.
Un día, debe hacer tres años, mientras
comía escuchaba las noticias de SER Murcia y oigo que ha muerte un insigne
personaje murciano. Se llama Antonio Díaz Bautista. ¡Lo conozco! Pensé. Mejor
sería ya decir lo conocí. Al momento me vino a la memoria su imagen: alto,
delgado, con cara de despistado, amable, educado, incluso un poquito
ceremonioso.
Coincidimos en la Universidad. Él estudiaba
Derecho, yo Filosofía y Letras (Románicas). Eran tiempos en que el número de
alumnos en la Universidad de Murcia era más bien escaso. También tiempos, cosas
curiosa, en que disfrutábamos de un breve recreo, segmento de ocio se le llamó
años después, a media mañana. Durante ese espacio de tiempo paseábamos los de
una y otra facultad por el claustro del primer piso, ese que compartíamos
Derecho y Filosofía. La mayoría
de las chicas del lado de Filosofía no solíamos recorrer el claustro completo
pues en Derecho había más chicos y nos daba vergüenza adentrarnos en su
territorio. Ellos, los de Derecho, por el contrario invadían nuestro sector.
A Díaz Bautista lo conocíamos solo por esas
incursiones hasta que coincidimos en las clases de alemán. Las daba por la
tarde un lector, Ger Piter que era monísimo y un grupito animadas por una amiga
más atrevida y algún compañero nos unimos a esas clases. A nosotras nos duró
poco el entusiasmo pues nos resultaba muy difícil la lengua germana, sin embargo
parce que él y Trives
sacaron más provecho. El caso es que a partir de la primera clase,
siempre que en el paseo (peripateo le llamábamos mis amigas y yo) por el
claustro en el recreril “segmento de ocio” él nos saludaba muy ceremonioso con
un guten
morgen.
Lo cierto es que acabada la carrera cada
cual salió en una dirección. Perdimos el contacto incluso con las amigas más
íntimas y al final llegamos a esta situación de no saber nada de lo que
hicieron nuestros compañeros y conocidos. Ahora he recuperado el contacto con
casi todos los compañeros del curso e intento enterarme de qué hicieron o qué
fue de sus vidas.
Volviendo al tema que me ocupa. Tiempo
después de haber conocido la muerte de Díaz Bautista encuentro en la librería,
la mejor de Murcia en la que me surto de magníficas joyas, un libro con su
nombre ANTONIO
DÍAZ BAUTISTA (in
memoriam). Se trata de un libro que recoge artículos, relatos, opiniones. No es
de Derecho, algo de lo que no entendería nada, y sin pensarlo dos veces lo
compro.
¡Qué delicia de lectura!
Quizá convendría, antes de entrar en materia, hacer una breve introducción a cerca de este
género, artículo periodístico.
Habría que empezar por
recordar que es una forma de ensayo. Más breve y que, generalmente se publica en
periódicos, en diarios; también en revistas especializadas. Igual que en el ensayo, el
articulista pretende crear una obra literaria que versará sobre una gran
diversidad de temas. Naturalmente en el artículo se presenta una postura
personal.
El articulista goza de una
amplia libertad expresiva.
Hay que señalar, ante todo, que la mayoría
de estos artículos son auténtica
Literatura o sea pequeñas obras de arte. Porque no olvidemos que no otra cosa
es la Literatura que arte. Todo lo escrito sea en forma narrativa o cualquier
otra no será Literatura si no es arte. Y para que lo sea son necesarios una
serie de requisitos que estos artículos cumplen, entre otros el deseo de hacer
arte. Porque Literatura no es solo transmitir ideas, emociones, sentimientos,
conocimientos. No. Es eso y mucho más.
Desde el punto de vista del contenido me ha
emocionado, me ha hecho reír, reflexionar y, sobre todo, recordar.
