..."Tiene que gustarte
lo que haces y saber que en esta profesión no te puedes dejar el trabajo en la
oficina”
He recuperado un texto, o parte de él, que escribí
hace algún tiempo y que versa sobre un tema que, aun hoy fuera ya del aula, me
sigue interesando.
−Cómo me gusta encontrar
alguien que piense como yo; que sea igual de iluso y soñador, que crea en el
ser humano, en la juventud, etc.
−Y ¿dónde está ese
mirlo blanco? ¿Es real o imaginario?
− Es Antonio Marfil,
director del Instituto Portada Alta de Málaga, al que entrevistan en el
suplemento especial principio de curso de EL PAÍS. (Domingo 14 de septiembre de
2008).
Este señor tiene la idea de que los alumnos no son unos monstruos sino
unas criaturas a las que hay que comprender y ayudar. Ha conseguido formar un
grupo de profesores con los que va trabajando de manera algo distinta a la
tradicional. Consigue que se unan al grupo, sobre todo los profesores nuevos
que llegan al Centro.
Una
de las novedades es que informan a los padres no sólo de los actos negativos de
sus hijos sino también de los buenos. Dice:"
Hemos aprendido que no sólo hay que informar cuando hay problemas" .A
este respecto recuerdo haber oído quejas de profesores porque el padre de algún
buen alumno se pasaba con frecuencia por el Centro a hablar de su hijo. Si su
hijo no tiene problemas, decían, ¿a qué
viene,a que le deleitemos los oídos? Pues sí. Tiene derecho a saber y comprobar
que su hijo va bien y que se le tiene en cuenta, que los profesores lo conocen
y valoran.
Muchas
veces no nos damos cuenta del daño que podemos hacer a un alumno con algún
comentario peyorativo, incluso antes de conocerlo bien, Recuerdo que tuve un
alumno, no muy bueno, algo desganado pero no era de los que más incordiaban, era educado (al menos en mi
clase); terminó el bachiller elemental y se marchó del Instituto. Unos años
después apareció un hermano suyo. Lo reconocimos por el apellido, también lo
recordaba algo físicamente. La reacción de la mayoría de los profesores fue preguntarle
si no sería tan trasto como su hermano, que a ver si procuraba ser mejor que su
hermano y otras observaciones por el estilo. La pobre criatura, llegó a su casa
triste y asustado, contó todo eso así como que la única que no le había dicho
nada en contra de su hermano, que solo le había preguntado cómo se encontraba
y qué hacía, había sido yo. La
respuesta de la madre fue acudir a mi casa a darme las gracias.
Y es
que tanto alumnos como padres necesitan saber que nos preocupamos por ellos,
que los tenemos en cuenta. En su libro El
Elemento comenta Ken Robinson comenta
que los alumnos pueden mejorar si notan que alguien les hace caso, intenta
comprenderlos etc. En este sentido también tengo
ejemplos de mis muchos años de enseñante. Era frecuente, a principios de curso
que nos pasáramos información sobre los alumnos que nos habían tocado en
suerte. Recuerdo un caso concreto. Al ver mis compañeras de Departamento el
nombre de determinado alumno en mi lista de clase me avisaron. Menudo te ha
tocado. Es un caradura, insolente, insoportable…. Nadie puede imaginar lo encantador
que resultó ser aquel chico; jamás se me enfrentó, me trataba con cariño, y fue
de los que mejor llevaban mi asignatura. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que
no lo marginé, no lo califiqué de antemano. Es uno de los alumnos que recuerdo
con más cariño.
Infinitos
ejemplos como este podría agregar.
Y
más adelante agrega algo que muchos profesores no le perdonarán:" Nuestro problema no es de medios,
sino de motivación." Y esto otro"
El problema es que, además, hay que tener voluntad. Los profesores tienen que
hacer un esfuerzo para que su discurso conecte con cada uno de los niños....Eso
requiere un esfuerzo grande por nuestra parte. No todo es cuestión de
recursos."...."Tiene que gustarte lo que haces y saber que en esta
profesión no te puedes dejar el trabajo en la oficina"
¡Cuántos
problemas me ha acarreado a mí pensar así. Porque, además, al ser mujer,
esposa, madre y ama de casa, por un lado yo quería llevarlo todo bien y por
otro se me "pedía" que no me trajera el trabajo a casa, que al llegar
aquí desconectara. Es verdad que en ésta como en todas las profesiones cuando
un grupo se reúne a tomar un café, comer, etc., no se sabe salir del tema del trabajo,
pero no es menos verdad que la mayoría de las veces en eso queda todo. Sobre
todo en quejarse de lo malos que son los alumnos, pero espíritu de auténtico
cambio de actitud....ahí, poca cosa. Con honrosas excepciones, como es natural.
Y
continúa:"ser maestro es ayudar a
la construcción de una persona, y eso no se hace de ocho a una. Eres docente
las 24 horas del día todo el año. ...¿Es el sueldo suficiente? ...Hay mucha
gente que trabaja más y gana menos" ¡Bueno!, aquí sí que veo a más de
uno con ganas de tirársele a la yugular, como me sucedió a mí un día, reunida
con las amigas, que ante las quejas furibundas sobre de los alumnos, quise
romper una lanza a favor de los buenos y normales (la mayoría por otro lado) y
se me ocurrió empezar mi alegato así: Sí, pero los angelicos…No pude seguir,
por poco me devoran. − ¿Los angelicos? Fierras es lo que son, salvajes, mal
educados…..
"La gente se socializa en el
juego" dice a propósito de la integración
lingüística de los alumnos extranjeros. No cree oportuno separarlos del resto
para que aprendan el idioma. Tampoco a mí me ha gustado nunca esa manía de los
últimos años de hacer grupitos atendiendo a criterios como capacidades, nivel
dentro de un mismo curso etc.
