“El anarquista que se llamaba como yo” , una novela con vocación de histórica que a
veces cae en lo folletinesco y casi inverosímil, con cierto toque romántico.
Arranca con el momento en que el autor, que se
considera un total desconocido, siente
la curiosidad de comprobar si su nombre aparece por alguna parte en las redes,
en Internet; entra en Google, escribe su nombre y apellidos y se encuentra con alguien que se llama exactamente
igual y aparece como un conocido
anarquista. Siente curiosidad, empieza a investigar y tras recoger amplia
información escribe la novela de su vida, la del anarquista. Algo que no se le
puede negar es la labor de investigación, aunque se le haya podido pasar algo
por alto, como insinúa al final.
Escrita
en tercera persona por un narrador absolutamente omnisciente, que incluso se
permite adelantar algún acontecimiento, lo que en mi opinión no todo lector
agradecerá.
No
faltan momentos de diálogo.
Dividida
en capítulos encabezados por fechas siguiendo la técnica de alternar tiempos.
Todos ellos pasados.
Yo
diría que hay más influencias cinematográficas que literarias. Son muchas las
escenas que por el tema y el detallismo con que se presentan parecen
inspiradas, casi calcadas de películas (la descripción de la huida por el
monte, las celdas, las detenciones). No es cuestión de señalar casos concretos
pues es algo muy general, salvo el detalle del pajarillo en la ventana de la
celda que recuerda inevitablemente “Alcatraz”.
Aunque a mí no me haya parecido una
gran novela, se lee bien. En todo caso, siempre par juzgar hay que conocer más
que dejarse llevar por opiniones ajenas.
El tema tiene cierta originalidad, por lo menos al principio, buscar un doble aunque solo sea en el nombre. Con la tecnología actual casi todo es posible. Luego viene la habilidad del autor para mantener el interés hasta el final. Ya me explicarás donde está la parte romántica. ¿Quizá en la propia ideología anarquista?
ResponderEliminar