-
Suena
el teléfono. ¿Quién puede ser? Me pregunto mientras acudo a descolgar.
- ¿Diga?
- ¡Hola soy yo!
- ¡Constanza!
¿Has vuelto ya de tu Extremadura?
- ¡Guasona!
Tú siempre con reminiscencias literarias. Claro que he vuelto y por eso te llamo. Como
tengo mucho que contar te propongo una escapadita a comer y así tenemos tiempo.
Es que si me pongo a escribírtelo no acabaré en un año.
-Pero ¡si han sido tres días!
-Ya pero como
he estado otras veces quiero relacionar todos los viajes, reunirlos y quedarme
con una visión completa.
-Pues tendrás que resumir
-Sí. Por supuesto. ¿quedamos el miércoles?
-Espera que
piense y mire mi calendario…Pues sí. Puede ser el miércoles. ¿Dónde siempre?
-De acuerdo. A las dos. Yo reservo.
-Hasta entonces. Un beso.
Colgué
el teléfono y pensé que tendría que preparar la grabadora porque cuando
Constanza se pusiera a contarme sus tres viajes a Extremadura me perdería. Si
no recuerdo mal había estado por aquellas tierras hace muchos años, con sus
hijos pequeños, cuando iniciaron los viajes de verano recorriendo los campings
de España con su enorme tienda de campaña. Años después, creo recordar que
volvieron solos e incluso entraron en Portugal. Espero que no pretenda unir
también este viaje pues tendríamos que recurrir a dos comidas ¡por lo menos!
¡Menuda comida me espera! Eso sí volveré a casa con un conocimiento exhaustivo
de la zona.
Llegado el día, como había pensado, cogí la
grabadora lo que me permite hoy reproducir casi al pie de la letra nuestra gastronómica
conversación. En fin, lo de conversación es un decir pues más bien fue un
monólogo, una conferencia o no sé cómo llamarle. Constanza hablaba y hablaba. Yo, a veces
preguntaba algo para darme tiempo a digerir todo lo que estaba escuchando.
Nos encontramos, nos besamos, nos sentamos en
una mesa un poquito apartada, pedimos el menú del día (berenjenas a la miel,
bacalao con salsa de no sé qué y postre. Un vasito de vino. Y café) y empezó a
hablar. Yo, la quiero mucho pero cuando entra en materia de viajes, le temo. No
pudo evitar recordar a aquel Don Ermeguncio de Moratín, aunque Constanza no es
pedante.
-Pues como te comenté es la tercera vez que
visito Extremadura. La verdad es que, si bien he de reconocer que es una tierra
magnífica, no entiendo muy bien esta fijación. El caso es que andamos queriendo
recordar viajes que ya hicimos y se nos ocurrió empezar por aquí, mejor decir
por allí. Recuerdo que las dos veces anteriores me quedó un recuerdo muy
bonito, pero ahora me ha decepcionado un poco; por eso quiero relacionar los
tres viajes.
Por aquellos años, recordarás que habíamos
descubierto la ventaja de alojarnos en un camping y andábamos de acá para allá
con varios críos, una enorme tienda de campaña y muchas ilusiones.
-Sí recuerdo algunos
episodios de vuestra vida de campistas. Pero ahora no habréis querido
rememorara también eso.
-Qué va.
Hemos ido en tren que es muy cómodo y como hay, hasta cierto punto, buenas
comunicaciones, permite cierta libertad de movimientos.
En el viaje de julio del 93 que llevaba incluido Portugal (no te asustes
ese ya te lo contaré otro día) como íbamos con nuestro coche hicimos una parada
en Tembleque pues yo estaba empeñada en ver su Plaza Mayor. Esto de las plazas
Mayor me trae de cabeza me encantan.
Seguimos hacia Guadalupe. ¡Qué
carretera!, ¡Qué mareo! Llegamos, vemos el Monasterio, hago fotos y cenamos y
dormimos allí. Al día siguiente tempranito un paseo por el pueblo, casi
desierto, para hacer fotos y esperar que sus habitantes se despierten y podamos
desayunar.
De allí a Trujillo. Uno de los
pueblos españoles más bonitos que he visto jamás.
Pasamos por el parque de Monfragüe.
Impresionante. Recuerdo que me dio mucha rabia no poder fotografiar un árbol
casi esquelético que albergaba un montón de nidos de cigüeñas. Era
fantástico. Y camino de Plasencia
visitamos Cuacos de Yuste y Garganta de la Olla. En Yuste y La Garganta ya
estuvimos en el primer viaje, cuando íbamos con mis niños.
Pues, a lo que íbamos. Salimos de aquí el domingo …hubo un pequeño
problema. Tuvimos que ir a Alicante a coger el AVE para Madrid. Resulta que yo
lo había pensado muy bien. El domingo, después del puente del Pilar casi todos
los puenteros estarían ya en casa. De hecho, lo tuve fácil para reservar hotel
en Madrid. Pero al ir a sacar los billetes, tres días antes, nos encontramos
con que no queda ni una plaza. Solución, lo que te he dicho. Como el AVE (que
dicho sea de paso era un ALVIA) salía de alicante a las 10´15 tuvimos que salir
de Murcia en un Cercanías a las siete y cuarto. ¡Yo que había planeado salir
casi a la una, levantarme como siempre, etc. etc.! El resto del viaje, sin
problemas.
Pero como no hay mal que por bien no venga,
llegamos a Madrid a hora de comer, justo frente al hotel y quedamos para cenar
con mi hijo y su chica. A otro día, a media mañana salimos para Cáceres con un
poquito de retraso, pero nada del otro mundo. Llegamos también con tiempo para
comer en el mismo hotel. Como es lunes me veo mi novela de la tele (algún vicio
he de tener) y salimos a dar una primera vuelta por la ciudad.
Recuerdo que en el viaje anterior camino de
Cáceres visitamos Coria (la del bobo) y su hermosa catedral casi en ruinas. No
quiero pensar cómo estará hoy si alguien no ha decidido poner remido. Nos instalamos en el camping “Ciudad de Cáceres” en
cuyo bar había unos carteles que decían:” paella para dos personas humanas”, “sardinas del mar” y
“montados de lomo de un cerdo”. ¡Qué risa!
Ahora nos hemos hospedado cerca de la Plaza
Mayor, que, dicho sea de paso, estoy deseando ver pues recuerdo que la primera
vez me causó una fuerte impresión. Esa escalinata con el Arco de la Estrella al
fondo. Como sin duda sabes data del siglo XVII. La forma oblicua del arco tiene su
origen en que fue construido sobre otro del siglo XV para permitir con su mayor
altura el paso de los carros. Su nombre se debe a la presencia en su cara
interior de una imagen de la Virgen de la Estrella.
Arco de la Estrella |
Pero creo que la Plaza está hoy demasiado concurrida y llena de terrazas
de bares y restaurantes. Me parece recordar que la otra vez la vi más limpia de
estorbos. Subimos a dar un primer vistazo a parte de la ciudad medieval. Como
solemos hacer últimamente buscamos para hacer merienda- cena una
cafetería-confitería. Acierto. Bien y barato.
Es una rara costumbre nuestra madrugar y salir
a visitar las ciudades antes de que pongan las calles. No nos molesta nadie a
la hora de hacer fotografías, pero encontramos barrenderos, carros de basura,
furgonetas de reparto, y todos nos miran como si estuviéramos locos. La verdad
es que tal vez lo estamos un poco. Yo empiezo a pensar que podríamos haber
dormido una horita más.
Recorremos la ciudad que yo recordaba bastante bien de las veces
anteriores. Traspasada la entrada
encontramos la Torre de Bujaco, construcción defensiva árabe del
siglo XII.
Seguimos por una de esas calles
estrechas en las que se respira una cierta nostalgia medieval, y llegamos a
la Plaza de Santa María, auténtico centro neurálgico de la ciudad
vieja donde destaca la impresionante
Concatedral de Santa María, construida sobre un templo del
siglo XII. El edificio actual data del siglo XV y en él se dan elementos
románicos y góticos. ¡Esta manía de derribar y construir sobre las ruinas! Es
imprescindible detenerse ante el precioso retablo de madera, del siglo XVII.
