“Escribir es negocio de particular juicio”, dijo Fray Luis de León .Si
todos los escritores de todos los tiempos se hubieran planteado esta afirmación
como la negativa a que cualquiera que lo necesite o quiera puede escribir, ¿qué
sería de nosotros los lectores? Y ¿Qué de la necesidad de escribir que, quizá,
todos sentimos en más de una ocasión?
Por suerte ha habido
muchos atrevidos que se lanzaron a
escribir y nos dejaron un maravilloso mundo literario.
Cada escritor expone su teoría sobre el motivo que le lleva
a escribir y siempre podremos identificarnos con alguno de ellos. Así: “Escritura es una larga introspección, es un viaje hacia las cavernas
más oscuras de la conciencia, una lenta meditación”, nos dice Isabel Allende.
” Escribir es hablar con uno mismo”, leí el otro día pero no recuerdo el nombre del autor.
Comenta
Francis Bacon: “La lectura hace al
hombre completo; la conversación, ágil y el escribir, preciso”.
,
En los tres casos veo algo de razón al explicar los motivos que
nos impulsan a ponernos ante el ordenador y escribir. ¡Qué curioso! ya no
decimos tomar la pluma, por ejemplo.
Los dos primeros hacen alusión a la necesidad psicológica,
anímica que nos lleva a la escritura.
La tercera se refiere más bien al ejercicio de
perfeccionamiento del lenguaje que hacemos. Al intento, al menos.
De hecho, la razón fundamental
por la que me decido a incluir en este blog alguna de estas pequeñas osadías, es ser
fiel a mi promesa de que habría en él: de
todo un poco. Mis textos son, a veces suspirillos (aunque no germánicos); otras, contienen
una sonrisa, o breves reflexiones a las
que he intentado dar forma de relato; otras proceden de recuerdos, etc.
MALDITO ESPEJO
“¡Esas cosas terribles, no deberían estar tan
a la mano! “
(Aurora Saura)
El
espejo le devolvió la imagen de su madre que es treinta años mayor.
−¡Maldito
espejo! –masculló−. Y ahora ¿Qué? ¿A la cama a rumiar mi tristeza? ¿A arrastrar
mi vida como un gusano una vez más? ¡No!.
Desayunó.
Se encaró al enemigo: crema, brocha,
color, sombra de ojos, un toque en los labios y , satisfecha, le soltó :¡Te
fastidias!
Salió
a la calle. Habló con las camareras de El Corte Inglés donde se tomó un
cafetito, Compró algo. ¿Qué mujer no se consuela comprando?
Al
volver pasó junto al espejo y mirándolo de soslayo: ¡Imbécil! .Se sentía otra.
¿Estaba recuperando la alegría de vivir?
Quizá.
Pensó: ¡endemoniados espejos! No deberían ser
tan sinceros.
5-5-2010
a estas no les preocupa el espejo |
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