Recordar, sí, porque como Díaz Bautista me crié en un ambiente rural. Mis primeros
años en una tierra de secano donde el panorama iba de la flor del almendro, a
los dorados campos incrustados de rubíes de la mies y las amapolas. Un campo
que a veces recorría con mi abuelo a lomos de una espléndida yegua y otras,
cuando él hacia recolecta de nietos en un carro en que nos montaba
para llevarnos a las eras donde los trabajadores de turno se afanaban en
las tareas de la trilla. Allí los chavales disfrutábamos subidos al trillo como
si de un tiovivo se tratase. También el recuerdo del abuelo va unido a las
vides, a las brevas tempranas, a los higos (los de higuera y los chumbos).
En aquel pueblo, al calor de las gentes
sencillas y mi familia paterna cariñosa y sencilla conocí y disfruté todas las
tareas del campo en todos los tiempos. Pues luego venía el secar los higos,
tarea de la que se encargaba cuidadosamente mi abuela, ayudada a veces, bajo
estrecha vigilancia, por la chiquillería de nietos que andábamos siempre tras e
ella.
Y venía luego la Pascua con la matanza y el
hacer los dulces típicos: tortas, mantecados, aguardentados, rollos de naranja,
cordiales llamados pajares por su semejanza con los tales… ¡Qué sé yo! Nos
gustaba “pintar” las tortas, cortar los demás dulces en forma de corazón y de
estrella y hacer algún rollo que solía salir algo torcido. No acabaría con
tantos recuerdos como acuden a mi mente.
Llegó después la segunda niñez y
preadolescencia vividas en un pueblo de
la margen del río Segura; en plena huerta, entre naranjos y limoneros;
entre acequias y brazales; bañándonos en la contraparada mientras las mujeres
lavaban, o en las tardes calurosas del verano en que se preparaba la excursión
con merienda incluida y alguna familia amiga.
Tras la lectura de cada artículo, como en el
famosos tango de Gardel, acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos…..
Junto a estos recuerdos de mi niñez, otros
de toda índole me han llenado de gozo.
Sabido es que el artículo es un género que
goza de amplia libertad temática y formal de ahí que en estos encontremos
relatos, cuentecillos, reflexiones, etc.
Los artículos sobre el dulce de membrillo y
los higos chumbos son hilarantes. Al menos para mí pues me traían jocosos
recuerdos. Pero no puedo dejar de lado cuando habla de las tortas de pascua, el
botijo, los balnearios….
Otras veces el autor, como en el artículo
“No somos nadie, pero ellas sí”, nos lleva de la mano por la ciudad para
hacernos ver un error que cometemos los humanos con harta frecuencia.
Recorremos el mundo admirando y fotografiando monumentos, paisajes, calles,
plazas; incluso fachadas de casas, hermosas sí, como las de Praga, Budapest,
San Sebastián o las de la calle Uría de Oviedo. Y sin embargo no vemos aquello
con lo que nos topamos cada día en nuestra ciudad. Me ha recordado esto cuando
en Escocia una pareja de jóvenes madrileños me decía que cosas (castillos, por
ejemplo) como aquellas no teníamos en España. Y yo les contestaba: ¿habéis
visitado la Costa Brava o los paisajes vascos; y habéis visto el Castillo de Loarre; o habéis visitado
Trujillo, Úbeda, etc. etc.?
Ahora yo me digo: tanto ver cosas y no me he
parado a observar el grupo escultórico de la Plaza de Santo Domingo. Lo he
visto mil veces pero no se me ha ocurrido detenerme a contemplarlo, observarlo
con detenimiento, analizarlo; ¡yo que tan analizadora soy! Hoy, lo he hecho y
como si fuera una turista curiosa lo he fotografiado, como me gusta hacer, por
todos y desde todos los ángulos. ¡Cuánta razón tiene en lo que dice! Es, además
de hermoso, curioso.
Y aquí está el grupo.en que se aprecia el comentario del autor. |
No acabaríamos si tuviéramos que recordar
todos los temas tratados por el autor pues, creo que, no se ha dejado nada en
el tintero o en la tecla del ordenador.
