INTRODUCCIÓN
Emilia
Pardo Bazán 1851-1921
“Cuentos
de Navidad” caso típico en que el título engaña. Es un conjunto de cuatro
cuentos que relatan sucesos acaecidos durante una Nochebuena pero que se alejan
de la temática habitual de la fecha. O no tanto.
Aunque
se fueron publicando por entregas, entre noviembre
de 1891 y febrero de 1892, constituyen temáticamente un corpus unitario, Es más, podría decirse que cada uno por separado no
responde exactamente a la idea de cuento pues el relato solo se cierra al final
del cuarto.
“El infierno” el 30-XI de 1891. “El Purgatorio” el 31 – XII
de 1981. “El Limbo” 1892. “El Cielo “el 8 del II de 1892
¿No
nos va a recordar en algo Cuento de Navidad (A Christmas Carol) de Charles Dickens? ¿Pudo Doña Emilia conocerlo? ¿Por qué no? En todo
caso las coincidencias pueden ser más producto de las tendencias de época que
de influencias personales.
Por ejemplo, en el de
Dickens, la acción ocurre durante la Nochebuena (duración, una noche) y es un
relato único,completo. Un hombre, Ebenezer
Scrooge recibe,
durante la Nochebuena, la visita de unos espíritus o fantasmas; el fantasma Marley,
el Fantasma de las Navidades pasadas, el Fantasma ce las Navidades
Presentes y el Fantasma de las Navidades Futuras.
Cada uno de los fantasmas lo lleva a visitar hogares donde viven
personas que a pesar de su pobreza son felices y humanitarias (todo lo
contrario, a él). Tras la última visita el avaro despierta y decide cambiar.
A pesar de que en el cuento que nos ocupa solo
aparece un espíritu o fantasma, ese paseo, en el de Dickens, por diferentes
tiempos y ambientes para que contemple donde están el bien y/o el mal no deja
de encerrar cierta semejanza.
Podría verse incluso una
cierta relación estructural. En el cuento de Dickens hay cinco partes. Una primera.
Breve, a modo de introducción (en el de Pardo Bazán sería el inicio del cuento
del infierno); la visita de Marley que viene a ser como el encuentro con el
poeta. A continuación, los tres fantasmas que coincidirían con las visitas a
los lugares de ultratumba y, por último, el despertar. Incluso en el hecho de
que el protagonista haya soñado.
Veamos ahora las
reminiscencias de la Divina Comedia.
Mas antes de adentrarnos en esa
deuda podemos recordar la que Dante podría tener respecto a Homero. Recordemos
que en el Canto o rapsodia XI de la Odisea, Odiseo (Ulises) visita la morada de
Hades (mundo de ultratumba o infierno) para consultar la manera de volver a su
hogar. Allí encontrará una serie de personajes desde su madre a Aquileo
(Aquiles) con los que dialoga. Este episodio lo relata el mismo Odiseo tras regresar
de dicho mundo con lo que se convierte, posiblemente, en el primer hombre que
ha podido volver de los infiernos y contar lo que ha visto. ¿No es esta una
deuda?
Pero volvamos al asunto que nos
ocupa. Elige, Doña Emilia, como Dante la narración en primera persona, el
personaje narrador. Aunque aquí, la protagonista es una mujer. No se encuentra
en una selva, (“Nel mezzo
del cammin di nostra vita mi ritrovai
per una selva oscura…”) pero sí en una noche oscura y fría y visitará unos parajes extraños y
misteriosos. Pero si aquí vamos a vivir la historia en una Nochebuena, la de la
Divina Comedia sucede en la Pascua de Resurrección y durante varios días.
Igual que Dante se hace
acompañar por un poeta que no podrá entrar en el cielo por ser pagano (Virgilio);
aquí el poeta, un fantasma que aborda a la protagonista. por ser suicida. La
figura fantasmal es un hombre.
El
poeta, como Virgilio en la obra de Dante aparece tan silencioso que parecía mudo.
