Vuelvo a un tema que enlaza con mi lectura
de “El elemento” ¿Por qué no habré conocido antes este libro?
Hubo un tiempo en que decidimos hacer un
periódico y muchos encontraron ahí su elemento
En el
curso 90-91, a petición de un grupo de alumnos, inicié una nueva aventura didáctica. Me hice con una asignatura optativa que ya estaba concedida al Centro pero no
había prosperado: MEDIOS
DE COMUNICACIÓN SOCIAL. La enfoqué de forma eminentemente práctica lo
que suponía :hacer un periódico. No la típica revista de centro, una al año,
con una selección “selecta” de textos, en papel satinado, en color etc. No.
Íbamos a hacer un periódico. Y lo hicimos. Cuarenta y nueve números en diez
años.
Los alumnos recibieron esta novedad con
entusiasmo. El primer año se matricularon más de cuarenta y hubo que hacer dos
grupos. Los primeros años fueron duros. Solo dos o tres alumnos sabían escribir
a máquina; es más, no tenían tal artilugio en sus casas. Todo se hacía manual,
pero el entusiasmo era tal que en las primeras vacaciones, ya varios alumnos
pidieron a sus padres aprender mecanografía. La suerte fue tener como
incondicional valedor al director de aquel momento.
Portada del Nº 4 |
O sea que el segundo año, la cosa fue más
llevadera y el periódico ganó en presencia. Con el tiempo, la profesora hizo un
curso de ordenador y aprendió a manejar un programa específico para hacer un
periódico. Desde entonces empezamos a ocupar para nuestras clases el aula de
informática.
Conseguimos, más adelante, un programa más
completo y los alumnos empezaron a cambiar la máquina de escribir por el
ordenador. Todo así era más fácil, el resultado más bonito, y la corrección más
llevadera aunque hubiera que hacerla a las dos de la madrugada.
Un ejemplo de última página |
Los
alumnos se sentían verdaderos periodistas. Tenían libertad absoluta. Yo solo
les pedía respeto cuando hablaran de personas del entorno que pudieran
molestarse por sus comentarios y ellos lo comprendían y acataban. Tal era la
libertad que les dejaba que en más de una ocasión alguna persona me preguntó si
yo corregía los textos antes de que salieran en el periódico; Claro que
corregía. En realidad lo que preguntaban era por qué no censuraba algunos
textos. Se referían sobre todo a noticias, artículos o reportajes referidos al
Centro. A alguna de estas preguntas
respondí con un editorial (era mi
habitual aportación personal como directora del periódico) en el número
siguiente:
Ejemplo de una página de Editorial. No se lee bien pero, en alguna ocasión ,publicaré algunos de estos editoriales. |
Los alumnos elegían la sección en la que
querían participar: deportes, cocina, la vida en el Centro, Nacional,
Internacional, humor, belleza y moda, cine, música, poesía….
Recuerdo varias anécdotas graciosas. Hubo un
robo en el Instituto y se prohibió a los alumnos el acceso a una parte del
edificio pues había una ventana rota y restos de sangre. Por la tarde, cuando
ya solo estaban en el Centro las limpiadoras una alumna se las conquistó para
que la dejaran entrar e incluso hacer fotografías. Actuó como periodista ¿la
iba a castigar por ello?
Había un alumno que escribía unos, muy buenos ,artículos sobre cine (de hecho creo que ha estudiado algo relacionado con el
cine). Pero también era muy crítico con la vida del Centro. Recuerdo que en la
encuesta que les realizaba a principios de curso para tantear un poco sus intereses
respecto a la signatura, a la pregunta de por qué te has matriculado contestó:
para escribir en el periódico y poner a parir a todo el mundo. A fe que alguna
vez lo hizo, y con moderación; a pesar de ello, suscitó cierta polémica. El
artículo se titulaba “ Otros dioses", o algo así..Versaba sobre
cierto problema en las relaciones profesor –alumno que, al parecer se daba con
más frecuencia de la que nosotros éramos conscientes, pero a las pobres
criaturas que lo sufrían les dolía. Como, evidentemente, no se daba ningún
nombre, todos querían saber de quién se trataba y me preguntaban a mí que era
la primera en no saberlo. No se lo pregunté jamás.
En uno de los grupos tuve un comiquero magnífico
que se dedicó a poner la vida académica en cómic. Me habría gustado trasladar
aquí alguna de aquellas páginas, pero no me parece ético hacerlo sin su
consentimiento.
¿Podría decirse que estos alumnos habían
encontrado en esta clase su Elemento?
Desde luego bastantes, sí. De hecho salieron varios estudiantes de periodismo o
materias fines como imagen y sonido durante aquellos diez años. De la misma
manera que de las clases de teatro salieron actores. De esto, hablaremos otro
día.
Recuerdo aquellas dos alumnas que la noche
que se inició la primera guerra de Iraq, la llamada “madre de todos las
batallas” pasaron parte de la noche viendo la televisión, redactaron su noticia
y a otro día, a primera hora, antes de entrar en clase ,me la entregaron.