Pero, dejando a un lado el
disfrute emocional, ¡Qué calidad literaria! Cada artículo es, como sus
acuarelas (algunas de las cuales ilustran el libro) una pequeña obra de arte,
auténtica Literatura. Escritos con una deleitosa sencillez; mas al mismo tiempo
plenos de saber, de cultura literaria, musical, plástica, jurídica…. Lengua
sencilla, casi coloquial a veces, donde se mezclan los términos más
característicos del habla murciana con espléndidas metáforas, citas mitológicas
y literarias, comparaciones cultísimas. Todo ello con justeza, elegancia, arte.
Parece que haya leído a Fray Luis y su definición de lo que es escribir.
Hace uso además de una finísima ironía.
Hecha esta reflexión tan personal, paso a
hacer un comentario más técnico, a ejercitar mi vocación de crítica literaria,
eso que un día una buena amiga me dijo que también soy ¡Qué más quisiera yo!
Estructura
de esta edición.
Se han agrupado los
artículos atendiendo al tema: LA MURCIA QUE SE NOS FUE; GENTE DE
MURCIA; NAVIDAD; EL DARDO EN LA MIRADA; EDUCACIÓN; ECONOMÍA; y OPINIÓN POLÍTICA;
Quizá con buen criterio se han colocado al
principio los de tema murciano bajo el epígrafe general de La Murcia que se nos fue. Recuerdos de infancia y juventud en que
se recogen comentarios sobre nuestras costumbres y tradiciones. Es la parte más
amena. Gracia, humor y un estilo muy peculiar al que ya se ha hecho alusión.
Un total de 72 artículos en los que abunda
el tema de la gastronomía, junto al recuerdo de objetos típicos de nuestra
tierra como el botijo o el perigallo.
El primer artículo versa sobre las adelfas o
baladre. Esa planta tan típica de nuestros barrancos y márgenes de los caminos
que hoy también encontramos en la
mediana de las autopistas y autovías. El autor las imagina en esta su moderna
función haciendo compañía a “las pilinguis peripatéticas” (obsérvese el choque
de estas dos palabras) y tragándose el humo de los tubos de escape de coches,
autobuses, motos…
Al hablar de una adelfa de flores blancas
que posee (yo también tengo pero de todos los colores), identifica su alba
floración con “una muchedumbre de novias o un tropel de niñas de Primera
Comunión”. Sigue identificando las flores con una nevada vegetal que se derrite
para acabar con que lo han abandonado las once mil vírgenes. A propósito de
este bello y sencillo arbusto nos recuerda una versión de la historia de Dafne
y Apolo, según la cual es en esta planta en la que fue metamorfoseada la ninfa
de la que dice que, dado que la adelfa es planta venenosa, esta ninfa debía ser
de armas tomar de “muy mala uva”. Acaba considerando la adelfa por atractiva y peligrosa como “la
mujer fatal de la botánica: dama de mírame y no me toques”.
Confieso que este primer artículo me dejó
enganchada al libro que he leído como si se tratar de una interesante novela.
Hemos dicho que abunda en esta primera parte
el tema gastronómico. También ahí encontramos bellas imágenes. Al pepino le
llama verde obús vegetal. Lo
describe, explica como le gusta comerlo, identifica su fresco sabor con una
excursión por regiones nórdica, y acaba haciendo alusión, introducida por la
frase “éramos pocos y parió el pepino”,
adaptación del dicho popular, al problema que se planteó en Alemania con una
intoxicación que se atribuyó a pepinos españoles. El artículo se publicó el 11
de junio de 2011.
