Dada su
extensión lo publicaré en dos entregas.
Del 19 al 25 de febrero de 2006.¡Italia al
dente! ¡Menudo nombre!
Querida amiga: como este viaje es muy largo
y, al mismo tiempo, muy típico, voy a omitir información de esa que encontrarás
en cualquier parte y me limitaré a contarte mis impresiones y las curiosidades
propias de los viajes. Agregaré alguna foto para que las tengas de recuerdo y
como testimonio de que estuve allí
Estos viajes organizados tienen ciertos
puntos en común. Así, unos madrugones de aquí te espero. Casi todos los días
nos henos levantado entre las seis y las seis y media. Desayunar a toda prisa y
con el último trago del café aún de camino ¡al autobús!
En segundo lugar. los guías, personajes las
más de las veces curiosísimos. Los hay muy formados e informados y otros más
entes de ficción que otra cosa.
En tercer lugar, los compañeros de viaje.
Suelen ser la sal y pimienta. Voy a empezar por presentarte a los que he tenido
esta vez.
¡Los portugueses! Una familia. Un grupo de
seis personas cuya presencia en este viaje -tenía difícil explicación. Un
matrimonio que celebraba sus bodas de plata acompañado de dos hijos. Uno
pelirrojo y otro con muletas, que era el único que sabía algo de castellano e
inglés. ¡el pobre!
Los otros dos, una pareja joven, parecían
personajes de culebrón. Él sabía castellano. ¡qué pintas! Gafitas, sombreritos,
chupas de cuero ajustadas, calzado y alguno de los pantalones de la chica casi
increíbles, guantes de cuero y ¡compras! Todo el tiempo y en todas partes
comprando, siempre cargados de bolsas. . Me parece recordar que la guía les
cambiaba el nombre.
Una pareja vasca de Vizcaya, encantadora y
muy abierta.
La
graciosa pareja catalana; ella con gafitas, coloretes y pelopincho de color
“noexiste”. Son muy amables y educados. Como buenos catalanes, en las comidas
piden vino, aunque les suba la cuenta. Quizá de ahí los coloretes de sus
mejillas. Se les ve muy unidos. Deben rondar los 40 -45. Tienen un niño que se
ha quedado con los abuelos. Ella va, como yo, buscando algo accesible para
comprar como recuerdo, pero no le sirven los imanes porque a él el frigorífico
le gusta libre de enredos. Ella es de estatura media y él un poquito más bajo.
A ella la caracteriza el pelo cortado casi a lo pincho de un color rojizo con
reflejos multicolores, siempre en la gama del rojo, según les dé la luz. Nos
hablan de usted como casi todo el mundo ¡Porca miseria!¡Cómo se nota ya la
edad! Nosotros por la costumbre y porque son más jóvenes les hablamos de tú,
pero yo se lo explico no vayan a pensar que somos mal educados. Claro que al
final, en favor de la confianza que va surgiendo, decaen los tratamientos
protocolarios.
Fijémonos ahora en Pepe. mujer e hijo. Otro
conjunto digno de mención. A él se le ve bastante cateto y el típico gracioso
de los viajes del inserso. Se mete con todo el mundo, hay que esperarlo porque
padece incontinencia, etc. La mujer, como suele ocurrir, siempre sofocada y
llamándole la atención. Más adaptada a la vida, aunque tal vez sea simplemente
un ama de casa que ahora sale porque el hijo los anima y la orienta. Es muy
amable. El hijo padece o lo parece obesidad mórbida o casi y es diabético.
Lleva el pelo largo con cola y tiene una suavidad casi blandura que podría ser
la de estos chicos que estudian y quieren distinguirse un poco del ambiente en
el que se han criado. Se le ve educado y con una cierta cultura dado el interés
que muestra por el arte, los libros que compra, etc. Son valencianos.
Hay otro personaje digno de dedicarle algunas
líneas. M.ª Cristina. Una colombiana que viaja sola. Cuando corrige a Adriana
porque le ha reducido el nombre, al graciosillo de Pepe se le ocurre cantarle
eso de
“M.ª Cristina me
quiere gobernar
Y yo
le sigo, le sigo la corriente
Porque no quiero que diga le gente
que
M.ª Cristina me quiere gobernar”
Ella, como es natural tal vez, entendió lo de
seguirle la corriente como a los locos y eso la puso triste. Me apresuré a
explicarle el sentido de la copla. Como le habíamos oído comentar que es
licenciada en filología románica, mi marido le dijo que yo también lo soy lo
que dio lugar a que a partir de ahí tuviéramos varias charlas filológicas.
