Juan José Saer nació en Serodino en 1937 y murió en París, donde vivió casi 40 años dando clase en la Universidad, en 2005.
De su obra se ha dicho que es la mejor
narrativa que ha dado Argentina después de Borges. Ensayista, novelista,
cuentista y poeta.
Su estilo se ha calificado como complejo,
original y difícil de encasillar.
Una idea en la que insiste en sus textos:” La patria de un escritor no es sino la infancia
y la lengua.”.
No me explayaré, ni siquiera me detendré en
recopilar aquí datos que se pueden encontrar con facilidad y solo serían una copia.
Únicamente me interesa dejar constancia de la impresión que me ha causado la
lectura de su novela GLOSA.
Es una obra compleja. Cuando se empieza su
lectura uno piensa que no podrá continuar, que no entiende nada. No obstante, pronto
hay algo que cautiva y nos lleva a leer con avidez las 220 páginas que la
componen.
Un primer problema con que nos podemos
encontrar es la lengua. Evidentemente hay innumerables términos del habla de
argentina que dificultan, a veces, la comprensión del texto. No obstante, el
contexto ayudará.
La obra se divide en tres partes que se
corresponden con cuadras (manzanas de casas en el habla de argentina
Primera parte: las
primeras siete cuadras
Segunda parte: las
siete cuadras siguientes
Tercera parte: las
últimas siete cuadras.
Llama la atención, de momento, la presencia
de los números tres y siete. Ambos tienen en ciertos ámbitos un valor
cabalístico o esotérico.
El siete abunda en la Biblia, y textos
religiosos, aunque sin valor cabalístico, creo. Las siete plagas de Egipto.,
los 7 pecados capitales, los 7 sacramentos, las 7 virtudes, 7 días de la
creación…
En otros ámbitos: siete los sabios griegos,
siete las maravillas del mundo, siete novias para siete hermanos, los siete
enanitos, los siete colores del arco iris, los siete días de la semana, las siete
notas musicales…
Desde la Antigüedad, el número
siete apareció como una manifestación del Orden y de la Organización cósmicos. El Número 7 está considerado como
Eficiencia, Integridad, Concentración, Clemencia, ansias de Vida Ascendente.
Otro número muy repetido en la novela es el tres. El tres, leemos, es un número perfecto, la imagen
sensible de la divinidad. Son muchas las triadas divinas que podemos encontrar.
En el tres existe Armonía, Arte, Belleza. El 3 permite la realización de
nuestros caros anhelos. Recordemos también que al trébol se le adjudica el
significado de buena suerte.
Todo esto no ha sido mas que una digresión, no sé si inútil, una serie
de elucubraciones tal vez absurdas sobre un aspecto que me ha llamado la atención.
Vuelvo a la obra. Sin olvidar que, a
pesar de que el autor ha roto con la tradición decimonónica de estructurar la
novela en: Presentación, desarrollo y desenlace, la ha dividido en tres partes.
El número total de cuadras es veintiuno.
Múltiplo tanto de siete como de tres.
Y podríamos seguir elucubrando con la
presencia del número tres. Algunos personajes aparecen en grupos de tres. Por
ejemplo. Isabel, Leto y su padre; Isabel, su marido y Lopecito; a partir de un
cierto momento los personajes que dialogan son tres: el matemático, Leto y
Tomatis; también al cumpleaños de Washington llegan otros personajes en trío: Héctor, Elisa y Rita Fonseca. Por otro
lado, son tres los mosquitos de la absurda historia que ocupará varias páginas.
Incluso el tiempo aparece en tres segmentos: presente (el relato principal, el
que transcurre alrededor de las cuadras) pasado y futuro en los numerosos casos
de analepsis y prolepsis. Así como en las digresiones.
La idea ¿pudo actuar en el autor de forma
consciente o inconsciente? O ¿es casual?
Centrémonos
en los conceptos de tiempo y espacio.
Se inicia la obra situándonos en un tiempo impreciso.
Podría ser octubre o noviembre; ¿año? Sesenta o sesentaiuno; ¿día? Cualquiera,
por ejemplo el catorce, o el dieciséis, el veintidós o el veintitrés. Se decide
por el veintitrés, por ejemplo. Y de
1961. "Qué más da". Agrega. Esta imprecisión va a impregnar la novela.
Se ha dicho que Saer
presenta sus historias de forma compleja, no según el tiempo histórico sino de
un tiempo subjetivo
Hemos empezado
hablando del tiempo. Ese día, un tanto impreciso, da igual cual sea, de 1961,
en que se inicia la acción es el tiempo en que esta se va a desarrollar: un
día. No obstante, hay otro tiempo. Habrá en varias ocasiones tanto analepsis,
desplazándonos a 1949; como prolepsis, llevándonos a 1969.Por ejemplo.
. Unas veces forman
parte del relato del narrador omnisciente, otras son recuerdos de los
personajes que aparecerán como reflexiones o monólogos que se producen, con un
realismo asombroso. Mientras un personaje habla, casi en un continuo monólogo,
el receptor se abstrae en sus propios pensamientos y/o recuerdos, también en
forma de monólogos.
