No sé por dónde tomar el comentario de
esta novela. Podría escribirse mucho a cerca de ella tanto en lo que al
contenido se refiere como a la forma.
Para empezar, es difícil resumir su argumento.
¿Una historia de amor como apuntan algunos? Yo más bien diría de pasión,
de atracción física, puramente sexual. Aunque, curiosamente en este caso, el
hombre, el golfo, el bailarín mundano, sí ama. Y llego a esta conclusión porque
ya sexagenario, y con una sospecha sobre una posible paternidad, se juega literalmente la
vida por hacer un favor al hijo de la
mujer que ama.
O ¿Más bien una trama de intrigas, robos, traiciones, personificadas en
unos individuos nada recomendables, de moral más que dudosa, mezclados con
gente de los más bajos fondos, con espías y otras rocambolescas historias?
Bastante de ello hay. Y no es de extrañar pues estos asuntos, sabido es, son
del gusto de nuestro autor.
A todo esto la historia tiene su origen en el desafío, casi una
incongruente apuesta entre dos músicos.
A lo largo de sus casi 500 páginas el autor nos deleita con su estilo
minucioso, concreto, a veces incluso poético y otras muy directo.
Destaca su capacidad para la ambientación
y para el retrato.
En lo que a la primera se refiere,
transmite constantemente no solo la sensación de realismo sino de
verosimilitud. Describe los ambientes con tal minuciosidad, con tanto detalle
que nos transporta a ellos, que tenemos la sensación de que son espacios
perfectamente conocidos por el autor. De hecho sabemos que, bien por influencia
de escritores realistas, bien por su condición de periodista y, sobre todo por
su natural afición a investigar y conocer esos mundos en los que se va a
adentrar al escribir, visita los lugares, entrevista personajes, se impregna
del mundo que luego va a novelar.
Dada la extensión de la novela, solo citaré algunos ejemplos dignos de
reseñar en este sentido. El ambiente elegante y casi trasnochado de la vida en
el trasatlántico; o el totalmente opuesto de los bajos barrios bonaerenses, o
las pizzerías italianas del extrarradio de Nápoles. O los contrastados
ambientes de la habitación del hotel del matrimonio De Troeye y el cuartucho de
pensión barata de Max.
En cuanto a los retratos, diría que se ha superado a sí mismo. Son
excepcionales. Llenos de detalles que casi no dejan al lector la posibilidad de
imaginar, los ve. Como si tuviera delante una fotografía o al mismo personaje
en persona. Al describir a la mujer, a Mecha, la protagonista, no se deja nada
en el tintero: el cuello y el efecto que ejerce sobre Max, el traje con la
espalda totalmente al aire, el peinado, el color de los ojos, el collar de
perlas….
O el siguiente fragmento que no me resisto a transcribir en que se
describe el ritual de vestirse Max: Se vio en un espejo…la blancura
resplandeciente de la camisa entre las solapas de raso negro, del pañuelo que
asomaba en el bolsillo superior, de la porción exacta del puño almidonado que
sobresalía de cada manga……una mano introducida con negligencia en el bolsillo
derecho del pantalón, otra medio alzada con el cigarrillo humeante…..