Catedral |
En la misma
plaza se halla el Palacio Episcopal de estilo
gótico-renacentista (según la fachada que contemplemos)
Damos ahora con la Plaza
de San Jorge, unida a la de Santa María y que sirve de nexo entre la parte
alta y la parte baja de la ciudad. Allí podemos descubrir una hornacina que
alberga al Santo que da nombre a la plaza. Aquí, además, se ubica la Iglesia
de San Francisco Javier, de estilo barroco (siglo XVII).
San Jorge |
A partir de
aquí y ahora, vamos a subir y bajar algunas escaleras. La verdad es que he
vuelto con las rodillas algo maltrechas. Iremos viendo la Casa de los Solís con su preciosa fachada gótica del
siglo XV y que destaca por su hermoso arco de entrada. Frente a ella, otra
impresionante edificación: la Torre de Sande, del siglo XIV. Desde
luego, en Cáceres faltan ojos para ver todo lo que cada callejuela y cada plaza
nos muestran.
Nuestro callejeo nos llevará a la Plaza de San
Mateo, en la cual destacan la iglesia dedicada al santo y el Convento
de las Clarisas. A la izquierda de la iglesia se levanta la llamada Torre
de las Cigüeñas, en realidad Palacio de los Cáceres-Ovando.
Destaca el hecho de que esta torre conserva intactas sus almenas, al contrario
que el resto (como por ejemplo la Torre de Sande), que fueron desmochadas por
orden de los Reyes Católicos como medida para terminar con las guerras internas
con las que los nobles de la ciudad entretenían su tiempo.
-Bonita manera de distraerse- interrumpí para dar una
tregua a Constanza y que comiera pues yo ya estaba haciendo la digestión del
primer plato mientras ella aún lo tenía prácticamente intacto y el camarero nos
miraba deseoso de servir el siguiente que seguro se les iba a enfriar. Agregué
algunos comentarios acerca de lo que me había contado y cuando vi que había
dado cuenta de sus berenjenas le hice al camarero un casi imperceptible gesto
que el pobre hombre comprendió. Raudo como la centella se aprestó a servir el
segundo.
- ¡Qué ricas estas berenjenas! Continúo. Saliendo de
la plaza y siguiendo la calle Condes encontramos el Palacio de los
Golfines de Arriba, que llama la atención por su monumentalidad y en el que
a día de hoy se ubica el restaurante del mismo nombre. ¡Menudo cambio!
En la Plaza
de las Veletas, situada junto a la de San Mateo, damos con la Casa o Palacio
de las Veletas, en la cual se ubican el Museo Provincial y
el célebre Aljibe árabe de la ciudad que visitaremos por la
tarde. Es muy interesante y en cuanto al aljibe, solo me asomé un poquito pues
para verlo bien hay que bajar unas escaleras muy escabrosas. También es cierto
que he visto otros.
Va siendo hora de comer. Nos sentamos en una terraza
frente al Arco de la Estrella. Me habría gustado comer las migas del pastor,
pero veo que se sirven con huevo frito y esa combinación no me atrae. Y no sé
por qué pues las he comido con toda clase de acompañamientos: pescado frito,
longaniza y trocitos de magro, melón, higos, ¡con chocolate!, pero ¿con huevo
frito? Total, que me inclino por carne de cerdo para variar.
Como hemos madrugado y llevamos
varias horas andando nos vamos al hotel a descansar un poquito.
-Y a ver tu novela. ¿No?
-¡Yeees!. Por la tarde continuamos y vemos, como ya he dicho el museo y el aljibe.
También recorremos otra zona de extramuros. Atravesando el Arco de Santa Ana,
reconstruido en el siglo XVIII, llegaremos al Adarve del mismo nombre.
Adarve |
- ¿Qué es eso de adarve?