“Yo conozco
a este hombre…le conocí en otro tiempo, cuando era niña… Un año después el poeta
se pegó un tiro…”. Ahora
se confirma que la protagonista es mujer (cuando era niña, hace 20 años) y el
fantasma se presenta “fui uno de los poetas menores del Parnaso
romántico”. (No
he conseguido localizarlo)
El fantasma le pide que lo siga y tras
introducirse por un pasadizo, van bajando cuestas, rampas y escalones. Todo va
recordando la Divina Comedia y además se cita a Virgilio. El silencio del
poeta, el paraje por donde transitan, el cansancio y el miedo que invaden a la
protagonista. La insistencia de su acompañante en que debe seguir por su propio
bien. Le adelanta que le mostrará todo el infierno, pero sobre todo le va a
hacer ver (aquí se separa de la Divina Comedia) cómo en el Infierno también
puede haber cierta piedad, la que se produce en la Nochebuena.
Vuelve
la reminiscencia dantesca pues “cruzamos
la puerta sombría con su lema en color oscuro”. Alusión a la extensa
inscripción que hay en la puerta del infierno en la obra de Dante” Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se
va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada; la justicia animó a
mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el
primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo
duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! “
A pesar
de que pasa revista a determinados pecadores y sus castigos, observa que el
Infierno está en silencio. Solo en un rincón alguien gime. No tiene derecho a
gozar del privilegio de la Nochebuena porque él cometió su crimen justo en esta
noche. El final del Infierno con escenas cruentas y terribles recuerda una vez
más a la obra original.
Agobiada
por este ambiente la protagonista le pide a su acompañante que la saque de allí
y él accede adelantándole que la va a llevar a ver la nochebuena en el
Purgatorio. “Mi Guía y yo entramos en aquel camino oculto,
para volver al mundo luminoso; y sin concedernos el menor descanso, subimos, él
delante y yo detrás, hasta que pude ver por una abertura redonda las bellezas
que contiene el Cielo, y por allí salimos para volver a ver las estrellas. (E
quindi uscimmo a riveder le stelle” (Dante)
Aquí
se inicia el segundo relato de Doña Emilia NOCHE BUENA EN EL PURGATORIO. Desde
el principio recuerda absolutamente a la obra de Dante. Primero domina la
descripción del lugar por donde transitan que, como veremos en su momento,
incluso estilísticamente se asemeja a la Divina Comedia. Allí los visitantes
conversarán con los condenados, aunque en este caso los sufrimientos no son como
los del infierno, ni eternos como aquellos. Entre los purgantes vamos a encontrar
a Margarita la protagonista del Fausto de Goethe que le relata su triste
historia.
En el
curso de esta conversación ocurrirá el milagro de la Nochebuena, al igual que
en el infierno. Aquí se manifiesta a través del cambio de la naturaleza. Un
árbol que florece y todo el ambiente tomando un aspecto casi primaveral. Todas
las almas se alegran y el poeta guía, que no podrá salir del infierno, exclama
la frasee con la que se cierra el relato “¡Felices los que esperan! ·
“Volví
de aquellas sacrosantas ondas tan reanimado …, purificado y dispuesto para
subir a las estrellas. (puro e disposto a salire
alle stelle “(-Dante)
Pasarán
nuestros excursionistas ahora al Limbo, dando así comienzo el tercero de los relatos
que componen este “corpus dantesco”: NOCHEBUENA EN EL LIMBO
Dedica
Dante a este espacio o estado de las almas solo el Canto IV del Infierno, en el
primer círculo. Aquí situó una inmensa multitud de hombres, mujeres y niños.
Pero sobre todo llama la atención que habitan el
limbo hombres célebre que fueron buenas personas, pero por haber vivido antes
de la venida al mundo del Redentor ni estaban bautizados ni pudieron alabarlo
debidamente. No tienen pues culpa, como no sea el heredado pecado original.
Entre ellos se encuentra el propio Virgilio. Su pena consiste en vivir con el
deseo sin esperanza. Allí están Homero, Horacio, Ovidio y Lucano. Incluso
encontraremos personajes no históricos como Héctor y Andrómaca, filósofos, etc.
No debemos pasar por alto una observación que hace
Virgilio a Dante y que recupera Doña Emilia: Cristo descendió al limbo y
rescató a Adán y Abel, a Noé, Moisés y Abraham; David, Israel con su padre y
sus hijos y a Raquel.
