“LOS SILENCIOS DICEN A VECES MÁS QUE LAS PALABRAS”,
(Julián personaje de ITAHISA de
Toti Martínez de Lezea)
Una verdad
incuestionable. El silencio guarda estrecha relación con la verdad y la mentira;
con el amor y el odio; con la soledad y la tristeza; pero también con la
compañía porque en compañía el silencio es escuchar pues, como decía (¿Goethe?)
si “Hablar es una necesidad,
escuchar es un arte”.
Mucho se puede decir sobre el silencio, pero
me temo que después de leer este artículo que se me ha ocurrido, más de uno
piense: podrías haber guardado silencio. Lo asumo y respeto su opinión, pero me
acojo a la, tan cacareada hoy, libertad de expresión.
Me
llega esta cita que me parece interesante:” antes
de hablar pregúntate si lo que vas a decir es verdad, si no daña a nadie, si es
útil. Y, en fin, si vale la pena perturbar el silencio con lo que quieres decir”.
Según esta idea, tal vez no deberíamos hablar nunca y dejar el mundo en un
eterno silencio. Ni tanto, ni tan calvo” dice
la voz popular. Por supuesto, pensar antes de hablar. Obviamente, no mentir.
Pero ¿conseguir que no dañe a nadie? Esto ya es casi imposible y, en todo caso,
dependerá de la habilidad con que se diga y de la susceptibilidad, incluso
inteligencia y madurez de quien escucha.
Hoy, sin ir más lejos, no se puede decir lo
que se piensa en cuestiones políticas ante nadie. Incluso en el mundo de las
redes sociales. Hay muchas personas que dicen en ellas todo lo que se les
ocurre pero si un seguidor o lector tiene la” feliz idea” de incluir un
comentario, en principio tan inocuo, como “sin comentarios”, puede organizar un
gran revuelo. Lees una definición de poesía con la que no estás de acuerdo y se
te ocurre comentar: “la poesía es mucho más que eso”. Otro revuelo. Por tanto,
mejor guardar silencio o, como mucho, pinchar el icono de me gusta. Tengo la impresión
de que es lo único permitido.
En lo que a
comunicación se refiere, el silencio es un arma de doble filo. Se suele oír que
“quien calla otorga”. También que quien calla es porque no tiene nada que
decir. Ambas afirmaciones podrían ser ciertas en algún caso pero no se debería
generalizar. Es posible que se calle por prudencia, por no herir
susceptibilidades cuando no se está de acuerdo con algo pero se tiene la nítida
sensación de que no va a gustar lo que digas. Vuelvo al ejemplo de las redes
sociales. Si no introduzco un comentario, ni pincho el “me gusta” ¿Qué
significa? ¿Qué otorgo, es decir estoy de acuerdo y para qué insistir? ¿Qué no
me gusta lo leído y prefiero callar para no molestar ni dar lugar a discusiones
innecesarias? ¿Qué desprecio a los que se han molestado en expresar una idea o
compartir un envío? ¿Qué soy rematadamente tonta y como no me entero de lo que
leo no comento?
En una
ocasión, en una reunión de amigos oí como a una persona que andaba calladita
alguien le preguntó por qué no hablaba; contestó: porque prefiero escuchar, se
aprende más. La persona que la había interpelado le endosó: esa es una postura
egoísta. Como dijo Rosalía de Castro “Este barro mortal que envuelve el espíritu,
/ ¡quién lo entenderá, Señor!”
Mucho se ha hablado del buen callar. “Al buen callar llaman Sancho…” (Frase de larga historia que no ha
lugar explicar aquí). “No hables a
menos que puedas mejorar el silencio” (¿Jorge Luis
Borges?). ¿Recordáis el consejo que le dio papá Conejo a Tambor antes de salir
de casa?: Cuando al hablar no has de agradar,
mucho mejor será callar.
Por el
contrario también encontramos frases muy elocuentes sobre el hecho de no
callar, de hablar: “La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los
demás “. ¡Cuán agradable es pasar una tarde o unas horas hablando de manera
sincera, amistosa y clara con algún/a amigo/a, hijo/a o con la pareja.
Podríamos aquí aplicar la frase de ¿Unamuno? “El silencio es como el viento: atiza los grandes malentendidos y
no extingue más que los pequeños.” Porque,
efectivamente, callar, a veces, conduce a malos entendidos que solo se pueden
aclarar hablado.
