Mi querida Melibea: No. No se muere de amor
ni por amor, a no ser metafóricamente hablando.
Se puede, sí, entregar la vida por amor,
entregarla a los demás. Vivirla por y para aquellos a los que amamos. Se puede
dejar de ser uno mismo para ser ese otro que desean y necesitan los seres
amados, los padres, la pareja, los hijos, los amigos, el prójimo, en una
palabra.
Pero morir, morir, desengáñate, se muere
porque alguna pieza de esta extraordinaria arquitectura que es nuestro cuerpo
falla; porque así es la vida sencillamente. ¿Pesimismo? No. Realismo y el resto
parafernalias, tragedias inventadas gratuitamente, engaños, a fin de cuentas.
Piensa un instante. ¿Por qué muere Calisto? ¿Por
amor? No. Calisto muere por saltaparedes y allanador de moradas. Si no
andase metido en corral ajeno ¿Habría tenido que saltar tapias a toda prisa?
¿A dónde vas, Calisto? ¿No habías mandado
quitar la escala para que tu presencia en el huerto de Melibea no fuese notada?,
pues ¿a qué esa prisa por saltar? ¿Ahora querías hacerte el héroe ante la dama,
tú que no fuiste capaz de dar la cara por los desdichados Pármeno y Sempronio?
¡Estamos listos! Aún, si hubieses
salido huyendo de Pleberio cual zorro que abandona el gallinero ante la
presencia del dueño, escoba en ristre, la cosa habría tenido su gracia, pero
así… ¡Hay que ser tonto!
Y tú, Melibea, ¡pobrecita! ¿No te sientes
capaz de vivir sin Calisto?¡Tan joven! Toda la vida por delante para
recordarlo, para honrar su memoria y para volver a amar. ¿No sabías eso de que
un clavo saca otro clavo y que la mancha de la mora con otra mora se quita y
tantas verdades más de las que nos enseña la vida y pregona el pueblo?
¿No sería que te aterrorizó tener que dar
explicaciones? ¿Que no te sentías capaz de soportar lo que socialmente se te
venía encima? ¿No tendrías que ocultar, perdona, mucho más de lo que siempre se
ha dicho?
¿Por qué no pensaste en tus padres? Menos
habrían sufrido contigo viva, aunque hubieran pasado cierto tiempo algo avergonzados. Quizá algo de ti les habría
compensado. Quizá Calisto habría preferido que vivieras.
Tu muerte, Melibea, no fue de ni por amor.
Fue un arranque de egoísmo, de cobardía, de insensatez.
¡Habría sido tan
bonito que no hubieseis hecho tantas sandeces y vuestra historia terminara como
la imaginó Azorín:” Calisto y
Melibea se casaron…a pocos días de ser descubiertas las rebozadas entrevistas que
tenían en el jardín…Viven …ahora marido y mujer en la casa solariega de
Melibea; una hija les nació que lleva como su abuela el nombre de Alisa…los
ojos de alisa son verdes como los de su madre…” Y tú andarías por
la casa ordenando, vigilando, poniendo tus dulces ojos verdes en todo,
escuchando las voces y los juegos de tu hija hasta que un día:” ...En el jardín todo es silencio y paz. En lo alto
de la solana, … Calisto contempla estático a su hija. De pronto, un halcón
aparece revolando rápida y violentamente por entre los árboles. Tras él
persiguiéndole todo agitado y descompuesto surge un mancebo. Al llegar frente a
Alisa, se detiene absorto, sonríe y comienza a hablar…”
¿Lo ves, Melibea? La historia se repite, la ida vuelve
a empezar.
Todas esas muertes de que nos hablan los escritores,
no están provocadas precisamente por el amor sino por razones como:
atolondramiento (Calisto); insensatez (Melibea); inconsciencia (Romeo y
Julieta), etcétera.
Calisto,
Melibea, Isabel, Diego, y todos los amadores de ficción, os
equivocasteis, escogisteis el camino más corto que no siempre es el acertado ¡Y
así os fue! Vuestras muertes fueron totalmente inútiles. Viviendo, vuestras
vidas habrían generado, por amor, otras vidas
Decididamente, Melibea, no. No se muere de ni por
amor.
Pd. No es un alegato,es un cuento. No obstante ,cada cual lo puede interpretar a su gusto.
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