El autobús encaró un panorama alucinante. De pronto nos encontramos en un extraño paraje, caminando, rodando fuera de la carretera, por entre la hierba. Lo primero que apareció ante nuestros ojos, como dándonos la bienvenida fue un magnífico acueducto de arcos apuntados, en ruinas; más adelante un enorme y macizo puente, también en ruinas en el que se incrustaban casitas a modo de cuevas. Por fin dimos con una inmensa catedral gótica tipo León o Milán que amenazaba con caer sobre nosotros en cualquier momento. En una de sus torres un reloj se había parado a las 7.
(Basado en un sueño de la noche del 23 al 24 de noviembre de 1998.
Curiosamente había leído ese día en clase “La catedral” de Azorín.)
Parece ser que Azorín dice en "La catedral" que esta iglesia gótica monumental, pese a su apariencia formidable, es frágil. Si yo fuera Freud diría que su lectura causa un cierto miedo a que se derrumbe. En el subconsciente de la lectora lo percibe COMO UNA REALIDAD en el sueño. Aprendiz de psicóloga.
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