“Hay amores que matan”
reza un refrán castellano y también podríamos decir: hay silencios que matan.
Son esos silencios que suceden cuando esperamos una respuesta positiva, un
elogio, un reconocimiento o una noticia y obtenemos como se suele decir “la
callada por respuesta”. Entonces puede ocurrir que, como dijo no sé quién,
“A veces, el
silencio es la peor mentira “.
Muy interesante es la relación
silencio-amor. En este sentido la poesía ha dicho casi todo lo que se podría
decir. A través de ella vemos como en la relación amorosa el silencio es
sustituido ventajosamente por la mirada. Una mirada dirá, a veces, mucho más
que mil palabras. “Obras son amores/ que no buenas razones” , reza el
dicho popular. O bien, el silencio viene impuesto por un amor que por un motivo
u otro debe mantenerse oculto. “¡Silencio sin confín, lirio maduro!” (“Sonetos
del amor oscuro” de García Lorca) También es posible encontrar en la presencia o deseo del silencio una
actitud de dominio, “Me gustas cuando callas porque
estás como ausente “.
¡Oh, los grandes, graves,
silencios del amor,
¡Oh, amar tanto que sólo el silencio pueda comunicar la dicha que
sentimos.
Pasemos a otro aspecto. El silencio
(o los silencios) es necesario, no ya para callar algo que no se debe decir
sino en la locución o en la lectura. Cuando hablamos, necesariamente hemos de
ir introduciendo silencios más o menos breves o extensos dependiendo del
significado de la frase, de su extensión, de la relación de unas frases con
otras. En la lectura estos silencios vienen indicados por los signos de
puntuación.
Otro tanto ocurre en la música.
Es decir, que en cierto modo el silencio forma parte del sonido y convive con
él.
Centrémonos ahora en otra
acepción del silencio. El silencio como opuesto al sonido, al ruido.
Necesitamos el silencio. En estos tiempos tan ajetreados y ruidosos que vivimos
¡qué necesario es un poco de silencio! Con frecuencia oímos en los Medios de
Comunicación que los vecinos se quejan del ruido procedente de un bar vecino,
de las terrazas de los bares o, incluso, de la música de las fiestas del
barrio. Es más, hay quien se queja del que hacen los camiones de recogida de la
basura porque suelen pasar bajo nuestras ventanas a horas muy delicadas para el
sueño. Todas estas quejas tienen su razón de ser, pero no siempre tienen razón.
Es cierto que hay personas que para poder dormir necesitan, o creen necesitar,
un silencio absoluto. Otras, sin embargo, son como aquel pirata literario que del
trueno al son violento/ y del viento al rebramar/ se dormía sosegado/arrullado
por el mar. (Yo podría ser una de esas personas). Las hay que en lugar de
dormir la siesta se duermen el telediario.
El silencio absoluto, tal
vez, no sea bueno ni tan necesario. Alguien, no recuerdo bien quién, dijo algo
así como que “Hay pocas cosas
tan ensordecedoras como el silencio” Es
cierto. Es muy difícil soportar un silencio absoluto. Ni siquiera para dormir.
Y si no pensemos: ¿No es cierto que a los bebés les cantamos, les susurramos
cosas al oído mientras los mecemos en nuestro regazo o en su cuna? Para darme
la razón ahí están las nanas y canciones de cuna. Los músicos, los poetas y, tal vez, la voz popular, en todos los
tiempos (eso sí, pasados) compusieron muchas y muy bellas. Aunque también
algunas, no sé por qué razón, tenían unas letras un tanto truculentas. Recuerdo
una aprendida de mi madre que, sin duda, debió aprenderla de alguna de aquellas
entrañables tatas del pueblo que decía así: (No me resisto a transcribirla)
El tren que
corría
por la ancha vía,
de pronto vino a
chocar
con un aeroplano
que estaba en el
llano
volando sin
descansar.
Quedó el
maquinista,
con la tripa
fuera
mirando hacia el
aviador
que ya sin
cabeza
buscaba el
sombrero
para librarse
del sol.
Todo esto ocurría,
sin saber cómo
ni cuándo
y la máquina seguía
pita, pita,
caminando.
¿Habrá mayor
disparate? Pero está claro que el bebé, que no entendía la letra, se dormía, no
por las palabras sino por la música, por el ritmo. Si nos detenemos a analizar
el ritmo del texto comprobaremos que reproduce el movimiento de vaivén con que
acunamos al niño.