Por el contrario, nuestra protagonista entra en el
limbo por una puerta blanca, símbolo sin duda de la pureza que allí debería
habitar. Lo describe como una soñolienta mansión. Le dice al guía que no necesitará
que la acompañe a un lugar donde no habrá más que chiquillería. El
cristianismo, ya en esos años, ha insistido en la idea de que en el limbo están
los niños que mueren sin bautizar. Piensa nuestra escritora en una especie de
guardería infantil. Aquí precisamente hace mención a ese hecho que acabamos de
leer del rescate de determinadas almas. Lo dice de forma un tanto castiza: “las almas de los Santos Padres las sacó Cristo
cuando descendió después de su muerte; todas salieron de reata, cogidas a un
cabo de la cuerda con que los sayones habían amarrado al Dios-Hombre” Parece
que esta especie de amnistía no le convence a Doña Emilia.
Pero encuentra a personajes curiosos. El
primero un “rapaz “con “ojos
fascinadores de aguilucho”. Antes de seguir leyendo ya hemos adivinado que se
trata de Napoleón. Ahora lo describe y acaba reconociendo que está ante la
primera infancia del “capitán del siglo” confiesa que no pensaba hallar en el
limbo a semejante personaje. Nosotros tampoco según el concepto que tenemos de
dicho lugar. La conversación que tiene con el niño es aterradora. Nos da la
impresión de que Napoleón ya antes de nacer tenía ideas no solo imperialistas, sino
destructoras, sanguinarias. Claro, puede ser la visión que la autora tiene del
personaje. ¿Se inspira en la Leyenda Negra sobre él? Igual que Dante hunde en
el infierno todos los personajes que no le agradaban. (No he podido evitar que
me viniera a la memoria la visión de Napoleón que, años más tarde, dará Pérez-Reverte
en LA
SOMBRA DEL ÁGUILA en que le llama “enano,
petit caporal y petit cabrón”)
No obstante,
también hallará una inmensa chiquillería. Ante esta turba de criaturas la
visitante siente ternura. Los describe y relata como daba gana de ir cogiendo
uno a uno y besándolos. Es la parte más entrañable de todo el conjunto. Toda la
visita seguirá de la mano de Napoleoncillo. Se acerca el momento cumbre como en
los otros relatos. Pero curiosamente aquí lo que aparece es un crucificado y
los niños se asustan. Ante esa realidad la mujer le dice al niño que no llore
que esa cruda realidad es la vida y que salir del limbo es ir al martirio. Y el
crío, el rapaz, exclama “¡Pues yo
querría vivir!”
Nuevamente
tendríamos que hacer un breve inciso para señalar una coincidencia, tal vez
casual, no ya con la Divina Comedia, sino con la Odisea. En la rapsodia XI
hemos dicho que Odiseo encuentra entre otros a Aquiles. En su conversación con
este, intentando reconfortarlo por su condición de muerto le dice:” …. Ahora estando aquí imperas poderosamente sobre
los difuntos. Por lo cual, oh Aquileo, no has de entristecerte porque estés
muerto.” A lo
que Aquileo responde: “No
intentes consolarme de la muerte…preferiría ser labrador ...a reinar sobre
todos los muertos”
Por fin llegamos al cielo NOCHEBUENA
EN EL CIELO.
Es aquí donde doña Emilia se aleja un tanto
de la Divina Comedia. El cielo de Dante tiene un carácter más culto, es más
erudito.
Continúa, eso sí, con un lenguaje tan poético
como el del florentino, pero la temática difiere algo y, sobre todo se acerca más
a la época en que supone que la protagonista está recorriendo los mundos de
ultratumba.
La mujer, a partir del limbo ya no es
acompañada por el fantasma del poeta suicida. Va sola y reconoce que no sabe cómo
ha llegado a este nuevo espacio. Lo describe con bellísimas comparaciones y
metáforas. Pero, de la alegría de verse en tan maravilloso lugar pasa a sentir desilusión:
“azul encima, azul debajo, azul alrededor, azul por
todas partes…; no solo era raro sino monótono y sin pizca de chiste” Parece
reflejarse aquí una idea que no responde a las enseñanzas del Catecismo, pero, quizá
muy de acuerdo con la personalidad de nuestra autora. El cielo parece ser un
poco aburrido. Pero mientras anda con estos poco respetuosos pensamientos aparece
ante ella un hombre que le recuerda a Cervantes (no habría estado mal que lo
colocara en el cielo) y resulta ser Torcuato Tasso, llamado en su tiempo el
Cisne de Mantua, autor de LA JERUSALÉN LIBERADA que se dirige a ella en
“melodioso italiano del Seicento”.
