Otra vuelta de tuerca II
La institutriz.-
Un personaje que recuerda a otras mujeres
de la novelística inglesa, por ejemplo todas las protagonistas de las novelas
de las hermanas Brontë.
Es la típica heroína romántica :“¿Era
realmente aquella mansión un castillo de hadas y estaba yo soñando?"; sensible, casi en exceso:“era la
criatura más adorable que jamás había conocido”…. “Lo único que quiero, querido
niño es que me ayudes a salvarte…”) vulnerable, le afecta en extremo todo lo
que ocurre, sobre todo la presencia de los otros; se enamora platónicamente del tío y tutor
de los niños a los que debe cuidar. Comenta Douglas: el,
caballero que la atendió era un joven, elegante y atractivo, en la flor de la
vida. Componía una estampa tal que a los ojos de la jovencita de Hampshire más
parecía salida e un sueño o de las páginas de una vieja novela...”…..”Al poder
estrechar su mano, sintió que ya había sido recompensada……”. Y ella confesará a la señora Grose: “alguien me
cautivó en Londres”… Afectiva , necesita el cariño y la
protección de quienes la rodean, los niños y la señora Grose, el ama de llaves.
De ella dice Douglas: “Era una persona
encantadora”. Hay que tener en cuenta que él la conoció siendo ella ya algo
mayor. “Yo la encontraba seductora y encantadora” “Estaba enamorada, pero no de
mí. O mejor dicho, había estado enamorada”. “Era la más joven de las siete
hijas de un pobre vicario de aldea. A los veinte años marchó a Londres, al
reclamo de un anuncio en un periódico.”
Es una persona a quien gusta la tarea que
le han encomendado y disfruta con ella; no hay más que leer sus reflexiones
sobre la enseñanza: “Aprendí que la enseñanza es un juego, un juego en el que
participan por igual el profesor y el alumno”. “¡Qué placer es la enseñanza
cuando se huye de la diaria rutina y cada instante proporciona nuevas
sorpresas!”
Para Edmund Wilson la institutriz era una
mujer neurótica, una solterona reprimida… ¿Solterona a los veinte años? Quizá hace años se vieran
así las cosas pero no hoy. Además varias
veces en la obra se habla de una joven bonita. Que sea producto de su neurosis,
más bien de su imaginación y de los miedos que pudo producir en ella el
caserón, el ambiente y la responsabilidad, todo el asunto de las visiones, tal
vez.
Veamos otro aspecto. La institutriz es un
personaje-narrador. Es la autora del manuscrito que, curiosamente versa sobre
ella, sobre un periodo de su vida. Es decir que, como comenta Ramón
Buckley “la institutriz se está narrando a sí misma”.
Pero ¡ojo! No se trata de un diario
por más que se presente en primera persona. Fijémonos en la primera palabra del
texto: “Recuerdo”. Y la encontraremos
varias veces. O sea, que no relata los hechos en el momento en que ocurren,
impresionada por tan terroríficos sucesos, si no que lo hace, pasado un tiempo,
quizá años ¿precisamente durante el periodo que fue institutriz de la hermana
de Douglas? Quién sabe. Tal vez pensaba, romántica y soñadora ella, que su vida
era demasiado normal, incluso anodina y, influida por sus lecturas, decidió
inventarse otra más emocionante en la que ocurrieran cosas fantásticas, en la
que apareciera un hombre atractivo del que enamorarse. “Somos lo que recordamos”
dice Italo
Calvino.
Sin embargo tampoco podemos olvidar lo que
dice Rosa Montero en uno de sus artículos que titula RECORDAR ES MENTIR. “Mucho
peor es no recordar los hechos de tu pasado…A fin de cuentas nuestra identidad se basa en la memoria que
tenemos de nosotros mismos. Si tú quieres explicarle brevemente a un
desconocido quién eres, le haces un resumen de tu vida. O, mejor dicho, le
haces un relato de lo que tú crees que ha sido tu vida. Porque…..todos nos
reinventamos el pasado, todos reescribimos mentalmente nuestras biografías como
si se tratara de una novela”
También podríamos traer aquí a colación
una frase de G. García Márquez:” La vida
no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para
contarla.” Y, quizá sobre todo, esta de A. Trapiello "Todo el que
tiene una vida, tiene una novela”.
Porque hay otro detalle en el texto de la institutriz que no debemos pasar por
alto. En un momento dado leemos” “Estoy entreteniendo al lector con el
relato de todas estas exquisitas divagaciones” y más adelante:”mis
lectores podrán adivinar mi estado de ánimo…” Como se ve, la autora pensaba
en unos lectores cuando escribía, luego estaba escribiendo una novela. Estaba
inventándose una vida.
Los niños.-
Formarían parte de la pléyade de niños
huérfanos, o abandonados que pueblan la literatura, universal de casi todos los
tiempos. No obstante bastante distintos de todos ellos.
Por un lado, está el niño tipo Oliver Twist
(1837-39). El niño que cae en manos de desalmados que abusan de él, lo
utilizan, que sobrevive como puede.
