Los niños y
las guerras
Hace
años, allá por 1999 escribí un texto a modo de Editorial para el periódico de
mis alumnos que yo dirigía, y curiosamente lo he encontrado traspapelado entre
mis cosas de antaño.
Me lo inspiró el
problema de Los Balcanes. No sé si entiendo nada o casi nada de política y
menos aún de guerras. No comprendo que se pretenda paliar una locura con otra,
pero sobre todo me indigna el problema de los niños, siempre víctimas
inocentes. Los locos de hoy dirían “daños colaterales”. Hoy, veinticuatro
años después sigo sin entenderlo. ¿Qué estamos haciendo con ellos? Decía
entonces y digo hoy. Son inocentes, pero además son los hombre y mujeres del
futuro. ¿Cómo esperamos que sean mañana políticos, juristas etc. equilibrados y
ecuánimes si los hemos formado en el horror, la violencia y la barbarie o se
los está eliminando? ¿De qué escribirán si en su infancia “la edad dorada”, qué
ironía, vivieron las mayores atrocidades imaginables? Suponiendo que sobrevivan, pienso hoy que
vemos como en la guerra Israel_ Gaza están muriendo cientos de ellos. No solo
niños, jóvenes que están perdiendo cursos en la universidad por ir a luchar
¿por qué y por quién? Tal vez ni ellos lo saben a ciencia cierta. Es posible
que pierdan algo más que el curso. También la vida, padres, algún hermano … ¿Y
los de Ucrania, teniendo que abandonar casa y patria, incluso familia, o dando
clase en subterráneos para librarlos de las bombas…? ¿Cómo reaccionarán los
supervivientes que nos muestran todas las televisiones del mundo cuando,
gracias a los equipos de psicólogos que “en teoría” · se les proporcionan hayan
olvidado los sufrimientos que están viviendo, vuelvan a verse en las pantallas
con motivo de las consabidas conmemoraciones de la atrocidad vivida? Sin duda
se sentirán víctimas de los delirios de grandeza del mundo. No sólo de esos gobernantes
que buscan el poder, que practican la limpieza étnica, que se amparan en el
terrorismo o en el uso de un idioma…sino también de esos periodistas que los
mostraron en magníficos reportajes, que en su día recibirán prestigiosos y
quien sabe si crematísticos premios; y de aquel fotógrafo por haber realizado
las mejores fotografías del siglo: niños mutilados, niños tristes, niños
hambrientos de pan, de paz, de amor y hasta de madres.
Se me podrá
discutir sin duda esta última parte. Yo admiro la labor de esos periodistas y
fotógrafos que se juegan la vida por y para dar testimonio de las atrocidades
que algunos practican; para que no se olviden y a ser posible no se repitan. A
algunos los veo a diario en el telediario y, los conozco tantos años, que los
siento como de mi familia y temo cada día que les ocurra algo. Insisto. Los
admiro. El problema lo veo en los niños de todas las guerras de hoy y de siempre
que son, serán, los hombres y mujeres de mañana. Y no sólo de las guerras con
bombas: malos tratos, utilizados en pro de los adultos, trabajando a edades no
apropiadas, violados, convertidos en guerreros…
¡Ojalá que al
salir a la luz este texto hubieran acabado todas las guerras que hay en el mundo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario