La componen: “El silencio de la ciudad blanca” , “Los
ritos del agua”, “Los señores del tiempo”
La Trilogía contiene todos los ingredientes de
novela policíaca: profesionales de la justicia, delincuentes, casos,
perspectivismo, interrogatorios, declaraciones, sospechas y sospechosos,
intuiciones…Además de realismo en el lenguaje y acciones, escenarios, aunque en
algunos momentos se pierda por la conjunción con el mundo casi mágico al que se
enfrentan los protagonistas.
Las historias
policíacas se mezclan con las biografías de los personajes.
Una primera lectura
invita casi exclusivamente a seguir leyendo, si se presenta el caso, hasta las
tres de la madrugada porque necesitamos saber qué pasará en la página o el
minuto siguientes. Tanto es el poder de atracción que contiene.
No obstante,
una vez acabada la lectura, vamos recordando y llegamos a la conclusión de que
la trilogía encierra una buena dosis de elementos dignos de ser analizados con
detenimiento.
Empezaré por el
narrador.
Se ha dicho que
la única realidad del relato, así como el núcleo de una novela la constituye
precisamente su voz. Ya dijo Tacca que sin narrador no hay novela.
Es el Inspector Unai Ayala, un narrador
personaje. Es el caso en que narrador y personaje coinciden en una misma voz. Nos
encontramos, por tanto, ante un relato en primera persona. El autor ha
prescindido del narrador omnisciente, delegando su función en un personaje,
Unai Ayala, que puede resultar más real puesto que conoce lo que ha de contar
desde dentro. Esta voz no va a desaparecer nunca del relato, aunque a veces se
llegue a mezclar con la de otros personajes. Sería importante reseñar que en el
caso que nos ocupa el narrador personaje tiene una personalidad; diríamos,
además, que bastante acentuada. Narra la historia, pero es un elemento
indispensable en ella como personaje. Es protagonista o coprotagonista con sus
dos compañeras, la inspectora Estíbaliz Gauna y la subcomisaria Alba Díez de
Salvatierra
No obstante,
hay tal vez algún momento en que narrador y personaje dejan de fundirse y hay
una voz que nos recuerda al narrador sin más casi omnisciente.
Es
sencillamente porque el personaje narrador no conoce a fondo los
acontecimientos o a los personajes de los que debe hablar. Podría ocurrir
cuando se narran las historias de personajes que no han tenido una relación
directa con nuestro narrador, inspector Ayala. No obstante, la autora pronto hace que el narrador conozca a algún
personaje que le puede contar la historia, con lo que no ha soltado el hilo conductor,
que es lo que interesa. En este caso, por ejemplo, los orígenes de los
trillizos Ortiz de Zárate, la historia de Blanca, los orígenes de Alba, etc.
También él
introduce a los personajes que van apareciendo. Les da la palabra y a través de
ellos tendremos una clase de historia, de antropología, de arqueología,
psicología, etc. En algún momento el mismo Ayala es el que imparte un curso
sobre psicópatas y perfilación criminal.
O bien, como
ocurre en “Los ritos del agua” cuando rememora la historia del campamento en
Cantabria lo hace, incluso cuando habla de él, en tercera persona. Parece que
quisiera poner distancia con aquellos acontecimientos, con aquel momento de su
vida.
En otro orden
de cosas diremos que el narrador debe ajustarse al personaje escogido y adoptar
la competencia del narrador. Concluiríamos que este narrador no es libre, sino
que está sujeto al papel que le asignó la autora que, lógicamente no eligió
esta técnica por casualidad. Tengamos en cuenta que cuando un autor decide
adoptar la voz de un personaje es consecuente con su elección y ésta no
responde a criterios al azar, está muy bien pensada, aun cuando se escojan
otros personajes narradores cada uno tiene un relato que contar con un punto de
vista diferente al de los otros, y siempre con un lenguaje diferente. Esto dará
lugar al perspectivismo tan presente en las novelas que integran esta trilogía
Viendo las
vicisitudes por las que la autora hace pasar a Unai Ayala nos preguntamos por
qué no se rebeló al modo de Augusto Pérez. Porque este personaje, (y todos),
está sujeto a los caprichos de la autora, no es libre de cambiar el rumbo de
los acontecimientos, cuando él como personaje casi real, en algunos momentos de
la historia está claro que habría obrado de otra forma. Por otro lado, es
interesante como se llega al empleo del
monólogo interior como técnica.
