Pequeña, negra, inmóvil, inofensiva, inquietante….
En uno de esos momentos
en que la vista zanganea por el espacio
que nos rodea, la vio. Volvió los ojos
al libro y siguió leyendo.
De pronto una
fuerte explosión la hizo estremecer. No sentía su cuerpo. Todo estaba negro a
su alrededor. − ¿Me habré quedado ciega? ¿No tendré piernas? ¿Qué me pasa? −No
se atrevía a abrir los ojos. Se sentía rodeada de sangre y despojos humanos.
Los apretó más − ¡No! ¡No! −gimió. Notó
el leve roce de una mano en su brazo y oyó una suave voz que decía: tranquila.
Abrió poco a poco los ojos. Vio el rostro sonriente de su compañero de viaje
que la miraba con cierto asombro. −Tranquila, no pasa nada; creo que tenías una
pesadilla. −Uuuf, sí. Lo siento. Suelo tenerlas.
Miró a la
ventanilla; seguían cruzando la inmensa y fascinante llanura castellana.
El dedo índice de
su mano derecha entre las páginas del libro que minutos antes leía señalaba el
punto en que había interrumpido la lectura.
Todo estaba en
calma.
Miró hacia arriba,
no sin cierto recelo. Allí estaba pequeña, negra, inmóvil, ¿inofensiva?,
inquietante… la cajita
No he encontrado una imágen más idónea. |
wwwcreumont.com
Espero que no paséis miedo leyendo esta pequeña historia que surgió en un vaije de León a Madrid.
¡¡Uff!! menuda cajita. Creo que cajas así o mucho peores van a caer en la Sanidad de la Comunidad de Madrid. Aunque para esos que sueltan esas cajitas sea una auténtica bomba. Un pelotazo vamos.
ResponderEliminar