Curiosamente ella no ha estudiado ninguna lengua románica y me preguntaba
constantemente sobre el italiano. No es que yo lo domine, pero antes de
emprender el viaje me preocupé de repasar algunas cosas. Físicamente responde a
las características de la raza. Es muy afectiva. La noche de la despedid
intercambió correos y teléfonos con todos. Muy independiente, siempre a su
aire, sin pegarse a nadie, pero le gustaba hablar con todos.
Otro grupo curioso de personajes lo constituía
una familia formada por cuatro mujeres. Una señora de unos 70 que ha debido ser
guapa. Iba siempre pintadita y bien vestida. La nieta, Carmen, decía que se
levanta una hora antes para arreglarse. Otras dos añoras, debían ser hijas, que
rondarían los 40. Una parecía la mayor, podía ser soltera, divorciada, viuda o
casada que había decidido viajar con su madre y hermana. La otra más joven y
más mona era la madre de la niña. Debía ser divorciada porque la niña hablaba
de cuando había estado en Nueva York con su padre. Total, tres generaciones de
mujeres muy educadas y agradables.
La guía no parece tan preparada como otros
guías que hemos conocido. Es simpática, amena, pero peca un poco de “coqueteo”
con los jóvenes: “que si Boavida, que si Pardo, que si López”. Le ríe demasiado
las gracias a Pepe, algo que le va a pasar factura.
Da gusto el contacto con gente de todos los
sitios y clases que propician los viajes en grupo. Descubres que hay montones
de personas con las que tienes muchas afinidades.
Vayamos al viaje.
Hemos empezado por una tarde en Madrid, requerida por el horario del vuelo. Eso
fue el sábado 18. Nos hospedamos en el Hotel Chamartín en la misma estación que
resultó muy cómodo. ¿Cómo aprovechar la tarde? Propuse visitar el Madrid de los
Austrias. Hubo que coger el paraguas
pues amenazaba lluvia, una lluvia que nos acompañaría a lo largo de todo el
viaje. Fuimos andando hasta la plaza de Castilla para coger el metro y
dirigirnos al centro. El metro no me entusiasma, pero es muy útil. A mí me
sirve para reflexionar. Lo imagino como un hormiguero: túneles que se cruzan,
se superponen y la gente como hormigas atareadas corriendo de un lado a otro,
de arriba a abajo. Luego, la cantidad de caras y expresiones que puedes ver y
observar, discretamente, claro. Es muy curioso.
En la Plaza de Castilla intento fotografiar
las torres Kio. Imposible por su tamaño. Total, que ¡A la Puerta del Sol! De
ahí a la zona prevista donde hay, como es lógico, más turistas que madrileños.
Plaza Mayor.Madrid |
Unas pocas fotos,
un paseo y vuelta a la zona de Sol. Merendamos en Nebraska y seguimos paseando
ahora bajo la lluvia. Cenamos en el restaurante de la estación y ¡a dormir!
Nota curiosa para ti. La noche anterior
desactivé el móvil pensando activarlo durante el viaje solo por las noches para
usarlo como despertador. Si te vas, te vas y el mundo que siga rodando a su
antojo, me dije. ¿Qué te parece? Extraño en mí, ¿verdad?
Hemos hecho un recorrido bastante completo.
Milán, Verona, Venecia, Pisa, Florencia,
Siena, Roma.
Los hoteles,
regularcillos y la comida…ya puedes imaginar: pasta, pasta y pasta. Tampoco
exquisita. Pero bueno, no se viaja para comer sino para ver osas. Y empezamos
por Milán.
Salimos de Madrid el domingo (Domenica) 19
con puntualidad. Nos lleva el comandante Alcázar o algo así que hace un
aterrizaje de libro. Nos informa de que hemos llegado con un poco de adelanto. Perdemos
el tiempo ganado esperando las maletas. Por fin, ya hecho el grupito con la
guía Adriana llegamos al hotel “Ibis Milano Centro 3”. Nos instalamos,
habitación 808 y rápidamente a cenar: zupa di verdura, maiale (filete de
cerdo), fruta. Cenamos con el matrimonio de Madrid
Aquí solo dormimos
una noche. Mensajes a los “niños”.
Al día siguiente, lunes (Lunedì) 20, muy temprano, hacia el Castillo
Sforzza. Por el camino la guía nos va hablando de Milán y lo que vamos a hacer.
El autobús nos deja en la puerta del Castillo y allí nos recogerá. Tenemos unas
horas libres para ver Milán a nuestro aire. A las nueve ya divisamos los múltiples
pináculos de la Catedral. El día ha amanecido lluvioso y totalmente nublado lo
que, para mi gusto, estropea el fondo de las fotografías porque al no tratarse
de un país lluvioso y por tanto verde tenemos piedra sobre gris. Los pináculos
y las torres pierden definición. No me gusta. Además, la lluvia cuando la
encontramos en un país lluvioso es algo con lo que contábamos. Lo mismo ocurre
con los cielos grises. Y en esos lugares todo es acorde con el alma, se crea un
ambiente que no desagrada porque es el natural de la región. Sin embargo, en
este viaje para mí, la lluvia, ha sido como un elemento discordante.
