Constanza, unos meses después de su viaje a Lanzarote, me envió lo que llamó un resumen del viaje. ¡menos mal que es resumen!
-Habrá que ir pensando en
visitar las islas Canarias.
- ¿No son demasiado turísticas?
-Depende de para quien y de
cómo las visites.
-Tienes razón. Pues entonces
quiero empezar por Lanzarote. Acabo de leer “Cuadernos de Lanzarote” de
Saramago y tiene una forma de hablar de la isla que me han entrado ganas de
visitarla. También a ti te gustará pues creo que quedan pocos rincones tan
naturales y espectaculares, al mismo tiempo, como en esta isla.
- Bien, pues tú ve buscándote
información y yo me encargo de las reservas.
El Viaje.
Jueves 15 salimos para Madrid.
Hay novedades. Han sustituido el antediluviano TALGO por un ALTARIA. Además, creo que por primera vez hemos decidido viajar en Preferente.
Nada más ponernos en marcha nos ofrecen un zumo con galletitas; a eso de las 11
un desayuno completo. Yo leo todo el viaje. “Merlín y familia” de Álvaro
Cunqueiro. Comemos en Chamartín y salimos hacia el aeropuerto donde habremos de
esperar unas horas. Con los viajes mi intestino se revuelve y si son de avión,
ni te cuento.
-Cariño, ya sé que luego
compensa, pero no sé si te perdonaré los malos ratos que paso en los vuelos.
Seguiré leyendo. El despegue y aterrizaje
con toda puntualidad. Aterrizaje
tan perfecto que el público aplaude. Ahora una sorpresa. –“Les habla el
comandante Llaneras. Debido a que hemos tenido el viento de cola llegamos con
varios minutos de adelanto”. No nos dan cena en el avión, cosa un tanto rara. ¿Cenaremos?,
nos preguntamos.
Llegar, recoger las maletas y
reunirse con el enviado de Travel que nos acompaña al hotel. Llegamos tarde
para la cena oficial pero como nos esperaban nos han preparado una cena fría
que podemos tomar en el comedor de fumadores que está en el jardín.
El hotel es el Hesperia Hotel
Playa Dorada sito en Playa Blanca, municipio de Yaiza. Es bonito y bueno. Tiene
forma de herradura. Estamos en uno de los extremos, en la planta baja, junto al
jardín y las piscinas. El despertar es sorprendente. Desde el balcón hay unas
vistas espléndidas de la playa.
El desayuno ha de ser antes da
las nueve, las diez en la península. No me molesto en cambiar la hora, prefiero
ir quitando una, es más divertido. Esa noche duermo como un lirón bajo el
efecto de los dos cicladas y el relajo de haber terminado la etapa “Viaje”
Visitando
Lanzarote.
Después de desayunar hacemos un
recorrido por el hotel jardines, piscina, mientras hacemos hora para reunirnos
con la guía de Travel Plan que nos ha citado a las diez.
-buenos días. Me llamo Cristina.
Les voy a ofrecer varias excursiones y ustedes eligen todas, alguna o ninguna.
Contratamos la visita nocturna a
“los jameos del agua” para el sábado noche y Timanfaya para el lunes.
Ese primer día lo dedicamos a
recorrer Playa Blanca, los aledaños del hotel, y la Punta del Papagayo. Siempre
por la orilla del mar.
Llegamos a una urbanización muy bonita donde
había un hotel que de lejos parecía un volcán con un pueblecito en su falda,
sus iglesias y todo. Resultó que el volcán era la cúpula de lo que debía ser la
recepción o algo así del hotel y él mismo es el pueblecito. ¡Curiosísimo!¡Y ya
llevo un carrete!
Al día siguiente alquilamos un
coche para visitar la isla por nuestra cuenta. Primero dirección Yaiza (como es
natural nos perdemos y hemos de volver unos kilómetros) hacia Arrecife y parando
en Puerto Calero para hacer fotografías. Una curiosidad es la presencia en casi
todas las rotondas de los móviles diseñados por César Manrique. Pero nuestro destino,
de momento es Tías donde vive Saramago. Al menos es mi destino secreto. Sueño
que me podría encontrar con el autor de tantos libros que últimamente han
llenado mis horas de lectura, que podría incluso intercambiar algunas palabras
con él. Pero lógicamente no digo nada. Siempre en dirección Tías, nos desviamos
un poco hacia Puerto del Carmen para ver el mar.
