La segunda carta estaba escrita bastantes días después. La escaneo, como la primera y la lanzo a los cuatro vientos.
Mi querida amiga: Ya llevamos varios
días en Asturias. Empiezo por la salida del camping. Todo un alarde, por mi
parte, de doblaje y empaquetado de la tienda
y hacer que de nuevo todo quepa en el maletero. El día 24 salimos camino
del Principado con intención de instalarnos en Gijón. De camino fuimos pasando
por pueblos y ciudades que nos encantaron. Te cuento.
Ribadesella. Está a orillas del mar, el Cantábrico, claro. En realidad
casi lo único que vimos fue la playa, muy bonita por cierto. Leo que fue
fundada por Alfonso X el Sabio ¡Ahí es nada! También que en el siglo XIX fue
uno de los puertos más importantes de Asturias. Quizá te suene porque el primer
sábado de agosto después del día dos,
todos los años, se celebra el Descenso Internacional del Sella entre Arriondas
y Ribadesella y que acaba bajo el puente de esta ciudad.
También porque cerca está la cueva con
pinturas rupestres de Tito Bustillo.
Villaviciosa, nombre que
significa “villa fértil”. Su accidente geográfico más destacado es la ría, la
mayor de Asturias. Cabe destacar Tazones, hoy puerto pesquero pero que en el siglo XVI vivió un suceso
histórico importante. Como recordarás de nuestra ya lejanas clase de Historia
allí fue a desembarcar Carlos I con su séquito a causa de una tormenta que hizo
variar el rumbo que le llevaba hacia Santander.
Hay por
estas tierras un buen repertorio de obras prerrománicas y románicas. Hemos
visitado muchas; menos de las que a mí me gustaría y más de las que apetece a mis hijos. Te voy a hablar solo
de un conjunto magnífico formado por San Salvador de Valdediós, popularmente
conocido como el Conventín, y la iglesia de Santa María. El primero pertenece a
un prerrománico tardío en el que se puede observar alguna influencia mozárabe.
Consta de tres naves y llama la atención la altura de la central que destaca
mucho de las dos laterales. Es su rasgo más distintivo. En el interior nos
llamaron la atención, sobre todo los capiteles. Por cierto que cuando los
irreverentes turistas (nosotros y alguno más) intentábamos fotografiarnos
delante del edificio salió un cura que nos puso verdes por eso. La verdad es que,
en cierto modo, tenía razón porque lo importante es el edificio y si yo hubiera
llevado una buena cámara me lo habría llevado a casa por el derecho y por el
revés. El próximo viaje, esto no me pasa.
La iglesia
de Santa María es de estilo románico y también consta de tres naves, estas
rematadas al exterior por sus correspondientes ábsides.
Y llegamos a Gijón. Localizamos el camping y
otra vez operación levantamiento de la tienda. Menos mal que he organizado el
viaje de forma que solo haremos tres estaciones.
Este camping está
en la misma ciudad, a las afueras, cerca del mar, tanto que por la noche, al
otro lado de la tapia que nos separa de él lo oímos rugir. Debió ser, no hace mucho,
una vaquería o como se llame, porque aún se huele a vaca por todas partes. Pero
no nos quejemos porque esto de la vida en camping es mejor de lo que imaginaba.
Te puedes duchar con agua caliente, Eso sí, rapidito antes que se acabe el
tiempo que te permite la ficha que introduces en una ranurita como si fueras a
llamar por teléfono. Hay extensas naves a modo de aseos colectivos con lavabos,
lavapiés, sitio para lavar y cambiar a los bebés, y lavaderos a donde hay que
acudir todos los días a lavar calcetines y otras prendas. Además las personas
que hacen camping son educadas y respetuosas con las horas del silencio y la
convivencia en general. Asombroso, de verdad.
Te estarás
preguntando por las comidas. Las del mediodía se hacen donde nos coja. El
desayuno en la tienda o en la cafetería del camping y la cena, generalmente, en
la tienda a base de bocadillos y latas de ensaladas varias.