-Los adarves son estrechos pasadizos que
recorren el perímetro amurallado de la ciudad. Su angostura y antigüedad los
convierte en lugares mágicos, con un encanto especial. El de Santa Ana tiene
algo extraño que no sé describirte, pero emociona. Termina casi en el Arco de
la Estrella, frente al Palacio de Moctezuma. Se trata de un
edificio impresionante del siglo XVII que debe su nombre a que fue reconstruido
por un descendiente de Isabel de Moctezuma, hija del último emperador azteca.
Cabe destacar también el Palacio de Carvajal, del siglo XV con un precioso patio interior; la
Calle de la Amargura para entrar en un nuevo adarve: el Adarve
del Cristo. No podemos olvidar la Judería con sus típicas calles estrechas.
Curioso el Rincón de la Monja y un último
adarve: El de Mérida.
Se hace de noche, hay que pensar en
cenar. Lo hacemos igual que el día anterior. Paseando volvemos a nuestro Hotel.
Queremos acostarnos temprano pues mañana vamos a Mérida y el tren sale a las 8.
O sea, hay que levantarse a las seis y media, tomar un taxi, llegar a la
estación, sacar billete y desayunar allí.
Amenaza
lluvia. Hemos de cargar con los paraguas. Llegamos a la estación con tiempo.
Sacamos billete de vuelta para las seis. Nos informamos del viaje a Plasencia.
Nos vamos a la cafetería a desayunar. El viaje se nos hace corto. A las 9
estamos en Mérida. Un taxi nos deja en la puerta del Museo, pero antes de
entrar nos apetece otro café.
Decidimos
empezar por el Museo porque está empezando a llover y además hace fresco. ¡Qué
maravilla! La vez anterior quiero recordar que estaba aún en obras. Te cuento
un poco del Museo, aunque es algo que hay que ver para disfrutarlo de verdad. El edificio es una construcción
ideada por el arquitecto Rafael Moneo que consigue trasladarte al Imperio
Romano. Impresionantes mosaicos originales
Magnífico mosaico |
Esculturas
de todas las épocas, cerámicas, joyas, A mí, como siempre, lo que más me atrae
es la cerámica, aunque aquí no se puede dejar de mirar y ver nada. Se impone un
poco de discusión con mi marido porque se empeña en fotografiar todo, todo, y
es agotador ir esperándolo sala por sala. Debimos estar dos horas como mínimo dentro.
Al salir
comprobamos que, efectivamente había llovido. ¡Perfecto! Ahora ha clareado y
vamos a visitar toda la zona monumental. Esta zona era el centro de ocio,
diversión y entretenimiento (algo salvaje a veces, dicho sea de paso) de
Augusta Emérita, que como sabes era el nombre romano de la que fue villa romana
importante de Hispania.
Iniciamos el
recorrido por el Anfiteatro que acogía luchas de fieras, combates entre
gladiadores, recreaciones bélicas y hasta ejecuciones de esclavos. Las piedras
que aún se conservan son la huella de un aforo que llegaba a los 10.000
espectadores. Cuando contemplas dicho espacio aun te parece oír los vítores,
aclamaciones, gritos, rugidos de animales. Se puede entrar en las estancias en
las que enjaulaba a luchadores y fieras, y hasta pisar el que era el campo de batalla,
pero en mi caso puede más el malestar que me producen tales recuerdos que la
curiosidad. Es también lo que me ocurre cuando me proponen visitar catacumbas,
cárceles o uno de esos lugares donde tuvieron presos y eliminaron judíos, o la
casa de Ana Franc.
Siguiendo el itinerario de la visita, llegamos
al lugar que yo espero con ansiedad: el monumental teatro romano. Las columnas
de mármol, los dinteles, las esculturas e incluso la base de la escena son
piezas originales del teatro romano. Si bien, cuenta la información leída, los
visigodos destruyeron el teatro empleando las sillerías para reforzar la
muralla de la ciudad, estos elementos se hallaron en excavaciones y su
restauración ha sido un rotundo éxito que recrea fielmente el escenario más
refinado del mundo cultural de la antigua Mérida... ¡Menos mal que a veces se
hace algo bien! No necesitas que te recuerde que sigue en funcionamiento y los
meses de julio y agosto acoge su Festival Internacional de Teatro Clásico.