Como la hora de nuestro estómago
sigue siendo peninsular, decidimos ir derechitos a comer en Tías de Fajardo que
es su nombre completo. Cosa rara,
encontramos pronto un restaurante, el Mamá Lola. Es pequeño, acogedor y está
cerca de la carretera que divide el pueblo en dos. Procuro que nos instalemos
en una mesa próxima a un ventanal desde el que se ve la parte alta, lo que debe
ser aquello que Saramago llama la Montaña Blanca y que sitúa tras su casa
.
“subí ayer a
la Montaña blanca…” “…la Montaña blanca estaba allí, parda, alta, seca…” (Saramago)
El pueblo: bajo el mar, en el
centro la carretera y al otro lado como telón de fondo su volcán, sus montañas,
como en toda la isla. Yo seguía recordando a Saramago cuando dice que los
montes están para subirlos. Parece una tontería, pero si uno se fija es que nos
lo piden. Me habría gustado corretear más por la zona, haber paseado por donde,
quién sabe si no habríamos encontrado al escritor subiendo su montaña, pero
esta parte no debía aparecer en las notas de mi marido pues no se contempló esa
posibilidad.
Había que estar temprano en el
hotel para descansar un poco, cenar y estar listos para la excursión nocturna a
“Los jameos del agua”
Para un
amante de la naturaleza, esta isla es un museo. Y hay que agradecer todo lo que
César Manrique hizo allí, precisamente para preservar esa magnífica naturaleza.
Llegamos
hacia las diez y media. La entrada es impresionante. Conforme una se adentra
por aquellos túneles, pasillos y plazas, el corazón se va encogiendo. Ese juego
de negro y blanco, ideado por Manrique y que domina en la isla, cobra allí un
aspecto fantasmagórico, espectral. Va una recorriendo estrechos pasadizos,
subiendo y bajando irregulares escaleras, sorprendida por los juegos de luz
para de pronto encontrase junto al lago del Jameo Chico, con sus cangrejitos
blancos y sus reflejos. Es alucinante, sorprendente. Aquí se nota una cierta
corriente de aire y al mirar hacia arriba se ve un orificio de considerable
tamaño lo que nos hace pensar que no estamos exactamente en una cueva.
Se
llega después al Jameo Grande, con su blanca y azul-verde piscina artificial
pero perfectamente integrada en el entorno ambiental. Una catarata de agua y
luz la alimenta. Aquí, notamos la brisa del mar y, al mirar otra vez hacia
arriba, nos damos cuenta de que estamos en una especie de gran agujero con el
cielo estrellado sobre nuestras cabezas. Todo lo inunda el silencio, una música
suave y el sonido del agua. Por fin llegamos al Auditorio “ese asombroso tubo volcánico que se diría
que los sonidos están desprendiéndose de la propia roca” (Saramago)
Se
sigue ahora por las galerías superiores para, por fin bajar a presenciar un espectáculo
folclórico que se ofrece al visitante. Es curioso, pero en realidad no es
necesario. Lo que apetece es sentarse a mirar esos juegos de claroscuro que
embargan el alma.
Vuelta
al hotel con el alma henchida de emociones.
Dice
Saramago: “Es
necesario ver lo que no fue visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en la
primavera lo que se vio en verano, ver de día lo que se vio de noche…”
Aplicamos al
pie de la letra porque vimos lo que no habíamos visto, y porque volvimos a ver
cosas en momentos distintos y desde perspectivas diferentes. Por ejemplo,
visitamos los jameos del agua, primero de noche. Al día siguiente volvimos para
ver de día lo que habíamos visto de noche. Volvemos a alquilar coche y ¡A los Jameos, otra vez!
A las
nueve en marcha. Intención: Los Jameos y alrededores, para terminar en la
Fundación Cesar Manrique. ¡Por todos los dioses de todos los Olimpos! ¡otra
vez! Al tomar la circunvalación” nos equivocamos” (como siempre por culpa de
las señales de tráfico que están mal puestas y nos pierden, solo a nosotros,
claro) y vamos a parar a Costa Teguise. Por fin parece que hemos tomado la
buena dirección (Lanzarote Norte). Encontramos el Jardín de cactus, al que no
podemos entrar porque hay huelga de no sé qué. Seguimos y cuando parece que ya
vamos derechitos a lo jameos ¡Oh consternacione! Otro error. Ahora vamos camino
de Órzola,casi el final de la isla. Terminaremos en el mar. Menos mal que
tenemos tiempo. Otro despiste no lleva a “El mirador del Río” pero ¿es posible?
