¡Qué horror!
Esta Constanza no para. Luego dice que está agotada y que no quiere oír hablar
de viajes. A finales de octubre de 2006 recibo otra de sus cartas con relato de
viaje. Me dice que han pasado un verano tranquilo y que su marido ya tenía gana
de movida por lo que ha organizado un breve viaje. Esta vez han ido por su
cuenta y en compañía de su hijo y nuera.
Doy paso a la carta. 28 de octubre de 2006. Relato de un viaje a Morella.
Otra vez yo con mis historias de viajes. La verdad es
que si no te los cuento es como si no los hubiera hecho.
Como te conozco
imagino que estás pensando ¿Qué pintabas tú en Morella y de dónde te vino la
idea? Pues verás. En el avión Bilbao-Alicante cuando volvíamos de ver a mis
nietos leí, en una de esas revistas que ofrecen, un artículo muy interesante
sobre Morella. Había una fotografía del coro de la catedral que me despertó el
deseo casi irrefrenable de verlo.
Resulta que mi
hijo llevaba tiempo diciéndome que añoraba aquellos viajes de antaño, toda la
familia, los campings, etc. Le comenté lo de Morella y tanto él como su pareja
se ilusionaron. Le dije a mi marido que nos apetecía y que quería regalarles
algo a los chicos, ¿Qué mejor que un viaje en familia? Como ellos viven en
Valencia decidimos recogerlos en Sagunto para no tener que entra en la ciudad
que habría sido un desastre.
Ellos deciden que se encargan de buscar hotel por
Internet y ponemos fecha: del 29 del IX al 2 del X.
Salimos de
casa el viernes 29 a las 8´30. Hemos quedado en recogerlos a las once y media, pero
por aquello de que “el hombre propone y Dios dispone” o el diablo, vete a
saber, a partir de Albatera hay una retención que nos obliga a retrasar la hora
de recogida que al final será casi a la una y media. Paramos a descansar algo
el conductor en el área de servicio de La Marina.
Por fin
estamos juntos. Besos, ¿tomaste la biodramina? Llevamos impresos todos los
datos del viaje …Reemprendemos la marcha. Volver a la autopista nos llevó un
ratito y consiguiente retraso. Pensamos comer en Peñíscola y llegamos tan
tarde, casi las tres que mi marido para en el primer restaurante que se pone a
tiro. A mi hijo le sorprende el cambio producido en su padre, - pero ¿No vamos
a recorrer kilómetros y mirar sitios hasta encontrar lo más barato? - yo ya soy
otro y tengo hambre. -Y ¿podemos pedir postre? Risas. Mi nuera no entiende nada
la pobre y mira con cara de qué pasa aquí. Hemos de explicarle que estamos
recordando anécdotas de los viajes de antaño.
No recuerdo
qué comimos, pero sí que había muchas moscas, más que en la estación de Baeza
la primera vez que estuve allí. Teníamos cada no la nuestra o nuestras, eran
pesadísimas, lo que se suele decir moscas coj… ¿Serían herederas de las de
Machado? Muy poéticas no eran, desde luego.
Terminada la
comida nos vamos al castillo, a la auténtica Peñíscola. Por no variar, entramos
por el lado opuesto a la panorámica bonita y típica. Como yo ya he estado otras
veces, me doy cuenta, los hago volver al coche y seguir hasta el punto
adecuado. Ahí ya merece un ¡OOOOOOH! El primero del día.
Primero una
vuelta por el pueblo y el castillo haciendo fotos y grabando;
Luego fuimos a ver las aves rapaces que están como en exposición, Vistas de
cerca son preciosas.
Terminamos en la playa haciendo la foto típica
y varias de grupos: mi hijo y yo, mi nuera y yo, ellos dos.
Volvemos al
coche y tomamos dirección Benicarló-Vinaròs. Estaba previsto desviarnos a Cati,
pero era tarde y lo dejamos para la vuelta. Tampoco entonces fuimos.