El nuevo y no suicida y triste poeta adivina
sus pensamientos y se dispone, dado que esta noche le está permitido, a
explicarle ciertos pormenores del lugar donde se encuentra, así como algunas verdades,
algo diferentes de lo que siempre nos han enseñado. Mantiene un diálogo, como
en la Divina comedia Dante y Beatriz, y al final de las explicaciones el poeta
la invita a relacionar sus ideas con la música, pero ella le pide que mejor
recurra a las letras que a las notas. Tasso entonces le dice que si entra en el
cielo gozará de la presencia y la charla de todos los grandes artistas que en
el mundo han sido.
Cuando van a dar las doce, puesto que no puede
faltar tampoco aquí la Nochebuena, la lleva a contemplar el nacimiento de Cristo,
pero de una forma un tanto distinta a como a ella y a todos los cristianos lo
han contado. Llegado a este punto la peregrina cree ver todo inundado de una
luz extraordinaria y el poeta le dice que no hay tal luz, que es su
imaginación. “Aquí faltó la fuerza a mi elevada fantasía, pero
ya eran movidos mi deseo y mi voluntad, como rueda cuyas partes giran todas
igualmente, por el Amor que mueve el Sol y las demás estrellas. (l’amor che
move il sole e l'altre stelle.) “(Final en La Divina Comedia.)
Quizá falta ese cierre de cada parte con la hermosa
palabra “estrella “(stelle)
Y se vuelve
a la realidad. La autora nos da un final que, en mi opinión, no merecía esta obra,
aunque breve de cierta grandeza. No es lo negativo el hecho de que todo haya
sido un sueño, sino la manera de exponerlo.” ¿Necesita
el lector que escriba el clásico desperté? En mi opinión, esta frase es precisamente lo
que no habría necesitado el lector. Una escritora de su talla debería haber
resuelto el final de otra forma.
Hemos analizado el contenido de los cuentos,
poniéndolos en relación con otros textos con los que guarda, a veces, bastante
semejanza. Esta forma de tratar el tema nos ha dado una visión de las ideas de
la autora que desde el punto de vista del cristianismo difieren algo de Dante.
No podemos olvidar que el autor florentino escribe y piensa con una mentalidad
aún muy próxima al medievo y Doña Emilia en una época en que ya el espíritu
cristiano ha recibido las influencias de la filosofía y el racionalismo del XVIII,
así como el positivismo y materialismo del XIX. Unamos a ello las ideas
románticas y tenemos este resultado.
Parece
que coincidiendo con la muerte de su padre en 1890 su obra evolucionó hacia un
mayor simbolismo y espiritualidad, algo que se observa sobre todo en los
cuentos y relatos (más de 500) entre los que se cuentan estos que comentamos.
Como casi siempre ocurre, al leer un texto nos
dejamos impresionar sobre todo por el o los contenidos. Pero al lector avezado
en las lides de la lectura y comentario de textos no le pasarán inadvertidos
otros aspectos, no menos interesantes.
La descripción del ambiente en que se
encuentra nuestra protagonista es magnífica. Detallada, como no podía ser menos
en una escritora que pertenece al movimiento realista. No falta ni la alusión a
la comida. Es curioso que cite la sopa de almendra que no es plato típico
gallego sino de ambas Castillas. La compota puede hacerse con diferentes
frutas, no especifica, pero en todo caso pertenece a la época, se suele cocinar
con frutas de otoño (hoy vale cualquier época) y quizá es universal.
Este principio encaja perfectamente con el
final. La mujer acurrucada en su mesa camilla o echada en el sofá envuelta en
una manta acabó por quedarse dormida mientras decidía si salir o no. Y en ese
duerme-vela tuvo este sueño, casi pesadilla. Algo muy típico de este dormirse a
horas fuera de lugar.
Se cierra el párrafo con una frase en la que
destaca el uso de sustantivos yuxtapuestos ordenados en sentido ascendente que
estilísticamente nos remiten, con todas las salvedades convenientes, al final
del soneto de Góngora “Mientras por competir con tu cabello”
Siguiendo con los rasgos realistas no podemos
obviar la semejanza de “la ciudad
episcopal dormía “con “la
heroica ciudad dormía la siesta” con que se inicia LA REGENTA.
En general, el estilo en lo que a la
narración se refiere, con las descripciones de ambientes y lugares responde al
realismo.
