No sé por qué no tengo
ordenados por fecha los relatos de viajes de mi amiga Constanza. Digo esto porque acabo de encontrar un largo
relato sobre su viaje a Noruega. Como siempre, me adjuntó bastantes
fotografías, tantas que tendré que hacer una selección. ¡Qué mujer! . La verdad
es que comprendo que se volviera loca, como dice ella en su relato,
fotografiando todo lo que se ponía a su alcance. ¡Qué maravilla!
Querida amiga: como te comenté, un día apareció mi marido diciendo que
este verano vamos a Noruega. Ya sé que
te estarás preguntando si este viaje tiene como finalidad celebrar algo. Pues
no. En esta familia no celebramos. Simplemente ha visto información sobre el
viaje y le ha gustado. ¿A mí? Ya sabes que yo viajar, comer y leer, lo que me
den.
Pero como la felicidad no puede ser completa
he empezado el verano con mal pie. Y nunca mejor dicho pues me fui de viaje con
esguince de tobillo o algo así. No habrá sido cosa vuestra que envidiosas de mi
nueva situación me habéis echado una maldición ¿verdad? El caso es que unos
días antes del viaje, habíamos ido a pasar el fin de semana a la playa y
apareció una de mis hijas a pasarlo con nosotros. Yo me asomé a la puerta de su
habitación a explicarle no recuerdo qué y puse mal el pie en el escalón que le
da acceso. ¡Plaf! Al suelo y con un dolor terrible. Mi hija llama a mi marido
muy a su estilo: ¡papá, ven que la mamá se ha pegado una ostia (¡perdón!) y no
se puede levantar. Y mi marido me mira y en lugar de ayudarme me dice ¡Coño,
Constanza, que estamos a punto de salir de viaje! No te cuento más por no liar
la cosa. El caso es que he hecho el viaje arrastrando el piececillo no sé si
como el niño que vende aceitunas de “La Colmena” o medio patizamba como aquel
mejor poeta de España que se acercaba al Parnaso con paso quedo. Total, un
suplicio. Pero valió la pena. Noruega es un país de ensueño.
De Madrid salimos con una hora de retraso sin formar grupo, aunque
estaba claro que casi todos los que esperaban el vuelo lo hacían con la misma
finalidad, incluso pertenecían a nuestro grupo pues vi personas de Murcia con
las que luego coincidimos en el primer hotel.
Al aterrizar (12 y 30 de la noche) recogidas las maletas nos fuimos
reuniendo en un punto del aeropuerto junto o en torno a un joven que llevaba
una pancarta que nos identificaba. Una vez todos juntos nos introdujeron en un
autobús y nos llevaron al hotel. El guía que nos había tocado nos dijo su
nombre con la explicación previa de que, por motivos razonables no cito, no lo
olvidaríamos fácilmente, como así fue. A todo esto, eran las 2´30 y no parecía de
noche. Nos adjudicaron habitación, y nos dijeron a qué hora nos iban a despertar.
Estábamos en Oslo. Hotel RICA Travel. Habitación 508
Yo que me suelo dormir en el canto de un duro, mucho más si estoy
cansada, caí rápidamente en un profundo sueño. De pronto me despierto
sobresaltada pues o sé si el rubicundo Apolo o la Aurora de rosados dedos era
quien me acariciaba dulcemente. ¿No he oído la llamada? Miro el reloj y son las
cuatro de la mañana. Naturalmente me di la vuelta y seguí durmiendo. Así fue
todo el tiempo, pero te aseguro que no necesité antifaz. como casi todos los del
grupo.
Amanece buen día. Desayuno-buffet.
Nos hacen la típica visita panorámica: Parque Frogner con las esculturas de
Vigeland; el trampolín de saltos de esquí de Holmeenkollen desde donde tenemos
una magnífica vista de Oslo y su fiordo;
Trampolín |
La calle Karlc Johans;
el Ayuntamiento;
Fachada Ayuntaiento |
El
Castillo de Akersuhus;
Detalle del Castillo |
El Palacio Real
Fachada del Palacio Real |
Y el
Parlamento. Tarde libre.
Como me he quedado impresionada por
el Parque, después de comer, a pesar de que está lloviznando y de mi pie dolorido,
nos vamos a visitarlo con detenimiento y a hacer fotos. Poco faltó para que lo
fotografiara absolutamente todo. Es una maravilla.
Es prácticamente un museo al aire libre; se encuentra en el interior del
Frognerparken y fue creado por el escultor noruego
Gustav Vigeland, entre 1907 y 42 por encargo del Ayuntamiento.
Se organiza en varias áreas o secciones que se
visitan de forma continuada. Te lo explico así para mayor claridad, pero no es
como yo lo visité.
Primero la cancela de la entrada. Es imponente, colosal. A este portal le
confirió Vigeland una gran fantasía a través de simbólicas representaciones en
formas circulares. En el canto a la vida que es todo el parque, en el portal
recurre a lo animalesco como por ejemplo lagartijas que nos recuerdan nuestro
más remoto origen. Posiblemente. Como todo el conjunto de su obra este portal
tiene una gran carga simbólica.
Segundo El
Puente.
Aquí las figuras voluminosas, robustas nos
hacen pensar en una fuerza vital extraordinaria. Se dice que el autor, según
confesión propia, había buscado el tipo general de hombre y mujer nórdicos. En
los extremos del puente destacan dos columnas coronadas con esculturas que
sugieren influencia gótica. Por ejemplo, la presencia de dragones y hombres en
lucha.
Una de las figuras más admiradas y
llamativas en el puente es la del niño enrabietado o el “Sinnataggen" que ha llegado a identificarse como
símbolo de Oslo. Es encantador.
Frognerparken enfadado- |
Tercero, La Fuente.
La constituyen seis gigantes que levantan un enorme cascarón. Uno lo hace
con fuerza juvenil y por encima de su cabeza; otro, sin embargo, lleva el peso
sobre unas anchas espaldas. Parece ser que todo esto simboliza el conjunto de
cargas, que hemos de sobrellevar a lo largo de nuestra vida.
En cada esquina de la fuente hay unos
grupos de cinco árboles de la vida. Cada uno de ellos habla de un momento de la
nuestra : infancia, juventud, madurez y vejez. Es encantador, y me llamó sobre los otros la
atención, el niño que, sentado en el árbol, dirige su carita a la vida y al
porvenir, mientras se chupa el pulgar
Cuarto, el Monolito (“Monolitten”)
Su principal característica consiste en que es un único bloque de granito de 17 metro de altura, situado sobre una
plataforma octogonal y escalonada, en el que se han esculpido 121 figuras
humanas desnudas y entrelazadas; parece como si treparan unas sobre otras
intentando alcanzar una cima ¿Otra vez lo simbólico? Tal vez.
En las escaleras de la plataforma, más y más figuras y grupos cada cual
más hermoso o más original.
Al final de la visita queda claro que al
autor, al artista le interesaba el ser humano y consigue con su obra que
nosotros también nos interesemos por él, algo que no solemos hacer. Encontramos
en sus esculturas a los hombres, mujeres y niños en todos los momentos de la
vida, en todas las situaciones: amor, juegos, enfado, alegría, las relaciones
familiares, las dificultades con que nos tropezamos en nuestro día a día.
En definitiva, ante esta ingente obra nos sentimos indefectiblemente muy
pequeños.
Podría continuar hablando del parque,
pero no debo extenderme en exceso pues el viaje es largo y denso.
Como había dejado de llover, seguimos paseando por la ciudad y haciendo
fotografías como locos.
Pudimos pasear por la zona del palacio real
que no está aislado ni protegido. Lo rodea un magnífico jardín por donde transitan los ciudadanos como por cualquier otra parte de la ciudad. Pudimos contemplar algunas costumbres de los noruegos. Por ejemplo, si un niño
se acerca a un estanque lo alejan con sumo cuidado, no le gritan ni le echan la
bronca. También vimos grupos de cubanos que viven allí y celebraba el día de su
patria ataviados con sus trajes típicos. Todo dentro de un orden admirable, sin
escándalo y sin ser observados por el resto de seres humanos como si fueran
bichos raros.
Visitamos y fotografiamos el
ayuntamiento que tiene una fachada muy bonita, como ya hemos visto
Nos acercamos al fiordo.
Continuamos
correteando por la ciudad a la espera de verla iluminada. ¡Qué torpes! A las 10
nos fuimos al hotel riéndonos de nosotros mismos ¿cómo iban a iluminar una
ciudad en la que no llega a hacerse de noche? Al menos en julio.