En torno a
este viaje hay ciertas curiosidades. Al principio me pareció casualidad que en
pocos días encontrara cosas sobre Morella hasta en la sopa. Leyendo y releyendo
me di cuenta de que la razón era el SEXENNI. En la revista del avión encuentro
este titular: CASTELLÓN. REGRESO A LA EDAD MEDIA.Y más adelante” Los caballeros templarios ya no dominan sus límites; pero sus huellas se
dejan sentir en una comarca, entre la Comunidad Valenciana y Aragón, que parece
vivir ajena al paso del tiempo. La Edad Media tuvo que ser así, con las mismas
casas, palacios y santuarios envuelto en un paisaje rebelde al mar”.
Esto ya parece suficiente para que el espíritu viajero ansioso de observar
y contemplar maravillas tanto naturales como salidas de la mano del hombre,
despierte del letargo en que a veces cae y ponga en marcha la máquina que
moverá los hilos para terminar tejiendo el viaje.
Por si fuera poco,
sigo leyendo: ” cuando el sol calienta los soportales de la calle Blasco
de Alagón…” ¡Una calle con soportales! Hemos
visto decenas, pero son tan bonitas, acogedoras…” Por sus
callejuelas empinadas y empedradas se respira un cierto aire vetusto, cuantificable
nada más cruzar alguno de sus accesos. O incluso antes, cuando desde la
carretera el perfil de la ciudad parece idéntico al de una pirámide escalonada
con el castillo desafiante en la cumbre más alta y las casitas desparramadas a
sus pies”
Unas páginas más
adelante la fotografía del interior de la Basílica arciprestal de Santa M.ª la
Mayor con la escalera del coro, supone el impulso definitivo. Ya lo he dicho
antes. ¡Yo he de ver esto! Y no nos defraudó. Tampoco mentían las guías y mapas
al advertir de las características del puerto de Querol. Yo lo pasé devorando
chiclidas. Al empezar el puerto mi hijo: ¡Prohibido marearse! Y mi nuera que me
iba viendo por el espejo retrovisor dándole a la mandíbula.: no si va
masticando chicle con rabia. Y tras la última curva del puerto del diablo (encima con
el sol de cara) la curva del ¡OOOOOOH! Leo en un breve artículo creo que, de El
País, que así le llamó Tabucchi. Parece que también dijo que el castillo de
Morella sería un buen sitio para suicidarse solo que, al llegar, al suicida más
que gana de despeñarse le apetecería relajarse contemplando la áspera belleza
del paisaje. Desde luego a nosotros no nos atrajo el suicidio. Bajamos del
coche, hicimos fotos, nos deleitamos con aquella espectacular maravilla medio
natural medio humana. Esta llegada es impresionante. Se verán cosas parecidas,
pero igual, creo que jamás,
¡Oooooooooh! |
Comentamos que
cuando la naturaleza y la mano del hombre se alían el resultado suele ser
asombroso como en este caso. Es curioso que la primigenia intención del hombre,
aquí, no fuera crear belleza sino algo más prosaico y útil pero el resultado ha
sido esta maravilla.
Entramos en
Morella a las siete y media, por la Puerta de S. Miguel como nos habían
indicado. Aparcamos y cogimos las maletas camino del hotel. En Morella no
entran más coches que los de sus habitantes. Nos conduce mi nuera que es quien
tiene la dirección. Hotel Fonda Moreno. Ella recoge las llaves, nos da la
nuestra, habitación doble, en el tercer piso. Al entrar vemos que ha habido un
error la llamo y riéndose dice que se equivocó, que ya suben y nosotros debemos
bajar al segundo. Hacemos el intercambio de llaves y al entrar en la habitación
nos damos cuenta de que no fue error, sino un truco para tener un detalle con
nosotros. Sobre las camas hay unos paquetitos con regalos por haber organizado
el viaje y haberlos invitado. Son así de detallistas, También un sobre con una
tarjeta muy bonita y en el que se lee “viajar en familia …mmm¡¡¡eso sí es
viajar!!! Y un dibujo de los típicos de mi hijo.
