Del 11 al 18 de julio de 2005
Querida amiga: Otra historia de mis viajes. Vas a
acabar harta. Pero como soy algo imprudente, allá voy con uno más
Como todos,
este viaje tiene su historia. Tendríamos que haberlo hecho con un grupo de
amigos con los que viajábamos con frecuencia, pero un error nos dejó fuera. Decidimos,
pues, organizarnos por nuestra cuenta. Fuimos a nuestra agencia habitual donde contratamos
viaje a Escocia con unas condiciones extraordinarias, Una tarifa especial por
reservar el viaje con dos meses de antelación y otros descuentos por mayores de
65, en el que entro yo. ¡Pues mira que bien!
Tuvo esta situación una ventaja añadida. Nos permitió conocer gente
nueva. De momento he hecho una amiga.
Elegimos “Todo
Escocia II” 8 días a pensión completa, con excursiones etc. Perfecto.
Nuestro avión parte
de Alicante a las 21`45 del día 11. Salimos de casa a las seis de la tarde. En
Madrid hay que recoger el equipaje, volver a facturar, y buscar la ventanilla
de Cóndor para que nos den billetes y documentación. Nos toca cruzar el
aeropuerto de punta a punta, habremos hecho kilómetros. Por fin todo resuelto.
Ha dado tiempo incluso para tomar algo. Nos dirigimos a la puerta de embarque.
Salimos de
Madrid a la 1`35. Nos dan un simulacro de cena que se agradece. Doy una
cabezadita. Entre unas cosas y otras nos acostamos a las seis de la mañana de
allí (una hora menos que en la península, como en Canarias). Llevamos, al menos
yo ,23 horas levantados.
Estamos en el EDIMBURGH CITY TRAVELINN. Surge el primer problema: los enchufes ingleses no son como los nuestros
¡Claro! Hace falta un adaptador. Ya lo encontraremos.
Ya martes, nos
levantamos a las 8 y bajamos a desayunar dispuestos a echar el día. Empieza
nuestro primer día, martes 12, en Edimburgo. Nos toca toda la mañana visita
panorámica de la ciudad casi sin bajar del autobús ¡menos mal porque estoy un
poco hecha polvo! Recorrimos la Princes Street, principal calle de la ciudad
que separa o une según se mire las dos zonas llamadas Ciudad Nueva y Ciudad Vieja.
Con una longitud de una milla abarca toda la Ciudad Nueva desde la altura de
Charlotte Square a la de San Andrew Square y desemboca prácticamente Calton
Hill.
Sin bajar del
autobús recorremos la Ciudad Nueva. La guía nos va explicando detalles de las
calles por las que pasábamos. Por ejemplo, unos hierros junto a las puertas que
servían para quitarse el barro de los zapatos; la apariencia de grandes
palacios que se la da el hecho de que se hacen varias viviendas con idéntica
fachada y, aproximadamente la del centro contiene frontón y columnas como si se
tratara de un palacio o templo griego. La estructura interior cuenta con un
sótano como vivienda para el servicio, despensas, etc. Y las otras plantas para
los señores (como la casa de muñecas que tengo para montar). Se nos señalaron
casas en las que un nombre grabado en la piedra indica que allí vivió alguien
importante (por ejemplo, un escritor)
Recorrimos
también la Ciudad Vieja y terminamos en Calton Hill a donde no subimos por la
“escalinata monumental con estatuas” de que hablan las guías porque vamos en el
autobús. Le llaman la colina de la vergüenza porque en ella está el National Monument
iniciado en 1820 para conmemorar el fin de las guerras napoleónicas, que nunca
se acabó por falta de dinero; es una copia a tamaño natural del Partenón de
Atenas. Allí, por fin hice las primeras fotografías.: panorámicas de la ciudad
y detalles del lugar.
Por fin el
autobús nos deja en la Grassmarket Street, junto a los Hoteles Ápex Ahí, en el restaurante
Metro comemos dos días.
Las comidas
requieren comentarios aparte.
Por un lado,
la gastronomía. No va a ser la comida el mejor recuerdo que nos llevemos de
esta hermosa tierra. Por regla general sirven con gran lentitud. El bufet de algún
hotel es razonable. En general cuesta conseguir un café (llamémosle así) sobre
todo el de media mañana.
En Glasgow hubo
que tomarse varias cosas con humor. Había un camarero español que se lo pasó de
miedo con nosotros. Uno de los compañeros, catalán bastante gracioso, le echó
guasa al asunto de los postres de la cena y acabamos llorando de risa. A la
noche siguiente llegamos tarde según horario escocés, pero en atención al
turista nos esperan con el comedor abierto y los “restos” para cenar. De nuevo
el humor no solo amenizó la cena, sino que casi la suplió. A la mañana siguiente,
El desayuno pobre y tonto.
