¿Dónde he visto esos ojos?, Parece
que vamos a viajar, no sé si juntos. He de saber de dónde han salido esos ojos.
Y ¡Qué mirada! La ha despedido un señor casi de nuestra edad ¿será un hermano?
¿Marido? ¿Amigo? El caso es que ella viaja sola. A ver si hay suerte, coincidimos en el coche y puedo sacar algo en claro. ¡Dios, parezco un
adolescente! Pero ¡esos ojos…!
Pues qué bien. Ascensor averiado.
Menos mal que viajo ligera de equipaje. ¡Ala, a bajar y subir maleta en ristre!
-Perdón, si me permite
-Puedo aún, pero gracias.
-No he pretendido molestarla.
-No
me ha molestado. Es la costumbre de apañarme sola.
-Lo celebro. ¿En qué coche viaja?
-El dos
-Parece que viajaremos juntos. ¿No
le molesta si vuelvo a cogerle la maleta?
-En
absoluto
- ¿Qué número lleva?
-El ocho.
-Coincidimos. Yo el nueve. ¿La subo o también puede?
-Ahí
me ha pillado.
-¡Hombre los asientos enfrentados!.
Parece que los hados nos son propicios.
-Yo
diría que están juguetones. A mí no me gusta este asiento. No tiene reposa pies
y hay que viajar todo el tiempo con un desconocido cara a cara.
-Es verdad. A mí me falta espacio.
Pero no se preocupe yo me sentaré en diagonal y…por otro lado ya no somos unos
desconocidos. ¿No cree?
-No
sabía que esto fuera cuestión de fe. (Se
sentó e inició la maniobra de sacar el libro en cuya lectura pensaba
enfrascarse ipsofacto.)
- ¿Puedo preguntarle a dónde va?
-Usted
sabrá… Bueno, se lo digo y así no tiene que seguir preguntando. Voy, de
momento, a Madrid.
-Perdón. No la molesto más.
Además, tiene una voz preciosa.
Ojos, voz y…manos. Pues estoy yo bueno, a mi edad y con estas cosas. Sí, soy
escritor y todo me atrae, me sirve, pero esta mujer me dice algo más. Lo peor,
o lo mejor, no sé, es que esto no suele pasarme, es más, no me ha pasado nunca.
Así de esta manera, quiero decir. A ver, recuerda Arturito, ¿dónde viste esos
ojos? ¡Ya lo tengo! Fue hace unos días en la conferencia del Casino. Ella
estaba entre el público, muy cerca de la mesa del conferenciante y, claro, me
miró, es natural, pero yo sentí esa mirada de una forma muy especial. Jamás
había, he, visto unos ojos así. Espero no acabar como Fernando de
Argensola.
- ¿Algo de bar? ¿Café,
licor, agua…?
-Por
favor, un café, solo. Gracias. ¿Es…? aquí tiene
- ¿Me pasa a mí un café con leche?
Gracias. Tenga.
- ¿Le pareceré pesado e indiscreto
si le hago otra pregunta?
-Se
lo dice usted todo. ¿Qué quiere saber ahora? ¿Si tomando un café a estas horas
voy a dormir?
-Ahora me ha pillado usted a mí.
Pues, sí, era eso. Claro, podría ser que tenga usted la enorme suerte de dormir
como un lirón, que nada le quite el sueño o que tenga algo importante que hacer
esta noche y necesite estar espabilada.
-Ha
acertado en una cosa, pero no pienso sacarlo de dudas. Espero que tanta
pregunta no sea para incluirme como personaje de su próxima novela. Me estoy
sintiendo como un ratón de laboratorio. Reconozco que los escritores, sobre
todo los de su línea, viven y beben de la observación. Pero ¡hombre…!
-O
sea que me ha reconocido. ¡Qué bien lo ha disimulado!
-Vivo
en este mundo y leo mucho. Incluso hace unos días estuve en una conferencia suya.
No esperaría que me hubiera abalanzado a pedirle un autógrafo. ¿Le cuento algo
más o prefiere seguir preguntando?
- ¿Le digo cómo me siento yo ahora?
Como el cazador cazado. (Ella rió de buena gana)Más que preguntando me gustaría
seguir hablando. En cuanto a lo de incluirla en una novela, no puedo prometerle
nada. Si lo hago tendré el placer y honor de regalarle un ejemplar.
-Firmado
y dedicado, espero.
-Ha dicho que va a Madrid, de
momento. ¿Va de paso? ¿Se queda unos días?
-Tal vez me quede unos días, pocos.
Quiero visitar a unos amigos, algún museo y luego, ya veré. ¡Ah! No sé si se ha dado cuenta,
pero ha seguido preguntando.
-Es verdad. Perdón. La dejo que siga
leyendo. Al llegar, si me lo permite le haré la última pregunta para luego
poder seguir hablando.
Está claro que es la de la
conferencia. Si es imposible ver esos ojos y no quedar hechizado. Pero qué
misterio. Es imposible que sea soltera. ¿Viuda, separada?