Al día siguiente
de llegar decidimos visitar la ciudad. En asturiano su nombre es Xixón. ¡Es
bonito y suena bien! Parece que entre los romanos fue Gigia. Se la considera la
capital de la Costa Verde. Está ubicada en una bahía a la que divide una
pequeña península llamada Cimadevilla que constituye el casco antiguo de la
ciudad. Al este, queda la playa de San Lorenzo y al oeste otras playas y el
puerto de El Musel. Parte del casco urbano está atravesado por el río Piles que
desemboca en la playa de San Lorenzo.
Después de un
paseo por la playa nos dirigimos a la zona más típica y antigua de la ciudad: el barrio de Cimadevilla que se
asienta en la parte sur del cerro de Santa Catalina. Parece ser que la ciudad
fue creciendo en torno a él. Conserva algunos vestigios romanos. Varios
edificios de interés se pueden ver en esta zona. Por ejemplo el Museo
Jovellanos, el palacio de los Valdés, la torre del reloj, el Palacio de Revillagigedo.
Es este un edificio barroco con un cuerpo central y dos torres a los lados. Se
ve fácilmente que una es más antigua que la otra. Las torres tienen una
estructura muy austera que contrasta con la parte central muy decorada.
Contiene columnas de diferentes estilos, un escudo situado bajo una cornisa
algo curvada y también una gran balconada.
La Plaza Mayor es
pequeña y muy acogedora. Como todas las de su clase tiene soportales bajo los
cuales hay bares, sidrerías y tiendas donde comprar artesanía asturiana. En
ella está, como es natural, el Ayuntamiento.
No
me puedo olvidar del Teatro Jovellanos, o de la iglesia neogótica de San
Lorenzo.
Comimos no
recuerdo dónde ni qué y fuimos a dar un paseo por el Parque de Isabel la
Católica. Es bastante grande, en realidad recorrerlo entero y con detalle en
unas horas es imposible. Lo forman jardines de diferentes estilos. Hay ardillas
y aves de diferentes clases, también acuáticas en dos grandes charcas o lagos.
Allí mis hijos disfrutaron. Pero nos duró poco la alegría pues se formó un
tormentón impresionante. Tuvimos que refugiarnos bajo una zona cubierta y
esperar pues no daba tregua ni para ir a buscar el coche. Por fin pudimos salir
de allí y llegamos al camping hechos una sopa, o cinco sopas. No acabó ahí la
cosa porque la tormenta duró casi toda la noche ¿Te imaginas lo que es estar en
una tienda de campaña, por grande que sea, oyendo llover sobre ti, y tronar y
al pie de la tapia oír el continuo y furioso rugido del mar? Por supuesto que esa noche nadie
pegó ojo y a otro día estábamos destrozados y con calzado y ropas aún
empapados.
Creo que hemos conocido el Gijón de “Volver a empezar”.
Espero que si vuelvo dentro de diez años haya progresado.
Menos mal que el día amaneció luminoso y decidimos ir a Oviedo. Mas ¡oh, sorpresa! Se nos pierde la autopista y acabamos en Avilés. ¡Qué más da! También queríamos ir. Entramos en el pueblo (pero yo he leído que es la segunda población monumental de Asturias) y en la primera placita que topamos mi marido aparca. ¡Ala, a recorrer el pueblo! No sé por qué se nos metió en la cabeza que era un pueblecito pero es algo más, bastante más como tendremos oportunidad de comprobar. La ciudad, pueblo para nosotros, se extiende a ambos lados de la ría de Avilés. Tiene su correspondiente casco antiguo, con palacios, (leo que en uno de ellos parece ser que situó Palacio Valdés los personajes de “Marta y María”) iglesias, plazas (varias, algo muy importante). Como en toda Asturias está presente el románico por ejemplo en la iglesia de San Nicolás de Bari, de los siglos XII y XIII. También una iglesia de estilo neogótico, Santo Tomás de Sabugo y un ayuntamiento del siglo XVII.
Me llama la atención y me disgusta que todos los edificios
están ennegrecidos, así como el agua de la ría, por efecto de los altos hornos
de la factoría Ensidesa. Como los críos se están cansando de tanto edificio
decidimos seguir la excursión planeada pero al ir a buscar el coche no damos
con el lugar donde lo habíamos dejado. Mi marido decía que lo había dejado en “la
plaza” pero resulta que hay varias plazas con lo que nos costó dar con nuestro
porteador. Mi hijo que es bastante guasón va tomando nota de los despistes de
su padre y haciendo dibujitos. Ya veremos lo que nos enseña al volver.