No obstante, algo hay en estos cuentos que nos
retrotraen a un romanticismo que, si bien ha sido superado, nuestra autora
debió conocer bien y tal vez en su juventud algo le debió impresionar. Lo vamos
a intuir en la situación temporal de los cuentos: Nochebuena, misa del gallo y
el ambiente fantasmagórico que nos recordará. aunque levemente, la leyenda de
Bécquer “Maese Pedro el organista”
Aún nos remitirá en algunos momentos a EL
ESTUDIANTE DE SALAMACA de Espronceda.
Cando leemos el segundo párrafo de EL
INFIERNO “Bañada por la misteriosa claridad de la
luna…Extensas zonas de sombra y sábanas de infinita blancura argentada
alternaban en las desiertas calles...” con otras palabras como “solitarias…, fantásticamente viejas…, adustos…,
cerrados caserones…, medrosos sombríos soportales…” encontramos
además de una bellísima y poética descripción de ambiente nocturno una clara
reminiscencia de aquellos versos con que casi se inicia el poema de Espronceda
“Era la hora en que acaso
Temerosas voces suenan
Informes, en que se escuchan
Tácitas pisadas huecas´
Y pavorosos fantasmas
Entre las densas tinieblas...
………………………..
El cielo estaba sombrío,
No vislumbraba una estrella,
Silbaba lúgubre el viento...
Seguimos
leyendo y “El bulto embozado que a través de aquellos túneles
de piedra se desliza a paso de fantasma…
Siento que la sangre se congela en mis venas…el bulto saliendo de las
tinieblas…se dirige hacia mí “
Y en EL
ESTUDIANTE
“El vago
fantasma que acaso aparece
Y acaso se acerca con rápido pie…”
Continuemos:
“¡Yo conozco a este hombre…es decir yo le
conocí en otro tiempo”
En
Espronceda:
“Empero un momento creyó que veía
Un rostro que vagos recuerdos quizá…”
Así
como en el cuento de Doña Emilia, el fantasma, en principio no habla (hemos
visto que al igual que Vigilo en la Divina Comedia), en la obra de Espronceda,
Elvira de quien es el fantasma, tampoco habla, pero invita al estudiante a
seguirla.
Aún nos queda un breve recuerdo de la obra
romántica. El lugar. En EL INFIERNO leemos que la protagonista,
siguiendo a su fantasma se dirige a la Catedral y está en la zona llamada
Quintana de Muertos.
Estamos pues, ya lo habíamos intuido, en Santiago de Compostela.
Junto a la Catedral se encuentran las zonas llamadas la Quintana de los vivos y
de los muertos. Están separadas por
unas escaleras. Ambas Quintanas están en uno de los laterales de la Catedral,
precisamente en el que se encuentra la Puerta Santa. La parte que está a un
nivel más bajo fue, en su momento, un cementerio de la ciudad, originado a
finales del siglo XI, de ahí el nombre “Quintana de Muertos”. Estas escaleras
simbolizan el tránsito, la bajada de la vida a la muerte. ¿No nos trae el
recuerdo de
“Una calle estrecha y alta, / la calle del Ataúd…”?
Pasemos a otro aspecto. Está claro
y es natural, el idioma, el lenguaje está al servicio del contenido y su
manifestación artística o estética. Abundan las descripciones detalladas y muy
expresivas, razón por la cual la adjetivación es abundante. También, a veces,
usa de un lenguaje metafórico y en bastantes ocasiones de clara influencia
dantesca.
Por un
lado, volvemos a la influencia dantesca apreciable en frases, incluso en
párrafos. Por ejemplo: “Parecíame que se extendiese sobre
nosotros una nube lúcida, densa, sólida y bruñida, como un diamante herido por
los rayos del Sol. (Divina Comedia) “…me sentí
envuelta en una ola azul, sutil, delicadísima, que compararía a la turquesa
disuelta, si hubiera visto, alguna vez y en alguna parte la disolución de una
piedra preciosa.” (Cuento
de EL
CIELO) “Un suave color de zafiro oriental, contenido
en el sereno aspecto del aire puro hasta el primer cielo, reapareció delicioso
a mi vista en cuanto salí de la atmósfera muerta, que me había contristado los
ojos y el corazón” (Canto I Purgatorio)
En cuanto a la
aportación más personal cabe destacar la adjetivación. El Infierno se abre con
la descripción de un ambiente acogedor. Los adjetivos Frío siberiano; cerrada
habitación; tibia faldamenta; notas,
trémulas de regocijó, del Hosanna,
sirven para oponer el
ambiente cálido en donde se encuentra la protagonista al fío exterior con el
que se encontrará si sale; por otro lado ¿cómo privarse de la música que
regocija el espíritu?