No puedo evitar la comparación, a este respecto, con "La piel del
tambor". Hay momentos, así lo he visto yo, en que parece haber resucitado
a algunos personajes de aquella novela, la primera que leí del autor. Para
cerciorarme en mi apreciación he ido a ella y me he reafirmado en la idea. Veo
bastante parecido entre Max el bailarín mundano y Pencho Gavira, el elegante, coqueto,
rico y trepa banquero que se ha hecho a sí mismo. No solo se parecen
físicamente, sino que tienen ciertas manías en el vestir como cuidar la parte
del puño de la camisa que debe asomar bajo la manga de la chaqueta, el peinarse
con bastante brillantina…
Si en algunos personajes de "La piel del tambor" era fácil
reconocer a personajes reales de la vida española de los años en que la
escribió ( Gavira parecía un retrato de Mario Conde, Peregil peinándose el poco
pelo que tenía " bien aplastado, el pelo hacia arriba desde una raya
situada a la altura de la oreja izquierda" nos llevaba
directamente a Anasagasti…), de la misma manera que a los personajes de Galdós
se los podía uno encontrar por las calles del Madrid de la época, estos del
"Tango.." más parece, para mí que no conozco esos mundos en la
realidad, sacados del celuloide. Es curioso. En un momento leemos:"…me
recordabas a Vittorio de Sica cuando hace de aristócrata ful
También Mecha, la protagonista, presenta cierto parecido con Macarena Bruner, esposa de Gavira en "La
piel…"
Está dividida la novela en trece capítulos, numerados y titulados,
precedidos de dos páginas sin título a modo de introducción en las que se nos
sitúa en el lugar donde en principio tiene comienzo la historia y nos presenta
al músico De Troeye y su joven y bella esposa.
La novela gira en torno a tres
encuentros entre Max, el bailarín mundano, y Mecha una hermosa mujer de clase acomodada, esposa de un afamado
músico, de modales sorprendentes y moral
inexistente.
Estos tres encuentros, bastante breves, pero intensos por otro lado, se
producen en tres lugares diferentes y separados por el tiempo. Esto nos lleva
también a tres tiempos.
El tiempo total que abarca la novela
es de unos cuarenta años, lo que nos proporciona la oportunidad de conocer a
los personajes desde muy jóvenes hasta bastante mayores; el último encuentro se
produce cuando tienen en torno a los
sesenta años.
El relato empieza por el final, cuando
Max ya ha dejado su vida canalla y sirve como mayordomo de un conocido e
importante doctor. Es en ese tiempo cuando casualmente se produce el tercer
encuentro y en la historia se van entrelazando acontecimientos actuales con los
recuerdos de los otros dos encuentros.
El primero había sido en un
trasatlántico de lujo camino de Buenos Aires; el segundo en la Riviera, Niza.
El tercero en Sorrento.
Parece que el bailarín nació, como el pícaro, para no levantar cabeza ni
dentro ni fuera de la ley. Da la impresión de
que lo persigue una especie de maleficio que lo lleva a caer de nuevo
cuando ha decidido vivir como una persona normal. Y lo peor es que ese
maleficio está personificado en una
mujer que aparece dotada como única característica positiva, de una gran
belleza física que no encierra, en absoluto, belleza moral. Es ladina, malvada,
egoísta, y un largo etcétera de cualidades negativas.
Desde la primera vez que se encuentran, y a cada reencuentro, lo conduce
a hacer cosas que él no haría a pesar de ser un rufián. Juega con él y lo utiliza a sabiendas de que ha tocado su
punto débil. El bailarín, aunque no quiera reconocerlo hasta el final, se ha
enamorado de la mujer. A ella le gusta mucho, le atrae extraordinariamente pero
siempre pondrá por delante sus intereses personales que mucho tienen que ver
con el dinero y el bien vivir.
Aprovecha el autor, como es su
costumbre, para dejar caer ciertas
críticas, o a veces reivindicaciones, más o menos explícitas. Hay frases que
parecen más de Pérez-Reverte que de los personajes:
Opinión de De Troeye sobre el bolero
de Ravel:”…un bolero insistente, sin desarrollo, basado solo en diferentes
graduaciones de orquesta…." (¡Con lo que me ha gustado siempre es
bolero. Debo saber muy poco de música).
"En lugares como aquel, había
oído Max decir en su casa años atrás, se aprendía la filosofía de los pueblos:
italianos melancólicos, judíos recelosos, alemanes brutales y tenaces,
españoles ebrios de envidia y altivez homicida…." (¿Reconocemos en la última frase al
Pérez-Reverte articulista y crítico mordaz de todo lo español?)
O en el siguiente diálogo
"− ¿no volviste a España?"