Algunos días
no recuerdo ni dónde ni qué comimos. Tan pobre fue la comida escocesa.
No obstante, lo
mejor y digno de recordar de las comidas
fue la compañía. Algunas veces la organización del viaje supone grupos y si no,
yo me los busco. La comida del primer día fue en un local con calor y mesas
largas lo que propicio abundante compañía y presentaciones.
Tuvimos enfrente
dos matrimonios catalanes (uno mayor y otro relativamente joven.) Los mayores
llevan sendas cámaras fotográficas. La de ella más pequeña y moderna, más
clásica la de él. Los jóvenes, como casi todos y nosotros, ella cámara
fotográfica, él de vídeo. Esta más joven es pizpereta y marisabidilla, pero cae
bien. Él tiende a rarito. Viajan con dos chicas, una podría ser hermana de ella
por la pinta. A mi lado y enfrente se sientan tres chicas que viajan juntas.
Una “la Pili” viene de Lérida es un personaje curioso, más aún conforme pasan
los días y nos conocemos. Las otras dos, una morena y otra rubia (como las de
“La Verbena de la Paloma”) vienen de Zaragoza.
Al ser la
primera vez que varios del grupo coincidimos tan próximos y en situación de
tener que hablar, la comida transcurre entre presentaciones y tópicos: es
bonito lo que hemos visto, que lentitos sirven a este paso nos iremos a medio
comer, etc. Con los días iremos intimando, sobre todo algunos.
En la cena del
primer día compartimos mesa con un matrimonio de Gibraltar que se declaran
también muy viajeros. Nos hablan de sus viajes y de los “amigos de los
paradores”. Nos lo recomiendan
La siguiente comida
que recuerdo es en el restaurante el León de Oro (“Gold Lion”) Mesas de cuatro
y consigo que nos unamos a la parejita
de Madrid. Supimos que eran madrileños tras los primeros intercambios de frases
de presentación. Lo de jovencitos saltaba a la vista; llevaban seis días
casados. Comida amena. Se sorprenden de todo lo que ven y resulta que no
conocen nada de España. Yo les digo que estos paisajes y castillos no tienen
nada que envidiar de los nuestros. Les hablo de nuestras costas cántabras o de
la costa brava, y los invito a visitar Toledo, Trujillo, Boí, Loarre, Úbeda y
Baeza…
Precisamente lo
más interesante de estos viajes organizados en los que coincides con personas
totalmente desconocidas es conocerlas. Como es natural nos encontramos con
diversos tipos humanos. Así se recuerdan mejor los viajes. Al menos a mí me gusta.
De todos guardo recuerdos de los compañeros. Este y el de Noruega creo que han
sido de los más amenos e interesantes. Los recuerdo incluso con cariño.
Ahora toca la
cena en Oban. Cenamos en la mesa de Salomé y Antonio una de las parejas
catalanas o que viven en Cataluña pues no son catalanes. El nombre lo supe al
despedirnos en el aeropuerto pues nos dimos dirección y teléfono. La cena fue
muy amena. También hablamos del gusto de ellos por el vídeo y de nosotras por
la fotografía y coincidimos en lo pesado que resulta a veces ir esperando a que
ellos graben, en que nos gusta unir a las fotos notas con las anécdotas, etc.
Daba la impresión de que congeniábamos y estuve tentada
a repetir o intentar conversación, pero no me atreví por si las simpatías no
eran mutuas. Luego resultó que sí.
En Portree,
capital de la isla Comemos en compañía de Mirella y Pep(catalanes)otra pareja
muy joven también él enamorado del vídeo; profesores de Educación física. Esta vez mi marido
ha estado a punto de sentarse con las hermanas. Yo me lo llevo junto a los
jóvenes les pregunto si no les importa y les digo que me gusta estar con la
gente joven. Me entero durante la conversación de que hay otros murcianos en el
grupo. Ya los localizaré.
Con el paso de
los días, las mujeres vamos estando algo deterioradas. Las únicas que parecen
conservadas en formol son las hermanas (las sisters dieron en llamarlas) y la
alcaldesa. Las hermanas (andarían ya por los sesenta, casi) con sus modernos
pantalones a cuadros o flores, sus chubasqueros fosforitos, sus melenitas a lo
paje y sus carrerillas. Son personajes para hacerles un seguimiento, pero no es
fácil pues van las dos cual Pili y Mili juntitas y no hacen mucha vida social.