Nos reunimos
en recepción a las 9 y salimos a cenar. Lo hacemos en la calle Blasco de Alagón
a la que se accede subiendo un buen tramo de escaleras y bajo cuyos soportales
se ubican bares y restaurantes. Cenamos muy bien y tomo de postre profiteroles.
Hace una noche deliciosa, solo precisamos un ligero chal sobre la manga corta,
las chicas. Mi hijo llevaba algo, pero mi marido tipo ¡pecholobo! Que dijo un
amigo una vez. Dimos una vuelta por el pueblo que, por ser inicio de fin de
semana, estaba bastante animado, vimos la basílica iluminada y la recogimos en
nuestra retina y en nuestras cámaras.
A las once
estamos en la cama. Yo caigo ya dormida. Levantada desde las seis, atiborrada
de chiclidas y sin mi cabezadita del telediario…Hemos quedado a las nueve que
es cuando abren para desayunar. A las nueve en punto ya estamos desayunando:
café con leche, donuts, magdalenas.
Hemos decidido
empezar por la Catedral. Mi marido anda con prisas y sale corriendo. Los demás nos lo tomamos con calma. Le digo que como allí no
será fácil perderse, si no nos vemos antes, a la
1´45 en la calle porticada para
comer. Hubo suerte, coincidimos en la Catedral y seguimos juntos. Es temprano. Está cerrada. La admiramos por el exterior. Dos portadas góticas con todos los elementos característicos de este estilo. Empezada en el siglo XIII la puerta de los Apóstoles pertenece al XIV y la de las Vírgenes, al XV.
Comprobamos a
qué hora estará abierta y decidimos, (mi nuera y yo llevamos la voz cantante
pues somos las que sabemos lo que hay que ver), subir al castillo antes de que
haga demasiado calor. Parece que en otros tiempos se subía por la ladera de un
convento y por un vertiginoso sendero, pero ahora se sube muy bien. Encontramos
unos folletos con un grabado francés de 1.707 con la silueta del castillo y un
plano de la población tras su toma por las tropas borbónicas. El grabado va
acompañado de una explicación en cinco lenguas. Te paso el texto en valenciano
” EL
CASTILLO DE MORELLA
“Dórige musulmà i
situat estratègicament en un penal a 1.072 m. dàlçaria, en el vèrtex de
Catalunya, d´Aragó i de València, el Castell de Morella ha estat lèscenari
decisiu de les innumerables batalles que han assolat aquestes terres.”
Pues bien, a
pesar del origen musulmán hay algunos restos romanos. Todas las estancias,
plazas, torres etc. están señaladas con placas aclaratorias. Se conservan un
horno y tres aljibes uno árabe y dos romanos.
Aljibe |
Todo lo que vemos nos
sugiere temas de conversación. Tanto al subir como al bajar nos detenemos
para
contemplar el paisaje interminable y casi indescriptible que se divisa desde diferentes
puntos
El pueblo diseminado a la falda del castillo, las llanuras circundantes
y las montañas más lejanas.
El día es luminoso lo que facilita la visión y gozosa
contemplación del panorama que nos rodea.
A la bajada nos
encontramos otra vez con aves rapaces. Es la hora de la exhibición. Sale a
volar el búho Paco. El muy gamberro se asusta a causa de una señora que se le
ha cruzado en el vuelo de vuelta a la mano de la cetrera y se escapa. Empiezo a
estar cansada y me ronda el mal humor.
Al pasar de
nuevo por la basílica está abierta, hago unas fotos, pero hay una boda y no se
puede entrar. Volveremos a la tarde.
Nos acercamos
al Puerta de S. Miguel. Imposible fotografiarla entera pues es altísima.
Frente a la entrada hay una curiosa cruz (Creu de sant Miquel) semejante a otra
que hay frente a la basílica. Desde allí se ve el acueducto que recojo con mi cámara.
