La
mirada en la literatura
Son los ojos lo primero que me atrae de las
personas. Mas, tal vez sea la mirada lo que me interesa, incluso me puede
llegar a fascinar.
Tanto es así que esta inclinación, casi
obsesión me ha llevado a indagar sobre el valor y/o el poder de la mirada en la
literatura. Insisto. No hablo de los ojos. Hablo de la mirada.
Hay
miradas inteligentes, tiernas, acariciadoras, envolventes, dulces, tristes,
alegres…; también las hay, pícaras, bobaliconas, lascivas, burlonas y casi
insultantes, y tal vez también asesinas.
Prefiero no explayarme en mis opiniones
personales sobre el tema y centrarme en la importancia que muchos escritores de
todos los tiempos, han dado a la mirada.
Empiezo por la Edad Media. Cuando iniciamos,
casi, la lectura del Cantar de Mio Cid, encontramos el verso “De los sos
ojos tan fuertemientre llorando,”
Lo importante de la escena es, creo yo, la mirada triste, angustiada, desolada
del hombre que mira (aunque el texto dice vio) todo lo que ha de dejar atrás,
su casa con todos sus enseres y sus recuerdos. Esa casa donde ha vivido con su
familia que tampoco está ya en ella. Es algo similar a las miradas que vemos
hoy casi cada día en los Informativos sobre la guerra de Ucrania, o el
terremoto de Turquía o cualquier desastre ya sea natural o de origen humano.
Otro ejemplo ahora de otra índole, podemos
encontrar en El Libro de Buen Amor. Doña Endrina dirá, D. Melón: “Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça.” .no sabemos de qué color son los ojos de la
dama, si no que con su mirada hiere de amor.
Una mirada que también
encontraremos siglos después en Garcilaso
_vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara
luz la tempestad serena; (soneto)
Una mirad que lo dice todo de la persona que mira,
de la mujer amada. Esa mirada que a pesar de su honestidad refleja amor, tal
vez pasión y que, precisamente por ese contrasentido en la forma de mirar
ejerce una acción especial en el hombre que la contempla.
También
cuando en la Égloga I el pastor Salicio dice
Tus claros ojos ¿a quién
los volviste?
Aunque informa sobre el color de los
ojos, lo importante es la mirada, a quién mira. Porque debe ser a quien ha
decidido entregar su amor.
Saltando épocas y autores llegamos a
Góngora donde podremos encontrar algún otro ejemplo del valor de la mirada en
la poesía. En el soneto que empieza “mientras por competir con tu cabello…”
leemos:
“mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano”
Evidentemente estamos ante la mirada. Igual que en los versos
de “El Polifemo” donde
“Llegó Acis; y de ambas luces bellas
Dulce Occidente viendo al sueño blando,
Su boca dio, y sus ojos cuanto pudo,
Al sonoro cristal, al cristal mudo”.
Acis
contempla embelesado el cuerpo de Galatea dormida (cristal mudo)
¿Qué decir del madrigal de Gutiérrez de
Cetina que voy a reproducir completo, en donde la mirada es lo esencial?
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos
Y
llegamos a Bécquer el poeta romántico por excelencia, el sublime poeta del amor
y de la poesía. Encontraremos en sus rimas múltiples ejemplos del valor y la
fuerza emotiva de la mirada. Recojo algunos:
“hoy la he visto…; la he visto y me ha mirado “
o
“el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
Qué belleza, qué emotividad. ¿Y aquel otro?: “Por una mirada, un mundo”;
Mas no solo en la
lírica encontraremos ejemplos de este tipo. Me he detenido en un caso de la
novela realista “Pepita Jiménez”. Luis de Vargas, el seminarista que
protagoniza junto a Pepita la novela dirá en algunas ocasiones:
“la suave y pura luz de sus
miradas “
“se
me antojó que Pepita me miraba compasiva”
“los
ojos de Pepita, verdes como los de Circe, tienen un mirar tranquilo y
honestísimo.”
“Cuando fija en alguien la vista, es tan clara, franca y
pura la dulce luz de su mirada”
No siempre las miradas, como hemos visto en
los versos del Cantar, hablan de amor. También en la novela del siglo XX y
actual podemos rastrear ejemplos muy significativos.
En SIDI de
Pérez-Reverte: Miró hacia la matanza que había dejado atrás y se dijo que tras
aquella jornada muchas madres, esposas e hijos iban a aguardar en vano”
.” Bajo
los protectores nasales docenas de ojos lo miraban con respeto”
“con
mirada de gavilán…”
“Lo miró el otro enarcando las cejas…”
Más ejemplos. En "Nubosidad
variable…” de Carmen
Martín Gaite:
” Estábamos tumbadas en el campo mirando las
nubes”
…"mirando las nubes amoratadas que se
ensombrecían sobre el mar “
Son infinitos los ejemplos del valor de, la mirada que podríamos
encontrar en los textos literarios. Miradas que, como en la vida, dicen a veces
mucho más que las palabras.
No entiendo por qué insistes en que hablas de miradas y no de ojos. No hay mirada posible sin ojos. Pero sí es cierto que los ojos, y por ende la mirada, dicen mucho de la personalidad y el carácter de una persona. Quizás los poetas, tan observadores, insisten tanto en la mirada de la amada. Has elegido muy bien los ejemplos. ESPERO "LA MIRADA EN LA LITERATURA" II.
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