Nos preocupamos más nosotros de ellas por si se nos pierden que ellas de
nosotros. La alcaldesa siempre conjuntada en tonos pastel dominando el verde y
amarillo. Estas son de las que si hay una tienda siempre llegan tarde al
autobús, como las andaluzas. Compro de todo y en todos sitios, es su lema
Vuelvo a terminar
el día, el primero. Falta una hora para la comida y damos una vuelta por las
calles próximas, pertenecientes a la parte antigua.
Por la tarde, nos lanzamos a recorrer la Ciudad Vieja. Tras una
vuelta por calles ya vistas, emprendemos el recorrido de la Milla Real “Royal
Mile” conjunto de calles sucesivas (High Street, Cannongate, etc.) que llevan
desde el Castillo al Palacio Real de Holyrrodhouse.
Si no estoy equivocada,
lo primero que al comienzo de la Milla nos llamó la atención fue la iglesia
neogótica Tolbooth St. John más las casas del siglo XVII
En realidad, casas e iglesias es lo que se puede admirar
en esta ciudad. Todo ennegrecido por el tiempo y la humedad. Tuvimos la suerte
de un día soleado, pero no es lo frecuente o sea que debe ser una ciudad oscura
y triste. Es la impresión que me causó desde el primer momento. También me sentí
levemente decepcionada. Quizá, aunque resulte pedante decirlo, a causa de las
muchas ciudades que ya llevo vistas. O me influyó que iba muy cansada, a fin de
cuentas, en dos días había dormido dos horas.
Sigamos por la
Milla. Vamos por la derecha de la calle en dirección al Palacio, por lo que
fotografiamos y vemos mejor los edificios de la izquierda. Hemos pasado por St.
Giles, la principal iglesia de Edimburgo (dice en la guía) pero está en obras y
solo al regreso puedo fotografiar la parte de atrás. Visitamos el interior.
Veo una casa
con torrecitas y un reloj que sobresale de la pared me gusta y la fotografío
sin saber qué es y ahora leo que es el museo de la infancia y tonta de mí no
entré. Claro que…mejor me callo.
Se me está
haciendo eterna la calle y aún no se ve el Palacio o sea el fin. En plazas y
fachadas esculturas y relieves que reproducen los animales simbólicos de
Escocia y de la ciudad. Fotografío un venado y un unicornio
Por fin
el Palacio. Decidimos no entrar, y fotografío a través de las rejas.(creo que
tengo foto)
Ahora hay que
volver al punto de partida, ascendiendo un poco y recorrer toda la Grassmarket,
más West Port, y la Morrison Street para llegar al hotel. Descubro el Corazón
de Midlothian realizado en el pavimento en el lugar donde estuvo la prisión de
Old Tolbooth, inmortalizada en una novela de Walter Scott. Dicen que si se pisa
y se escupe pasa algo, pero como no recuerdo si es bueno o malo me abstengo de
ambas cosas.
Al fondo de
una calle que da a un puente se ve un edificio que parece un pequeño castillo. Fotografío
una iglesia convertida en casino o bar. Hay muchos casos. Seguimos subiendo
hasta casi el castillo, buscamos la Victoria Street para volver a Grassmarket y
ya dirigirnos a la Morrison Street al final de la cual está nuestro hotel.
¡Se me vuelve a
hacer eterna la calle!, mucho más porque nos pasamos. Me doy cuenta cuando
llegamos al reloj de piedra que nuestra guía (de la que ya hablaré) nos ha
situado en la plaza siguiente. En eso aparecen las zaragozanas que nos conducen
hasta el hotel.
. Está este razonablemente bien
a no ser por el agua caliente, prácticamente inexistente lo que a fin de
cuentas es una ventaja porque así no se dispararán las sensibilísimas alarmas
contra incendios impulsadas por el vapor saliente de los baños.
Como al día
siguiente seguimos viaje, preparo la maleta, recojo las impresiones del día en
un pequeño bloc que llevo y ¡A
ACOSTARME! Estoy muerta. El día ha sido tan laaaaaargo.
(He anotado recordar jaimitadas). Hay que madrugar.
Ya es miércoles,
día 13. Menos mal que no fue ayer. A las 8´15 se bajan las maletas y a las 8´30
se desayuna. Tenemos libre la mañana en Edimburgo aún. La dedicamos a la Ciudad
Nueva. Compramos el adaptador de enchufes que nos hará falta durante todo el
viaje.
Por la Lothian
Road nos dirigimos a Princes Street y vamos directos a la Charlotte Squre. Casi
no hago fotos. Recorremos la zona zigzagueando por las calles: George Street,
Castle Street, etc. Volvemos a Princes Street donde vemos el monumento a Walter
Scott, (Tengo foto) paseamos por los jardines y entramos en la National
Gallery.