Precisamente así se inicia esta trilogía con el
monólogo del Inspector Ayala que está saliendo de un coma causado por un
disparo en la cabeza cuando resolvía el caso que relata en la primera de las
novelas. Parece que está recordando unos minutos antes de despertar. Dice que
lo van a desconectar. O sea, es consciente de su situación. Unos instantes
después despierta.
Como consecuencia sufre una afasia de Broca que lo
acompañará casi toda la segunda parte.
No solo cuenta la historia, también rememora cosas de
su existencia, introduce monólogos y/o soliloquios muy interesantes y
necesarios para comprender el rimo de los acontecimientos y a otros personajes.
Con frecuencia se siente culpable de las muertes por no haber sido capaz de
coger al asesino a tiempo, etc...
Personajes: Son tan
numerosos que querer estudiarlos a todos sería el cuento de nunca acabar. Me
centraré en hablar de las peculiaridades generales y/o más destacadas que
pueden afectar a varios de ellos.
Desde el punto
de vista prosoprográfico se trata casi siempre de breves pinceladas, colocadas
aquí y allá, siempre o casi, de la mano del narrador. Sin embargo, en la
segunda parte son más extensas y detalladas. Otro tanto ocurre con las
etopeyas. No obstante, al final tendremos completos, a veces completísimos
retratos.
El retrato más
completo es del narrador personaje. No en vano es, además, el protagonista. Tan
completo, tan vivo, tan real. Duda, acierta, se equivoca, ama, no es el tipo
ideal para su trabajo porque no sabe trabajar en equipo, se involucre tal vez
demasiado en los casos…En realidad lo único que no sentirá jamás será odio, a
pesar de todo. Es tal la calidad de este personaje que cuando acabamos la
lectura de la trilogía lo sentimos como alguien de la familia. Conforme avanza
la historia nos preocupa lo que le pueda pasar, que pueda equivocarse y eso le
acarree un problema; inconscientemente el lector desea, necesita que este
hombre, tan normal por otro lado, tenga una vida, un final feliz. etc.
Junto con sus compañeras, la subcomisaria
Alba Díez de Salvatierra y la inspectora Estíbaliz Gauna especialista en victimología, protagonistas con Ayala de la trilogía, serían,
si nos atenemos a la teoría de Foster, personajes redondos. Son personajes muy
completos, tienen una historia tras ellos, aficiones, fobias, …Además
evolucionan a lo largo de la historia que están viviendo. En teoría su función,
su objetivo es “enganchar “al lector. Ya he dicho algo en este sentido a
propósito de Ayala.
No deberíamos olvidar
que todos y cada uno de los personajes requeriría un exhaustivo análisis
psicológico. Para crearlos, para trazarlos con tanta precisión la autora ha
debido informarse, y confiesa haberlo hecho, muy bien acerca de la psicología
humana. Porque no olvidemos que, si bien cada personaje tiene sus rasgos
peculiares, consecuencia de la genética, el ambiente familiar en que se criaron
etc., son rasgos, a fin de cuentas, que de una u otra forma, en mayor o menor grado,
todos poseemos.
Con todo, son
dignos de especial mención la dependencia de los gemelos Ignacio y Tasio presentes
en toda la trilogía, aunque dominan en la primera parte. Son gemelos
univitelinos, o sea que además de compartir sexo son idénticos físicamente. Se puede
observar que existe una fuerte conexión entre ellos. Parece que Ignacio tiene
problemas de dependencia. Por ejemplo, cuando Ayala y Estíbaliz lo visitan
comprueban que en su casa todo está organizado en forma de pares o parejas:
decoración, muebles, etc. Además, Ignacio mira constantemente en dirección a la
casa de su hermano ahora encarcelado.
