Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

viernes, 1 de noviembre de 2024

 

  Como las gaviotas


"Quiso volar igual que las gaviotas,”


Quiso volar igual que las gaviotas y la llamaron loca.

 Quiso construir castillos que en el aire se mantuvieran y los derribó el viento. Quiso alas y le fueron cercenadas.

 Quiso libre ser, y una maraña de alambres y espinos que no le permitieron escapar, creció a su alrededor  

¡Quiso volar! ¡pobre loca!


 Quiso soñar y que “los sueños, sueños son”, descubrió

Soñó y constató que despertar es morir

Quiso amor y halló indiferencia

Quiso amar y encontró fraude

Quiso algo, excelente y descubrió mediocridad.

Buscó sabios a los que imitar y sólo intelectualoides halló.

¡Quiso volar! ¡pobre loca!


Ante tales decepciones

Voló, se elevó y a los cuerdos en tierra dejó.

Y construyó, en las nubes donde nadie podía llegar, castillos de ilusión. 

Y soñó con el amor y fue feliz en soledad.

Y fue amiga de las flores, los pájaros y las fuentes.

Y durmió acunada por la luna.

Y jugó con las estrellas.

Y llegó a ser sabia.

Y ¡Quiso volar! ¡pobre soñadora!

Y sí, voló. 

Y la llamaron loca

Nora Albátor

Este puede ser el último texto que aparezca en este blog. Gracias a quienes han tenido la gentileza de leerme.


jueves, 3 de octubre de 2024

  

 

    La casa soñada y quemada

Me iré. Abandonaré esta maldita casa. Pero antes arderá.

Estoy sola y mi corazón se debate entre la pena, la rabia, el sentimiento de liberación, incluso la culpa. Un infarto en el lugar de trabajo. ¿Cómo es posible? Jamás dijo que estuviera enfermo o se sintiera mal; jamás un posible indicio de enfermedad. O acaso yo no lo vi porque, como me decía a veces, no le hice el caso que merecía. Pero si me he desvivido por él, si solo he vivido por y para él. Además, si estaba enfermo ¿por qué se le ocurrió la idea de vivir en este lugar tan apartado, como apartados nosotros de cualquier otro ser humano? Estamos muy bien así solos, repetía una y otra vez. Por otro lado, debía suponer que ante un ataque yo no podría reaccionar debidamente según me había ido anulando. Porque eso fue lo que hizo, anularme. Me retiró de mi trabajo, me alejó de familia y amigos y no quiso hijos. ¿No los quiso o no podía tenerlos y, me culpaba “delicadamente” a mí? No te preocupes decía, el mundo está lleno de mujeres que no pueden ser madres y no se hunden en la miseria por ello. En realidad, si alguna vez propuse una visita al médico no le pareció necesario. Bien es cierto que desde el primer momento se negó a la presencia de niños en nuestra vida, pero, ya se sabe, la esperanza es lo último que se pierde. Y yo puedo decir que he vivido sola. Sí, con un señor que se hacía llamar marido, que incluso, a veces, me dedicaba un “cariño”, o niña mía; así, como a una niña, además boba, me trataba, me ha tratado siempre. Indicio de enfermedad cardiaca ¡no! imposible según su forma de practicar el sexo. Con entusiasmo según él, con energía, vigor…a lo bestia más bien; pues sí, el amor, la ternura, la delicadeza, el respeto se los llevó el diablo. Y yo sola, siempre sola con las plantas, las flores, el agua de la fuente…mis plantas, mis flores, mi fuente. 