Primero vemos
la Visión de Gauguin´s que contenía cuadros suyos y de otros pintores que lo
recordaban o le rendían homenaje. Luego un vistazo rápido al interesante resto
del Museo. Desde los jardines se disfrutan bonitas vistas del Castillo y la
Ciudad Vieja.
Tras haber
dormido 8 horas y con una temperatura agradable la mañana se ha hecho más
llevadera. Después de comer, al autobús camino de Glasgow. Cabezadita, por lo
que no recuerdo nada del trayecto.
A la llegada,
sin ir al hotel, visita panorámica con parada en la Catedral. Antes de entrar
una guía local nos contó la Historia o tal vez leyenda de San Mungo. Visitamos
el interior y un museo frente a la iglesia donde tuve que hacer unos pinitos en
inglés para ir a …pues ya no podía más. En estos países nórdicos parece que la
gente levita, ¡no tienen necesidades, ni comen bien, ni toman café!
La visita
panorámica fue muy larga porque Glasgow es la mayor ciudad de Escocia y la
Tercera de Gran Bretaña. Está atravesada por el río Clyde. Tiene muchos barrios
satélites. Pasamos por la otra Catedral, los espléndidos edificios de la
universidad, museos, zona del puerto e industrial y todo el centro de la
ciudad.
Antes de llegar
al hotel, nuestra guía nos puso en antecedentes de lo que íbamos a encontrar,
pero hay que vivirlo para creerlo: viejo, destartalado, no se cerraba la
ventana, crujía el suelo ¡¿Y la comida?! ¡Un desastre! Y se llama QUALITY HOTEL CENTRAL GLASGOW. Lo de quality sería en otros tiempos. Es el antiguo
hotel de la estación. En fin, una vez más hacemos alarde de buen humor.
Antes de ir a
la cama, en mi libretita recojo algo curioso de Edimburgo respecto a los
impuestos con que se gravaba el número de ventanas y de chimeneas por lo que en
poco tiempo empezaron a desaparecer las ventanas y entonces les pusieron
impuestos por el número de chimeneas.
Jueves 14. Glasgow y Arran. Día algo desastroso. Para
empezar algo pasó con la ducha pues todo el mundo se quejaba. ¡Cielos! Parecía
el hotel de una película de miedo, eso sí con útiles para prepararse el té (eso
en todos) y unas galletitas que todos nos llevamos para tentempié de media mañana.
Tiempo libre
hasta las 11 para ver el centro de la ciudad. Recorrimos la Hope Street, St.
Vicent, Buchanan (peatonal), St George y la George Square. Se mezclan en estas
calles los edificios antiguos y modernos (siglo XVII, XIX y principios de XX) algunos
modernísimos todos de cristal en los que tal vez se refleja uno antiguo con su
color rojizo característico de esta ciudad.
El resto del
día casi para olvidar, pero este grupo no está dispuesto a enfadarse por nada.
Si bien salimos puntuales llegamos más tarde de lo previsto a la isla de Arran.
El transbordador habitual estaba averiado y hubo que ir a otro puerto. No
recuerdo bien de dónde salimos, pero sí que la llegada era a Brodick. Pues bien,
resulta que ni el conductor ni la guía tuvieron la precaución, ocurrencia, o brillante
idea de comprobar la ruta que debían seguir. Se equivocaron varias veces lo que
nos ocasionó un retraso considerable. Perdimos el transbordador de las 12´30
por unos minutos, y hubo que coger el de la 1´30. El tiempo de espera entramos
a una cafetería, donde como es natural no conseguimos un café, pero vimos un
equipo de cine italiano que rodaba allí una película. El actor era uno de los
de la película “El piano” pero no recuerdo el nombre. Solo que tiene unas manos
muy feas.
A todo eso
había empezado a llover. Lluvia que nos acompañó el resto del día. ¡Y yo con sandalias!
En el barco a pesar de la lluvia y el fresco fui en cubierta por miedo a
terminar de estropear el día. Como el trayecto era corto fue agradable. En realidad,
casi todos íbamos fuera esperando ver aparecer la isla y disfrutando del
auténtico clima escocés. A fin de cuentas, si uno va a sitios distintos ha de
disfrutarlos completamente.
Con el jaleo
del autobús a la guía apenas le dio tiempo para darnos algunos consejos,
contradictorios, para la visita del castillo y la comida. Comimos tarde y mal.
Luego a toda mecha al Brodick Castle. La hora de visita acababa a las 4 y eran
menos cuarto. Nos recogen los paraguas, nos dan unas carpetas con folios y
explicación en castellano y nos encierran en el castillo. La catalana repipi se
erigió en guía y fue leyendo en voz alta las explicaciones para adelantar. La
verdad es que lo hacía bastante bien.
El castillo (lo leo en la guía Anaya pues
no lo puedo recordar todo) es la antigua residencia de los duques de Hamilton,
edificada a mediados del siglo XIV sobre una edificación anterior y ampliada a
mediados del XIX. Valió la pena la visita. Lo que más nos llamó la atención fue
la cocina. Parecía viva. Amueblada y con toda clase de utensilios de algunos de
los cuales no alcanzamos a adivinar utilidad y uso y con reproducciones
formidables por su realismo de toda clase de alimentos y personajes (cocinera,
mayordomo…) que casi se podían confundir con la señora que vigilaba, oscura,
con cara antigua, casi hierática.
Al terminar recorrimos
bajo la lluvia el Brodick Camtry Park que rodea el castillo y es una delicia.
Aquí si sobró un poquito la lluvia.
Terminamos el
recorrido de la isla situada en el estuario del río Clyde en autobús. El puerto
del transbordador está en la desembocadura del río Glen Rosa. Panorámicas
bonitas., pueblos pintorescos como Corrie y por costa e interior llegamos a
Lochranza donde se conservan los restos del castillo Lochranza Castle. Parada
japonesa
Llueve y todo está
encharcado vuelvo al autobús con los pies haciendo agua. En otro lugar cuyo
nombre no recuerdo, parada técnica (ya sabes)
conseguimos llegar al hotel. Mañana salimos otra vez. ¡Qué alivio dejarlo!
Creo que ha
llegado el momento de hablar de la guía. Verdaderamente los guías que conocemos
en los viajes forman casi un grupo aparte en la fauna turística. Unos cultos,
otros casi cutres, unos pintorescos, otros interesantes. Ya podría escribir un
libro con los que conozco. La de este viaje forma parte de los pintorescos;
bien informada menos en lo que a carreteras se refiere. Joven y delgadita,
morenita y vivaracha con ojos inteligentes. Llegamos a la conclusión de que es
cubana afincada en España y no tiene la carrera de turismo. Después del fiasco
de Arran viaja con un mapa de carreteras como acompañante inseparable. El día
de Arran que podría quedar como el de marras, lloviendo y con una considerable
bajada de temperatura apareció escotadísima y luciendo unas tetitas que fueron
la comidilla del día y el resto del viaje. -Son operadas-decían- y apostillaba
la catalana mayor- y eso cuesta una pasta ¡eh! o sea que tiene que lucirlas.
Había que verla y oírla con su aspecto de persona formal y su deje catalán. El
deporte colectivo a partir de ese día fue apostar por el equipo que luciría al
siguiente.
Casi al final del viaje, al ir a visitar la destilería
Dalwhinnie, cometió un error ¿de novata? No sé. Dijo que le regalaban cada semana por llevar
turistas una botella del mejor Wisqui. Quizá, o seguro, lo dijo en broma, pero
como los humanos tenemos la tendencia a creer siempre lo malo o peor, se armó
un revuelo y pequeño escándalo. Además, no nos paramos a pensar que los guías
no actúan por su cuenta, que van dirigidos desde arriba, que tal vez ganan poco
y que apenas nos recogen en el aeropuerto decidimos que están a nuestro
servicio.
Pues señor, por fin ya es viernes y estamos en
el quinto día de viaje. De Glasgow a Fort William. No recuerdo a qué hora nos levantamos,
pero madrugar seguro.
Salimos ya en
dirección a las Tierras Altas, pasando antes por la zona montañosa de las
Trossachs. Hoy nos acompaña un guía local. El día antes la nuestra nos había
dicho el nombre que no nos pareció muy escocés, pero no le dimos mayor
importancia. La sorpresa fue cuando subió al autobús equipado con el típico kilt.
Como es natural el interés general se centró en saber qué llevaba debajo.
Empezó a hablar en un castellano macarrónico con acento británico para terminar
diciendo no sé qué de boludos con lo que dedujimos que era argentino.
Físicamente daba bien el pego y hablaba un castellano bastante fluido sin
excesos de argentinismos. Fue hablando de la geografía y la historia de los
lugares por los que pasábamos y a donde íbamos. Pero ¿quién se acuerda ahora?
Fueron siete días escuchando historias y leyendas interesantes pero imposible
recordar todo. Además, no te voy a enredar con historias que puedes encontrar
en cualquier sitio.
La primera parada
en Loch Achray. Se habló de mansión jacobina pero no recuerdo haber entrado en
ninguna parte, sino que desde el lago se nos señaló.
La segunda y
más larga, en Loch Katrine donde pudimos dar un paseo por la orilla del lago y
tomar un café o lo que allí llaman café. Si vuelvo a Gran Bretaña no se me
ocurrirá pedir café, tomaré té, aunque sea de bolsita. Tercera y principal parada.