Tercer
día de viaje, segundo en Noruega. Tenemos un día muy completito, todo de viaje
visitando varios pueblos y sitios curiosos. Nos han despertado muy temprano y tras
el desayuno-buffet emprendemos la marcha. Aún no nos conocemos casi los
compañeros de viaje. Hoy va a ser un día clave en ese sentido.
La
primera parada será en Sandefjord un antiguo pueblo ballenero. Bien claro queda
con la fuente monumento a la caza de ballenas ubicado al final de la
calle principal de la ciudad, Jernbaneallé, en el puerto
El nombre, en noruego es Sandefjordsfjorden, o sea fiordo de Sandefjord.
El centro de la ciudad se compone de una
serie de edificios antiguos y modernos y bastantes tiendas. Es decir, pensado
para el turismo.
Tras una breve parada, continuamos camino de Kristiansand donde
tuvimos tiempo libre y dos horas para comer. Su primer asentamiento
data de principios del siglo V, fue fundada por el rey Cristián IV a mediados
del siglo XVII. Es el sexto mayor municipio de Noruega y
la quinta ciudad más grande del país. Creo que más que comer, no recuerdo qué
ni dónde, nos dedicamos a recorrer todo lo que pudimos de la ciudad. Es muy
bonita.
vista del puerto |
Por la
tarde llegamos a Flekkerfjord donde visitamos a toda prisa el barrio o pueblo
de los holandeses “Hollenderbyen” que se remonta al siglo XVIII.
Contarte la historia de todas estas ciudades sería excesivo, por tanto, si te
interesa te “las tendrás que apañar”. A nosotros, el guía, que es buenísimo,
nos la iba contando con todo detalle durante los trayectos en autobús.
Y, por fin llega el momento de dirigirnos al
fin de nuestra ruta del día donde pernoctaremos: Stavanger, capital del
Regoland. Barrios construidos en madera blanca (más de 170) y con el encanto de
una ciudad marinera. (Es lo que dice en mi guía)
Hotel Radisson. Me gusta. Buena habitación
¡Ay, mi pie!
Te voy a contar un chiste que alguien contó
en el autobús. Es el de unas hormigas que van a la carretera a ligar con el
hormigón porque está caliente. ¡Qué horror!
Ha llovido casi todo el día. El viaje ha sido
bonito e instructivo y ha servido para ir conociendo a los compañeros de aventura,
un momento decisivo ha sido la cena. Al entrar al comedor, mi marido como
siempre busca una mesa aislada para estar solitos. Acabamos de sentarnos y dos
jovencitas muy simpáticas nos preguntan si esas mesas son las destinadas a los de este viaje y yo les digo que sí y que
si quieren se pueden sentar con nosotros, invitación que aceptan felices. Supongo
que entre gente mayor se sentían un poco solas. Cenamos en amena charla y ya
fuimos amigos todo el viaje.
A la noche siguiente conseguí llevarme a
ellas y a mi marido a la mesa grande donde cenaba un grupo de catalanes muy
majos. Fue una de las cenas más divertidas de mis viajes. Iban dos hermanas
profesores de universidad que contaron como habían sobrevivido a un accidente
de avión. El tópico es que los andaluces son muy graciosos; tendrías que haber
oído a estas dos científicas catalanas contando su odisea. ¡Cómo nos reímos! A
partir de aquí, más amigos.
Ya había iniciado algunos contactos en Oslo a
causa de mi pobre pie pues llegaba al hotel con cara de muerta y claro me
preguntaron si estaba cansada y tuve que contar mi episodio. Después todos los
días me preguntaban. La verdad es que resultaron ser todos encantadores.
Continuará. Es demasiado extenso para una sola sesión.
Un consejo: Visitar EL
HUMANISMO SIMBÓLICO EN LA ESCULTURA DE GUSTAV VIGELAND (página de Internet)
No obstante prometo una entrada dedicada exclusivamente a imágenes del Parque
Me ha encantado el relato de tu amiga Costanza, como siempre. Tiene una gracia especial para contar los viajes. Me ha hecho sentir ganas de visitar ese país. Creía que poco habría que ver salvo los fiordos, pero reconozco que estaba equivocada.
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