Decidimos que
es hora de comer. Elegimos un restaurante distinto al de la cena, por variar.
En general se come bien y no muy caro, sobre todo si tomas el menú del día.
Insisto en lo
mejor de este viaje. Poder hablar, aunque se difiera,
porque la diversidad de opiniones enriquece. Tranquila que no te voy a contar
todas las conversaciones.
Después de
comer, al hotel a descansar un ratito. Quedamos a las cinco. Ahora, por fin
podemos entrar en la basílica. Verdaderamente vale la pena hacer el viaje,
aunque solo sea por ver la escalera del coro. Eso sí. Tuvimos que gastar varias
monedas de un euro para iluminar y poder ver y fotografiar la escalera, el
trascoro y la bóveda bajo el coro que son las tres maravillas de la basílica.
El altar mayor tiene un inmenso retablo barroco,
demasiado barroco y demasiado dorado., para mi gusto.
El coro es de principios del siglo XV. Toda la balaustrada
de la escalera está decorada con escenas bíblicas: nacimiento de Cristo,
Adoración de los reyes, etc.
Está dividida en sectores cada uno de los
cuales contiene una escena.
Destaca la riqueza cromática. El trascoro
forma una especie de balaustrada que es una filigrana.
La bóveda bajo
el coro, estrellada.
A partir de
ahora nos dedicamos a pasear por el pueblo. Compro unos pañitos tipo manta
morellana para mis niñas.
Recorremos
calles con sus casas medievales, las murallas con sus puertas: Sant Miguel, San
Mateu, dels Estudis; portales: del Ral, del Forcall, de la Nevera; torres,
plazas y muchas escaleras y pendientes. Ya mis pantorrillas y glúteos empiezan
a quejarse.
Pasamos la
tarde tranquila, sin prisas, sentándonos las dos chicas a esperar a nuestros
cámaras que parece que se han tomado la tarea a destajo.
Se nos hacen
las 8´30 y nos dirigimos a nuestra calle favorita por los porches y lo que
contienen. Volvemos a cambiar de restaurante, pero esta noche nos gusta menos.
Damos otro paseo. El pueblo está animadísimo. El castillo iluminado es una
delicia. La noche está agradable.
Repasamos el
plan para el día siguiente. Decidimos ir a Forcall y luego ya veremos.
Al entrar en
el hotel mi nuera descubre que hemos estado haciendo el primo. El restaurante
tiene mejor menú y más económico que todo lo que hemos estado comiendo. Pero no
tenemos suerte. resulta que al día siguiente no se puede comer porque hay un
banquete y por la noche, al ser domingo cierran. Sería la primera vez que en el
asunto comidas acertamos de lleno. Pues ¡a dormir! Y mañana a las nueve en la
mesa del desayuno.
Claro no tuvimos en cuenta que era domingo y
no madruga tanto la gente, ni piensan que unos turistas locos lo van a hacer.
Pensaba yo horas más tarde ¿Quién nos manda madrugar tanto si es domingo,
tenemos un largo día por delante y poco que hacer?¡Así nos fue! Eso de que “A
quien madruga dios le ayuda”. resulta a veces algo relativo.
Así pues, algo
antes de las 10 estamos en Forcall. Casi no han puesto las calles. La gente
empieza a asomar las narices a la calle y algunas mujeres se dirigen a la
iglesia. De este pueblo hemos leído que está a orillas del río Caldes y que
aguarda durante el fin de semana su minuto de gloria. Claro la gente que está
en Morella se acerca a visitarlo porque ha leído como nosotros algo acerca de
una plaza de “aires renacentistas” o plaza mayor con soportales góticos y
edificios nobles como el Ayuntamiento; el Palau dels Osset construido en el siglo
XVI con arcos góticos y artesonados medievales, reconvertido en hotel-monumento;
y el Forn de la Vila del siglo XIII que aún funciona; y el monumento a la mujer
de Forcall.
