Un domingo, (o ¿sábado?, da igual), de
primavera.
El matrimonio pasea por
el dique de levante. Justo donde
acaba, junto al faro, hay una persona tumbada sobre el muro con las piernas a
partir de las rodillas cayendo hacia el mar y una breve melena, no podemos
decir desplegada al viento por su
brevedad y por la inexistencia del tal viento, que rematando la cabeza amenazaba descolgarse hacia el interior del
muro.
Quizá guiado por aquello de que el hábito hace al monje y
pensando aún en la idea de que la melena hace a la mujer, y porque los hombres,
o algunos, son así…:
− ¡Habrá que hacerle el boca a boca!
− ¿A quién, dónde?
−Ahí, en el muro
La mujer, paseó su curiosa mirada por la superficie corporal de
la figura estirada sobre el muro, de derecha a izquierda, es decir de cabeza a
rodillas y
− ¡Ah! Tú sabrás!
Él observa y ¡cóóóóño, es un tío!
Moraleja:
Antes de actuar
Siempre será mejor
Observar.
Torrevieja. Playa del Cura |
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Algo parecido me sucedió a mí hace ya bastante tiempo. Me dijeron que por favor recogiera a un compañero recién incorporado para que se viniera conmigo, puesto que él no tenía vehículo. Quedamos muy temprano, aún era de noche, cuando llegué, él estaba de espaldas y una melena descansaba sobre su espalda. <> pensé. Tras darle a la bocina delicadamente, aquella persona se giró y efectivamente, era un tío...
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