Catedral. rincón gótico |
Catedral. Detalle torres y pináculos |
Catedral ventana |
La iluminación
de las catedrales y otras iglesias, voy pensando, está hecha o con los pies o
con la sana intención de que no se pueda fotografiar, aunque no esté prohibid explícitamente.
¿Por qué, si no, los focos iluminan de arriba a bajo deslumbrando al visitante
que intenta admirar capiteles y techos (sobre todo) en lugar de al revés lo que
permitiría contemplar y admirar las maravillas que los artistas colocaron por
encima de nuestras cabezas.?
Es el caso que
los techos a veces sí se pueden ver y algunas bóvedas tienen una decoración
maravillosa.
Pasamos luego a la Galería de Víctor Manuel II (o Galleria Vittorio Emanuele II) de la que hago un
pequeño reportaje fotográfico y pasamos a la Piazza della Scala. donde está el
edifico del teatro que no sé por qué yo esperaba fuera algo como los que vi en
Viena o Budapest. Es un edificio neoclásico muy sobrio que puede pasar desapercibido
en el conjunto de la plaza. Por esa zona inicio mi compra de imanes con uno que
reproduce el Duomo y que se ha integrado en el mundo de los recuerdos de mi frigorífico.
Galleria |
El Teatro |
Por último, nos dirigimos al Castillo
Sforzza. En la plaza que se abre frente a su entrada una fuente completa el
conjunto con gran acierto. Tiene como telón de fondo la torre que remata la
puerta de entrada al castillo. Fuera conserva el foso y dentro patios y
edificios que hoy se utilizan como museos. Bastante bien conservado. Lo pudimos
visitar. Es bonito las fotos lo atestiguan.
El castillo. Pintoresco rincón |
A la hora en punto prescrita por la guía
estábamos todos en el autobús. Todos menos los portugueses. Esta fue la segunda
y última vez que llegaron tarde. Adriana tuvo que hablar muy seriamente con
ellos para que comprendieran que eso suponía una falta de respeto al grupo y la
dificultad de cumplir con un horario que era ajustadísimo.
Vuelvo al viaje. Comimos. De primero ¡pasta!
Espaguetis carbonara; segundo, carne con patatas y ensalada; postre, tarta (un
trocito para cata, no daba para más) No pidan café que se nos hará muy tarde,
aconsejó la guía. Lo tomarán en Verona. Sí allí lo tomaron los que no tenían
que dedicar todo el tiempo a grabar, grabar y grabar.
Coincidimos en la mesa con
la pareja vasca, de Vizcaya, y otra que no recuerdo. Muy majos todos. Volvimos
a coincidir con los vascos en la cena. Aquí nos acompañó además la pareja
catalana.
Salimos hacia Verona,
viaje tranquilo con cabezaditas. Llegamos a las tres y cuarto como puede verse
en el reloj de la puerta de entrada a la ciudad.
Las tres y cuarto |
Nos reunimos en la plaza Bra donde
Adriana no explica lo que hay que ver, cómo ir y la hora de encontramos en el
autobús.
La Arena |
Balcón de Julieta |
Iglesia-pizzería |
Tenemos suerte. No llueve.
Visitamos la Arena y la zona antigua o histórica, balcón de Julieta incluido. Hay palacios que aún
conservan su belleza de antaño, una iglesia convertida en pizzería que no puedo
sustraerme a fotografiar y volvemos callejeando a la plaza pues quiero fotografiar
unas casas que me han gustado.
Otra vez al autobús. Parecemos el conde
Romanino con tanto ascende y descende.
Llegamos a Venecia con el tiempo justo para
alojarnos y bajar a cenar. Este hotel es mucho mejor que el de Milán, opinamos
todos. Se llama Villa Fiorita **** y está en la parte continental de Venecia.
Aquí dos noches.
El día siguiente, martes 21, (martedì), todo él en Venecia. Debemos
tomar un barco que nos llevará a Venecia, al Lido, a lo que todos conocemos
como Venecia, la de los canales y los puentes.
Adriana, que siempre procura ponerse en lo
peor, nos informa de qué pasaría si hubiera marea alta y casi da por hecho que
la va a haber. Por suerte todo queda en bla, bla y podremos pasear a pie enjuto
por Venecia cuando no lo hagamos en góndola o bajo la lluvia.
Según el folleto del viaje se entra a Venecia
haciendo un recorrido panorámico en barco. No. Echamos pie a tierra en el puerto
o una especie de paseo marítimo. Allí nos esperaba una guía local que nos llevó
paseando hasta S. Marcos. Vemos el Puente de los Suspiros y nos explica por qué
se llama así. Nos va contando historias de los palacios hoy convertidos en
hoteles u otros fines.