Otro de los ejemplos que llaman la atención
por esa mezcla de lo popular, cotidiano, con lo culto es el artículo dedicado a
los pésoles (guisantes). Pasa de explicar el origen latino de la palabra, sin
dejar de hacer notar el error que se ha cometido al eliminar los estudios de
latín casi por completo, a contarnos en qué época se recogían y comían, de la
trabajosa labor de desgranarlos( ¡qué recuerdos de hasta hace poco!).El párrafo
final es delicioso. Los pésoles son las cuentas del collar de alguna náyade de
las leyendas románticas, o los ojos de Minerva
para volver a lo cotidiano y gustativo: ingrediente las cazuelicas de
ternera en salsa o los convierte en canicas que se integran en una tortilla
convertida por arte de la metáfora en as de oros.
Humor desternillante en los artículos sobre
el membrillo y los higos de pala. Siempre sin que falte alguna relación con el
mundo clásico, y la Historia.
En el artículo Una de caracoles además de proporcionarnos casi una guía para
cocinarlos y comerlos, con el consabido
sentido del humor, llama la atención que disfrute degustando una ración de
caracoles mientras escucha música de Vivaldi. No podemos por menos que recordar
al protagonista de CRÓNICA DEL PÁJARO QUE DA CUERDA AL RELOJ DEL
MUNDO aquel japonés
que cocinaba y comía espaguetis
escuchando la obertura de
la
GARZA LARDA de Rossini……Tiene sentido en este caso pero ¿qué
tienen que ver los caracoles con Vivaldi ? ¿Será sencillamente unir dos
placeres? O ¿Relaciona este placer natural con la música descriptiva de la
naturaleza y, tal vez, la vida campestre, del gran compositor?
No me resisto a pasar por alto el titulado Al olor de la sardina. Título con clara
reminiscencia de canción popular infantil, publicado al final de las fiestas de
primavera que se cierran con el Entierro de la sardina, y que coincide con el
principio de los recortes. Lo mejor es, como siempre junto a la fina ironía, la
descripción de la sardina con imágenes casi gongorinas. Recuerda aquellas sardinas
saladas, de bota, que comíamos de niños,
que ahora raramente encuentra uno en algún extraño lugar y no puede sustraerse
al deseo de comprarlas. Y degustarlas, claro.
Como hemos podido observar no hay
continuidad de fechas, sino que han sido publicados al hilo de la época en que
se da cada producto, o es costumbre comer tal o cual guiso o en relación con
algún acontecimiento que cual la magdalena de Proust le trae a la memoria la
tal comida o el tal producto.
Otros temas curiosos que componen este
primer grupo de artículos sobre Murcia versan sobre objetos en desuso, como el botijo; u otros particularmente nuestros, al menos en la forma de nombrarlos, como el
perigallo.
No podemos pasar por alto: el Barrio, sobre el barrio del Carmen; Santomera puerto de mar.
Un segundo apartado dentro del tema
murciano está dedicado a GENTE DE MURCIA. Pasan por aquí intelectuales,
pintores, curas, confiteros/as, el tío del chambi, el bollero, el hilero…No sé
cómo se le ha escapado el barquillero también personaje de nuestra infancia. Un
día, hará dos años, frente al Palacio Real de Madrid me encontré frente a un
barquillero. No soy persona caprichosa
pero ante aquel recuerdo de mi infancia
no me pude sustraer al deseo de volver a ser niña por un rato; me compré unos
barquillos y es indescriptible la fruición y felicidad con que me los comí.
Así mismo se incluye en el tema murciano un
tercer apartado NAVIDAD.
Exceptuando Tortas de Pascua publicado
el 28 de julio de 2003, los demás como corresponde se publicaron en las fechas
navideñas de los años 1999,2003 y 2004.
Casi todos son cuentos. En
algún caso llevan ese epígrafe “cuento de navidad” otras veces no. En todo caso
no es necesario pues se determina fácilmente ese género. Son El pavo que leía a Góngora curiosa y
fantástica historia apropiada para niños;
La contramulta y El sonajero
No son estos los únicos artículos-cuento que
podemos leer en esta primera parte. Otros son: El consejo del difunto; Domingo de piñata; La noche de San Juan; la
visita turística en que arremete contra los guías y contra el edificio
Moneo; Cuento de ánimas; Historias bajo
el toldo.
En esta Murcia que se nos fue, echo en falta
la mención a algunos lugares emblemáticos de nuestra ciudad o de nuestra tierra
en general. Ignoro si fue olvido del autor o ha sido decisión del seleccionador
de los textos. Más bien me inclino por lo último.
Me estoy refiriendo a El Parque de Ruíz
Hidalgo, la Glorieta, el Jardín de Santo Domingo o el de Santa Isabel. De todos
los que tenía la ciudad antaño solo nos queda, menos mal, el de florida Blanca
aunque algo cambiado, de grato recuerdo para las alumnas del Instituto Saavedra
Fajardo y para mí en particular.
Recuerdo el Parque de Ruíz Hidalgo con
nostalgia. Era una delicia pasear por toda la orilla del río entre magníficos
árboles. Allí se instalaba la Feria de Septiembre; por allí desfiló alguna vez
la Batalla de flores. También es cierto que apenas se producía una avenida en
el río, algo que por aquel entonces solía ocurrir, se inundaba. Más de una vez
tuvieron que salir por pies los feriantes. Tal vez esa fue la razón de que se
le hiciera desaparecer.
Pero qué razón hubo para la transformación
de la Glorieta que no es sombra de lo que fue. Y qué me dicen del hermoso
Jardín de Santa Isabel y del de Santo Domingo.
Pero dejemos los jardines y vamos a la
huerta. Qué se fizo que diría Jorge Manrique. ¿Qué se ficieron aquellos
caminicos ,sendas les llamábamos, entre naranjos y limoneros oliendo a azahar
en el tiempo de la floración; o entre bancales de patatas, tomates, habas, etc. etc.? Nací en una casa en un pueblo de la huerta murciana. Solo teníamos que
cruzar la calle para adentrarnos en la huerta que constituía nuestro lugar de
solaz y paseo. Allí los críos acudíamos ,cuando “daban el agua” a ver como los
hombres con los pantalones doblados (arremangados) hasta la rodilla y los pies metidos en el
brazal ,legón o azada en mano iban conduciendo el agua para que penetrara en
los bancales ,discurriendo entre los caballones de las plantas.
También hemos perdido la huerta devorada por
la ciudad. Aún en los tiempos de la Facultad, el profesor Muñoz Cortés nos
llevaba a la huerta, a un paso de la Universidad, para oír habla a los
huertanos, oír cómo pronunciaban el castellano y escuchar su particular léxico,
para terminar comiendo unas crillas al horno.
Lo cierto es que hemos perdido mucha Murcia
en aras del progreso y la comodidad.
En fin, dejémonos de nostalgias y pasemos a
la segunda parte del libro: EL DARDO EN LA MIRADA título que remeda el famosos DARDO
EN LA PALABRA del
profesor Lázaro Carreter. Lleva como subtitulo entre paréntesis: Reflexiones
políticas y de actualidad.
Contiene una extensa variedad de temas. En el
primero Cilicios cervicales arremete
contra esas etiquetas tan molestas que
llevan las prendas de vestir, sobre todo la ropa interior, en el escote en la
parte de la nuca. No faltan las comparaciones a base de referencia al mundo
clásico como al gigante Atlas, por la zona en que se soporta el suplicio; o le
viene a la memoria” el cuchillo de Judit,
el hacha que acabó con Carlos I Estuardo, de la guillotina y Luis XVI, del
garrote vil de Mariana Pineda.”
El cupón del difunto tiene forma de relato y en él evoca a escritores y ambientes gallegos.
En Lo
que diga la Ciencia aborda el tema del aborto, en contra del cual se declara, apoyándose entre
otras autoridades en Ovidio.
Encontramos más adelante dos artículos
dedicados al placer de releer: La cinta
verde (relectura de Azorín del que se declara admirador) y Sentarse a la orilla que acaba con una
bonita frase: Viene muy bien, de vez en
cuando, sentarse un rato a la orilla de la vida y ver pasar las cosas”
Es
curioso por lo original del tema El
traductor gatuno.
Resulta interesante el dedicado Contra la violencia doméstica, tema del que todo el mundo habla con
más o menos conocimiento de causa, incluso sin conocimientos de ningún tipo, porque aborda el tema desde el punto
de vista judicial.
Un tema que no ha pasado por alto, el de”
las guerras santas” haciendo una razonable crítica apelando a un Dios bondadoso
que a lo que aspira es a que nos amemos los unos a los otros: En el nombre del Padre.
Vuelve al relato cargado de fino humor y muy
realista en Vuelta al ruedo sobre la
utilidad y problemas de las rotondas.
Me ha llamado la atención Decir lo que se siente porque aborda un
tema que en su día hizo correr mucha tinta y dio lugar a muchas declaraciones
de toda índole. Me refiero a la polémica que levantaron unas palabras de la
Reina Doña Sofía en una entrevista que le hizo Pilar Urbano. La polémica tiene
varios aspectos. Por un lado, la autora del libro en que aparece la entrevista,
la periodista Pilar Urbano cita entre comillas, como literales, las palabras de
la reina. Hecho incorrecto desde todos los puntos de vista, no solo el periodístico,
puesto que la entrevista parece ser que no había sido grabada, por consiguiente nunca debió
usar el estilo directo.
Por otro lado hubo quien criticó a Doña Sofía
por decir lo que pensaba a cerca del aborto (entre otras cosas) porque una
reina no tiene derecho a opinar y recuerda Díaz Bautista que la reina es griega
como Antígona y como ella fue valiente
al hacer uso de un derecho que todos tenemos. Bien es cierto que una inmensa
mayoría de españoles y españolas, por no decir del universo, coinciden o coincidimos
con su opinión.
Muchas voces se alzaron en favor o en contra
(más en el segundo sentido) porque así somos los humanos, queremos libertad y
derechos para cada uno de nosotros pero el resto que se calle para siempre.
Hasta Felipe González, que no es sospechoso de monárquico, salió en defensa de
la Reina.
Acaba el artículo con una cita quevedesca:”
¿No ha de haber un espíritu valiente?,
¿Siempre se ha de pensar lo que se dice?, ¿Nunca se ha de decir lo que se
siente?
¡Qué
razón, todos! Quevedo, Doña Sofía, Antígona y Díaz Bautista.
La
ciudad recobrada sobre el respeto y el amor al pasado. Sobre esa manía que
nos ha dado de destruir lugares recoletos y entrañables de nuestras ciudades en
aras de la modernidad. Acaba con una frase de Ortega que podría decirse también
hoy” Los alemanes tiene una virtud que a nosotros nos falta…..:el respeto y el
amor al pasado.
La tercera parte está dedicada a EDUCACIÓN. Es monotemática. La constituyen unos
pocos artículos publicados entre 2001 y 2012.
Cuando
se refiere a la Educación Primaria y Secundaria hay que pensar que por las
fechas en que se publican Díaz Bautista ve los toros desde la barrera. Aunque
sus opiniones no son nada desechables sí so en algunos puntos discutibles. O
sea que no las comparto al cien por cien.
No obstante son hermosos y entrañables dos
artículos: ¡Gracias, Maestro! y El
afán de saber. El primero es un bellísimo y sentido elogio del maestro.
Observemos que escribe con mayúscula la palabra Maestro. En el segundo habla de
su padre. Me ha recordado un maestro que hubo en el pueblo de mis abuelos
paternos, al que yo conocí los veranos que iba a pasar con ellos pues entonces
los maestros no veraneaban, se quedaban en su pueblo y casa de todo el año. Tenía una hija de mi edad (la mayor de
cuatro) que era una lectora empedernida. ¿Por qué? Porque su padre se había
preocupado de crear en aquella escuela de un diminuto pueblo una pequeña
biblioteca. Ella, la hija con la que hasta hoy mantengo amistad y que
compartimos aula en el Saavedra, me dio a conocer La Ilíada y La Odisea, entre
otros. Me contaba lo que había leído y me prestaba libros. ¡Qué pena! Yo soy
hija, nieta y sobrina de maestros pero en mi casa no había más libros que la
Enciclopedia y más tarde los libros de texto y, si acaso algunas vidas de santos.