Lo verdaderamente cierto es que todos
encontramos nuestra tribu. Para mí aquella clase que era agotadora, resultaba
excitante, relajante, reconfortante.
La relación con los alumnos era mucho más
distendida que en la clase de lengua y literatura. Recuerdo un día que al
acabar la clase de lengua con un grupo al que a la hora siguiente le impartía
la de medios, me dijo una alumna: ahora ya, te cambias la cara de lengua por la
de medios.
Siempre he tenido una buena relación con mis alumnos, pero en aquellas
clases, era muy distinta.
Una de las primeras tareas a que nos
enfrentamos fue dar nombre a nuestro periódico. Cada alumno aportó una idea y
después se eligió el nombre que más seguidores había tenido: “LÉELO, LÉESELO”. Era el año del famoso eslogan póntelo, pónselo y ellos lo trasladaron
a su periódico. Varias veces se me insinuó que debería cambiarlo pero no quise,
sencillamente por respeto a los alumnos que democráticamente lo habían elegido.
Las primeras páginas estaban dedicadas a
noticias de carácter internacional, nacional y de la comarca. Para realizarlas,
los alumnos debían leer periódicos, oír la radio y/o ver telediarios y extraer,
resumidas e incluso redactadas a su modo las noticias que consideraban de
interés.
Las noticias del Centro, por el contrario,
había que seguirlas in situ. Estas. a veces, daban lugar a alguna controversia
entre cierto sector del profesorado y también a la página de cómic o humor.
Esta sección se enriquecía en los periodos en que había habido alguna
excursión, el viaje de estudios,
actividades extraordinarias con motivos de Santo Tomás o vacaciones de Navidad,
como entrega de premios, teatro, la visita de algún escritor. En realidad
siempre teníamos material abundante pues era, en aquellos años el Centro, muy
activo
.
Para escribir sobre la comarca, alumnos
había que tomándose muy en serio su labor de periodista, hacían entrevistas en
sus pueblos, al alcalde, a algún personaje conocido o pintoresco, a algún
deportista….
No podía faltar una
página de belleza y moda porque había algunas alumnas a las que lo único que
les importaba era esto, pero lo importante era que todos participaran. También
teníamos nuestra sección de cocina con recetas más o menos personales, de
madres o abuelas.
No faltaban las páginas de opinión con el
editorial y artículos en los que los alumnos más interesados exponían su
opinión sobre temas variados que podrían ir desde la vida en el centro hasta
acontecimientos de carácter general o universal como la guerra de Iraq, la
eutanasia, etc.
La página de cine era casi exclusiva de un
alumno enamorado del séptimo arte.
También dábamos cabida a entretenimiento con
chistes, crucigramas…..
Había una
interesantísima sección de creación donde los alumnos con vocación literaria
hacían sus pinitos con relatos y poemas.
Se aceptaban colaboraciones de cualquier
alumno que lo desease, o que hubiera pertenecido a la clase el curso anterior, por ejemplo los que ya
habían pasado a COU o su equivalente posterior. Por supuesto se ofrecía una
página para colaboración de profesores que ¡Oh consternacione!, salvo honrosas
excepciones, casi siempre quedaba en blanco. Había algún profesor que de forma directa o a través de sus alumnos
participaba.
.
En alguna ocasión
peligró el periódico, también se me ofreció mejorarlo en cuanto a su forma, o
sea convertirlo a la ya mencionada revista, pero no quisimos, queríamos hacer
un periódico y es lo que hacíamos.
A final.los alumnos estaban tan
entusiasmados que me ofrecieron hacer como fuera el número cincuenta. Reconozco
que ahí yo fallé. Era final de curso, me jubilaba y no quería dejar trabajo
pendiente para septiembre a mis compañeras y ya no daba más de sí o de mí.
Recuerdo con cariño y casi nostalgia
aquellos años y aquellas clases. Me habría gustado poder entrar en contacto con
alguno de aquellos alumnos y, de común acuerdo, ilustrar algo más esta entrada.
No obstante, vaya en honor a ellos y al
trabajo tan bonito que realizaron
Así pues queda claro
que si bien los profesores estamos muy condicionados, no lo es menos que si queremos
podemos hacer que nuestras clases sean creativas, amenas, y, sobre todo, ayudar
a los alumnos a encontrar su camino sin coacciones de ningún tipo.
Como siempre espero algún comentario enriquecedor y alentador.
.
Fantástico el trabajo desarrollado en esa asignatura optativa de procesos de comunicación social. Me da la sensación de que las quejas sobre las opiniones vertidas acerca de la eutanasia en un artículo hecho por un alumno estaban motivadas, por la sencilla razón de que no le gustaba lo que ahí se decía al respecto. Muy buena apreciación esa de que no eras Torquemada y la de tener en cuenta quien hacía realmente el periódico y el último comentario sobre la edad que frisaba C ervantes y la Directora genial.
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