¡Como me gustaría verlo alguna vez, con una de esas grandes actrices (Nuria
Espert, concha Velasco…) representando los papeles de aquellas heroínas que
siempre nos impresionaron! Pero no solo eso. Sueño con verme yo sobre el
escenario haciendo una Antígona, Andrómaca, Clitemnestra, Electra, Medea,
Hécuba…
-Pero bueno. No sabía yo que
el gusanillo del teatro fuera tan fuerte en ti. Recuerdo que siempre te ha
gustado, que has hecho algo, has dirigido, pero esto…
- ¡Chica, es mi parte oculta,
misteriosa!
- Ya veo. Oye, ¿y si nos vamos
yendo que los camareros empiezan a mirarnos con cara de pocos amigos y nos
instalamos en un rinconcito de algún café a continuar con tu viaje?
-Perfecto.
Pagamos y nos fuimos. Por la
calle anduvimos hablando de otros asuntos: maridos, hijos, nietos, lo normal.
Como habíamos acordado nos instalamos en un acogedor rincón de un ídem bar y
seguimos con el viaje de Constanza que tenía trazas de no acabar.
-Pues como te decía me
emocioné una vez más al verme en aquel impresionante lugar. Estuve contemplando
desde la parte superior de las gradas (donde curiosamente se dice que se
situaban mujeres, libertos y esclavos) el magnífico escenario. Ni que decir
tiene que hice fotografías. Creo que te envié una al móvil.
Teatro romano |
En la misma zona se pueden visitar los restos
de las termas, el acueducto de San Lázaro. y el
antiguo Circo Romano.
En el centro de información nos aconsejaron
que de camino a la ciudad visitáramos la Casa de Mitreo Así lo hicimos. Muy
interesante. Con unos preciosos mosaicos en el suelo y muy completa. Continuamos
hacia el centro de la ciudad moderna donde veremos el puntee romano sobre el
Guadiana, el Pórtico del Foro la Alcazaba árabe, y,
por fin, tras muchas vueltas y preguntar ya bajo un aguacero del demonio
conseguimos llegar al Templo de Diana.
Llegar a Cáceres, cenar donde
siempre y ¡a la cama! Estaba muertita.
Al día siguiente tocaba ir a Plasencia. El
tren salía a las 7 y cuarto. ¡Otro madrugón! Iba ilusionadísima pues guardaba
un recuerdo muy bonito de la ciudad. Siento decirlo. Me produjo una gran desilusión. Considerada
la capital del norte de Extremadura. Es conocida como la Perla del Norte o la
Perla del Valle.
Llegamos, como te puedes imaginar, muy
temprano. La Plaza Mayor que otras veces me había impresionado, la encontré
sucia, abarrotada de toda clase de vehículos, y no por la hora, siguió así todo
el día. Menos mal que el simpático reloj con personajes de la torre del
Ayuntamiento sigue ahí.
El Palacio Municipal (Casa Consistorial)
es un edificio del siglo XVI de estilo gótico renacentista que incluye en la
fachada una doble arcada. Pero ya te digo, casi no se podía contemplar.
Casa Consistorial. Reloj |
Iniciamos el recorrido por la ciudad.
Responde poco a lo que he leído en las guías. No recuerdo bien el orden que
seguimos, pero da igual. Digamos que llegamos, de buenas a primeras, a la Plaza de la
Catedral, en la que se
encuentran las dos catedrales de Plasencia. La Catedral Vieja, estilo de transición del románico al gótico. Su construcción comenzó en
el siglo XIII y fue ampliada a mediados del siglo XV. En la fachada se
encuentra una bella portada románica, con arco de medio punto. Me llamó la
atención que en lugar de torre tiene espadaña.
La Catedral Nueva comenzó a construirse en 1498 y se finalizó en 1578. Tiene dos bellísimas
fachadas renacentistas, de estilo plateresco. La fachada principal es obra de
Juan de Álava (1558); y la fachada del Enlosado o de Siloé, más antigua, es
obra de Diego de Siloé y es anterior a 1548.