Para aprovechar el
resto del día yo había previsto visitar Pola de Lena para ver Santa Cristina de
Lena. Es justo lo que tantas veces vimos en las diapositivas y libros de arte.
Una iglesia pequeñita, como otras de Asturias, de origen visigodo pero su estructura
actual es del siglo IX Prerrománica o también ramirense como Santa María del
Naranco, que también hemos visitado. Yo no sé si me entusiasmó más el exterior,
tan sencilla y solitaria, en lo alto de un monte, en medio de un prado, donde
el sosiego se respira y se siente, o el interior que tenía grabado en la retina
desde los años de estudio. ¡Qué maravilla! No conseguía moverme de allí,
contemplando ese altar tan espectacular no por grande sino por hermoso. Aquí mi
familia me dio la razón; hasta la pequeña estaba asombrada.
Al final el
programa se había cumplido aunque con el día cambiado.
Al siguiente, por
fin, conseguimos llegar a Oviedo. ¡Oviedo, Vetusta, La Regenta! Tendré que
resumir. Al llegar a la ciudad, un señor que nos ve algo despistados nos guía
hasta un lugar donde aparcar. Amable que es la gente asturiana.
Yo estoy
emocionada y no sé por dónde empezar. Decido que lo hagamos por la Catedral. Me
habría gustado subir a la torre par contemplar el panorama que oteaba D. Fermín
de Pas. Me conformo con ver la Catedral por fuera y por dentro.
La Catedral,
llamada de San Salvador, es gótica. Su construcción se prolongó desde finales
del siglo XIII, al que pertenece por ejemplo el claustro, hasta mediados del
XVI en que se terminó la torre.
Por estar asentada
sobre el anterior conjunto catedralicio de estilo prerrománico y debido al
mucho tiempo que duró su construcción, hoy encontramos diversos estilos. Así,
la Cámara Santa es prerrománica pero contiene elementos románicos como las
bóvedas y los apóstoles; el remate de la torre es renacentista; y la Girola y
algunas capillas pertenecen al barroco.
La Cámara Santa
contiene joyas y reliquias de gran interés.
Exteriormente lo
más importante de la fachada es la portada central por el tamaño y la
decoración. Tiene una sola torre aunque el diseño inicial contemplaba dos. Se
conjugan en ella el estilo gótico y el renacentista. En ella hay un reloj que
sustituye las campanadas de las doce del mediodía por las notas del Ave María
de la Virgen de Fátima. Se pueden oír desde casi toda la ciudad.
En el interior es
un templo con planta de cruz latina y tres naves, la mayor de una anchura casi
doble que las otras dos. Las bóvedas son de crucería pero muy complejas.
Una curiosidad. Si
quieres ver bien las capillas tienes que depositar una moneda en un cepillito
par que se ilumine. Si no, no verás nada.
También visitamos
la cripta de Santa leocadia, en el interior de la Catedral, uno de los restos
más antiguos, situada por debajo de la
Cámara Santa.
Y nos queda el
claustro. Yo no me iré nunca de una catedral sin visitar el claustro .Es
hermosísimo, gótico. En realidad
es una amalgama de diferentes variantes góticas pues cada lateral pertenece a
un tipo de gótico correspondiente al momento en que se construía.
Durante todo el recorrido por el
interior de la iglesia no he podido quitarme de la cabeza las escenas de La
Regenta que se desarrollan allí.
Salimos, por fin. Mis hijos van a terminar amando u odiando el arte.
Pero yo no me puedo sustraer a la emoción de ver esas cosas que he estudiado y
que parecían estar solo en los libros.
Después de tomar algo en una confitería pues ya protestaban los
estómagos de mis pobres criaturas, me los llevé a visitar el Museo arqueológico
que, a la sazón, dirige una gran amiga mía. Como ella les fue explicando las
cosas que veían, les gustó bastante.
Está ubicado en el claustro del monasterio de San Vicente. De aquel
primer edificio apenas quedan restos pero sí el bellísimo claustro construido en la primera mitad del
siglo XVI.
Luego estuvimos callejeando por la ciudad, las plazas, la calle Uría,
tantos sitios emblemáticos desde muchos puntos de vista, para mí casi
exclusivamente literarios.