Le
gusta la idea de permanecer muchos años en un mismo Centro porque "lo que yo quiero es contribuir a
hacer buena gente" "El mundo lo soluciona el día a día de la gente.
Me gustaría pensar que he ayudado a construir gente que sea buena en el sentido
machadiano. Que la gente venga tres años después y te cuente, y te salude por
la calle...."
Parece que me hayan hecho a mí la entrevista.
Qué cantidad de coincidencias. ¡Cuántas veces he vuelto a casa feliz porque me
he encontrado un antiguo alumno o alumna que me ha llamado porque yo no me
había dado cuenta, o me ha parado. Nunca se limitan al saludo. Se paran, me
abrazan y besan, me cuentan su vida. Unas veces son los que eran buenos; otras,
los más trastos de la clase. Y no olvidemos mi relación con algunas alumnas con
las que estoy en continua relación, nos
llamamos, nos mensajeamos con el correo, comemos juntas, me piden opinión sobre
libros, o me hacen consultas lingüísticas
O la otra con la que suelo hablar en fechas señaladas y que me comunica
todas las incidencias de su vida (casi podría hacer una novelita con ellas)
Ahora ha ganado una oposiciones para TVE y está feliz y nos comunicamos también
por correo electrónico. Otras de las que, aunque sea una vez al año, tengo una
carta. Eso para un profesor es importantísimo. No hace falta haber pasado por
ser la mejor profesora del Centro, es más bonito esto.
¡Ah!
También defiende los grupos
heterogéneos. Claro. Tiene más razón que un santo. Yo siempre que salía el tema
de hacer un grupo de elegidos me oponía rotundamente. Pero había bastante gente
a favor.
Me
sentí feliz con el descubrimiento de este texto al ver que no estoy sola, que no soy tan utópica
ni soñadora; ni la loca e la autopista, ni D. Quijote con faldas. Que ¡puede
ser!, como, más o menos, diría Segismundo. Y no me he podido resistir a
transmitirlo, aunque siento que ya no sirve para nada lo que yo piense.
También
en lo que a la didáctica se refiere habría que hacer muchas innovaciones de las
que hablaré otro día. Aunque no sé si con la nueva “reforma”…. otra vez nos quiere llevar
a lo memorístico y otros sistemas de antaño, podrá hacerse algo. No obstante, mientras
haya algún profesor con ilusión, con una visión de la enseñanza como la de
Antonio Marfil, habrá esperanzas.
Podría
acabar con esta otra frase, aplicable también a los padres: “La
educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su
naturaleza es capaz.
(Kant)
Como siempre,espero algún enriquecedor comentario.
Se me pasó ese suplemento dominical con la entrevista a Antonio Marfil. Te doy la razón. Dice cosas muy interesantes. No solo destacar lo negativo, también lo bueno. Todos tenemos ambas cosas. Y, es muy ejemplificador el considerar al alumno no como un "monstruo" o una "fiera" como te decían algunos compañeros sino como una persona en formación y desarrollo para constituirse ante todo en saber ser persona. La cita de Kant es para enmarcarla. Otra idea muy interesante que apuntas, es la de que no te dejabas influir por los comentarios previos de alumnos a los que ibas a dar clase. Parece como si hubiera habido un reparto de cromos y los antiguos poseedores explicaran los desperfectos de aquellos. Esto me ha hecho pensar si, en el fondo, quizás las evaluaciones iniciales y los informes al pasar de curso no tengan el inconveniente de generar "Un efecto Pigmalión" por el cual las expectativas (buenas o malas) del profesor se reflejan y asumen (inconscientemente) por el alumnado. Con respecto a los aprendizajes memorísticos, considero que no son malos en sí pero también hay que tener muy claro que no deben ser los únicos ni los más importantes. El saber hacer es fundamental no solo el saber repetir.
ResponderEliminarCelebro que estemos de acuerdo. Es una pena que no hayamos coincidido en el tiempo dando clase pues nos habríamo ayudado mucho mutuamente.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Celebro que estemos de acuerdo. Es una pena que no hayamos coincidido en el tiempo dando clase pues nos habríamo ayudado mucho mutuamente.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Muy interesantes los fragmentos de esa entrevista. Realmente parecerían respuestas tuyas, por lo que te conozco.
ResponderEliminarHe de decir que, si he conseguido reconciliarme con mi antigua vocación de "profe" que creía perdida para siempre, fue recordando esa actitud ante la enseñanza que mamé en casa y por una situación anecdótica, pero muy significativa, que presencié paseando por la calle contigo en una ocasión: un mocetón barbado saltó entre la muchedumbre que siempre deambula por la calle Trapería para besarte y con una alegría que solamente se podía interpretar como sincera. Aquel hombre joven, que era ahora profesor (de lengua y literatura, para más inri, si no me falla la memoria), había sido un alumno tuyo de esos que otros habrían dado por perdido el primer día.
Fue muy emocionante comprobar hasta qué punto podemos influir en la vida de una persona que se está formando. Ese día pensé que, siendo tantos los estímulos nefastos que las personas recibimos a lo largo de nuestra vida durante el período de formación, bien merecería la pena tratar de llevar algo que merezca la pena a quien quiera escucharlo.
¿Qué puede haber mejor que saber que fuiste capaz de despertar la sensibilidad hacia la literatura, el arte, la naturaleza o la convivencia pacífica en otra persona?
Gracias,Miguel,por tu comentario. Me ha emocionado. precisamente acabo de recibir un correo de un antiguo alumno que está preparando la edición de un poemario y me pide le ayude a seleccionar los mejores.¿No es bonito?
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