Catedral Vieja |
Catedral Nueva |
En la nave central destaca el Retablo Mayor, del siglo XVII. También tiene un
bonito coro
En la Plaza de la Catedral podemos ver la Casa del Deán, del siglo XVII, en la que destaca el
balcón en ángulo, (uno de esos bonitos balcones renacentistas que también hay
en Cáceres, abundan en Trujillo y en Úbeda. Incluso hay uno en Albarracín). con
las columnas de estilo corintio y el escudo de la familia Paniagua de Loaisa.
Balcón de la Casa del Deán |
Rodeando las catedrales y caminando unos
metros hacia el sur-este podremos ver parte de las murallas que rodeaban la ciudad de Plasencia
desde el año 1200. En la actualidad se conservan 21 de las 71
torres originales de la muralla. la Torre
Lucía (o Torre de
Lucía), es una de las mejor conservadas. En ella se encuentra el Centro de la
Fortaleza y Ciudad Medieval, que ofrece información sobre la desaparecida Fortaleza, la
ciudad medieval de Plasencia, su historia y cultura. Mientras mi marido sube a
un segundo piso en busca de buenas fotos, yo me embebo de cultura medieval. No
solo rodeamos las murallas, sino que paseamos sobre ellas desde las que se ve
toda la ciudad.
Muralla |
Siguiéndolas a pie de calle podemos
encontrar puertas de acceso a la ciudad como la de Berrozana, restaurada a finales del siglo XVI.
Seguimos
paseando y encontraremos la Casa-Palacio
de los Monroy, también
llamada de las Dos Torres, del siglo XIII. Es el palacio más antiguo de Plasencia, de fachada
románica.
Siguiendo nuestro recogido llegamos a la
Rúa Zapatería, que lleva por un lado a la Plaza Mayor y por el otro a la Iglesia de San
Nicolás, de estilo románico.
Junto a la iglesia se encuentra el Palacio
Renacentista de los Marqueses de Mirabel (o Palacio de Mirabel), del siglo XV, Está
descrito en todas las guías, y así lo recordaba yo, como uno de los edificios
con más atractivo de Plasencia. Recuerdo como la primera vez que estuve en esta
ciudad lo iba buscando guiada por la información que tenía. En aquella ocasión
al encontrarlo tuve una gran alegría, me emocionó su belleza. Ahora, me ha
decepcionado. No sé si lo han abandonado o al haberle dado un uso, creo de
hotel o algo así le han restado encanto. También es posible que como en
aquellos viajes yo no conocía nada todo me producía entusiasmo y emoción. Algo
así como cuando vuelves ya adulto a la casa que de niño te parecía enorme y la
encuentras reducidísima.
Cuando veas las fotos que te voy a pasar
pensarás que he exagerado, pero es lo que he sentido.
Las
guías aconsejan paseos por zonas ajardinadas y parques, pero para disfrutarlos
habría que alojarse allí y nosotros hemos decidido volver a Cáceres a comer. Sentados en un
bar de la plaza Mayor tomando un tentempié, esperamos la hora de volver al
tren. Viaje sin retraso y comer en el hotel. Descansar. Mis pies y piernas ya
se van quejando más de lo aconsejable. Me viene a la memoria aquel viaje con
mis niños en que al llegar al camping después de diez o doce horas pateando
montes dijo me hija pequeña: ¡Cielos, qué piltrafa!
Por la tarde damos un último paseo por Cáceres. Acabo de recordar que Sorolla pasó por allí, por Plasencia, y pintó escenas de mujeres y del mercado. Parece que le gustó y admiró aquella tierra.
-Oye! Estoy recordando que cuando leímos “El espíritu áspero” hablamos de que parecía estar situada la acción en Extremadura, tal vez en Cáceres o una “ciudad Frankenstein”, es decir mezcla de varias. Luego leí que podría ser alguna ciudad del norte de Cáceres. ¿No has visto nada que te lo recordara?
