Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

domingo, 14 de diciembre de 2014

Cuento de navidad: Mágica noche de Reyes


-Este año no vendrán los Reyes Magos- les dijo mamá. Yo, como sabéis estoy enferma y a papá no le da tiempo a llevar la carta al buzón porque tiene muchas cosas que hacer. Ha de ir a trabajar, cuidar de mí, de vosotras y hasta de la casa.
-Pero, mami, nosotras ya hemos escrito la carta y se la podemos dar a alguna vecina para que la lleve al buzón.
-No puede ser. No le deis más vueltas. Lo siento mucho, me da mucha pena, pero este año no hay Reyes Magos.
-Pero, mami,-dijo la mayor de las niñas que hablaba por las dos-si son magos ellos saben que papi no puede llevar la carta pero a lo mejor saben que estamos aquí, por los otros años ¿No? Y vienen.
-No insistas. ¡Qué pesada te pones cuando te interesa algo. No os hagáis ilusiones. Por muy magos que sean los reyes, no vendrán.
   No obstante, las niñas seguían creyendo que se obraría el milagro; que al levantarse el día seis de enero encontrarían junto a la puerta del balcón y sus zapatitos algún regalo. No sería lo que ellas querían pues no habían podido hacer llegar la carta a Sus Majestades, pero algo habría ¡Seguro!

   Cuando llegó la noche de reyes, a pesar de la negativa de su madre, le pidieron a papá que dejara el balcón un poquito abierto “por si acaso”. El padre, las acompañó a dejar los zapatos, que habían limpiado muy bien para que los señores reyes vieran que eran unas niñas muy cuidadosas, junto a la puerta entreabierta del balcón, tampoco faltó el consabido vaso de agua por si tenían sed y unos trocitos de turrón del que les habían regalado los abuelos.
   Aquella noche soñaron que oían los caballos detenerse bajo su balcón, que escuchaban voces bajitas diciendo algo que no entendieron, y luego otra vez el trote de los caballos calle abajo.
   Al despertar, corrieron al balcón y ¡sorpresa! ¡El milagro se había producido! Los zapatos estaban cambiados de sitio, el vaso vacío, y junto al turrón, que no se habían comido los Reyes, tal vez por lástima de las niñas que no tenían mucho, unos paquetitos con sus nombres.
  Cada una cogió el suyo y encontraron lápices de colores, unas libretitas muy monas para pintar y un libro de cuentos. No era lo que habían pedido en su carta pero, en su inocencia, quedó patente que los Reyes eran Magos y muy buenos.
Dedicado a los que aún sueñan,los niños.
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