Es decir que Tasio es el elemento Alfa mientras que Ignacio es el Beta. En
estos gemelos la separación prolongada suele ser dolorosa y supone una falta de
adaptación. Da la impresión, incluso, de que entre ellos se han dado problemas
de competitividad, frecuentes en este tipo de hermanos, que los llevó a elegir
carreras muy diferentes y, tal vez, a que Ignacio cuando despareció de la vida
pública su hermano, en cierto modo, adoptó la imagen de él, que tal vez
envidiaba.
Ignacio, cuando su hermano va a la cárcel cambia de
actitud, se vuelve como era Tasio…Tomó algo de su personalidad, pero más
comedido…También
durante las pesquisas sobre los asesinatos que ocurren en esta parte de la
obra, se descubre que tuvieron dificultad en las relaciones de pareja. Se juega
bastante con el elemento más común de los juegos debidos al parecido físico. A
veces no muy inocentes.
Tal vez subyace en la narración cierta
teoría según la cual los gemelos podrían ser los asesinos perfectos
Por
su parte el trillizo, Nancho, aparece ya al final de la primera parte, aunque a poco avezado que
sea el lector, desde que se conoce el nacimiento de ese desdichado pelirrojo,
su imagen le asaltará en algunos momentos. Será un personaje bastante completo,
su evolución conforme su vida se complica es asombrosa.
De nuevo los problemas psicológicos afloran
en la segunda parte como consecuencia de los nuevos asesinatos. Distinción
entre ¿psicópata o Psicótico? Se explica
la diferencia. Los psicóticos son impredecibles. Parece que a este grupo
pertenecen varios de los personajes implicados en las nuevas muertes: Saúl
Tovar y su hija Rebeca.
También la hermana de Saúl y Ana Belén, la primera
víctima de esta nueva serie, tienen un perfil psicológico enfermizo.
De Saúl Tovar habría destacar: atractivo profesor de Antropología, incluso
en su edad madura, que fascina a las alumnas y entusiasma a los alumnos. Ojos
verdes rasgados mitad de brujo mitad de ángel. Llamado por algunos de sus
conocidos Barba azul el uxoricida. También su hija en un breve monólogo
interior le llama Barba Azul. Catalogador innato de todos cuantos se encuentra.
Imposible adivinar sus intenciones, reacciones, etc. Confunde al receptor
constantemente. Podría considerarse un personaje redondo.
Por último, en “Los señores del tiempo”: Ramiro Alvar
Nograro, el XXV señor de Nograro, un joven de menos de cuarenta. Tímido, muy
culto, estudioso, sepultado en vida ene libros. Mecenas discreto.
Pero pertenece
a una familia que ha sufrido desde tiempo inmemorial un trastorno
de identidad múltiple, que en cierto modo él ha heredado. El de Ramiro es
TDI trastorno de identidad disociativo. Consiste en un alter ego que abusa de
su ego normal. El alter ego dominante tiene rasgos narcisistas. Es Hedonista.
Este caso
consiste es alternancia de identidad. Se aportan algunas explicaciones. Todos
tenemos varios aspectos de personalidad, pero los hemos integrado. Los TDI no
los tienen integrados y por eso surge la amnesia. Se pude curar con la terapia
adecuada, pero debería acudir a ella la persona, diríamos, normal. El alter ego
no consentiría en ir a terapia. Un psicópata no es un enfermo, es una manera de
ser. El psicópata lleva una máscara cotidiana. Suele ser un gran actor. Juega a la almagemelización, es decir
convencer al otro de que son iguales, de que lo protege; lo lleva a confiar en
él. El psicópata narcisista se aburre, no tiene empatía, es un experto en
fingir.
En el caso de
Ramiro, él es el PAN, o sea la personalidad aparentemente normal de quien se
apodera su alter ego Alvar no de forma continua sino alternativamente según
momentos o circunstancias.
Para concluir
leemos que las acciones de los narcisistas son como esas piedras que, lanzadas
a un estanque, provocan ondas que se convierten en olas y acaban barriendo las
vidas de los que tienen a su alrededor.
Es Ramiro Alvar, pues, otro personaje redondo,
complejo, muy interesante.