Se la ve con cierta soltura, pero
como si se quisiera proteger; como si no se fiara ni de su sombra, aunque
parece que le gusta comunicarse. Lo dicho. Esto que me está pasando es muy, muy
raro. Al llegar a Madrid he de atreverme a aclarar algo o al menos saber a
dónde le puedo enviar el ejemplar de mi nueva novela, aunque no la incluya a
ella. Que la incluiré seguro.
-¡Vaya, se acabó el viaje! Le bajo
la maleta ¿Sí?
- ¡Qué remedio! Bien, pues a pesar del interrogatorio ha
sido un placer. No siempre viaja una en compañía de un célebre escritor. Para
su satisfacción le diré que, no solo he leído, sino que tengo todas sus
novelas. Me imagino que eso agradará a quien dedica casi el total de su vida a
escribir.
-A ver ahora por dónde sigo o
empiezo yo. Siento haberla importunado con mis preguntas que no eran solo
producto de la curiosidad del escritor. También para mí ha sido un placer
compartir este viaje con una mujer interesante. ¿Necesita taxi o…?
-Me
hospedo aquí, en el hotel de la estación. Me resulta muy cómodo. Por tanto,
aquí se acaba nuestro viaje.
-No sé si atreverme, pero ¿Dónde
puedo enviar el ejemplar de mi próxima novela? Claro que si me concediera
acompañarla a su visita museística le podría adelantar la entrega de la última
firmada y dedicada. Como recuerdo de este viaje tan original que hemos vivido.
-Tampoco
sé yo si atreverme. No tengo costumbre de quedar con señores desconocidos, pero
claro, este es un caso algo especial. No pierdo nada. Espero no arrepentirme.
¿Podemos vernos en la puerta del “Reina Sofía” a las once?
-Allí estaré como un clavo. De esa
forma podremos hablar que es lo que nos ha faltado. Tiene usted algo que invita
a hablar, a conversar…
-Gracias
.Creo que es la primera vez que me dicen eso. Bien, pues hablaremos.
Francamente esto no me había
ocurrido jamás. Me ha gustado poder estrechar su mano. Mañana hablaremos como
dos personas interesantes como ha dicho ella.
-Aquí me tiene. Puntual como un
reloj suizo. Le traigo mi última novela, que aún no está en librerías, dedicada.
Se
la entrega. Ella abre y lee la dedicatoria.
Para una mujer que convirtió en interesante el que podría haber sido un anodino
viaje en tren. A.P.R
Tras
la visita al museo, comen juntos, hablan de infinidad de temas. Por fin, la
acompaña al hotel y
-Bien. ¿Dónde puedo enviarle mi
próximo libro la incluya o no?
-Si
le parece, vamos a dejar de seguir el juego a los hados. Cuando salga lo
compraré y leeré. Si en algún momento coincido con usted en una conferencia o
sesión de firmas, me acercaré con mi ejemplar y me lo firmará sin reconocerme.
-¿Está segura?
-En
un noventaicinco por cien.
-Pues
yo apuesto al cien por cien que la reconoceré
-¡Uf! Voy a tener que aceptar la
apuesta. Seguro que gano
-Si gano yo volveremos a comer
juntos ¿Sí?
-De acuerdo.
Se
dan la mano y hasta ¿pronto?
El día ha sido fructífero. He
conocido a una mujer muy, muy interesante, inteligente y culta. Además, sin ser
guapa, atractiva y ¡con unos ojos! Hemos hecho una apuesta. Ella a que pasado
un tiempo no la reconocería y yo que sí.
¡Menuda aventura! A mi edad con
estos juegos. Pero ha sido interesante, incluso divertido.
No entiendo como está sola. En ese
sentido no ha dicho nada, solo alguna frase casi enigmática. No sé si volveré a
verla o tendré que conformarme con soñar sus ojos. Sí tengo algo claro. Será la
protagonista de mi próxima novela. Y si la veo la reconoceré.
¡Hombre la novela que esperaba! Se
llama “ADELA” ¡mmm! Como algún día de la
Feria del libro voy a andar por Madrid me da la tentación de hacer la prueba.
Muy chulito y seguro lo vi. Seguro que ni me huele.
Aquí estoy. Dispuesta a ganar mi
apuesta aunque, claro, no diré nada, sólo lo sabré yo.
-¡Hola!
(Alargó la mano
y la saludó)¿Me da un
nombre o prefiere el misterio?
- El misterio tal vez (¿será posible? No me lo puedo
creer)
Con admiración a Adela, la excepcional mujer que
inspiró esta obra.
A.P.R
P.D.
Gané. Comemos ¿Sí? Deme treinta minutos, por favor.
Se
encogió de hombros. Sonrió y
¡Increíble!
FIN
(29-5-2019. Retocada el 14 del 7 + el 27 del 7)
Imaginación no te falta. Espero una segunda parte por lo menos para conocer el nombre del escritor. ¡Que facilidad para meterte en la piel de un hombre¡
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