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No hace mucho tiempo, leí o
escuché hablar a alguien de las ciudades Frankestein. Desde entonces, como
tengo el vicio de pensar, estoy dando
vueltas al asunto y queriendo escribir algo, no exactamente sobre estas
ciudades en particular, sino acerca de las ciudades y la literatura.
Sabido es que toda narración
requiere un espacio en el que deben desarrollarse los hechos relatados.
Este espacio, con cierta frecuencia es una ciudad.
La profesora Asunción Rallo Gruss nos habla
de ciudades reales e imaginadas y dice:
La ciudad literaria debe tener
referentes reales pero también asumir escenarios que configuren su identidad
espacial y temporal, correspondientes a los personajes y a la trama.” Considera
ciudades como el Madrid de “Fortunata y Jacinta” o la Venecia de “La isla
inaudita” no son menos literarias por aparecer en toda su verdad realista que
las imaginadas, dado que aparecen con nombres ficticios, como Vetusta de “La
Regenta”
Qué
cierto ¿No? Cuando leemos una novela de estas ubicadas en ciudades, queremos y
creemos ver en cada momento esa ciudad auténtica, real en la que nos está
sumergiendo. Si la conocemos, intentamos situarnos junto a los personajes en los
lugares por los que nos llevan; y si no, puede ocurrir, y de hecho ocurre,que
al visitar esas ciudades buscamos el referente que nos dejó la novela.
Porque
¿quién que haya leído a Galdós cuando pasea por Madrid no va identificando esta
calle con aquella en la que vivió Jacinta, ese pobre a la puerta de una iglesia
con Benigna, Etc? Y si pasamos por “el
callejón del gato” ¿no recordaremos a Valle-Inclán o mejor a Max Estrella y D.
Latino?
Plaza Mayor de Madrid |
Si
hemos leído a Mendoza buscaremos por Barcelona los escenarios por los que se
mueven Javier Miranda o cualquiera de los otros personajes mendocianos; incluso
en los canales venecianos querremos adivinar por cual de aquellos embarcaderos
o por cual que aquellas misteriosas puertas empezó sus misteriosas andanzas el
protagonista de “La isla inaudita”
Venecia |
Continúa hablando Asunción Rallo de cómo “en
esos escenarios se manifiesta la
dependencia de los que los habitan sin que esto tenga que ver con su valor
ficticio.” En estas ciudades, ficticias o no, se hacen palpables todos los
elementos de la ciudad y sus habitantes; tanto en el aspecto físico como en la
vida privada de los personajes.
“Dos caras, como algunas personas,
tiene la parroquia de San Sebastián…., mejor será decir la iglesia…, dos caras
que seguramente son más graciosas que bonitas: con la una mira a los barrios
bajos, enfilándolos por la calle de Cañizares; con la otra al señorío mercantil
de la plaza del Ángel. Habréis notado en ambos rostros una fealdad risueña del
más puro Madrid….” Así empieza “Misericordia” de Galdós.
De estos comentarios se deduce, tal vez, por qué en estas novelas de las
que hablamos, no suele darse la descripción detallada de monumentos, por
ejemplo, sino detalles, pinceladas, de los rincones, plazas, bares, y otros
lugares frecuentados por los personajes e incluso, como ocurre en las novelas
de Galdós, el interior de las casas que tanto dice de sus habitantes.
“Estas
ciudades imaginadas responden a la época y son reales en cuanto que recuerdan la ciudad vivida por el novelista. …..No son meros escenarios, son
creaciones en las que se puede descubrir la localidad natal o la habitada……por
el novelista” comenta la profesora
Rallo Gruss y cita como ejemplos el París de Balzac, la Praga de Kafka, entre
otros. Nosotros tendríamos que hablar del Madrid de Galdós, de Valle-Inclán,
Oviedo de Clarín y la Barcelona de Mendoza, entre otros muchos.