Si nos
atenemos a la teoría de Foster planos serían, en general, los secundarios o casi
todos ellos. Son personajes cuyos rasgos y personalidad se mantienen
inalterables a lo largo de toda la novela o de cada una de las partes en que
aparecen. No obstante, ganan algo de protagonismo según los momentos. Un
ejemplo sería el del hacker Matusalem, el abuelo de Unai (en toda la obra); la
hermana de Saúl, Rebeca, y alguno más en la segunda parte. O los hermanos Del
Castillo, el subinspector Manu Peña y la agente primera
Milán Martínez en la segunda y tercera.
El espacio y el tiempo.
Decía Charles Du Bos que la longitud
es la necesidad primordial de la novela que se proponga situarnos en posesión
de un mundo. Esta novela distribuida en tres partes nos da esa posesión.
También
afirmaba que el tiempo del novelista tiene necesidad del espacio
para asociarnos a los procesos concretos de los personajes, y para que, en
virtud de su entrecruzamiento, pueda darse la composición de un mundo.
En
esta novela el tiempo va asociado casi inexorablemente a fechas más que a la
idea de su duración. A
veces, tenemos la sensación de que el tiempo se ha detenido; una sensación
provocada por la dificultad de avanzar en la resolución de los casos. También
por la intercalación de descripciones, monólogos, diálogos, digresiones. Pero
lo que verdaderamente importa son las fechas: fechas históricas por ejemplo
asociadas a los crímenes que se perpetran.
Podríamos decir que el ritmo de la
narración es algo lento, a pesar del género de novela con que nos enfrentamos.
También
podría asociarse la idea de tiempo con la edad de los personajes ya sean
víctimas o culpables o cualquier personaje de la historia.
Por otro lado, el tiempo en que
transcurre cada una de las partes no suele exceder a unos meses.
Si
atendemos al espacio podríamos decir que hasta cierto punto es reducido. Salvo
en alguna ocasión, prácticamente no se sale de la provincia de
Álava ,ni siquiera de la ciudad de Vitoria.
En otro orden de cosas tendríamos que hablar
de la meticulosidad con que se sitúan las acciones en el lugar correspondiente.
Detalles
descriptivos de la ciudad: calles, lugares emblemáticos, restaurante y tabernas,
confiterías, etc. las ermitas de Ochate, San Vicente y Burgondo. Lugares
emblemáticos de Vitoria: la Catedral vieja de Vitoria, La casa del Cordón, La
virgen Blanca, La balconada de San Miguel, El parque de Arriaga. La almendra,
el anillo verde.
También localidades de la provincia en que suceden los
hechos o que frecuentan los personajes: Izarra, Villaverde, La Guardia,
En la segunda
parte: el túnel de San Adrián, el monte Dobra, la sierra del Aizkorri-Araatz; San
Juan de Gaztelugatxe (Vizcaya) y algunos lugares de Cantabria: Cabezón de la Sal;
Santillana Santander.
En la tercera
se continúa prácticamente como en la primera: Vitoria y su entorno.
Una curiosidad añadida: la presencia casi obsesiva de
los números pares y del número tres.
Resulta curios observar que casi todos los personajes aparecen
por parejas. Es normal que lo hagan los dos comisarios Unai Ayala y Estíbaliz,
o más tarde subinspector Manu Peña y la
agente primera Milán Martínez.
Otros casos: pares de hermanos: Unai y su hermano Germán;
Estíbaliz y su hermano Eneko; los gemelos Ortiz de Zárate; los asesinatos de la
primera parte son siempre de parejas. Los hermanos Del Castillo; Saúl Tovar y
su hermana; los hermanos Vela en “los señores del tiempo”. Incluso nos
encontraremos con Ramiro Alvar que gracias a su bipolaridad es dos al mismo
tiempo y que también tuvo un hermano.
Parece como si
en el mundo todos debiéramos estar emparejados, casi como si se quisiera
reproducir ese rasgo del reino animal del que participamos los humanos de
necesitar siempre alguien al lado, la pareja, el hermano, el buen amigo.
Es curioso así
mismo que en estos pares y parejas, incluida la sentimental, los dos
componentes tienen rasgos de personalidad distintos y, sin embargo, esto los
une más. Los convierte en complementarios. Cada uno de ellos admira en el otro
lo que cree que a él le falta.