Slirling donde visitaremos el castillo y comeremos.
Paramos frente
al embarcadero del Loch Katrine, el más grande de los dos, el otro es el
Achray, que se encuentran bordeando un hermoso bosque
Stirling, en
Escocia Central, es una ciudad enclavada sobre un promontorio rocoso bañado por
los meandros del río Forlh. El castillo del mismo nombre ocupa una posición
dominante sobre el punto más alto de la roca. Muy dañado por el uso militar ha
sido restaurado varias veces lo que da lugar a que convivan edificaciones y
estilos de diferentes épocas a partir del siglo XII en que comenzó su
construcción. Tradicionalmente considerado la fortaleza más importante de
Escocia.
Se accede por
una amplia explanada desde la que se disfruta de espléndidas vistas panorámicas
del valle y de las colinas. Hay que pasar dos entradas. Destacan los Queen Anne
Gardens, la Lower Square” Plaza de abajo”, el Palace Block renacentista, de
gusto francés obra de Andrew Aytoun con abundante decoración escultórica; la
Great Hall, sala gótica, la Upper Square” Plaza de arriba” etc.
Después de
comer en EL LEÓN DE ORO fuimos a ver el toro escocés.
.
La siguiente
parada: Glen Coe. Un lugar precioso, una especie de mirador para hacer
fotografías panorámicas y de personas. La Pili de Lérida que iba fascinada con
la fiebre grabadora de mi marido me avisó para hacerle una foto encaramado en
un pequeño promontorio ensimismado en su grabación. Todo el mundo se subió a un
murete a fotografiarse y me decidí a subir yo también. ¡Caramba! me atasqué y me
subieron en volandas ¡qué risa!
Para dormir
fuimos a parar al hotel Regent en Oban, un pueblecito encantador a orilla del
mar. No es un “cuatro estrellas”, tuvimos que subir las maletas por la escalera
porque el ascensor no daba abasto, pero mucho mejor que el de Glasgow. Como es
temprano bajamos a dar una vuelta y hacer algunas fotos
Después de
cenar otro paseo y como siempre temprano a la cama pues hay que madrugar y los
días se hacen eternos. La verdad es que cuando nos metemos en el autobús
después de comer ¡me doy unas cabezaditas!
Érase que se
era y va de cuento y, contando, contando, ya estamos en sábado día 16. Sexto
día del viaje. Fort William- Tierras Altas. Salida a las 7´45. Antes de salir
fotos de reflejos que aconsejo a Salomé.
Vamos a Fort
William y de allí a Mallaig donde tomaremos el ferry para las islas de Skie. En
el ferry hay que ir en el interior lo que no me gusta.
Una vez en la
isla lo primero que visitamos es la Kilt Rock, acantilados que recuerdan las
típicas faldas escocesas.
Esta es la mayor de las Hébridas Interiores. Comemos en Portree, capital de la isla. Hoy en compañía
de Mirella y Pep(catalanes)otra pareja muy joven también él enamorado del vídeo,
En el lugar
donde comemos hay unas bonitas vistas. Volvemos a tierra firme por un puente.
Hoy viajamos en primera fila.
Siguiente
parada en Glen Shiel para ver el Castillo de los Inmortales, Eilean Donan (Eilean
Donan Castle) en Loch Diúch. De aquí al nuevo hotel que parece va a ser mejor
pues está en una estación de esquí en Aviemore.
Es un complejo
hotelero con varios edificios. Nos toca el más alejado del comedor.
Pues qué
poquito nos queda ya. La verdad es que cuando se está de viaje llega un momento
en que parece que esa es la vida normal y el viaje va a seguir eternamente.
Como cuando llevamos varios embarazos seguidos y parece que siempre vamos a
estar con esa pinta. Pero ya tenemos, sobre todo las mujeres, la cara cansada y
lo pelos chafados. La verdad es que cuesta encontrar algo que
valga la pena para llevar como recuerdo. Yo he comprado alguno de mis típicos
imanes y unos paños con mapas de Escocia.
Llegamos por fin al domingo 17 séptimo del
viaje. Se supone que vamos a “descubrir el Wester Ross, una de las rutas más
impresionantes de los Highlands”, ver la cascada The Fals of Measach; los
Inverewe Gardens; Loch Maree; lago Ness y castillo Urquhart.
Madrugones de
los que me consuela lo de una hora menos, como en Canarias.
Empezamos
haciendo el recorrido por el páramo de Wester Ross hasta el valle glaciar de
Glen Docherty, está hacia el oeste casi enfrente de Skye. Primera parada en un
punto del valle para admirar el paisaje y fotografiar
.
La siguiente en Kinlochewe. Después una parada técnica con fotografía en
Gairloch, un pueblecito a la orilla del mar.