Praga.Calle del Castillo en donde vivió Kafka |
Pero
dejémonos de preámbulos a vamos a los ejemplos concretos, a mis autores. Una
cosa es, pienso yo, situar una acción en un pequeño pueblo, en la aldea, que en
la ciudad. Y tampoco es lo mismo hacerlo en una ciudad pequeña, pongo por caso
Orihuela y Oviedo, incluso Murcia que en una gran urbe tipo Madrid, Londres o
Barcelona.
Con frecuencia, cuando el autor escoge para su historia una ciudad
pequeña, se ve obligado a ocultar el verdadero nombre de ella; sin embargo en
el otro caso, puede permitirse la verdad.
Hay que tener en cuenta la razón que lleva al novelista a elegir la
ciudad. En ella conviven todas las clases sociales, variedad de culturas,
personas con múltiples y diferentes problemas. El escritor quiere contar la
vida de esa sociedad variopinta, múltiple; quiere hacer una disección de esa
sociedad, una crítica. Y esto es lo que vemos en las novelas de Galdós, Clarín,
Gabriel Miró, Eduardo Mendoza, Cela….
“creo que las ciudades se han convertido en las grandes protagonistas de
nuestras vidas. La misma historia personal no puede vivirse igual en Londres
que en Nueva York, Barcelona, Roma, París o Sevilla. La ciudad es hoy el
protagonista colectivo". Comenta E.
Mendoza, en una entrevista.
Y así hay escritores que, al relatar hechos y hablar de personajes que
pueden ser reconocidos, dan a la ciudad un nombre falso que, no obstante guarda
cierta relación con ésta. Puede ser el nombre antiguo que tuvo la mencionada
ciudad, o el de algún elemento geográfico próximo, o alusivo a cierto carácter
de ella. Es el caso de Orihuela en las novelas de Gabriel Miró. Una Oleza en la
que, a pesar de todo, es fácil reconocer la identidad de una sociedad
decimonónica.
Un ejemplo que nos descubre su situación geográfica
:" De mañana y de tarde, a la misma hora, venía
por el azul el silbo del tren de Oleza en seguida el estrépito del puente de hierro. Aquel ámbito de jácenas y
tirantes roblonados parecía estrujarse vaciándose de un temblor encendido que
se descalfaba en las aguas dulces del Segral
(Obsérvese la cercanía de Segral a
Segura), y después el silencio tan
liso……..contemplando ese tren, y no lo miraba cuando partía de Oleza para
entrar en la comarca de Murcia………miraba el tren que de Oleza iba dejando la
vega por los saladares, el que llegaba al mar y a las estaciones de enlace,
principio de las líneas poderosas de ferrocarriles, los fuertes brazos que
abrían las puertas del mundo lejano….”
Es
fácil comprobar la situación geográfica de Oleza-Orihuela, así como la necesidad de aquella sociedad de abrirse al mundo. Si
nos remontamos un poquito a la historia de la ciudad comprobamos que el nombre
elegido por el autor guarda cierta similitud con los nombres clásicos de ella.
Para los romanos era Orcellis; de ahí que a sus habitantes se les suela llamar
orcelitanos. Pero también contamos con el nombre valenciano Oriola derivado de
oriol, nombre del ave que es símbolo y figura en el escudo de la ciudad. Cuando
se atiende a este nombre, a los habitantes se les llama oriolanos.
Y
¿Qué decir de la Vetusta de Clarín en “La Regenta”? En este caso, se ha convertido el adjetivo
vetusto/a (extremadamente viejo y/o anticuado) en nombre propio para designar
una ciudad cuyas gentes viven encerradas en sus usos y costumbres casi
ancestrales. Aún hoy son reconocibles
rincones de la ciudad de los que se nombran en la novela. Sin olvidar la
catedral.