¡Está cerrado! ¿Quién podría pensar en un mirador cerrado al público de diez a
doce? Pues sí. Aquí todo es posible. Parece que es también por la huelga.
Decidimos esperar y por fin entramos.
¡Cómo
no! otra de las ideas de Manrique. No es un mirador de ir por casa. Es un gran
salón acristalado(mirador) con bar y chimenea y unas lámparas diseñadas ¿por?
Sí, sí, por el mismo. Al exterior una galería en la que da gloria estar. Se ve
enfrente la isla Graciosa, con su único trocito habitable, los barcos cruzando
el estrecho Río, y toda la costa acantilada de Lanzarote
Galería exterior del mirador |
Una no
se iría de allí como no se van las aves
que merodean y el cuervo que parece posar en una roca para que yo lo
fotografíe.
Y dijo el cuervo "nunca más" |
Las tonalidades del mar y las rocas no parecen
reales. Más bien el capricho de un pintor muy imaginativo.
Por fin
llegamos a los Jameos, ilusionados y no nos defrauda. Como es natural ahora la
impresión es totalmente distinta a la de la noche anterior. Como dijo Saramago
en su día
”. Vi como un chorro de luz bajaba de un agujero en el techo de la
caverna…”.
Efectivamente
por ese agujero que la noche anterior se adivinaba, ahora entra la luz y
aquella parte de la cueva que cual visiones fantasmagóricas se reflejaba en el
agua, ahora se refleja también, pero como un enorme boquete de luz surcado de
caminitos zigzagueantes limitados por vegetación. Es difícil reconocer el
lugar. Pasamos un buen rato contemplando cada rincón y a los cangrejos ciegos y
casi transparentes. Fotografiamos todo, todo. Me va a costar un ojo el
revelado.
De día |
Ascendemos
al Jameo Grande. Ahora lo que impresiona es la conjunción piedra-vegetación.
Cada rincón es una delicia.
De noche |
Si por
la noche el juego era de los colores negro y blanco, ahora se suman el verde,
rojo, amarillo, anaranjado de las flores. Indescriptible, salvo que se sea un
gran poeta. Como yo no lo soy lo dejo aquí
Comemos
en Punta de las Mujeres en un “restaurante típico canario”. Comer lo que se
dice comer …mejor corramos un tupido, púdico y estúpido velo. En cuanto a lo de
“típico” mejor que no lo sea, por el prestigio de las islas. Continuamos en
busca de la Fundación Manrique, la encontramos (no con mucha facilidad) pero
como está claro que no es nuestro día, está cerrado. No abre los domingos.
¡Normal!
De
regreso vemos las salinas de Janubio, los hervideros que me impresionan
enormemente, y el Golfo. La laguna verde
La laguna vista desde arriba |
La laguna vista a su nivel |
Para
ciencia ficción los hervideros. Emiten un sonido aterrador. Lugar alucinante,
desolador. Me impresionó aquel panorama. Me dio miedo y no fui capaz de
recorrer todo el espacio. Allí las emociones se asocian a la idea de la muerte.
Dije que tenía frío y me fui al coche.
Por fin
en el hotel. La cena, así como los desayunos, hacen olvidar cualquier
desafortunada comida.
Dice
Saramago que “la noche
en Lanzarote es cálida, tranquila…”. Demasiado tranquila, demasiado
oscura para mí. De noche se cierne la oscuridad, la negrura sobre el negro
volcánico de sus carreteras, malpaís, muros…
Sin
darnos cuenta ya han pasado tres días y entre la intención, las pérdidas y los
despistes casi nos hemos recorrido la isla.
Es
lunes. Con relativa puntualidad nos recoge el autobús para hacer lo que
pomposamente llaman “El gran tur” Las perspectivas que ofrece y nos vendió muy
bien Cristina, son grandes. Una vez recogidos todos los viajeros, la guía hace
las presentaciones e inicia su tarea de no callar en todo el día. Tiene un
aspecto serio, voz agradable, pero con tono un poco cortante, a pesar de la
gracia que manifiesta quizá más aprendida que natural y una dicción correctísima...
Buenos días, me llamo Mar y les voy a acompañar todo el día. Intentaré que lo
pasen bien y darles la mayor información posible.
Otro de los
lugares que no podré olvidar es Timanfaya. “Desolación exaltada de
Timanfaya” (Saramago) en excursión organizada. Fuimos por la mañana. Nos
llevaron a visitar la parte que está abierta al público. Consiste la visita en
un curioso paseo en dromedario. Pues no es el sueño de mi vida montar en
dromedario. Yo me quedo sentada en una piedra y espero que regrese la comitiva.