Salvo el hotel y la escultura de la mujer, aunque todo
lo leído es verdad, resulta decepcionante. La plaza está desangelada. Quedan
dos tramos de soportales que apenas si se pueden ver bien porque los ocupan y
tapan señales de tráfico, una cabina, furgonetas aparcadas, etc. los arcos son
de medio punto. De las casas señoriales quedan trozos de fachadas como la del
Ayuntamiento y otras. Eso sí, en todas las calles se ve alguna.
De la iglesia lo mejor es la torre y vista de lejos
desde donde también hay una bonita panorámica del pueblo. No obstante, no nos
pesa haber ido. Cando nosotros salimos del pueblo empiezan a llegar autobuses
con visitantes. ¡Claro, no madrugaron!
En este punto surgió un pequeño problema. Se podía ir
a varios sitios, pero algo decepcionados con el pueblo no llegábamos a un
acuerdo. Al final tras un típico diálogo para besugos, decidimos” por
unanimidad” ir a Zorita (Sorita) para ver el santuario de Nuestra Señora de
Balma. Mi marido no ve claro lo de un santuario,
pero como leímos, las chicas, que estaba enclavado en una peña en un lugar muy
curioso, pensó que el paisaje podría valer la pena. ¡y la valió!
El paisaje era
bonito y sorprende ya de lejos la silueta de lo que se supone va a ser el
santuario que contiene además un bar-restaurante.
Tras aparcar en una explanada preparada al efecto, se
sube una escalera y se encuentra uno con una puerta sobre la que hay dos
letreritos colocado uno junto al otro con sendas flechas que indican la misma
dirección. Uno BAR; el otro BASÍLICA. Entramos al BAR que
ocupa la que en su día sería una cueva abierta al precipicio. Ventanas y arcos
lo cierran y al mismo tiempo lo abren al exterior permitiendo ver un bello
panorama. Ahora se entra en un sendero encajado en la montaña y protegido en el
lado del precipicio con una balaustrada y arcos; el interior lo forman sucesivos
arranques de cuevas. Es uno de esos pasadizos que gustan a los que no somos muy
altos pues invitan a agacharse, aunque quizá no exista para nosotros el riesgo
de tropezar en el techo; pero es uno de esos minutos de ilusión que ofrece la
vida.
Al final del
pasadizo se encuentra la curiosa basílica con un altar- cuevecita en donde con
candor infantil está representada la aparición de la virgen. Anexa hay una
habitación con exvotos de todo tipo desde los típicos bracitos y piernecitas de
cera a trajes de novia pasando por todo lo imaginable. Nos alegramos de haber
ido.
Volvemos a
Morella y comemos en el mismo restaurante de la primera cena, que nos gustó y
podré tomar otra vez profiteroles.
Como hemos
madrugado y nos queda poco por hacer decidimos echar una siestecita hasta las
cinco y media. A esa hora mi marido se queda leyendo el periódico y yo me voy
con los chicos. Volvemos a la tienda de las mantas y me compro dos típicas
mantas morellanas de viaje. La señora nos explica la diferencia entre las
auténticas, según ella las suyas, y las de imitación. También nos explica que
hay muchos rumanos en el pueblo. Unos son buenos y trabajan sobre todo en la
hostelería, pero también funcionan mafias.
Los chicos
compran queso y longaniza y a mí me regalan longaniza. ¡Es riquísima! Para
merendar probamos los típicos flaons, muy ricos también. Los descubrió mi nuera
que para las comidas es única; si pasamos más días juntas haremos algún gramito.
A mí me da la impresión de estar perdiendo facultades porque antes descubría
todo lo comestible típico sobre todo dulce como las corbatas de Unquera, los
Nicanores de León o los borrachos de Guadalajara.
Luego nos
fuimos a pasear y descubrimos la alameda, un paseo en alto que casi da la
vuelta al pueblo, va de la puerta de Sant Miquel a la Dels Estudis. La tarde
está muy agradable y lo pasamos muy bien hablando de mil cosas. Acabamos sentándonos
cara al valle y las montañas del fondo por donde se está produciendo la puesta
de sol, a la espera de hacer una buena toma mi hijo y una buena foto yo.