La casa que un día creí mía y lo fue solo a medias. Aún recuerdo, como si fuera ayer, cuando vimos la casita y nos entusiasmó. Algo alejada del mundanal ruido, con espacio para un pequeño huerto y jardín, sin vecinos incordiantes. Algo idílico, tan bucólico, que me pareció un sueño llegar a verla mía. Luego vino el tú no vas a trabajar, no lo necesitas, la casa la mantengo yo; tú vivirás como una reina, ocupándote de mí y de la casa…y de tu jardín. Ya te traeré yo la compra.  ¿Qué más puedes pedir? ¡¿Qué más podía pedir!? Si yo me atrevía a decir que quizá necesitara ver a alguien… no digas bobadas, cariño; me verás a mí; nosotros no necesitamos a nadie. Viviremos felices solos dedicados el uno al otro. Lo haremos todo juntos. Solo nos separaremos las horas que yo esté en el trabajo que como estarás entretenida con tus cosas ni te enterarás de que estás sola. Verás. Será magnífico. Pero yo me asfixiaba y no tenía con quien desahogarme como no fueran las flores, los pájaros o la fuente. Qué pronto arruinó mis sueños, mis ilusiones, incluso mi amor. Así pasaban los días, las semanas, los meses y pasaron los años, ¡treinta! ¡Treinta años de mi vida tirados por la borda! Y hoy, aquí estoy sola, triste, ¿liberada? ¿Sé acaso cómo me siento? Sólo sé que me he de marchar.

No puedo seguir en esta casa en la que he sido desdichada, de la que no puedo guardar ni un hermoso recuerdo, a pesar de los ilusionados principios.

 Sí.

Me iré.

Abandonaré esta maldita casa.

 Antes la quemaré.

lunes, 16 de septiembre de 2024

 

  

Recordando un hermoso pasado (memorias)

Habida cuenta de que hay unas personitas que necesitan conocer mi vida, bien aconsejado, he decidido escribir mis memorias.

Benedetto sia ’l giorno, e ’l mese, e l’anno,

  Es lógico que empiece estas memorias con estos versos de Petrarca pues supuso el poeta, siempre, un lazo de unión con mi querida Irene. Esta mujer que ha reentrado en mi vida ahora que soy un viudo de 60 cumplidos

  Los versos del soneto de Petrarca me llevan directamente a tres momentos cruciales en mi vida y mi relación con Irene

Primer momento

No sé por qué recuerdo el primero como si lo estuviera viviendo ahora. Parece algo mágico.

En fin, a lo que iba. Un año, aquel en que empecé la carrera de Filosofía y Letras. Un mes, octubre, principio de curso. Un día, trece, en que vi por primera vez a Irene.

 Llegué a la Universidad con dos compañeros del colegio mayor con los que pasados los años mantendría una sincera y estrecha amistad. Al acercarnos al panel de información para enterarnos de los horarios y la clase a que debíamos acudir, encontramos un grupo de cuatro o cinco chicas. Estaban contentas, hablaban divertidas y casi al mismo tiempo todas. Jaime que parecía, de hecho, lo fue siempre, el más lanzado de los tres, se acercó y les preguntó si eran de primero. Una de ellas que también parecía la que llevaba la voz cantante contestó que sí, y preguntó a su vez. Jaime se enzarzó rápidamente en conversación con ella que explicó como se llamaba cada una y dio alguna explicación “poco adecuada”. Ésta, dijo señalando a la que tenían casi rodeada como si quisieran protegerla o esconderla, ¡a saber!, es Irene, la empollona del grupo. Ya lo veréis. Para ella solo existe el estudio. La aludida protestó ¡vaya, ya me has cargado el sambenito! Quedé prendado de aquella criatura. ¡Qué voz tan dulce, a pesar de que respondió molesta! Al girase para seguir camino vi sus ojos y pensé que jamás había visto ni vería unos ojos, una mirada así.

. La voz de Irene fue prácticamente lo único que pude disfrutar de ella durante los cinco cursos de la carrera. Yo no sabía qué hacer para conseguir un cierto acercamiento, hablar, aunque fuera unos segundos. Me di cuenta de que era tímida, prudente, callada y muy inteligente. No empollona. Lo que no comprendía era ese encierro a que la tenían prácticamente sometida las amigas. Llegamos a sospechar que tendría algún novio estudiando fuera, tal vez pariente de aquellas amigas tan protectoras. Todo aquello y, también mi timidez, todo hay que decirlo, contribuyó a ciertos malentendidos y a no encontrar las situaciones propicias para llegar a ella.

  No obstante, a veces conseguía que trabáramos una breve conversación. Siempre aprovechaba para preguntarle por el trabajo que llevábamos entre manos, para pedirle alguna ampliación sobre lo que había expuesto en clase. Fue precisamente su trabajo sobre Petrarca lo primero que me ayudó. Tal vez por eso el poeta fue siempre un nexo de unión entre nosotros.

