El espejo del
alma.
¿La cara espejo del alma? piensa Agustín
mientras acaba de retocarse la barbita ante el espejo de su minúsculo cuarto de
aseo. Así pues, ahora estoy entre dos espejos: mi cara y este en que me veo
reflejado. Y tentado estoy de decir también como aquel: pues creo que, no
soy, bien mirado, tan disforme ni feo. Sin embargo…algo no funciona… ¿Qué
ocurre, pues?
Visto lo visto parece que mi cara-espejo
hubiera salido de “el callejón del gato”
FIN
Si fuera cierto que la cara es el espejo del alma, todos los guapísimos serían seres maravillosos mientras que los feos, además de feos, serían malísimos. Creo que partimos de una premisa falsa, que aplicamos cuando viene bien, como ocurre con los refranes.
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