Ya nos
dirigimos a terminar la mañana en el Inverewe Garden cerca de Poolewe, considerado
como un tesoro nacional. Contiene variedades extraordinarias de árboles,
arbustos y flores de todo el mundo. Se entra a través de la tienda y como hay
que salir también por ella se supone que algo caerá. Están estructurados en
bloques: oriental, de los nenúfares etc. Yo decido hacer el recorrido (de una parte,
todo llevaría más tiempo del que tenemos) sola pues ir esperando a que mi
marido grabe todo sería desesperante. Además, es tan agradable, romántico y
relajante el paseo así sola entre flores y plantas de todos tipos y colores. El
día está fresquito y nublado, empezará a llover antes de acabar el recorrido…
Seguimos ruta hasta Dundonell donde tendrá lugar el
almuerzo de hoy. Después de comer fotos: el árbol con jaulas con las puertas
abiertas para que los pájaros entren a comer y refugiarse y algún detalle del paisaje.
Luego visita a Rogie Falls una caída de agua que no
tiene nada de espectacular y de camino al autobús hablando con la catalana
repipi. La llamo así para distinguirla de las otras, pero era un encanto. Me
entero de se llama como yo y pasamos el rato hablando de las costumbres
españolas de los nombres, del uso de los diminutivos etc.
Iremos después
al Torridon Country side Center que es tienda y centro de información. A las seis,
toca en castellano. Entramos a una sala donde nos proyectan un documental sobre
flora y fauna de la zona. Lo cierto es que no me acuerdo de nada.
Por fin parece
que vamos a ver el lago Ness. Vamos a hacer un crucero ¿? O sea, ir en barco de
un extremo al otro donde está el castillo, o lo que queda de él, de Urquhart.
El lago tiene 37 Km. de largo, pero no lo hacemos todo. Me sitúo en la cubierta,
aunque hace fresquito. No aparece el monstruo. visitamos el castillo y vamos a
parar a una tienda donde encuentro unos Nessitos lindísimos (imanes).
De aquí al hotel.
Los últimos días,
sobre todo, durante las horas del viaje la guía nos ha ido contando la historia
de Escocia y leyendas: M.ª Estuardo, la reina victoria, los clanes de los
Mackay y los Mac Donald (rivalidad, historia y leyenda). No te lo incluyo
porque lo puedes encontrar fácilmente y no quiero alargar el relato excesivamente.
Después de cenar, hacer las maletas definitivamente
Lunes 18, octavo día de viaje, último en teoría pues acabará
el 19 después de las seis de la tarde hora española.
Lo previsto para el lunes es: excursión opcional al
castillo de Cawdor o visitar Inverness. Comer por nuestra cuenta, visita a
Dalwhinnie conocida destilería. Edimburgo y aeropuerto. En Edimburgo aún
ofrecen una visita opcional al Edimburgo inédito.
Optamos por Inverness. A primera hora llovizna, pero
el día se arregla pronto y disfrutamos de una mañana deliciosa. La ciudad nos gusta,
hago muchas fotografías.
Castillo |
La explanada
del castillo hoy sede de un tribunal ofrece unas magníficas panorámicas de la
ciudad, el río y sus puentes. Atravesada por el río Ness, situada en su
desembocadura en el golfo de Moray. La calle central, la Church Street, corre
paralela al río. El castillo es una edificación en arenisca roja en estilo
victoriano, construido en 1830 sobre el emplazamiento de uno del siglo XIII. En
la plaza un monumento dedicado a Flora MacDonald. Paseamos por los jardines que
bordean el río y cruzamos por el puente más
próximo a la Catedral de St. Andrew´s.
Es la iglesia episcopal escocesa. Construida
en piedra rosada (1866-69). Por la fecha deduzco que será neogótica pues la
fachada recuerda Notre Dame. Seguimos viendo iglesias, paseamos por la calle
principal y acabamos comiendo en un Mc Donald.
También
visitamos el interior de la catedral bonito como se puede ver en las fotos. A
todo esto, íbamos coincidiendo con Salomé y Antonio lo que demuestra la
similitud de gustos.
La salida para
Edimburgo se retrasa por la gente que intentó comer en un restaurante del que
algunos se tuvieron que ir sin el postre. ¡lentitud!
Frente a donde
nos esperaba el autobús había un restaurante español, algo cutre, que se
llamaba LA TORTILLA ASESINA.
Antes de
llegar a Edimburgo paramos en la destilería Dalwhinnie
una de las mejores de Escocia. Deben decirlo con vistas al turismo. Con todo, hicimos
una degustación y hubo quien compró.