A veces me pregunto de dónde surgió mi vocación lingüística y literaria.
Cuando ya en la carrera de Filología tuve
que leer El Quijote, hube de irme unas vacaciones de Semana Santa con mis
abuelos maternos pues mi abuela sí había sido una buena lectora y, por suerte
en su casa había un Quijote. Quijote que, por cierto, es una joya pues es una
edición de finales del siglo XIX con unas bellas ilustraciones y que yo he
heredado.
Aún quedan dos secciones: ECONOMÍA Y OPINIÓN POLÍTICA
ECONOMÍA.- doce títulos. Artículos publicados
a lo largo de los años 2010.11 y 12. Debido al tema, más áridos, menos poéticos
que los anteriormente leídos pero siempre poniendo el dedo en la llaga. Los
asuntos tratados coinciden con los avatares económicos que vivimos durante esos
años.
Así, Hace
diecisiete siglos, sobre las medidas anticrisis. Recurre al ejemplo del
Edicto de Diocleciano.
“Fastidiados pero contentos” sobre la solución de los Bancos ante
el problema de las hipotecas impagadas
e impagables.
La burocracia asfixiante, sobre la mala y excesiva burocracia a
todos los niveles.
Los
dichosos recortes, sobre el tema que indica el título, en forma de relato
consistente en una casi grotesca conversación con uno de esos amigos, reales o
inventados, que el autor suele traer a colación en varias ocasiones.
Romance
de las dos primas, sobre las Primas (de riesgo) que nos llevaron de cabeza
todo el 2012 y algo más.
No escapa a sus críticas el caso de Las “preferentes “y el dolo
El “banco malo” y el fútbol tampoco escapan a la
crítica de este profesor de Derecho Romano que nos recuerda que nada nuevo hay
sobre la tierra, que todo vuelve de una u otra forma y que la historia se
repite.
Y, por último OPINIÓN POLÍTICA. Un total de
27 artículos publicados todos ellos menos tres (en 1997 y 98) entre los años
2004 y 11.
Parece
que los iba escribiendo y publicando al hilo
de los acontecimientos, pero en la selección no se ha seguido un orden
cronológico, como no se ha hecho a lo largo de toda la edición. Temas, pues,
relacionados con los hechos acaecidos y las situaciones a que dieron lugar.
En
los tres publicados en 1997 y 98 los temas son Europa, las Comunidades y la
Constitución.
En
el resto aborda los temas de “el agua” (a nivel nacional y regional); el cese
de la actividad de ETA; el atentado del “11M”; la libertad de expresión y el
respeto a los símbolos; el problema de las lenguas; el asunto de las
“independencias” con el juego de palabras naciones, nacionalidades…;el problema
del desmoronamiento de España a la sombra del recuerdo del soneto de Quevedo
“Miré los muros de la Patria mía”. Y algún
otro de los temas ya tópicos en
nuestro país como esa manía de ser diferentes, etc.
Aun dentro de su línea de tratar los asuntos
con humor, ironía y siempre recordando a los Clásicos y con la Literatura casi
por bandera, no resultan estos últimos artículos especialmente atractivos.
Cierto es que los temas no lo son tampoco; incluso es posible que no fueran
tanto del agrado del autor.
No sobra nada. ¿Falta algo? Quizá falta que
hubiera podido seguir deleitándonos con su magnífica prosa.
En conclusión, un libro al
que vale la pena dedicar unas horas. Además al tratarse de artículos breves, se
puede leer como la poesía: alguno al día. Puede ser libro de mesilla de noche
para quien tenga la costumbre de leer un poquito antes de dormir.
(Julio -2016)
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