Para ciertas
actividades es necesario el silencio. Por ejemplo, para estudiar, leer,
escribir o, sencillamente, pensar.
No obstante,
hay personas que estudian con música. Entiendo que una suave música de fondo
puede ayudar; pero nunca una canción o una de estas músicas estridentes, que
más parecen ruido, que tanto se oyen hoy. Pero ya se sabe, hay gustos para
todo. Además, cada persona es un mundo y en esto de necesitar más o menos del
silencio, como en casi siempre, no se puede generalizar.
Personalmente me cuento entre esas personas que necesitan silencio para
leer, estudiar, concentrarse. Cualquier palabra me puede romper el hilo de una
idea y es posible que no lo recupere jamás. Me ha ocurrido. Sin embargo, cosa curiosa, escribo junto a
una ventana que da a un pequeño parque infantil y el sonido de los niños que
juegan, se columpian, gritan…no me molesta. Incluso, a veces, giro la cabeza
hacia la derecha cuando los oigo para verlos, y luego sigo escribiendo sin
problemas.
A veces, paradójicamente,
es necesario que se produzca un silencio para que podamos oír o escuchar algo.
Por ejemplo, en una clase debe reinar, al menos durante algunos minutos, el
silencio para que los alumnos oigan la explicación del profesor o de otro
compañero; incluso que el profesor pueda escuchar debidamente las exposiciones
de los alumnos. En el cine, debe reinar el silencio pues de otra manera no nos
enteraremos de nada. Algo similar ocurre en un concierto o en el teatro. O
cuando en familia se está viendo la televisión y alguien habla se le manda callar;
sobre todo si se observa que van a decir algo más importante de lo habitual.
El silencio
es necesario para pensar aunque, evidentemente, podríamos hacerlo entre el
mayor de los barullos. Pero imaginemos qué ocurriría si un científico tuviera
que investigar, formular hipótesis y tesis en medio de un alboroto. No lo veo
muy factible. O simplemente el ama de casa que está preparando la comida y
recordando los ingredientes. Está
pensando, concentrada. Le hablan y se le puede olvidar agregar la sal o pierde
la cuenta de los cacillos de agua que debe echar a la paellera.
Al llegar a este punto del tema he recordado
una canción que se escuchaba mucho en mis años jóvenes, en aquellos programas
radiofónicos de discos dedicados. Era una milonga de Atahualpa Yupanqui “Los
ejes de mi carreta” que en parte de la canción decía:
No necesito silencio.
Yo no tengo en qué pensar.
Tenía, pero hace tiempo,
ahora ya no pienso más.
Estas palabras nos llevan a reflexionar sobre otro aspecto del tema que
estamos tratando. ¿Qué ocurre si nos encerramos demasiado en nosotros mismos,
en un silencio obstinado? ¿Es recomendable lo que algunos llaman el silencio
interior y que dicen sirve para conocerse mejor? No sé. A veces si nos
obcecamos en guardar silencio, en pensar demasiado pueden aparecer ciertos
fantasmas nada recomendables. Y en cuanto a lo de autoconocerse, tengo mis
dudas; lo que no significa que no respete la aceptación de otras muchas
personas pues, a juzgar por la cantidad de páginas que he encontrado en
Internet sobre este asunto, pienso que debe estar de moda. En una de las
páginas que he rastreado en busca de información sobre el tema, he encontrado
la siguiente frase: Hablar es una válvula de escape, un sistema de
seguridad necesario para no entrar en los límites de la locura cuando la
presión externa es excesiva. Más
me avengo a esta idea. Está comprobado que cuando una persona se guarda todos
los problemas, o las manías, puede acabar cayendo en una depresión, o puede
somatizar sus problemas a través de aparentes enfermedades. Aparecen, como
decía antes, los fantasmas, los recuerdos negativos, los presagios tristes,
incluso, dramáticos; la autocompasión que le conducirá a la tristeza. O sea,
nada bueno.
