La
última función (Landero)
Para el
lector habitual, medio, puede ser una obra entretenida, que se lee bien y de
una tirada porque Landero escribe bien.
Para un
lector ávido de hallar algo profundo en la obra hay mucha materia en la que
detenerse.
Podría
iniciarse el análisis caminando de lo general a lo particular.
Una vista panorámica y general de la
novela nos lleva, casi de inmediato, al posible deseo de hacer un homenaje a
García Lorca. Son muchos los momentos en que la historia contada nos conduce al
poeta y dramaturgo granadino: citas de sus obras, referencias directas al
poeta, y otros factores que se irán analizando a lo largo de este breve
comentario crítico.
Subyace también la idea calderoniana de
que la vida es sueño y el mundo un teatro.
Por otro lado ,la problemática de los
pueblos vaciados que confían su salvación al turismo.
Todo ello se nos da a través de los
personajes, como suele ocurrir con las buenas novelas. La autoridad paterna,
las ilusiones perdidas, el amor, el arte, la actitud del actor, los libros…
Sin dejar, en cierto modo, lo general,
cabría señalar que todos los personajes se conducen a lo largo de sus vidas,
deambulando entre “la realidad y el deseo” como en “La casa de Bernarda Alba”.
La obra, como si fuera un drama, se
estructura en actos.: dos, divididos en partes que podríamos considerar
escenas.
El primero, constituye el planteamiento. Presentación del lugar donde
va a tener lugar la acción, de personajes (Tito, Paula, D. Ángel Cuervo) con
momentos tanto de analepsis (retrospección de los hechos) como prolepsis. (interrumpe la narración para llevar al
lector al futuro.)
Vayamos, en este sentido, pasando a lo
particular, al caso de cada personaje.
Empecemos por el maestro que tuvo en su
infancia Tito, el protagonista. Representa al enseñante vocacional. Se hace
maestro con el deseo de ayudar a niños que sientan ansias de saber, de
hacer algo especial, de aprovechar alguna cualidad que les concedió natura. La
realidad lo abruma y desilusiona, casi lo deprime. Pero, por fin llega
Tito, un alumno con unas dotes excepcionales a causa de su voz y de su ambición
por hacer algo especial en la vida. Este alumno colma sus ansias, sus sueños.
Concluye que aquel niño era su obra, como ese profesor que a fin de curso
piensa que se conforma con poder dar un diez a uno solo de sus alumnos, o que alguno
siga su línea, su rastro, tal vez, entre más de cien.
Hemos nombrado a Tito. A través de él
siempre estará presente la obra de García Lorca, desde sus comienzos hasta
“Poeta en nueva York”. Vocacionalmente se inclina por el mundo del arte. Su deseo
gira en torno a cualquier aspecto artístico: escribir, actuar, montar obras
teatrales, sencillas, atractivas, populares llevarlas (como Lorca) por los
pueblos. Pero su padre, descrito con detalle, tiene otros proyectos para él,
abriga otras esperanzas más materiales, positivas al menos económicamente
hablando. La realidad se impone. Acabará dirigiendo la gestoría del
padre, pero luchará toda su vida por mantenerse unido al mundo del arte.
Acabará llevando, en cierto modo, una doble vida. También con este personaje
hace el autor un guiño a Machado al hablar de su “torpe aliño”.
Paula a la que conocemos cuando se ha
confundido de tren o de estación. Un claro símbolo de la lucha humana por encontrar su
destino. También ella se debate entre, en este caso, la ciencia y el arte. La
vida la lleva a enfrentarse a una realidad que la irá abrumando primero,
casi anulando después…mientras ella sigue soñando, con el vivo deseo de
encontrar su camino, de ser ELLA. ¿lo será convertida en Claudia por obra y
gracia de la imaginación humana? La
estación donde se apea, un apeadero casi desierto que podría recordar el de
Toro. A partir de ahí vivirá entre la sensación de soñar y la realidad
absolutamente palpable.
Cualquiera de estos personajes, sus
vidas, sus ansias de ser algo distinto a lo que les impone la realidad
podríamos ser uno de nosotros. Dicho sea de paso, algo que suele ocurrir con
todos, o casi, los del autor.
En
cuanto a los temas, es curiosa la visión que de los libros ofrece Tito en una
de sus representaciones.
Aparece
disfrazado de enorme libro y se queja del trato que recibe. Hace notar lo difícil que es la vida de un libro. No obstante, se
podría objetar que su queja debería ir encaminada al uso inadecuado que recibe,
no material sino intelectualmente. Por ejemplo, se queja de que algunos
lectores lo subrayan. Eso debería alegrarlo porque sería indicio de que lo leen
con detenimiento buscando extraer de sus páginas toda su esencia sin quedarse
en la mera superficie.
Segundo
acto
Sigue la historia de Tito y aparecen
nuevos personajes, secundarios estos. También soñadores, ilusos, pesimistas,
silenciosos, de todo hay.
Destacan: Francis Pinto ¿periodista?,
Quinito Maya y Regina Casal.
Quinito se
debate entre la literatura, la tienda de su madre y heredar el oficio de su
padre. Todo más fácil que conseguir ser un buen escritor, con un estilo digno, etc.
Aprovecha aquí el auto para hablar de lo que se necesita para ser escritor. A
través de Quinito y su profesor de Lengua D. Leandro (Landero) Lobato.
Regina es
diplomada en turismo. Considera, algo muy frecuente hoy, que el turismo es la
salvación de pueblos vaciados como este.
Todo el acto
gira en torno a la posibilidad de retomar el festejo de la Santa Niña Rosalba,
como salvación para el pueblo. Reaparición de Paula, convertida en Claudia. Los
ensayos y la obra y festejos aledaños.
Por fin, un final algo abrupto.
En cuanto al
estilo cabría señalar metáforas, comparaciones, lenguaje sencillo pero poético
a veces.
Destacaría el
detalle en las descripciones. Se detiene mucho en la vestimenta, los ojos, la
estatura, la forma de la cara. Toda suerte de detalles, en sus acciones más
frecuentes, su forma de gesticular etc. A veces nos parece estar ante una
acotación teatral o una escena cinematográfica.
Una idea que tal
vez podríamos aplicar no solo a la literatura sino también a la vida es que,
aunque haya muchas historias, en realidad todas son la misma pero contadas de
forma distinta. De hecho, en esta hay algo que nos recuerda alguna de sus otras
novelas, algún personaje que pasa por vicisitudes parecidas.
En fin, una
novela digna de ser leída, como todo lo que escribe este autor. De la que se
podría decir mucho más pero no es este lugar una tesis doctoral ni quien
escribe está en situación de hacerla
Me asombra tu capacidad de análisis literario y la comparación entre novela y teatro. Yo no profundicé tanto en la lectura de esta obra. La voy a tener que releer.
ResponderEliminarImpresionante análisis de una obra que tendré que leer.Si fuese el autor estaría encantada de conocer al lector ideal, aquel que no se queda en la superficie, sino que indaga mucho más allá.En este caso la evidente erudición de la autora del texto hace que a su mirada inquisitiva no se le escape nada, y que además sepa expresarlo con la minuciosidad y exactitud de un experto.
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