Me quedé entusiasmado cuando ella presentó su trabajo. Hizo un comentario tan completo, tan ameno e interesante. Y. sobre todo, lo expuso de una forma que nos dejó a todos atónitos. Qué voz, qué entonación, qué lectura de poemas…Tantos años y no lo he olvidado. Está claro que algo había en Irene Solá que me fascinaba.

No me miraba y yo me moría por ver sus ojos de cerca, por ver su mirada confundida con la mía. Ya por fin lo he conseguido. Ahora que, con más de sesenta años, nos hemos reencontrado y hemos perdido ambos aquella tonta timidez.

Sólo, pues, podía disfrutar de su voz y sus manos. Irene mueve las manos cuando habla como si fueran las alas de una mariposa. Yo las miraba y soñaba con poder rozar un poco una de aquellas, de estas, maravillosas manos.

  Precisamente un gesto y otra vez las manos por medio, fue lo que llevé grabado en el alma mucho tiempo, tal vez toda la vida, aunque sin saberlo. Fue nuestra despedida en la facultad. Ella, para mi sorpresa, también recuerda aquel momento. Yo tendí mi mano para despedirme, pero no pude evitar coger la suya con las dos mías. No la retiró. Es más, por primera vez me dirigió una mirada rápida, casi furtiva que no he olvidado. Ella recuerda, dice, que mis manos ardían.

Segundo momento

Fue cuando mi hija insistió en que visitara a sus tíos, mis cuñados (mi cuñada, hermana de mi difunta esposa, es psicóloga), a ver si me hacían

el primer encuentro y disfruto de sus dulces, bonitas y acariciadoras manos de hada. reaccionar y conseguía volver a vivir tras la muerte de Margaret.

Ya cerca de la hora de la cena, estábamos en el salón charlando mis cuñaos y yo, cuando a las diez en punto sonó el timbre de la puerta. Jeannette que estaba enzarzada contándome no recuerdo qué dijo: es Irene, ella tan puntual siempre, ¿le abres tú, Paul? Oír el nombre y lo de la puntualidad fue como si algo dentro de mí se hubiera movido. Abre Paul y una voz desde el pasillo dice: dejo el postre en la cocina y me quito el abrigo. ¡La voz de Irene! ¡No es posible! Fue oírla y dar un salto en la silla. ¡Poco se ha reído Jeannette con esta reacción mía!

El caso es que cuando Irene apareció en el salón yo salía hacia ella con los brazos abiertos, como un zombi, la vi y no pude contenerme la abracé al mismo tiempo que exclamaba ¿Irene Solá? ¡Irene! ¿Es posible? te casaste. ¿tienes hijos, nietos? En mi vida me había visto en una situación así. Lo más bonito es que ella reaccionó igual. Me reconoció al instante y con toda naturalidad me abrazó y contestó: no me casé. No seré antepasada de nadie. Hice oposiciones, saqué la cátedra y me fui a Soria.

 A partir de esa noche, pasaron muchas cosas, que iré contando, recuperamos la amistad del pasado, sufrimos por no atrevernos a rehacer nuestras vidas y ser felices, pasamos momentos mágicos y por fin…

Hace ya meses que convivimos. Ella y mis cuñados me han animado a escribir mis memorias y en ello estoy.

Sobre todo, hoy somos muy felices. Por fin me mira y puedo contemplar aquellos ojos y mirada que me fascinaron en

Hubo un tercer momento, Petrarca incluido, pero ese me lo reservo.

jueves, 27 de junio de 2024

 

 

El primer diario de Irene

Día 31 de diciembre de 1951

¡Hola diario!: Soy Irene. Hoy es el primer día que escribo en un diario, bueno, en el mío. Me lo han regalado mis hermanos mayores por mi cumpleaños. Cumplo nueve, ¿sabes?

Marisa dice que es para escribir mi vida o lo que yo quiera contar y recordar de mi vida. Dice que un diario es un amigo que siempre te escucha y nunca te riñe por lo que haces ni por lo que piensas.

¿Tendrá mi hermana también un diario? Se lo podría preguntar, pero a lo mejor no me lo quiere decir.