Mas no olvidemos que tiempo y espacio en una
novela van o han de ir siempre de la mano. En este sentido, tal vez tendríamos
que calificar esta novela, según el criterio de E. MUIR como novela chronicle puesto que se da una descripción
de la vida a través del tiempo y del espacio.
Según Thibaudet en la
temporalidad está la clave de la composición novelesca.
El
profesor Baquero Goyanes considera que. El tiempo del novelista tiene necesidad del espacio,
para asociarnos a los procesos concretos de los personajes y para que, en
virtud de su entrecruzamiento, pueda darse la composición de un mundo. Agrega que, en una
novela necesitamos siempre del transcurso del tiempo para poder percibir
claramente su estructura. La novela, pues, es proceso.
Y para terminar con este aspecto
recogeremos las palabras de Charles Du Bos según el cual “La
longitud es la necesidad primordial de la novela que se proponga situarnos en
posesión de un mundo…" "…el tiempo del novelista tiene
necesidad del espacio para asociarnos a los procesos concretos de los
personajes, y para que, en virtud de su entrecruzamiento, pueda darse la
composición de un mundo"
Pasemos ahora
a prestar
alguna atención al espacio. También habremos de recurrir a alguna opinión
autorizada en lo que a Saer o a los aspectos novelísticos en general se
refiere.
Empezaremos por lo que dice Piglia a
propósito del espacio en la obra de Saer. Considera que en la obra del autor
que nos ocupa la cartografía
ficticia es siempre la ciudad de Santa Fe y sus alrededores, aunque aparece
normalmente citada como “La Zona” Eso sí, será siempre su tierra natal.
Considera Piglia que
el universo de Saer no se ubica en un espacio ni enteramente ficcional ni
enteramente concreto, sino en un territorio ambiguo donde no suelen aparecer
nombres concretos.
No obstante, en
Glosa, ya en la primera página nos da el nombre de la primera calle por la que
se va a mover Leto:
San Martín, la calle principal. También cita la ciudad de Rosario; Rincón, donde tiene
lugar la fiesta de Washington; o Arroyito…
considera, así mismo Piglia, que el espacio de Saer se mueve entre el
documento y la creación; que, no obstante, consigue dar unidad al relato,
aunque convirtiéndolo en complejo y compacto. De esto puede dar razón cualquier
lector.
Tampoco podemos
olvidar el concepto de narrar que el propio Saer expone en “El concepto de
ficción” Para él “narrar
no consiste en copiar lo real, sino en inventarlo…”
Así pues, el tiempo se distribuye en
presente, el transcurrido durante el recorrido de las veintiuna cuadras; pasado
y futuro en las reflexiones y recuerdos de los personajes y del mismo narrador.
El espacio será más
variado.
Numerosas la calles
por las que andan Leto, el Matemático y Tomatis. Están descritas con todo lujo
de detalles, lo que confiere una intensa sensación de lentitud. No solo eso, es
que se detallan los atascos en la circulación, las dificultades para cruzar una
calle, etc..
Los lugares que ha
visitado el Matemático que acaba de regresar de Europa.
El viaje de Leto con su madre a Rosario.
Rincón donde tiene
lugar la fiesta de cumpleaños de Washington.
El barco en el que
el Matemático y Botón se encuentran y éste relata su versión del ya famoso
cumpleaños.
Además de interiores
de casas, etc.
Hemos hablado de imprecisión. Imprecisión en
la historia que cuentan tres personajes desde sus diferentes puntos de vista;
en las opiniones y discusiones sobre alguna expresión…
Al principio pensamos en un narrador omnisciente,
que estará presente en toda la obra y narra como si estuviera haciéndolo de
viva voz, hablando con alguien, por la frecuente repetición de latiguillos como
¿no?, decía. O ¿se trata acaso de un monólogo interior?
En efecto parece que la novela está construida a modo de monólogo interior en el que alternan
el diálogo y los pensamientos de los personajes.
La acción propiamente dicha podríamos decir
que se inicia in media res. El
narrador hace aparecer al primer personaje: Leto (Ángel Leto). Se detiene ahora, como hará a lo largo de toda
la obra, en contar con toda suerte de detalles la situación, incluso emocional
de Leto, una serie de recuerdos de un tiempo no demasiado lejano. Recuerdos que
sirven para presentar a otros personajes, Isabel
(la madre), el padre, Charo y Lopecito
¿Cómo no recordar aquello de que “novelar es demorarse con amor”? También
el lector forzosamente se demora pues la
lectura casi le obliga a detenerse a cada paso, para comprobar por dónde camina
Leto, qué piensa, con quién se cruza o se tropieza. Es una mañana de primavera
y casi nos sentimos en la necesidad de aliviarnos de ropa pues está subiendo la
temperatura, o a mirar cómo será la sombra que proyecta el sol. Entre los
recuerdos de Leto se nos “cuela” otra historia, en la que introduce la voz de
otro personaje.