Un ejemplo de cómo se describe
Vetusta-Oviedo en la novela de Clarín:
“Alrededor
de la catedral se extendía, en estrecha
zona, el primitivo recinto de Vetusta. Comprendía lo que se llamaba el barrio
de la Encimada, y dominaba todo el pueblo que se había ido estirando por
Noroeste y por Sudeste. Desde la torre se veía, en algunos patios y jardines de
casas viejas y ruinosas, restos de la antigua muralla, convertidos en terrados
o paredes medianeras, entre huertos y corrales. La Encimada era el barrio noble
y el barrio pobre de Vetusta…..El buen vetustense era de la Encimada. Algunos
fatuos estimaban en mucho la propiedad de una casa, por miserable que fuera,,
en la parte alta de la ciudad, a la sombra de la catedral…..”
Ya en estas
líneas se vislumbra el tono de crítica social, que llevaría al autor a inventar
un nombre.Y, como comentaba más arriba, cuando
uno se acerca a Oviedo, digan lo que digan los ovetenses, está viendo Vetusta.
Y al contemplar la torre de su Catedral, no puede por menos que rememorar
aquella imagen de Vetusta que ,desde ella (la torre) tenía el Magistral.
Por esto mismo me ha parecido oportuno agregar aquí algunas autorizadas
opiniones sobre este tema en relación con “La Regenta” según las cuales vemos
que, incluso hay quien no acepta de buen grado que Vetusta sea Oviedo.
“La
Regenta debería llevar por título Vetusta, al ser la ciudad el verdadero
protagonista” Albert Brent.
“Vetusta es el principio básico de la unidad estructural de la novela” Frank
Durand
“La
urbe capitalina de Galdós y la provinciana de Clarín son dos partes de un todo
en la España de la Restauración……..Vetusta no es solo Oviedo, sino España
entera en los tiempos de Cánovas” Tuñón
de Lara.
“Oviedo
perdió su nombre aquel día de aquel año en que Clarín la llamó Vetusta….”
M.
Fernández Avelló
“La
culpa de todo esto la tuvo Clarín…Desde que a mi pariente se le ocurrió la idea
de construir la imaginaria Vetusta, a imagen y semejanza de Oviedo, nuestra
realidad se ha visto muy mermada por causa de la literatura y todas las referencias
que manejamos están estrechamente relacionadas con la dichosa novela…….En
cualquier caso la ciudad ha acabado por parecerse a la novela de tanto mirarse
en ese espejo…….”
Juan Cueto Alas
“¿Vetusta
es Oviedo? ¡De ninguna manera! ¿Qué ovetense, qué asturiano se atrevería a
reconocerlo?.....Los ovetenses de hoy, al conmemorar el centenario de la obra
de arte clariniana, deben esforzarse en aclarar rotundamente esto: Vetusta no
es Oviedo.”
J.
Evaristo Casariego
Creo, pues, que estos comentarios dan idea de la importancia que puede
tener detenernos en estudiar este asunto de las ciudades en relación con la
literatura.
Continuemos. También Oviedo,
ahora bajo el nombre de Pilares, y su plaza de Fontán fueron inmortalizadas por
Pérez de Ayala en su novela “Tigre Juan”: “Un
ruedo de casas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya de la edad, buscan una
apoyatura sobre las columnas de los porches. La plaza es como una tertulia de
viejas tullidas, que se apuntalan en sus muletas y hacen el corrillo de la maledicencia.
En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y
cuentos de la ciudad. La plaza el mercado es el archivo histórico de Pilares”
Otra ciudad que también vio su nombre ligeramente alterado sería Orense
convertida por obra y gracia de Torrente Ballester, en “Filomeno
a mi pesar” en Villavieja del Oro. “Vivíamos la mitad del año en el pazo miñoto, la otra mitad en la casa
de Villavieja….La casa de Villavieja los tenía(misterios)también, pero no tanto, o, al menos ,lo eran de otra manera….porque
estaba en la ciudad, esquina a dos calles empedradas de losas que brillaban con
la lluvia…..Me instalaron, bien instalado, en una habitación grande de la casa
de Villavieja, con un balcón a la calle
de la fachada en que da el sol, justamente la opuesta a la que da al obispado…”
Que la acción se desarrolla en Galicia es patente desde el primer momento por
nombres de pazos, por frases de los personajes y por el ambiente lluvioso,
entre otros. Eligió el autor un nombre de acuerdo con una de las posibilidades
que da la historia. Ciudad de origen romano, parece que fue llamada Auriense
(la ciudad del oro) por la abundancia de este metal que allí encontraron.