Conseguido nuestro objetivo continuamos el paseo hasta encontrarnos con el pater
familias a la hora de la cena. Mientras hacemos tiempo para cenar presenciamos una procesión tipo años
cincuenta si no medieval. Las mujeres delante, los hombres detrás, cantando el
rosario. Me recuerda las procesiones y rosarios de la aurora de los años 53-54,
incluso antes, en mi pueblo. Les cuento lo de aquella madrugada que llevé a
todo el mundo por los charcos. Como yo era la más pequeña del grupo de mujeres,
me colocaron la primera; había llovido, no se veía ni donde se ponía el pie,
razón por la cual yo me iba metiendo en todos los charcos y el resto de la
procesión detrás de mí.
En esa cena ya
hablé poco. No estaba muy de acuerdo con el tema, que no recuerdo qué era, y
además ya estaba cansada.
El domingo por
la noche Morella se queda vacía. Incluso hay hoteles que cierran el domingo al
mediodía.
Planeamos la
salida. Como queremos salir temprano y antes de las nueve no se puede
desayunar, mi hijo dice que ellos a las ocho y cuarto llevan las maletas al coche,
así apenas desayunemos partimos como centellas. Mi marido, ya aseado se da
cuenta de que si ven a los chicos salir casi a escondidas con las maletas
pueden pensar que se escapan sin pagar. Los llamo y les doy el cambio. Bajamos
a desayunar con el equipaje puesto. Nos reímos lo nuestro comentándolo luego. Hasta
guardé el resguardo del recibo de haber pagado.
No me puedo
sustraer, como casi nunca, a ir guardando los papeles de azucarillos que
recogen refranes ¡ah la sabiduría popular! Lo siento, pero te voy a incluir
alguno.
A borracho o
mujeriego/ No des a guardar dinero.
Arco iris al amanecer/Agua antes del anochecer.
¿Qué sentido tiene correr/Cuando estamos/ En la
carretera equivocada?
Qué risa. Este
me recuerda aquella vez saliendo de Manises…
Continúo. A
las 9´30, salíamos de Morella.
Volvemos a
dejar Catí, por miedo a que se nos haga muy tarde y a que sea un fracaso. Nos dirigimos
a san Matéu. Desembocamos prácticamente en la Plaza Mayor.
Es la capital
histórica del Maestrazgo, con una iglesia arciprestal gótica iniciada en el
siglo XIII. Dos puertas, una románica que casi da a la plaza y otra gótica que
casi se nos escapa porque está medio escondida y protegida por una reja.
La guía dice
que en la Plaza Mayor hay palacios góticos como el ayuntamiento y el de los Borull
y el renacentista del marqués de Villores. Pues o están muy disimulados o no sé
dónde estuvimos.
Yo tengo la
sensación de que nos dejamos algo. A mi marido le entran las prisas.
Conseguimos ver por fuera otra iglesia y mi nuera no consigue visitar un sitio
que le atraía. Tomamos un café y salimos pitando. La carretera es buena y a las
12´45 estamos en Sagunto. Como tienen un tren a la una y diez, nos despedimos.
Ellos comerán ya en su casa. Nosotros en el área de servicio La Safor. Llegamos
a Murcia bien pues no hay retenciones, pero al entrar cometemos un error, no
podía faltar. En lugar de tomar la entrada por Andalucía la tomamos por Albacete
y nos metemos de lleno en Nueva Condomina, etc. Una hora para llegar a casa.
Con todo a las 5´15, en casa.
Leo en alguna
parte esta frase, creo que, de Enrique Larreta, que me parece muy interesante
para cerrar este relato del viaje a Morella:” La
persona inteligente viaja para enriquecer después su vida en los días
sedentarios, que son numerosos.”
Fin de la
aventura.
Espero no haber aburrido mucho.