Te citaré el Teatro Campoamor, algunos palacios hoy hoteles de lujo, el
hotel Jirafa muy curiosos porque su nombre se debe a su forma.
Luego
visitamos las tres pequeñas joyas arquitectónicas próximas a la ciudad: San
Julián de los Prados, San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco.
La primera que vemos es San Julián
o Santullano, porque está a la salida de la ciudad. Como recordará es
prerramirense, tiene planta basilical de tres naves, separadas por gruesos
pilares cuadrados que sostienen arcos de medio punto. Es hermoso y original.
Seguimos con el ramirense y disfrutamos de la contemplación de Santa
María del Naranco, situada en medio de dicho monte. Parece que al rey Ramiro le
gustaba construir en el monte. Esta, a pesar de su nombre, originariamente se
la considera Salón del Trono o Aula Regia del rey Ramiro, algo así como su
residencia en el campo. Después pasó a ser utilizado el edificio como iglesia
rural. No me detengo en detallártela porque sería el cuento de nunca acabar. Es
una maravilla, parece un joyerito o cajita de música, qué sé yo. Una joya.
¡Mira! A mi pequeña tropa le ha encantado. Querían quedarse a vivir allí.
También en medio del prado está San
Miguel de Lillo, la iglesia palatina de Ramiro I. No se conserva completa y
como curiosidad se dice que ya anuncia el románico por la decoración que tienen
las jambas de las puertas..
Terminaremos la visita con un paseo por el Campo de San Francisco. Es un
hermoso parque situado en el centro de la ciudad. En su interior hay paseos y
avenidas o calles con sus nombres propios, como por ejemplo paseo de los
Álamos, avenida de Italia, paseo de los Curas. Este, parece que debe su nombre
a que era el preferido por los clérigos para sus paseos por estar en un lugar
discreto. Yo creo que también los curas de La Regenta se paseaban por aquí.
Lo que más gustó a mis niños fue el estanque de los Patos, con patos,
cisnes y otras aves acuáticas.
También se pasean por el parque, como en
Gijón, pavos reales.
No podemos olvidarnos del Paseo
de la Rosaleda. Precioso.
Tiene también el típico quiosco
de la música.
El último día en esta zona lo dedicamos a la costa. Cudillero y de
paso Candás, Luanco, Cabo de Peñas.
Candás……….Llama la
atención una pequeña playa casi circular en la que el 14 de septiembre se
celebra una curiosa corrida de toros.
Luanco con sus
casas blancas, también destaca por sus playas
Cabo de Peñas es
impresionante y ¡ojo con el viento! Que allá arriba te puede hacer volar.
Cudillero. El
pueblo más pintoresco que hemos visto. Dejamos el coche en la parte alta, casi
en la carretera porque cuando Tomás vio la cuestecita dijo que mejor pajar a
pie. Había un paseíto pero pareció lo más sensato a pesar de que mucha gente
bajaba con e coche, otros lo dejaban arriba como nosotros. Es un pueblo
pequeño, o eso parece, todo apiñado en cuesta en la falda de la montaña hasta
meterse literalmente en el mar. Allí, ¡oh sorpresa! Coches y barcas comparten
aparcamiento. Las casas parecen de juguete o cuento de hadas, pintadas de
diferentes colores, dando un alegre aspecto al pueblo. Según las guías que he
consultado hay restaurantes, bares y alojamientos varios. Nosotros vimos poco
pues apenas salimos del puerto ya que teníamos mucho camino aún.
Es uno de esos
sitios que piensas:”si pudiera volver un día a pasar una semanita de sosiego,
leyendo, rinconeando, paseando, sin
tener que cocinar….”
Queríamos llegar a
Luarca pero decidimos volver a casa, o sea al camping, pues estábamos a
bastante distancia y ya era más de media tarde.
Al día
siguiente, tras recoger la tienda trasladamos la casa a Cangas de Onís, camping
Covadonga, desde donde te escribo. Aquí vamos a permanecer hasta el día de
recoger a mi hija.
Creo
que la próxima carta ya la escribiré desde casa pues los días que nos quedan
aquí los tenemos ocupadísimos. ¡Hay tanto que ver en esta tierra!
Hasta entonces. Un abrazo.
Constanza.
Espero que os estén gustando las andanzas de Constanza Mopas.¿Algún comentario?
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