Yo que, como dice la canción, soy rebelde porque el mundo me hizo así, me rebelo contra la enseñanza bilingüe.
Resulta que, si no lo he entendido mal, nuestros alumnos que apenas si son
capaces de expresarse en castellano, ahora deben recibir las clases en inglés.
Estas clases las darán profesores de la materia correspondiente que ahora
tendrán que estudiar inglés a toda prisa. Puede ser que algunos ya lo hablen.
Da igual. Al final, ni hablarán bien castellano, ni inglés. Y para colmo
resulta que los alumnos que reciban esta especial enseñanza serán los
brillantes, los buenísimos, que, mucho me temo, dejarán de ser buenos en su
idioma. Y no a efectos de conocimientos teóricos, sino en lo que al
conocimiento real y uso correcto se refiere. Y lo que es más importante: a
efectos de amar su lengua, su idioma.
No se me alboroten los profesores de inglés ni
piensen que voy contra ellos. Todo lo
contrario. Creo que nuestros niños y jóvenes deben estar preparados para
desenvolverse en el futuro, dentro y fuera de España. Es más, pienso que todos
deberíamos saber varios idiomas; más ellos que se van a encontrar, aun dentro de su país, con una sociedad variopinta
y plurilingüe.
Me parece muy bien, es más,
imprescindible que nuestro niños y jóvenes aprendan idiomas; no uno, varios. Y
no solo por si tienen que, o desean,
irse a trabajar al extranjero sino también para trabajar aquí en su tierra.
Como profesores, en una oficina, en la construcción, sirviendo cafés, como médicos…o como
políticos. ¡Caramba! Si alguien quiere dedicarse a la Política tendrá que
aprender, antes incluso que a mentir, idiomas. Es más, para contestar y ayudar
a cualquiera de los múltiples extranjeros que sin conocer el idioma circulan
por nuestras calles.
Pero así como la lengua castellana y
asignaturas afines como literatura, teatro, medios de comunicación, deben
impartirlas los profesores de lengua y Literatura, los filólogos; así el inglés
en todas sus facetas, gramática, lectura y traducción, conversación, etc. debe
ser impartido por los especialistas, profesores licenciados en filología
moderna, especialidad inglés, que para eso lo estudiaron. Y las demás materias,
cada cual en manos de los especialistas correspondientes y en la lengua
materna. Luego hay quien se rasga las vestiduras porque gran número de niños
catalanes, vascos y gallegos, reciben la educación en su lengua.
Esta situación me trae a la memoria
varios textos.
En un
restaurante de Guipúzcoa, hay una inscripción en que se lee :”una lengua no muere porque no la hablen los
que no la conocen sino porque dejan de hablarla los que la conocen”. También
un poema de Gabriel Celaya “Sin lengua” del que transcribo solo unos versos:
¡Que
nos arrancan la lengua!
¡Que
nos roban nuestro canto!
Y
hasta mis versos son versos
Que
traduzco al castellano.
¿Llegaremos a eso para cambiando
castellano por inglés? Espero que no ocurra.
Decía el Ministro de Educación, el
otro día en Euskadi que los niños vascos no tendrán que competir en el futuro
con sus vecinos solamente y…..¿No se ha enterado este señor de que gran número
de niños vascos, catalanes y gallegos, esos que reciben enseñanza en sus
respectivas lenguas ,son desde su más tierna infancia trilingües?.
¡Señor Ministro! Observe, infórmese y
piense antes de decir estas cosas.
Yo aportaría una solución pero no me
atrevo, no me gustaría herir demasiadas susceptibilidades.
Escribiendo esto me ha venido a la
memoria la historia de “la niña de Rajoy”. ¡En fin…!
Espero vuestros inteligentes comentarios.
Con respecto al bilingüismo además del problema que muy acertadamente señalas,al poder complicar aun más el aprendizaje a nuestros alumnos de la lengua castellana yo añadiría (y que me perdonen) la quizás no excesiva cualificación del profesorado que pueda impartir esas materias en otro idioma (por mucha acreditación que tengan ( y conozco el paño)y sobre todo la segregación implícita que al menos en Andalucía se produce con el bilingüismo. Los alumnos buenos pueden acceder al sistema bilingüe, el resto no. Esto en definitiva es hacer grupos de buenos y el resto. Yo hago una reflexión: si el bilingüismo es bueno para los niños buenos también lo deberá ser para el resto. Digo yo.
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