Me parece que Marisa no piensa, como mis padres, que soy algo torpe, despistada dicen, pero yo sé que quieren decir torpe, y que no me entero de nada.

Bueno, ya te iré contando cosas que ahora tengo que ir a dormir a Miguelín. Él es mi hermanito pequeño, tiene cuatro años y no se duerme si no es cogidito de mi mano. ¡Es más rico! Ya te iré contando cosas de él y de toda la familia.

Se me olvidaba. He tenido otros regalos. Mis papis me han regalado un libro que se llama “Mari Sol colegiala” creo que me va a gustar. No he podido leerlo aún porque he estado muy ocupada todo el día.

En mi cumpleaños, normalmente tengo pocos regalos porque cae cinco días antes de los reyes Magos y ¡Claro…!

¡Hasta mañana! Buenas noches, diario.

sábado, 15 de junio de 2024


   NECESITABAN UNA FAMILIA

 Habían pasado dos años de la canallada de Juan y Lucrecia. Arturo y Sofía intentaban superar el golpe y rehacer su amistad de tantos años. Los hijos de uno y otra, parecía que habían superado la pérdida, el abandono más bien, de sus respectivos madre y padre.

Una tarde en que los cuatro niños se había reunido a merendar en casa de Sofía…

_Uy, qué caras. ¿Qué pasa?

_Sofía, queremos hablar contigo de una cosa muy importante. Hemos hablado y hemos pensado que…bueno, los abuelos, todos, ya lo saben y les parece perfecto. Ahora falta qué vas a decir tú.

_A ver, a ver ¿Qué os traéis entre manos?, me estáis asustando.

_Verás, Sofía, dice el mayor de Arturo, es el caso que nosotros, lo sabemos todo. Además, necesitamos una mamá y tus hijos un papá y hemos pensado que…

_ ¿Estoy oyendo bien? ¿Es lo que parece?

_Sí. Nos gustas como madre y a ellos les gusta mi padre. ¿No podríais casaros y así todos seríamos felices? Tú nos quieres y no nos abandonarías nunca y mi padre también quiere a Juansal y Nico y no se irá nunca con otra señora. Y vosotros, a lo mejor también os queréis un poco ¿No?

_ ¿Habéis hablado de esto con los abuelos y con Arturo? Y todos están de acuerdo. Solo falto yo. ¿por qué yo la última en enterarme de este enredo?

_Es que dicen que te vas a asustar, pero además que eres la más importante, la que ha de decidir.

_ ¡Decidir! Vale. La idea es muy bonita. Me hace feliz que me queráis como madre pues yo os quiero mucho y lo sabéis. También que mis hijos elijan como padre a Arturo pues es el mejor que podrían tener. Pero… no puedo contestar hasta hablar detenidamente con Arturo y con todos esos abuelos que están confabulados con vosotros. Habréis de tener un poquito de paciencia. ¿seréis capaces de darme un tiempo?

_ ¡Uuuuf! Claro. Pero no nos dices que no ¿verdad?

_ ¡Mamáááá! Suspiran cuatro vocecitas ansiosas.

_Qué bichos sois. Abraza a los cuatro y los besa.  No digo que no ni que sí. De momento.

sábado, 1 de junio de 2024

 

 

 COLOQUIO IMAGINADO ENTRE DOS REINAS QUE NO LO PUDIERON SER

 Como las heroínas de la literatura clásica, se encuentran, paseando por los jardines del edén, dos mujeres que fueron reinas y víctimas. Reinas en el corazón de dos reyes, y víctimas de las envidias, de otras mujeres.

Son doña Leonor de Guzmán y doña María de Padilla. Las distancian 24 años. No obstante, las unen las circunstancias de sus vidas.

Pedro I conoció a María de Padilla en el verano de 1352.Hasta1359 tuvieron cuatro hijos.

_Pero vos le disteis a D. Alfonso diez hijos y yo solo cuatro.

_Criatura, si le disteis cuatro hijos en menos de seis años. Y no le disteis más a causa de vuestra prematura muerte. Prematura y sospechosa. Porque eso de su dolencia que dice el cronista, no era muy creíble, máxime cuando de la misma extraña dolencia murió poco después vuestro hijo. Qué curioso, cuando D. Pedro acababa de declararlo hijo legítimo y por tanto heredero al trono.