Otra ciudad literaria con nombre propio encubierto bajo uno inventado es La Mágina de “El jinete polaco” de A.
Muñoz Molina, trasunto de Úbeda.
“Veo
encenderse una a una las luces de los miradores de Mágina bajo un cielo liso y
violeta en el que todavía no es de noche……huelo a humo y a frío, humo de ascuas
doradas y rojas…..”
Luego se citan nombres de calles, plazas, iglesias: la
Casa de la Torres, la calle del Pozo, la plaza de San Lorenzo, la plaza del
Altozano...etc.
Úbeda. Paseando extramuros |
La profesora
Rallo Gruss incorpora esta ciudad a las de tipo metafórico:
”En un grado metafórico distinto sus
componentes dan nombre a un figurado lugar, la Región de Benet, Macondo de
García Márquez, Comala de Rulfo, Mágina de Muñoz Molina.”
No sé si tendríamos que incluir en este
grupo “El espíritu áspero” de G. Hidalgo Bayal. La acción transcurre en la
imaginaria tierra de Murgaños, en la
ciudad de Murania, en pueblos como Casas del Juglar, Múrida, Murganillos, y
otros. Topónimos que tienen como modelo las comarcas del norte de Cáceres y que
algún crítico ha relacionado con el Macondo de García Márquez.
La ciudad que aparece bajo el nombre de Murania, bien podría ser Cáceres. Pero es
harto difícil extraer de esta complejísima novela un texto suficientemente
significativo. La identificación con la capital cacereña se debe a pequeños
detalles, nombres, lugares…que van apareciendo acá y acullá.
Es fácil observar que todas estas
novelas encierran una, a veces dura y cruda, crítica social, circunstancia que
justifica el ocultamiento del nombre
real de la ciudad en que se desarrolla la acción.
Otras veces los escritores omiten el nombre de la ciudad pero aportan
indicios para que la reconozcamos.
Por ejemplo en “El gran juego”, Letifica Sánchez cita la estación de
autobuses y un bar cerca de ella; también hay estación de ferrocarril pues
Ulises habla de tomar un tren y marcharse a cualquier parte; hay puerto y cine:
el Capitol. ".. En el casco antiguo de la ciudad las calles
eran estrechas, subían y bajaban formando una especie de laberinto".
Es esta frase un índico del tipo de ciudad. Hay indianos, lo que hace pensar en
Asturias pero ¿dónde? Creo recordar haber leído en alguna parte que en Oviedo
hay o había una calle de Luna. Hay Universidad. Si unimos universidad, estación
de autobuses, de tren y puerto con la descripción arriba recogida, nos
inclinamos por pensar en Gijón.
Pasemos al caso contrario. El autor nos sitúa en una ciudad concreta,
“con nombre y apellidos”. Podría ser el caso de San Sebastián en “Tiempos
lentos”
A pesar del tema y el tono crítico,
incluso con alusiones directas a ETA,el
autor juega con la posibilidad de cambiar los nombres de los personajes para
evitar herir susceptibilidades pero conserva todos los nombres que hacen
referencia a los lugares de la acción. Están perfectamente localizados los
espacios de la ciudad: el Antiguo, barrio de Ibaeta, bar Artola, San Sebastián,
el barrio de Gros, cárcel de Ondarreta, calle de Hernani, el mercado de San
Martín, el Bulevar, barrio de Igara, la Catedral del buen Pastor, la villa de
los Marichalar, el puerto, los jardines de Alderdi Eder, la plaza de Guipúzcoa,
Rentería, Pasajes…. No hay lugar a dudas.