S. Marcos no decepciona. Tanto
la Basílica como el Palacio Ducal (Palazzo Ducale) responden a las expectativas.
Palazzo Ducale |
San Marcos |
Está muy nublado y
dejamos las fotos para la tarde a ver si hay suerte. A la Basílica no se puede
entrar libremente. Hay que hacer cola y recorrer la iglesia por un pasillito
acordonado y sin poder pararse casi, menos mal que nos han dado unos aparatitos
mediante los cuales oímos directamente en nuestra orejita las explicaciones de
la guía bien y sin molestar a los demás turistas. El interior es de una belleza
extraordinaria.
Vamos ahora a visitar una fabrica de cristal.
¡Qué bonito es ver cómo lo trabajan! Parece imposible.
Nos dan un ratito libre hasta la hora de
comer. Consigo entrar en un café de los más típicos de la plaza de S. Marcos
“L´ AVENA” tomar un capuchino (en italiano cappuccino) y ….
Luego en la plaza hacemos una foto a los
catalanes y ellos a nosotros. Tal vez sea esta la única que tengamos juntos.
Antes de comer hemos hecho el paseo en
góndola con música y cantores incluidos. ¡qué chulo! Yo viendo
los palacios y puentes recordaba “La isla inaudita” y algunas películas cuya
acción transcurre en Venecia. Debería releer la novela antes de que se me borre
la imagen de la ciudad
Por fin vamos a comer. Nos toca en una mesa
de ocho o diez justo frente a Pepe, el chistoso del grupo con su mujer e hijo. ¿Qué
comemos? ¡hombre! Lasagna (lasaña), carne de pavo con guisantes y tiramisú.
Tiene gracia. Resulta que los camareros se equivocan cuando van sirviendo y al
llegar a nuestra mesa han de reducir las raciones.
Después de comer hay una excursión optativa
por el Gran Canal, y luego tiempo libre. Aquí ya, nuestras jaimitadas. Mi
marido decide que nosotros nos vamos a nuestro aire en le vaporetto que es más
barato y veremos lo mismo. Por primera providencia, como es habitual en
nosotros, nos perdemos y varias veces vamos a parar a calles sin más salida que
un canal. Por fin encontramos el embarcadero de Rialto. Sí, paseamos por el
Gran Canal y algo más. Nos saca hasta el Canal della Gindecca. Va haciendo
paradas, claro es un medio de transporte público, el tiempo pasa y yo empiezo a
ponerme nerviosa y algo más porque voy viendo que me quedo sin tiempo para
llegar a Rialto y volver a S. Marcos a hacer las fotos que no hicimos por la
mañana porque por la tarde sería mejor la luz. Sí, la luz es algo mejor, aunque
sigue nublado y caen unas gotitas de vez en cuando. Pero no salieron mal.
San Marcos |
San Marcos. Fachada principal |
Al final, hay suerte
y podemos hacerlo todo, a toda prisa. ¡Mira! Incluso me da tiempo a tomar otro capuchino en L`AVENA.
También puedo dar una vueltecita por Rialto
Puente Rialto |
y compro unos imanes y unas muranitas.
Un detalle muy bonito ha sido el de las
máscaras. Al ser aún carnaval las había por todas partes. ¡Qué bonitas y qué
elegancia! Además, muy amables. Posan para que los curiosos las contemplemos y
fotografiemos. Una delicia
De camino hacia el lugar de encuentro para
embarcar fotografío el Puente de los Suspiros.
Ya en el embarcadero, mientras esperamos a
que vaya llegando la gente entablamos ameno coloquio con la colombiana, María
Cristina
Salimos puntuales. Volvimos a ver la Iglesia
de la Salute y la Academia.
En la cena
coincidimos con la familia de la niña que se llamaba Carmen y Adriana se
empeñaba en
llamarla Ángela. A ellas les tocó esta vez oír de boca de mi marido
las aventuras de nuestra hija
mayor. En todos los viajes le toca a alguien.
(esto es como lo de perdernos). No recuerdo qué
cenamos. Salimos los últimos
del comedor. ¡A dormir!
Hasta el próximo que será Italia al dente II
Muy interesante tu relato del viaje a Italia y las fotografías, pero lo que más me llama la atención es el desfile de personajes tan variopintos a los que describes con mucha gracia. Influencia de tus lecturas de novelistas realistas. No me extraña que las comidas fueran abundantes en pasta, en Italia nos ha pasado a todos. A mí las guías no me suelen gustar porque, por lo general, cuentan muchos tópicos. Prefiero prepararme yo lo que voy a ver. Ahora me gusta viajar con mis hijos y nietos . Así elegimos las visitas y los hoteles. A la espera de la segunda parte.
ResponderEliminar