Un ciclo de conferencias de carácter científico. Uno de los
conferenciantes, aunque extremadamente joven ya considerado una eminencia,
acaba su exposición. Tras los aplausos pasa a ocupar su lugar junto a sus
compañeros en la primera fila del ala izquierda de la sala.
Al mismo nivel, pero en el lado
derecho, está como parte del auditorio su joven y bonita esposa. No es científica,
pero ha acudido a escuchar a su marido al que admira. Él, apenas ocupa su lugar
la busca con la mirada, la localiza y le sonríe. con unos ojos claros de belleza
indescriptible Ella le responde con otra dulce sonrisa. También sus ojos son
bellísimos. Castaños con reflejos verdes y algún destello dorado. Entre tanto,
una hermosa mujer de negra melena y ojos esmeralda, situada tras el científico,
le habla mostrando su mejor sonrisa. Él asiente con la cabeza sin apartar la
vista de su esposa.
Una vez en casa.
-Cariño, me han propuesto un trabajo de investigación muy interesante.
Habría querido consultarlo contigo antes de aceptar, pero me han urgido y he
aceptado. Hay algo que no me gusta. Me va a suponer una temporada de trabajo
extra, generalmente por las noches debido a que necesitamos trabajar cuando el
laboratorio esté libre. Parece que es una investigación, que de momento se va a
llevar con cierto secretismo. ¿Qué piensas?
-Ya da igual lo que yo piense ¿No? ¿Y colaborarás con la guapa científica de
espléndidos ojos verdes que te hablaba con tanta simpatía mientras tú parecías
sonreírme a mí?
-Te sonreía, no lo parecía. Solo escuchaba algo que me decía y asentía,
pero mi interés eras tú. Van a ser unos meses difíciles, lo sé, pero lo
superaremos. Es muy tentadora la propuesta, desde el punto de vista científico.
-Ya. Siento si te ha molestado mi respuesta. Sobreviviremos, cariño. Te lo
aseguro.
El científico siente que no le está
compensando el dichoso experimento. Su mujer está triste. Apenas si se ven. Él
se ve obligado a llegar a casa de madrugada. Siempre, indefectiblemente deja
ropa en el lavadero y se ducha, antes de deslizarse entre las sábanas junto a su
esposa sin atreverse casi a tocarla por no despertarla, la mira con extrema.
ternura y suspira. Ella, no obstante, está despierta. Además, empieza a
sospechar algo que no le gusta.
Al cabo de unos meses, un día antes de salir hacia el laboratorio.
-Cariño, esto no se volverá a repetir. Apenas si me compensa desde el punto
de vista científico y emocionalmente me disgusta. Casi no nos vemos, tú estás
triste y temo que piensas algo que no es. Queda ya poco y cuando acabe me
despido de estos experimentos para siempre. Mi vida sois tú y mi aula.
- ¿Es absolutamente cierto? ¿Tu decisión es irrevocable?
- Completamente.
-Entonces ya puedo decirte algo que te he ocultado, aunque cada día se
hacía más difícil, por no interferir en tus decisiones. ¡Vamos a ser padres! ¡Estamos
embarazados! Y, además son dos.
- ¿Es posible? Pues…ay, no sé qué decir. De ahora en adelante no nos separaremos
jamás.
Terminado el trabajo, se organiza
un encuentro para comunicar los resultados y nuevos proyectos. Acude la esposa
del científico. En la mesa, podríamos decir presidencial, están los tres
miembros del equipo que ha llevado a cabo la experiencia. Cada uno explica cuál
ha sido su aportación. Al terminar periodistas que han asistido a tan
importante evento preguntan
- ¿Van a continuar con esta
labor? ¿Será el mismo equipo?
Habla en primer lugar la
mujer.
-Sí. Vamos a continuar puesto que la Ciencia necesita de nosotros y de
estos trabajos. Yo seguiré, pero el resto del equipo debe responder por ellos
mismos.
-El ser mujer ¿no la invita a reducir esta tarea y, por ejemplo, ser madre?
-Vivimos en el siglo veintiuno. Es casi un insulto hacer esa pregunta a una
mujer. Considero que a lo fundamental
que ha de aspirar el ser humano, y por supuesto también una mujer, es a
realizarse de forma completa, a la excelencia. Y esa es mi vocación. La Ciencia
nos necesita.
-Perdón. No quise ofenderla. El resto del equipo ¿qué opina?
-Estoy de acuerdo con mi compañera y como ella tengo intención de continuar
con esta labor, con este u otro equipo. Eso ya lo dirán las circunstancias.
Nuestro científico se ha reservado la última intervención. Su esposa lo
mira expectante.
-Verdaderamente esta ha sido una actividad, enriquecedora e interesante
desde el punto de vista científico. No obstante, yo no pienso repetir la
experiencia. Yo soy hombre de familia y de aula. Para mí la vida está en mi
hogar con mi esposa y los hijos que ya vienen de camino y en el aula con mis
alumnos. La Ciencia también necesita profesores que compartan sus conocimientos
con sus alumnos.
Mi esposa, por prudencia y no
interferir en mis decisiones me ocultó hasta el momento oportuno la buena
nueva. Este trabajo me ha privado de acompañarla a la ginecóloga, ver la primera
ecografía de mis hijos, sí son dos, estar a su lado y compartir la emoción de
saberlo en el primer momento. No me lo perdono. Señores, con todos mis respetos
para el resto de opiniones, la excelencia puede darse de muchas maneras. Mi
esposa, por ejemplo, es mujer de letras y es doctora y excelente en cuanto hace
y va a ser madre. La realización personal es eso, algo muy personal.
-Pero, profesor ¿la posibilidad de un Nobel, por ejemplo, si continuara…no
le atrae?
-No. En absoluto
FIN
Es una historia muy bonita pero no sé si real. Difícilmente un hombre renuncia a ascender en su carrera por disfrutar de su vida familiar. No así las mujeres que tradicionalmente han sobrepuesto el interés de la familia al suyo personal. Quizá esto haya hecho que muchas jóvenes se planteen seriamente y cada día más la maternidad. Pero el joven de tu historia puede ser un indicio de que las cosas empiezan a cambiar.
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