Ha cumplido setenta años y ha decidido dejar
los escenarios antes de que la eche el público algún día con una sonora pitada. Con ese fin ha hecho una gira dando
conciertos en los mejores teatros del mundo. Hoy será el último.
Mientras se prepara pasa revista a lo que ha sido su vida. Ya de
pequeñita quería cantar y solo cantar. Tuvo grandes problemas para convencer a
su familia. Quería cantar, pero a lo grande. Su sueño era ser una gran cantante
de ópera. Esto supuso un problema añadido pues requería unos estudios que su
familia no podía sufragar. Pero no estaba por abandonar su sueño. Luchó,
trabajó para pagarse los estudios. Sin nadie que la avalara tuvo unos duros
comienzos, pero nunca se vendió. Tras grandes esfuerzos llegó a lo que quería y
se convirtió en una gran diva admirada, querida y buscada por todos los
productores teatrales.
Un día, un compañero, con quien había
compartido escenario muchas veces, habían interpretado dúos magníficos, eran
una pareja profesional que todos admiraban, la miró fijamente a los ojos y su
mirada decía: ¡Quédate conmigo!
Ella, sostuvo
durante unos segundos aquella amante mirada, sonrió y apartó la suya dando así
una respuesta negativa.
Es un cielo, pensó, sería bonito, pero supondría muchas ataduras y eso
era lo último que ella deseaba.
La avisaron para salir a escena. A pesar de la experiencia estaba
nerviosa, al fin y al cabo, era su último concierto. El recital fue todo un
éxito. Cantó las Arias más hermosas de su repertorio. Cerró con el “va
pensiero” de Nabuco, convertido en aria. Era su último grito de libertad.
El público puesto en pie aplaudía sin
descanso. Varios minutos de aplausos. Tuvo que salir a saludar varias veces.
Una de ellas, sus ojos se cruzaron con los de un espectador de primera fila.
Aquellos ojos, algo apagados por la edad le recordaron otros…y pudo leer en
ellos: ¿Por qué no te quedaste conmigo?
FIN
2_12_2019
Nora
Albátor.
¿Algún comentario?
qué gran sensibilidad muestras en el relato ¡ En qué pocas palabras planteas el tema de la elección entre el amor y la dedicación a una profesión que llena una vida. Lo que me falta saber es si Amanda había sido feliz. Yo en su lugar hubiera elegido el amor porque eso llevaría incluida una familia y unos hijos. Reconozco que me considero una persona romántica, capaz de sacrificarlo todo por amor.
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