-Claro! Ahora que lo dices. Todo el viaje lo tuve presente. Cada plaza, cada torre, Pero en Plasencia sentí más cerca aquellos lugares de la novela. Y no sé decirte porqué.
Al trasladar al blog este relato viajero de Constanza se me ha ocurrido, en lo que a Plasencia se refiere insertar unos versos de Gabriel y Galán que tal vez vengan a cuento.
Por la tarde damos un último paseo por Cáceres. Acabo de recordar que Sorolla pasó por allí, por Plasencia, y pintó escenas de mujeres y del mercado. Parece que le gustó y admiró aquella tierra.
-Oye! Estoy recordando que cuando leímos “El espíritu áspero” hablamos de que parecía estar situada la acción en Extremadura, tal vez en Cáceres o una “ciudad Frankenstein”, es decir mezcla de varias. Luego leí que podría ser alguna ciudad del norte de Cáceres. ¿No has visto nada que te lo recordara?
-Claro! Ahora que lo dices. Todo el viaje lo tuve presente. Cada plaza, cada torre, Pero en Plasencia sentí más cerca aquellos lugares de la novela. Y no sé decirte porqué.
Al trasladar al blog este relato viajero de Constanza se me ha ocurrido, en lo que a Plasencia se refiere insertar unos versos de Gabriel y Galán que tal vez vengan a cuento.
Toda ciudad es dichosa
Si tiene historia gloriosa.
……………………….
Sabios hombres que admirar,
Joyas de arte que lucir,
Bellas mujeres que amar,
Patriotismo que sentir
Y caridad que imitar.
………
Y más adelante
Mas yo no sé si hoy tu vida
Es la vida indiferente
De todo pueblo suicida,
O es vida sana y potente
De ricas savias henchida
……………
Pueblo que duerme es suicida
Y yo no puedo creer
Que estés pasando la vida
Lánguidamente dormida
Sobre tus glorias de ayer
( A PLASENCIA
en el libro “Extremeñas”
-Entonces , al final ¿fuisteis a Trujillo?
-Pues no. No fue posible y lo sentí porque me hacía
ilusión. Es una de las ciudades españolas
qu que más me ha gustado, quizá junto a
Úbeda, por ejemplo.
no, -Bueno,cielo, ya te he mareado bastante. ¡Menuda
sesión te he dado!
, - No, mujer, si me encantan tus relatos de viajes. Pero
observo que ya no hay anécdotas
tan graciosas como en los primeros.
- Es verdad. Al menos en este no ha habido nada
especial. Mira, te he traído una fotos por
si . si lo subes a tu blog
-Es posible que lo lleve ya que a ti no te importa.
E Eran casi las siete de la tarde. Pagamos los cafés y
salimos caminando juntas un trecho
h hasta el cruce en donde siempre nos
separábamos y en plan de guasa al despedirnos siem
pre decíamos (desde hace años) ¡Tú a
Boston y yo a California!
F FIN
(E (Escrito en diciembre 2017)
muy detallado tu viaje a Extremadura. La verdad es que todo él es interesantísimo. Yo fui cinco veces, algunas de paso hacia Portugal.En una incluía Plasencia, en otra Guadalupe. Una vez dormimos en un hotel estupendo en Mérida en donde visitamos la iglesia de santa Eulalia. Sabrás que hay dos Eulalias santas, la de Mérida y la de Barcelona. Como muy cerca de aquí, en Totana se venera a santa Eulalia (acuérdate de nuestra amiga María Eulalia) yo pregunté una vez cuál de las dos era , me respondieron que la de Mérida. Recuerdo haber probado las migas extremeñas en Cáceres. No tienen nada que ver con las murcianas. Y siguiendo con la gastronomía me encantó el guiso de cordero en la "Casa de la Troya" en Trujillo, donde podías comer todo lo que quisieras por el mismo precio, que le pagabas a una ancianita al salir. No sé si seguirá igual. Siempre me he traído pimentón de la Vega.
ResponderEliminarya recuerdo el nombre del guiso de cordero, "caldereta". Buenísimo.
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