Por
otro, los de los cuentos de hadas, infantiles. Niños como Pulgarcito y sus hermanos
abandonados por unos padres que no pueden alimentarlos y se salvan gracias a la
heroicidad de Pulgarcito que propicia que el ogro mate a sus propias hijas. O
esas desdichadas niñas que al perder a su madre la ven sustituida por una
madrastra cruel.
Incluso los más modernos a los que la
orfandad confiere una libertad que no tendrían junto a sus padres: van a donde
quieren, hacen lo que les viene en gana, corren aventuras.
Estos, son niños absolutamente distintos,
idealizados tanto para bien como para mal. No responden en general a la idea que,
al menos hoy, tenemos de niños de la edad que se nos dice que tienen. Se
comportan siempre de forma extraña. A fin de cuentas ¿son víctimas de los
fantasmas de esos siniestros personajes que antes convivieron con ellos o de la
actitud histérica de su nueva institutriz? ¿Ven o no ven a los famosos
fantasmas? Hasta cierto punto sería
lógico que vieran fantasmas según el ambiente que les rodea. Y si los ven ¡qué
diferente su actitud a la de los niños de “El fantasma de Canterville”!
Curiosamente nunca hablan de sus padres
¿no recuerdan nada de ellos? ¿Tanto tiempo hace que son huérfanos? Su tío dice
que son hijos de su hermano. ¿Qué ha sido de la madre? Nadie habla de ella.
Otra duda nos surge. ¿Son inocentes o
crueles y embusteros? ¿Están confabulados y lo han estado siempre o es solo
apariencia? En una palabra ¿Son víctimas o verdugos?
De Flora se dirá:”
Enseguida caí bajo el embrujo de aquella pequeña criatura…..Era la niña más
adorable que yo jamás había conocido…….”
Y de Miles:”Desde el
primer momento en que lo vi, …….me
percaté al instante de que estaba hecho con el mismo molde que su hermana, que
su presencia emanaba la misma pureza, la misma dulzura, que su figura estaba
aureolada con el mismo misterios resplandor que desde el primer momento advertí
en Flora.“ Sin embargo, no deberíamos olvidar que el niño ha sido expulsado del
colegio por no se sabe qué malas acciones. Y más adelante se nos hablará de “la
diabólica astucia del joven Miles”
La señor Grose.-
En el mejor de los casos es un personaje
enigmático, misterioso. ¿Está realmente al lado de la institutriz, la
comprende, o la cree una loca? Hay algún momento en que con su actitud nos
lleva a sospechar que puede ser ella la asesina tanto del señor Quint como de la anterior institutriz señorita Jessel.
Por ejemplo,
su expresión cambia radicalmente en fracciones de segundo, de la mirada
escudriñadora a la ingenua, de entusiasmarse hablando de los niños a no querer
hablar más del asunto. A veces dice frases con las que parece querer estudiar a
la institutriz como cuando le dice refiriéndose a la relación de las
institutrices con el amo "no ha sido la primera ni será la última"
después de dar a entender que a él, a "nuestro amo" gustan así:
jóvenes y bonitas. Su manera de recibir la noticia de las visiones de la
institutriz y su seguridad de que el
fantasma masculino es el antiguo mayordomo
del que afirma "está muerto”. Lo dice de tal manera que diríamos
que ella lo mató. En otro momento, responde aterrorizada” ¡No pude, no pude….! “
Y cuenta que el cadáver del mayordomo, Quint, lo encontró un campesino una
madrugada, parecía que había caído por un terraplén y se había golpeado con una
piedra pues tenía una "profunda herida en la cabeza". Indicios
parecidos se aprecian cuando el fantasma que se deja ver es el de la señorita
Jessel.
Otras veces, en cambio, parece la dulzura
y candidez personificadas. Cabe pensar que esta sea su verdadera personalidad y
que adora a los niños, y que si cometió los crímenes pudo ser por salvarlos;
incluso la rapidez con que acepta llevarse a Flora cuando los acontecimientos se
precipitan tiene la misma intención.
Por otro lado, es la única que parece haber
conocido, aparte los niños, y muy bien a los dos personajes-fantasma. La única
visión que tenemos de ambos es a través de ella. No hay ninguna otra referencia
para sacar conclusiones. Nos hemos de quedar con su versión.
No obstante, por más que releo el texto,
no llego a ver con claridad su personalidad. Tal vez esto es lo que deseaba el
autor.
La próxima entrada,el final.
¿Algún comentario?
Magnífica disección de los personajes. Me gusta sobre todo la idea del recuerdo introspectivo que hace la protagonista recordando unos sucesos tiempo atrás.
ResponderEliminarMi impresión es que, deliberadamente, el autor juega con el lector, no es del todo permítaseme la expresión legal. En unos pasajes del texto deja entrever unas cosas y en otras lo contrario. Para que sea el lector el que decida que elegir. Estoy deseando saber la opinión de la autora sobre el final. Me ha gustado mucho la frasde Gabriel García Máquez " La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla"
Esto si es una reseña, en condiciones, con referencias a otras novelas y no otras pretendidas y burdas reseñas que en comparación de ésta son torpes ejercicios de colegio.
¡¡Enhorabuena!!
Gracias, Juanma. Me alegra que te guste. Esto es lo de siempre cada uno se defiende mejor en aquello de lo que mássabe aunque sea poco.
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