Al salir el
catalán mayor propuso una foto de grupo, idea que fue muy bien acogida en
general. Yo conseguí que mi marido hiciera una con mi cámara. Estuvimos varios minutos
posando pues todos querían tener la suya. Esta fue el pretexto para que ya en
el aeropuerto Salomé y yo nos intercambiáramos las direcciones y teléfonos. Fue
entonces cuando me enteré de su nombre y profesión.
Otra vez al
bus. En Edimburgo nos llevan al hotel del primer día donde nos recogerán para
ir al aeropuerto. Eso será a las diez o las once de la noche. Tenemos otra
tarde para pasear por la ciudad. Debemos cenar por nuestra cuenta, pero nosotros,
creo recordar que nos comimos unas barritas energéticas. Aún temprano nos
fuimos al hotel y estuvimos sentados en el hall; ya pesaba el día, ya pesaba la
semana. Fueron llegando los demás poco a poco. Charlamos con un matrimonio de
Cáceres. Ella se empeña en que coincidimos en Praga en el 2000.Me cuesta
demostrarle que está confundida. Sí
conocemos Cáceres y Trujillo y Plasencia y…el mundo es un pañuelo, pero hay que
procurar no liarlo.
Al volver al
autobús resulta que habían recogido antes a otro grupo que se había colocado chulescamente
en los asientos donde nosotros habíamos dejado los bolsos. Como siempre lo tomamos
con humor y sirvió para reírse otro rato.
Ya en el aeropuerto aparecen Salomé y Antonio, nos contamos,
nosotras, que hemos estado dando vueltas buscándonos. Hablamos, resulta que son
profesores de historia, a ella le gusta sobre todo el arte. Consigo que sigamos
juntas hasta la marcha. Al final formamos otra vez grupo y charlamos animada o
decadentemente pues ya las fuerzas nos van abandonando y el sueño amenaza con
poseernos.
Les llega la
hora de embarque primero a los catalanes. Todos nos despedimos como si fuéramos
amigos de toda la vida. Todos con la bromita a mi marido de si le había quedado
algún centímetro cuadrado que grabar, Salomé y yo prometemos seguir en
contacto.
Por fin nos toca
a nosotros. Vamos vía Madrid los de allí, nosotros, las de Zaragoza, los de
Cartagena, las de Andalucía. Son más de las cuatro de la madrugada cuando
despegamos. Vamos en la primera fila y a pesar del sueño no puedo evitar oír la
conversación de la azafata y el azafato que debe ser el primer viaje que hacen
juntos pues se van contando la vida laboral.
A no sé qué
hora nos ofrecen tomar algo y aunque estoy medio dormida digo que sí, pues como
recordarás no hemos cenado. Como y sigo dormitando.
Aterrizamos.
Creo que son las 8 de la mañana. Recogemos las maletas y nos despedimos del resto
de la gente menos los de Cartagena que como nosotros van hacia Alicante.
Facturamos, tomamos algo y esperamos. Esta vez sin retraso salimos para Alicante.
Si no tardaran las maletas podríamos coger el autobús de las tres para Murcia,
pero es muy justo. Además, las nuestras salen, como siempre, las últimas. Comemos
un bocadillo y cuando estamos esperando se acercan los de Cartagena a
despedirse. Tomamos el autobús de las cinco. Llegamos a casa casi a las siete. Avisar
a los hijos.
¡Qué cansancio!
No quiero oír hablar de viajes hasta dentro de una temporadita.
(Murcia 24-9-2005)
Tu amiga Constanza hace unos viajes demasiado detallista y es natural que termine reventada. Sin embargo yo le recordaría algunas cosas que omite y que a mí me llamaron mucho la atención en Escocia. En primer lugar al realizar el recorrido por Princess Street no menciona los bancos de los jardines aledaños dedicados a personas particulares o entidades. Concretamente yo me senté en uno que el Partido Laborista inglés había dedicado a los republicanos españoles caídos en la Guerra Civil.
ResponderEliminarDescribe muy bien a los personajes con los que coincidió en el viaje, muchos de ellos de novela. Una de la mejores cosas de los viajes es la cantidad de amigos que se hace, como si los conocieras de toda la vida. Catalanes siempre encuentras.
Otro olvido, una vez en la National Gallery cómo no detenerse en "La vieja friendo huevos" de Velázquez. Yo organicé mi viaje con dos propósitos, uno era este cuadro y el otro atravesar el Eurotúnel.
El tercer olvido es el del Cristo de Dalí y la Virgen de Port Ligart en la que Gala lleva al niño en su vientre pero se le trasparenta como si fuera un cristal dentro de la catedral de Glasgow.
En Inverness dile a Constanza que probé la tortilla asesina y bien que le iba el nombre porque llevaba trozos grandes de patata mediocrudos. Es