De ese ambiente
hogareño y cálido pasamos a la calle, en plena noche, una noche de invierno que
contrasta rotundamente con la habitación que acaba de dejar. Aquí los adjetivos
pasan a ser misteriosa claridad de
la luna que proyecta zonas de blancura
argentada; las calles son desiertas,
solitarias, viejas; los caserones adustos
y los soportales sombríos.
¡Qué poco ha necesitado la autora para ir situándonos,
adentrándonos en la magnífica aventura que va a vivir su protagonista, y el
lector con ella!
Seguirá la autora,
valiéndose del lenguaje, llevándonos de la mano a donde quiera: asombro, miedo,
repugnancia, compasión…
No será solo la
adjetivación, todo el léxico estará al servicio de sus intenciones. Así con
expresiones como bulto embozado, fantasma y la sangre se congela en mis venas consigue
que algo similar le empiece a ocurrir al lector que paulatinamente irá
sintiendo más agudizada la necesidad de leer hasta ver en qué acaba esto.
Continúa con frases que nos van llevando tanto a la
nocturnidad romántica como al miedo olas de luz lunar y su faz de cera. Esta forma de
presentar la iluminación tan especial que aporta la luna (más arriba hemos
visto otro ejemplo) nos va a recordar una acotación de LUCES DE BOHEMIA.
Iniciamos con la
protagonista el descenso al infierno siguiendo a un fatídico guía, primero por cuestas, rampas, escalones
escabrosos y pendientes que se irán convirtiendo
en despeñaderos pedregosos, tajos inmensos, gigantescos
pedruscos, hasta llegar a una playa árida en un mar aceitoso con olas de un gris de plomo. ¿Se puede ser más expresivo? Creo que no.
Como no querría resultar prolija señalaré como sigue en esta
línea al describir a las almas de los pecadores del infierno y el purgatorio,
aunque como se ha dicho ya con una clara
reminiscencia dantesca.
También será digno de señalar la función de los colores.
Hemos visto olas de gris de plomo opuestas a resplandores rojizos. Como estamos en una noche que podríamos calificar de
mágica, veremos como una luz roja se va convirtiendo en blanco fulgor sideral.
Conforme nos
acercamos al purgatorio colores y luz van cambiando. Así el cielo se viste de
un dulce color de zafiro oriental, el oleaje ahora es fosforescente,
Si en el infierno domina el color rojo, en el purgatorio el
color es el verde representado por abundante vegetación
Al limbo se entra por
una puerta blanca y la autora lo califica de soñolienta mansión. Aunque aparece
el rojo en los sueños de guerrero de Napoleón. El léxico pasa a ser afectivo,
pues la protagonista está en ese mundo donde se supone que solo hay niños,
algunos apenas recién nacidos. Términos como rapaz, rorro coloradillo; diminutivos: cabecitas, bracitos,
Napoleoncillo. Todo lo envuelve un tono
afectivo. Incluso en un momento la visitante dice que le daba gana de abrazar a
aquellos pequeños.
Y llegamos, por fin, al cielo. El léxico se torna alegre,
poético e, incluso coloquial. Dominan la luz: empíreo radiante, hilo de
luz, estrella; el color azul, turquesa, azul encima, azul debajo, azul alrededor,
azul por todas partes, tonos cerúleos; música: violines, violas, arpas; alegría: alegría y exaltación de todo
mi ser, me puse alegre como unas pascuas, gozo, júbilo…y para terminar luz y más luz que la llevará a volver a la
realidad.
Creo que como muestra
es suficiente. Los lectores pueden encontrar bastante más, dependiendo de sus
características personales. Y si agregan algún comentario será bien recibido
¿Pero cómo vamos a añadir nada tus lectores , si tu lo has puesto todo? Y con tanto detalle que creo que te has dejado influir por la condesa de Pardo Bazán, el gusto por el detalle, la descripción del paisaje y las comparaciones con otras obras literarias. Todos somos hijos de nuestras lecturas. En cuanto a la relación romanticismo-realismo tenemos que recordar que el romanticismo tardío coincide en el tiempo con el realismo. Magnífico comentario, como todos los tuyos.
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