“A mí, cuando viajo en metro, siempre me
da por pensar…”
(Carmen
Martín Gaite)
Querida,
identificas tú el metro con el bosque. Una metáfora interesante que luego vas
convirtiendo en profundidades, en subterráneos del alma. A mí, cuando viajo en metro,
también me da por pensar. Pero yo en el metro no veo bosque. Veo un hormiguero.
Infinidad de galerías subterráneas que
se cruzan y superponen. Cientos, miles tal vez, de personas que como laboriosas
hormigas corren de un lado para otro, suben y bajan. Van cargadas o ligeras de
equipaje. Van al trabajo o vuelven. Van en busca de la persona amada con la que
tienen cita en la parada siguiente, van felices, tal vez sonriendo por dentro.
O van hacia un hogar deshecho al que no querrían llegar. También podría ser que
se dirijan a un dulce hogar donde les espera la paz, el descanso, el amor de su
pareja y unos hijos; o unos amorosos padres… Habrá, como entre las hormigas,
zánganos y obreras, incluso laguna reina.
También,
pues, a mí me da por pensar. Pero no en mi mundo subterráneo sino en las
personas que me rodean. Me gusta mirar de soslayo las caras, las manos, los
bolsos, la actitud que adoptan al sentarse o ir de pie, o el libro que leen.
Son muy curiosas las caritas de los niños. Es un mundo que puede sugerir muchos
mundos.
Este hormiguero
humano que es el metro debería dar para mucho a la hora de crear.
Muy literaria la comparación del metro con un hormiguero. Me gusta, aunque yo, por vivir en pequeña ciudad, he usado poco el metro. El que más me impresionó fue el de Londres. Verdaderamente es un sitio ideal para las personas curiosas. Y más sin son escritores.
ResponderEliminarMe encanta:la idea, la metáfora, la forma de narrarlo, todo.Y me identifico absolutamente con la autora, yo también soy una gran observadora de mi entorno.
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