Peor, aun cuando el silencio es impuesto por
personas del entorno, por la sociedad, la educación, el ambiente, etc. Hablar es una válvula de escape…” –
. Los seres humanos necesitamos hablar,
comunicarnos. Decía Carmen Martín Gaite algo así como que a veces se escribe
porque no se tiene con quien hablar. No es necesario tomar al pie de la letra
ese no tener con quien hablar. Lo que ocurre, a veces, es que no tenemos con
quien intercambiar ideas que nos bullen en la cabeza, la impresión que nos ha
causado la lectura de una novela , lo que pensamos a cerca de los
acontecimientos que ocurren cada día…Muchas veces van las personas a una
reunión con la idea de plantear un tema ( o varios) que le parece interesante o
le preocupa pero resulta que casi siempre hay alguien que toma la voz cantante
y convierte la reunión en una especie de autobiografía o monólogo, o impone un
tema del que no hay manera de salir. Es el problema que tenemos los humanos que
como dijo alguien (¿Ernst Hemingway?) Se necesitan dos años para aprender a
hablar y sesenta para aprender a callar. Yo diría a escuchar.
Al arte de escuchar.
Y para terminar no querría dejar de
citar la importancia del silencio, en y, de la naturaleza. Ese del que tantos
hermosos versos compusieron nuestros poetas: Garcilaso de la Vega, Fray Luis de
León, San Juan de la Cruz…
Remito a Notas.
Espero haber sido capaz de seguir el
consejo que recogía más arriba de hablar para decir la verdad, no dañar a nadie, ser útil. Y, si ha valido
la pena perturbar vuestro silencio con lo que he dicho. O si por el contrario
me he ganado que alguien repita aquel famoso ¿¡Por qué no te callas!?
Notas.
-
A veces pongo entre signos de interrogación
el nombre del autor de una cita. La razón no es otra que haber comprobado que
no todo lo que aparece en Internet o nos llega a través de Facebook o wasap es
correcto, incluso cierto.
Textos consultados de los que se ha
extraído alguna cita y que se pueden leer como complemento del artículo:
“Cántico espiritual” ( S. Juan de la
Cruz )
…la
música callada,
la soledad sonora,
la soledad sonora,
Elegía del
silencio (Federico García Lorca) Obras completas. Aguilar.
Silencio,
¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?..
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?..
Sonetos del amor oscuro. (G.
Lorca) (Internet)
¡Ay
noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡Ay perro en corazón, voz perseguida!
¡Silencio sin confín, lirio maduro!) …
El
silencio del mar
brama un juicio infinito……
brama un juicio infinito……
Égloga III estrofa 10) (Garcilaso) en poesías castellanas
completas. Ed. Clásicos. Castalia
“En el silencio solo se escuchaba
el susurro de abejas que
sonaba” …
“Vida
retirada “(Fray Luis), poesías. Círculo de lectores
“Un no rompido sueño,
Un día puro, alegre, libre
quiero” …
………………….
“Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no
aprendido.
…………………………
“El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso rüido
que del oro y del cetro pone olvido…”
El silencio. Mario
Benedetti (Internet)
Qué
espléndida laguna es el silencio
allá en la orilla una campana espera
pero nadie se anima a hundir un remo
en el espejo de las aguas quietas
allá en la orilla una campana espera
pero nadie se anima a hundir un remo
en el espejo de las aguas quietas
……………………….
Fue tu silencio el que me dio todas las
respuestas.
………………………
Tu silencio encierra lo que no quiero escuchar, lo que me niego a oírte
pronunciar…
-
15 de P. Neruda -
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca…
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca…
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo
Silencio de Carlos Gardel
……..
Meciendo una cuna
una madre canta
un canto querido
que llega hasta el alma
porque en esa cuna
está su esperanza
………………….
Silencio en la noche
Silencio en las almas
Vuestros
comentarios serán bien venidos. Vuestro silencio será muy elocuente.
Me deja sin palabras y callado esta entrada acerca del silencio y su interpretación. Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que se dice del silencio aquí. Si aplicáramos los tres principios de Aristóteles para hablar, es cierto que hablaríamos poco. En España, desgraciadamente, la gente más que hablar, chilla. Y ante el grito y el silencio me quedo con el silencio. Luego está el fundamente de aquello que se dice y nuevamente, muchas veces, casi mejor callarse y no entrar a debatir, porque como muy bien dices en la entrada, para hablar se necesita a un interlocutor que sea maduro y que sepa escuchar. Pero no menos cierto es que el silencio con frecuencia lleva a grandes males entendidos y es bueno lo que dice Unamuno. Yo, personalmente, si lo que voy a decir no le va a gustar a quien lo va a escuchar y le va a herir y no voy a conseguir revertir la situación, me callo y a otra cosa mariposa.
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