Donosti-San Sebastián. Puerto |
Por otro lado autores hay que
convierten la ciudad prácticamente en protagonista de su obra y por tanto no le cambian el
nombre. Ahí está el Madrid de Galdós, de Cela, de Valle Inclán.
La Barcelona de Mendoza (también hace
una incursión por Venecia y por Madrid), o la Barcelona medieval de “La
Catedral del mar” de Ildefonso Falcones; o la más actual de.”La sombra del viento”
de Ruíz Zafón
Barcelona. Mercado de San José. |
No siempre la acción de una
novela ocurre en una sola ciudad. Como ocurre en “El espíritu áspero” en que se
nos lleva a recorrer casi toda la comarca, hay novelas que nos pasean por
diferentes ciudades y países. Es el caso, por ejemplo de “El jardín olvidado”
de Kate Morton en la que de la mano de sus protagonistas vamos de Australia a
Inglaterra, de y viceversa. Y en cada uno de los países recorreremos diferentes
localidades por ejemplo Cornualles, Londres,
y Maryborough, Brisbane en Australia.
Así podríamos continuar hasta el infinito, casi.
Para terminar podríamos hablar de las citadas al principio “ciudades
Frankestein”. Como su nombre indica están hechas de retazos de varias ciudades.
El autor toma de aquí y de allá lo que le gusta o le es útil. Es el caso de la
ciudad en la que se desarrolla “La Celestina”. Unos dicen que Salamanca, otros
que Toledo, incluso hay quien piensa que Sevilla. Quizá lo que ocurre es que
tiene elementos de una y otra, sobre todo Toledo y Salamanca. Yo siempre me he
inclinado por Salamanca y no solo porque allí nos encontremos con el huerto de Melibea:
es el ambiente estudiantil, incluso ese poquito de brujería que casi profesa
Celestina, hay torres en muchas casas y una pudo ser la de Melibea, hay
tenerías. Claro que tenerías había en todas las ciudades que tenían un río,
etc. Sin ir más lejos, en La Puebla de Montalbán en Toledo hay una torre que
pretenden sea la de Melibea.
Este último caso se da con harta frecuencia en el cine en donde, aunque
nos estén hablando de un lugar concreto y preciso, luego sabemos a través de
los créditos, si no lo hemos deducido porque conocemos los lugares, que se rodó
en mil sitios diferentes que respondían de manera aproximada a los espacios que
guion y director necesitaban.
Como colofón un comentario de
interés recogido de un texto de Pere Sunyer Martín que relaciona la evolución de las ciudades con su
importante presencia en la Literatura, sobre todo, a partir de las corrientes
literarias del siglo XIX.”Realismo “y
“Naturalismo”:
“La
ciudad convertida en motor económico y político fue revalorizada de nuevo en
los medios artísticos como motivo de inspiración especialmente en la pintura y
en la literatura. La literatura europea se hizo eco de las transformaciones que
estaban afectando a sus ciudades, incorporando entre sus temas todo aquello
relacionado con lo urbano, en su sentido lato, ya como escenario en donde se
mueven los personajes, ya la propia vida cotidiana de sus habitantes, o los
conflictos sociales que en ella aparecían.
“
No quiero acabar sin hacer constar que no pretendo con estas líneas
sentar cátedra ni establecer una tesis. Son solo el resultado de ciertas
reflexiones a las que me lleva el intento de no olvidar que un día estudié
bastante y aprendí algo, no tanto como me hubiera gustado, y ahora que puedo
dedico algo de mi tiempo de jubilada a recordar, repasar, releer
Por hoy, lo dejamos aquí. Espero vuestros comentarios ya que, como
indico en la presentación del blog, creo que lo más bonito de las relaciones
humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones,
conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.