Si nos fijamos parece una escena
cinematográfica. Podríamos, si se tratara de un vídeo, detener la imagen y
dibujar el trazado de las calles con sus manzanas o cuadras, escuchar el claxon
de los coches, etc. El relato, todo él, se desarrolla a cámara lenta.
Cabría ahora recordar que el autor antes de
trasladarse a París fue en la Universidad Nacional del Litoral profesor de
Historia del cine y Crítica y estética cinematográfica. Es fácil pues
comprender que su técnica narrativa tenga una gran influencia cinematográfica.
Al cabo de varias páginas hará su aparición
otro personaje, que va a seguir junto a Leto casi todo el resto de la novela.
Es el Matemático. Su descripción
será a base de establecer un contraste con Leto. A través de él el narrador expondrá algunas curiosas opiniones
sobre Europa de no menos curiosa manera. Cada ciudad el Matemático la identifica
de forma más o menos similar varias veces a lo largo del relato. Londres, un problema de alojamiento y unos
manuscritos en el Museo británico; París, una lluvia inesperada; Aviñón, un
calor matador….
Con la aparición de este personaje el relato
se convierte casi en un diálogo, aunque a veces parezca un monólogo. Y el
narrador alternativamente será el omnisciente y el Matemático. A partir de un
momento dado van a hablar de una fiesta en la que ninguno de los dos estuvo,
pero el Matemático tiene la versión de Botón.
La fiesta es el cumpleaños de
Washington Noriega. Este es en cierto modo el núcleo o tal vez el motivo de
la novela. A través del relato de la
fiesta aparecen otros personajes tan curiosos, al menos como los que ya conocemos. Veamos: Un poeta, al que se nombra solo así,
Cohen y Silvia su mujer, Tomatis y
Beatriz, Barco y la Chichito, Basso, Marcos Rosemberg, el Centauro la señora de
Basso, Noca, el Gato, Héctor, Elisa y Rita Fonseca. De todos tendremos
cumplida información: aspecto, costumbres, manías, trabajo…
Habrá dos versiones de
la fiesta, en ciertos aspectos diferentes, una de Botón y otra de Tomatis, que
aparece en un momento dado y acompañará a lo largo de varias cuadras a los dos
primeros personajes, quedando ahora el dueto convertido en terceto. Hay
situaciones que al lector pueden parecer absolutamente absurdas. No tanto si
intenta integrase en ese mundo y ambiente tan especiales que conocemos por el total
de la literatura hispanoamericana. Por ejemplo se plantean discusiones acerca
de si es posible que un caballo tropiece; o sobre la historia de los tres mosquitos.
Todo ocurre a cámara lenta, lentísima, diría yo.
Hemos hablado de
tres versiones de una historia, entre otras cosas, o sea que hay unas historias
dentro de otras. Además, están las de cada personaje que descubriremos en sus
monólogos que nos irán llevando hacia atrás o hacia adelante en el tiempo.
Quizá podríamos
hacer aquí un inciso para recordar lo que para Saer (son
sus palabras) es escribir.” Escribir es sondear
y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen”. Bien mirado esto nos lleva, una vez más al
cine.
En este sentido
podemos encontrar lo que podríamos identificar con los diferentes planos
cinematográficos. Unas veces planos generales, otras incluso primerísimos
planos. Tanto nos presenta la amplia panorámica de una serie de calles que se
cruzan como el detalle de los zapatos de un personaje.
Es muy importante
recrearse en el uso del lenguaje, pero muy complicado en una obra de esta
índole. No solo hay que recurrir al español de américa latina. Es que cada
personaje tiene, como es natural, su forma peculiar de hablar, así como el narrador
omnisciente. Sus latiguillos, frases recurrentes, etc.
Decía Saer que” el uso persona de la lengua es el jardín secreto
en el que cada uno cultiva las especies de su predilección”.
Esto nos lleva, no
solo a descubrir el valor que para el autor tiene el uso de la lengua en la
obra escrita, sino también a señalar otro rasgo destacable en la obra: las
reflexiones sobre asuntos poéticos y lingüísticos. Una incursión en la función
metalingüística del lenguaje.
Así: Teorías del
Matemático sobre la versificación.
En la historia de
los mosquitos: …nadie dice los
mosquitos, todos dicen el mosquito, como si fuera siempre el mismo o como si,
por medio de esa sinécdoque, que le dicen, se tratara de escamotear …el
problema fundamental ¿Uno o muchos…”
O las elucubraciones
sobre sobre si es correcto o no, decir que un caballo tropieza.
Evidentemente, no
podemos obviar el perspectivismo que impregna toda la obra, como se ha podido
observar.
Espero si no he
conseguido un estudio digno de esta obra, sí haber contribuido a que se lea.
Me ha encantado la cita "La patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua". A lo que yo añadiría los primeros años de la adolescencia. Muy propio de la novela actual la importancia del espacio narrativo, las calles, las cuadras argentinas, la ciudad donde nació...etc. Por lo que comentas sí que parece que el cine ha tenido gran influencia en este autor.
ResponderEliminarEstás hecha una gran especialista en crítica literaria. Sigue así.
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