Hay que montar de dos en dos; ¡mi gozo en un pozo! Por tanto, en uno iremos mi
marido y yo. Resulta que al dromedario
que me seguía un jovencito, o jovencita ¡yo qué sé! le dio por acercarse a mí e intentar darme
besitos. Yo iba nerviosísima y mi marido muerto de risa de ver mi cara de
asco... La señora de atrás, le iba diciendo al marido: te aseguro que no era la
mayor ilusión de mi vida montar en estos bichos; yo me volvía y asentí. Estaba
de acuerdo. Dejando esta desagradable sensación a un lado, el paseo es
interesante.
A punto de empezar la expedición |
Después,
la Geria con sus peculiares plantaciones de viñas.
En Uga
nos llevaron a visitar una bodega y nos aconsejaron probar tres vinos. Había
que tomar primero una copita de blanco o malvasía; después, tinto y, por
último, moscatel. Yo solo tomé el último, que icho sea de paso estaba para
repetir, pero no me atreví a las 11 de la mañana con más.
Seguimos
con un recorrido menos agradable y gracioso. La comida para olvidar.
Pero lo
mejor fue el recorrido que nos hicieron, en autobús y sin bajar, por la tarde,
por todo el parque. Fuimos viendo todos los cráteres, los lugares donde aún queda
alguna casa medio sepultada por la lava y las cenizas de alguna erupción.
Cráter llamado "El manto de la virgen" Cuando se sobrevuela la isla se ve perfectamente. |
Otro aspecto |
Espectacular cráter |
Y lo
más llamativo: como entre la lava va creciendo vegetación, una especial propia
de estos espacios. Nos dijeron que en un principio pensaron ir quitándola para
dejar el aspecto originario del volcán, pero luego se pensó que debía dejarse
pues es el proceso natural que sigue la naturaleza. Es precioso el contraste
del verde radiante de la vegetación con el negro volcánico.
Par
terminar nos llevaron a una zona donde hacen exhibiciones con el calor que sale
de las profundidades y a un restaurante, El Diablo, diseñado por Manrique, que
utiliza el calor del volcán para sus cocinas.
Al fin
dejamos este abismo a cielo abierto para entrar en otro en las profundidades de
la tierra: la cueva de los verdes, que me decepcionó.
Todo en
Lanzarote tiene el sello de César Manrique. Los Jameos, la urbanización de los
pueblos siguiendo la tradición, jugando con el blanco, el verde y el azul del
mar; su Fundación, que es o fue su casa, otra de las maravillas de la isla.;
los móviles que aparecen en todas las rotondas…
Uno de los innumerables móviles que encontramos en la isla |
El
último día volvemos a alquilar un coche para lo de la fundación Manrique. A
punto de salir.
-Espera.
Saco el mapita de carreteras, lo tengo en la maleta, pero sé exactamente dónde.
-No
hace falta. Hoy ya vamos con los ojos cerrados.
Efectivamente,
fuimos con los ojos cerrados pues en la circunvalación de la capital en vez de
tomar dirección N-O que es la de la Fundación tomamos dirección Arrecife y nos
metimos de lleno en la ciudad.
Castillo de S. Gabriel por el puente de las bolas |
Balcón en casa de Núcleo histórico |
Esculturas en la línea del litoral |
Omito infinidad de anécdotas, discusiones, reflexiones, etc. por no considerarlas idóneas ni necesarias,
aunque tienen
gracia. ¡De veras!!
Por fin
la Fundación. Otra maravilla. Valió la pena todo lo que vivimos hasta conseguir
llegar.
Un rincón de la casa |
El jardín de la entrada |
Qué
maravilla la del viaje a la isla de Lanzarote. ¡Por todos los dioses de todos
los Olimpos, qué acertados estuvimos! No. ¡Qué acertada estuve!
Como despedida una magnífica puesta de sol.
Por fin, regreso a Madrid y a casa.
Mi buena amiga,en esta ocasión, ha optado por transmitir solo las impresiones y emociones personales que el viaje le proporcionó.
Espero que los lectores disfruten con esta lectura.
He pinchado en la primera fotografía y me han salido todas seguidas. ¡Qué maravillosa isla y qué maravillosa Constanza describiéndola y fotografiándola ¡ No hay nada tan encantador como viajar, ver mundo, probar la gastronomía y supongo que traerse algún recuerdo. Las incomodidades del viaje pronto se olvidan.
ResponderEliminar