer y el miedo a la vejez y la muerte que nos domina
casi, no son demasiado aconsejables. Cuantos más años se vive, más se carga la “mochila”
con material de desecho, las más veces. Vamos acumulando vivencias, emociones,
decepciones, experiencias…buenas, malas, incluso nefastas que van pesando hasta
que llega un momento en que ya no lo soportamos. ¡cuántas veces oímos decir a
ancianos que ya les gustaría morirse, que están cansados de vivir…!
Tus comentarios literarios son tan completos, que no me dejas nada a mí. Leí los longevos hace tiempo, porque saqué el libro de la biblioteca pero no recordaba los nombres vascos, Sí sé que me gustó pese a ser una novela en la que se mezcla la literatura de ficción con la novela negra. Hasta ahora desconocía la joven literatura vasca. Después de "Patria" he leído "Aquitania" y "El libro negro de las horas"..
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