Por otro lado,
parece casi obsesiva la presencia del número tres. En la primera parte, tras
una detenida lectura parece deducirse que ese número puede representar el ojo de
Dios que lo ve todo. El la iconografía cristiana es frecuente encontrar a La Santísima
Trinidad representada como un triángulo, ese dios que es tres en uno, con un ojo
en el centro: El ojo que lo ve todo. Se puede deducir de algo que acompaña a
los cadáveres un triángulo isósceles formado por tres eguzkilores
(El triángulo del ojo de la Providencia), dado que el asesino iba siempre por
delante, parece que veía lo que preparaban los policías antes de lo pudieran
poner en práctica, que adivinaba lo que pensaban. Siempre se anticipaba.
Aparte este detalle, son numeroso los casos del trío. Veamos:
1.
Es una
trilogía
2.
El grupo de
inspectores: Ayala, Estíbaliz y Alba Díez de Salvatierra
(subcomisaria)
3.
Unai Ayala,
su hermano Germán y el abuelo
4.
Ayala casi
siempre forma tríos: con dos amigos periodistas; con los dos hackers; en el
accidente en que muere su mujer iban tres en el coche: el amigo que los
estrelló, él y su mujer.
5.
Pierde tres
seres queridos: su mujer y los mellizos que esperaban
6.
Los
trillizos hermanos Ortiz de Zárate: Tasio, Ignacio, Javier. Grupo de Tasio,
Ignacio y Aitana que fue novia suya; Tríos de cama
7.
Tres eguzkilores
(antiguo símbolo de protección de la cultura vasca) puestos en los cadáveres
8.
Ayala ante
el segundo caso tiene tres teorías
9.
El triángulo
que forman las ermitas de Ochate, San Vicente y Burgondo.
10. Capítulo 38: Camino de las tres cruces
En “Los ritos del agua” se dice que
el número tres es muy importante en la cultura celta. En esta parte encontramos
ejemplos en:
11. Ayala tiene como colabores a los hermanos Del Castillo
uno historiador y arqueólogo el otro, formando trío.
12. La leyenda de las ninfas romanas: la tríada de Diosas
Madres o las tres Madres, asociadas a la fertilidad femenina y a los Genii
Cucullatti sus guardianes representados como un trío de encapuchados.
13. El túnel de San
Adrián. La primitiva ermita se erigió en honor de la Santísima trinidad que los
vascos llaman Sandrati o Santatria> Sant Adrià. Elemento triple, constante
de la cultura celta.
14. Triple muerte celta: ahogar a la víctima, colgarla y
quemarla. Tres actos en honor de otros tantos dioses, como castigo por haberlos
ofendido.
15. A Annabel le han tocado tres millones de euros a la
lotería
16. La maldición de las tres olas (de leche, de lágrimas,
de sangre) Leyenda de Euskal Herria,
17. Suicidios de jóvenes. Tres en distintos montes de la
costa cántabra.
18. Saúl se hace con la confianza de Asier y Lutxo (una
triada de alfas, comenta Ayala)
Aún en la tercera parte se repite,
aunque con menos frecuencia este número. Tres asesinatos:
19. envenenamiento con la “mosca española” (la viagra
medieval); víctimas emparedadas (voto de tinieblas) y encubamiento.
Conclusiones
El esquema de
la obra se repite en las tres novelas que componen la trilogía. En “El silencio
de la ciudad blanca” se suceden una serie de muertes inspiradas en las teorías
que el arqueólogo Tasio Ortiz de Zárate ha ido exponiendo en unos programas
televisivos. Se organizan los crímenes siguiendo cronológicamente la historia
de Álava. Empiezan con recién nacidos y deberían acabar con los de cuarenta y
cinco años. Siempre se trata de parejas que aparecen muy unidas y como
acariciándose y con la firma del autor “res eguzkilores” formando una especie
de triángulo. Siempre inspirándose en leyendas y simbología vascas.
Par resolver
los casos, los inspectores recurren a otros similares ocurridos veinte años
atrás.
En “Los ritos
del agua” las muertes se inspiran en las clases y teoría del antropólogo Saúl Tovar.