− ¿A ese lugar triste, rencoroso y con
olor a sacristía, gobernado por estraperlistas y gentuza mediocre?"… pág. 289. Continúa, Mecha, hablando
de la España de la época (guerra civil y posguerra) en términos parecidos en
los que una vez más se descubre la opinión del autor.
Es la novela, por otro lado, toda una lección sobre el tango, sus
orígenes, manera de bailarlo, pureza, etc. Magnífica lección, dicho sea de paso
que solo quien tenga los conocimientos pertinentes podrá comentar.
Y para terminar una incursión en el mundo del
ajedrez profesional. Una delicia.
Llaman poderosamente la atención momentos en que nos parece estar ante
un guión de cine. Frases descriptivas de la situación, movimientos etc. de los
personajes: conclusión: escenas cinematográficas de un realismo y una vida
impresionantes.
"Un sorbo cauto. Un gesto
complacido bajo el fino bigote."
“Sorpresa genuina, o que lo aparentaba
bien. El vaso estaba a medio camino entre la mesa y la boca entreabierta de De
Troeye"
Una novela que encierra junto a una historia
de ¿amor?, otras de ladrones de guante blanco, de espionaje,...
La novela se cierra con un final impreciso,
indefinido. ¿Abierto? Tal vez puesto que los personajes aún siguen vivos y
quién sabe si no volverán a encontrarse algún día, más aún teniendo en cuenta algo
que no puedo decir pues descubrirá uno de los enigmas de la novela en un
momento dado. Después de todo una de las últimas frases que intercambian es:
"-recuerda de todos modos-
susurra- te debo una taza de café si
alguna vez pasas por Lausana. A verme.-Bien. Puede que pase alguna vez."
¿Cerrado? Tal vez ya está todo dicho
sobre estos personajes y esta historia. Aquí acaba y no hay más.
A mí me gusta saber qué pasa al final.
Acepto estos finales en novelas como las de Alatriste, pues sabemos que habrá
otra parte y que la historia acabará cuando muera el héroe o ya no dé más de
sí, pero este no es el caso; aquí los "héroes" aún tienen una edad
que permite esperar algo más. Claro que
un final feliz sería muy romanticón y rosado y no es ese el estilo de Pérez-Reverte,
y uno que supusiera la muerte del bailarín, demasiado truculento, y además, lo
ha tenido en la mano pero lo ha desechado... Bien, pues que cada lector se
escriba su final favorito, ha podido pensar el autor. Y tiene razón ¿Por qué
no?
Con todo, gracias, señor Pérez-Reverte
por volver a deleitarnos con su escritura.
Está editado por Alfaguara
Pérez-Reverte es además de periodista
miembro de la Real Academia Española de la Lengua.
Dos páginas de Internet interesantes:
Anotaciones sobre una novela, por
Arturo Pérez-Reverte
El tango de la guardia vieja| Web
oficial de Arturo Pérez-Reverte.
Y hasta aquí llega mi comentario. ¿Alguien se anima a agregar algo? ¡Gracias!
Bueno, después de tu reseña, sin duda buena porque me dan ganas de leerla, tan solo nos queda, como en la Seguridad Social, ponerla en lista de espera y leerla cuando le toque su turno, salvo que dicha novela tenga algún familiar o sea consorte de algún preboste político y entre en la sala de lecturas directamente.
ResponderEliminar¡Hombre! Se te puede colar alguna que sea más pequeñita, que uno piensa"esta me la leo en una sentada". Yo también tengo una larga lista de espera y según el momento elijo una u otra. Para los viajes, las más cortitas,por el peso y porque se pueden leer aprovechando el trayecto. En el último viaje me leí una de Murcia a Madrid. Ya habrá noticias de ella,pues me gustó mucho.
EliminarClaro que se te pueden colar libros en esa lista de espera. Es más, es hasta aconsejable según las circunstancias pero yo, con mi lista de libros soy como un burro con los ojos tapados...
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