_ ¿Pensáis que nos pudieron asesinar? ¿Quién nos odiaba tanto? Yo no hice daño a nadie ni otra cosa que amar con locura a Pedro. Claro que mi hijo como heredero sí podía tener enemigos…

_Sí. Pero os aseguro que, en ese crimen, si como sospecho lo hubo, no intervinieron mis hijos. Aunque no sé, llegado el omento qué habrían hecho, al menos Enrique. El caso es que Pedro que no quería dejar a sus hijos en la situación que él había vivido con sus hermanos bastardos, en cierto modo al declarar a Alfonso heredero firmó su sentencia de muerte.

_Yo puedo comprender que otras mujeres aspiraran al amor de Pedro por ser el rey de Castilla, sobre todo, aunque también porque gustaba…tenía unos ojos tan hermosos …y por otras cosas, claro. Pero yo no me interpuse jamás entre ellas y el rey; yo comprendí que debiera casarse, incluso le perdonaba sus deslices amorosos porque siempre volvía a mí y era dulce, cariñoso, me quería. Creo.

_Claro que os quería. Lo que ocurre es que su afición al sexo, que no al amor, era casi enfermiza. A vos os quería, os adoraba, os lloró como pocos hombres lo habrán hecho y tratándose de él …Pero vos erais, en cierto modo, una niña. Dulce, cariñosa, adorable pero las otras le daban la pasión, que como hombre algo lujurioso necesitaba. Pero el amor fue siempre para vos.

_Veo que en estos asuntos sois algo sabia. En vuestro caso, aun dentro del parecido, tengo la impresión de que hay algo diferente.

_Claro, niña. Yo he sido una mujer ambiciosa, dura, supe darle a Alfonso lo que necesitaba, incluso los hijos de ambos sexos que su esposa legítima no le daba. Cuando nacieron Pedro y su hermano yo sentí mucha rabia, y luché para que mis hijos quedaran debidamente situados. Luego, bien es cierto que soñé con ver a Enrique rey de Castilla, pero jamás le habría aconsejado, ni insinuado que matara a su hermano.

_Pero, los hermanos ¿se odiaron siempre?

_Creo recordar que no. Pedro, perdonó más de una vez las traiciones de sus hermanos. Quien provocó ese odio mortal fue Doña maría de Portugal, la esposa y madre de reyes. Ella y Alburquerque infundían en el ánimo de D. Pedro las sospechas de traiciones por todos lados. Ellos decidieron mi muerte de la que luego culparon al rey. Se la imputaron como muchas otras acciones desdichadas de D. Pedro que en sus manos era casi un títere. Lo manipularon hasta la saciedad. Ellos hicieron de tu querido Pedro, ese personaje cruel del que hablan algunos cronistas. Pero él fue sencillamente un hombre de su tiempo. No eran, ni fueron, mucho mejores otros de sus contemporáneos, ni algunos cristianísimos posteriores.

 Este supuesto diálogo está inspirado en textos históricos rastreados en Internet y en la trilogía sobre “Pedro I. Reyes y bastardos”

miércoles, 15 de mayo de 2024

  

NO QUERÍA SER ESPANTAPÁJAROS

¡No quiero ser un espantapájaros!!

Quiero ser el amigo de todos los animales, sobre todo de los simpáticos pajarillos.

Quiero ser como esos árboles en cuyas ramas se refugian para dormir.

Querría poder darles parte de mí como alimento: una flor, una fruta…

Querría cobijarlos cuando llueve, entre mis ropajes…

He de inventar la forma de solucionar este problema.

He de conseguir que no se coman el grano de mis amigos los hombres, pero sin asustarlos.

Ahora, veo que, a pesar de mi aspecto, no se asustan y se detienen sobre mis andrajos.

Claro, ¡ya lo tengo! Como mi ropa recoge briznas de hierba y semillas ellos acuden a comerlas.

Me quedaré quietecito y así no se marcharán, me querrán, dormirán en mis hombros y en mi sombreo.

Seré un espantapájaros muy raro. Cumpliré mi cometido, pero sin hacer honor a mi nombre

Somnoroase păsărele /…/Se ascund în rămurele /Noapte bună!