Se verán implicados los componentes de un campamento de verano en Cantabria que
regentó dicho profesor, en el que participó Ayala siendo un adolescente. Otra
vez muertes misteriosas, ocurridas en lugares simbólicos, pero ahora en
relación con los ancestrales cultos celtas. De nuevo, hay que recurrir al
pasado para resolver las muertes del presente. Ahora son individuales pero la
muerte es por ahogamiento. Mas bien el rito de “la triple muerte celta”: ahogar
a la víctima, colgarla y quemarla. A las víctimas las une una característica:
futura maternidad o paternidad.
Tal vez en esta segunda parte es donde más patente se
hace el clímax, sobre todo al final que nos invitará a continuar con la lectura
del tercer parte sin dilación alguna.
En cuanto a la tercera parte “Los señores del tiempo”,
donde también habrá extraños crímenes que resolver, lo más llamativo es la
estructura de novela dentro de la novela. “Los señores del tiempo”, novela
histórica ambientad en la E. Media, publicada bajo el pseudónimo de Diego Veilaz:
Vitoria 1192. Protagonistas Diego Vela, también narrador en primera persona, y
su hermano Nagorno. Onneca novia del primero, al creerlo muerto, acaba casad
con el segundo. Aparece la costumbre de la prueba de virginidad y las trampas
frecuentes en la E. Media. La novela del siglo XII se va intercalando en el
relato principal. No es solo esta novela el pretexto para seguir incluyendo
casos de crímenes. Debe leerse con atención. No me parece adecuado desvelar el
secreto que encierra. Eso queda para los futuros lectores.
Tras su
publicación en 2019 empiezan a aparecer muertes con el modus operandi medieval.
Asesinatos idénticos a los descritos en la novela: envenenamiento
con la “mosca española” (la viagra medieval) víctimas emparedadas (voto de tinieblas)
y encubamiento.
La primera
muerte misteriosa de que habla la novela es la de Furtado de Maestu gran señor
de su entorno. Curiosamente, la primera
muerte sucedida en la Vitoria de 2019 es precisamente durante la pretendida
presentación del autor de la novela es la del importante empresario Antón
Lasaga, envenenado con cantárida (la legendaria viagra medieval).
Más adelante
se habla en la novela medieval de las dos hijas pequeñas del señor de Maestu
enviadas al voto de tinieblas: emparedadas en vida en alguna parroquia cercan a
la familia. Precisamente el caso en que están trabajando los inspectores
protagonistas cuando sucede la muerte del empresario es el de dos hermanas
desaparecidas que aparecerán emparedadas siguiendo el modus operandi del voto
de tinieblas. Ahora los dos casos se solapan, hay que hacer el seguimiento de
ambos.
Aún aparecerá
un tercer caso, este por encubamiento y en el mismo río en que se produce uno
en la novela de tema medieval.
La
investigación llevará a Unai (Kraken)y su equipo a la torre de Noagro, habitada
por el último descendiente de los señores de Noagro (siempre habitada por el primogénito
varón). En este caso Ramiro Alvar Nograro, el XXV señor de Nograro. Se le
describe ampliamente. Destacan sus ojos azules, inteligentísimos y agudos.
Personaje que analizamos en el apartado correspondiente.
Y como una
cosa lleva a otra, irán apareciendo otros personajes secundarios más o menos
sospechosos hasta que se resuelvan los casos de la manera más insospechada.
Unai Ayala
mientras lee la novela medieval dice que es” una trampa de papel, una emboscada
de palabras…, y no podías escapar.”
Tal ve es la opinión que nos merece a los lectores la
trilogía de” La ciudad blanca”, No nos deja escapar.
Nota: Es aconsejable leer la bibliografía que ofrece
la autora tras cada una de las partes para hacerse una idea del trabajo que
esta novela lleva tras de sí.
¡Qué trabajo tan completo ¡ No dejas ni un detalle suelto y más tratándose de tres novelas. Magnífico el estudio de los personajes,
ResponderEliminarprofundizando en su psicología. Como siempre tan observadora en lo referente a los ancestros vascos, a los míticos números tres y dos.
De tu comentario deduzco que te ha gustado.