Abro este blog con la intención de mantener un ameno diálogo con todo aquel que se acerque a él. Creo que lo más bonito de las relaciones humanas es esa comunicación que consiste en un intercambio de emociones, conocimientos, ideas….Esa comunicación que enriquece el espíritu.

"La relevancia de la comunicación humana, pues del contacto verbal surge un intercambio que aminora el dolor, palía la soledad y estimula el contento de vivir” Carmen Martí Gaite

miércoles, 29 de junio de 2022

 

 Por qué el mar

Hoy, comprende:

 La razón por la que le fascina, casi obsesiona el mar. Su mar. Mar que invita a soñar, metáfora de eternidad.

 La razón por la que ha decidido refugiarse en este rincón del Mediterráneo a terminar sus días. En una casa desde la que contemplar constantemente el mar.

Mar convulso o inerte. En continuo movimiento, o espejo de paz

Hoy, desde su nueva situación rememora su pasado. Piensa que ha olvidado cómo pudo llegar a este estado y que a mayor mal pudiera haber llegado.

Mas algo la va a ayudar: sus diarios en los que encontrará la razón de su presente.

En el mar, ve aquellos ojos que su timidez de violeta no le permitían mirar.

El mar. Acariciador de la dorada orilla que con el rumor de las olas le recuerda la dulzura de una voz.

El mar. En su continuo movimiento, ve las manos que solo se rozaron levemente el día de la despedida.

Por fin sabe por qué ama tanto al mar. El mar que cuando altivo, agresivo, con encrespadas olas la lleva a identificarse con él, gracias a la furia, la tristeza, el dolor que siente de lo que perdió sin saber siquiera si podría haber sido suyo.

¿Y si un día no viera más el mar?

miércoles, 15 de junio de 2022

DOS MUJERES, UNA HISTORIA

 Consistirá este artículo en ir analizando las vidas de Doña Endrina, la protagonista de la historia de D. Melón y Doña Endrina, en El libro del Buen Amor del arcipreste de Hita (Edad media), y Melibea, protagonista te La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas, (a caballo edad media -Reaciamente) a la luz del S.XXI

Lo he estructurado alternando personajes y comparando las situaciones.

DOS MUJERES, UNA HISTORIA

Hoy viuda y sola 
                                                                 Y ayer por casar, 

… (L. de Góngora)

ENDRINA

Endrina. joven viuda a la que casaron con un hombre muy mayor, pero adinerado. Pronto la ha dejado viuda y rica lo que le reporta numerosos pretendientes. Destacan en ella la gracia al andar, la boquita de piñón y los ojos, sobre todo.

  El anciano marido la respetó y cuidó como a una hija. Ella correspondía, llevando una vida discreta, sencilla y devota.  Jamás salía sola a la calle. Una moza para las compras de la casa y su aya para las salidas a la iglesia.

  Cuando enviudó, llevó con esmerado respeto el luto y duelo debidos.

Había quedado viuda, joven, bonita y acaudalada. Los pretendientes no tardaron en aparecer, mas ella los rechazaba cual una nueva Penélope.

Salidas, las mínimas. A la iglesia y acompañada de su aya. Así, empezó a pasar el tiempo, hasta que un día…

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En otro tiempo y lugar…

MELIBEA

 Joven y bella. Hija de acaudalada familia, de buena sangre, única heredera de su padre Pleberio, y muy querida de su madre Alisa. Más de un mancebo en la hermosa ciudad de Salamanca suspira por ella. Lleva, una vida recatada. Siempre con su madre o sus jóvenes criadas, bordando, tañendo algún instrumento musical, cantando como un jilguero.

De su belleza todos destacan los cabellos rubios, los ojos verdes, la boca pequeña, los labios rojos y grosezuelos, la blancura de su cutis… ¡No hay más que pedir...!

No conoce del mundo extramuros más que lo que le cuenta su doncella….         

Para sus padres es una joya, un tesoro que hay que guardar y proteger. Orgullosos de la educación que le están dando, esperan verla bien casada un día, que aún esperan lejano. La saben su orgullo y honrado retiro. Se ven abuelos de varios chavalines correteando por la vieja mansión y alegrándola con sus voces y juegos.

Pero sabido es que “el hombre propone y Dios, o quien sea, dispone”. Y así será, pues …

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Hemos hablado de pretendientes. También habrá dos hombres en época y con comportamientos ¿similares?

D. MELÓN ORTIZ

Mancebo de cierta edad, pero aún joven. Apuesto, gallardo, nada feo y de razonable buena familia. Bastante mujeriego. Lo que hoy llamaríamos un D. Juan. Con mucha labia, lo que le asegura triunfos con las mujeres, aunque fortuitos y breves pues cuando lo conocen mejor lo abandonan. O sea, un D. Juan fracasado, aunque seguidor de los consejos de Ovidio.

Él no lo sabe, pero acabará enamorado como un colegial, romántico y sentimental…

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CALISTO

De noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda crianza, dotado de muchas gracias. Estudiante en Salamanca, mas de los que se hacen llamar así porque trasportan los libros de un lado a otro. Tal vez su padre, que vive en sus fincas, gasta parte de su hacienda en que el hijo estudie y se haga un hombre de bien. Pero el chico se dedica a las juergas, la caza y … ¿tal vez las

mujeres? Es lo que hoy llamaríamos un hijo de papá.

Desde que un día vio a Melibea no cejará en el deseo de hacerla suya. La pasión lo ciega.

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  Pero son momentos en los que se hace necesario un tercero o en discordia. Y aquí harán acto de presencia dos mujeres, dos alcahuetas.

TROTACONVENTOS

La mejor alcahueta de su tiempo y lugar, el pueblo de Hita. Vieja buhonera, astuta, de esas que van de casa en casa vendiendo adornos y toda suerte de chucherías de las que gustan las mujeres: hilos, puntillas, encajes…Con ese pretexto entran en todo tipo de hogares sin despertar recelos y engañan sutilmente a jóvenes ingenuas.

Simulan actuar a favor del amor y de las jovencitas, pero lo hacen solo por interés y a favor del mejor postor, que es, claro, el varón. Así, más de una criatura inocente caerá en sus redes, Podrían dárseles mil nombres y ninguno bueno.

. En todas ocasiones, saben hacerse necesarias.                   

No obstante ¡Ojo avizor! Siempre actuarán por interés.

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CELESTINA

  Vieja barbuda, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay, compone virgos y es capaz de hacer entrar en lujuria a las piedras. Conocida como ¡puta vieja! Que hasta los perros se lo ladran cuando pasa, y lo repiten los martillos de los herreros …Vive en las tenerías en la cuesta del río y tiene, varios oficios como labrandera y perfumera; tapadera de los otros, séase maestra en hacer aceites y virgos, alcahueta y un poquito hechicera.

Entre los primeros también cuentan lejías para ponerse rubias, preparados para baños, incluso se hace pasar por curandera de niños.

Y ¡Ojo! No faltaba ni un día a misa y visitaba todos los conventos de frailes o

monjas.

Con los dos primeros trabajos engaña a las jóvenes incautas que luego vende al mejor postor: señor, fraile o estudiante.

No hay más que decir, sino que libre Dios a las mozas de caer en sus manos

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Con los conocidos ingredientes se tejieron las historias

En la una:

Don Melón y doña Endrina

¡Ay, Dios, e cuan fermosa viene doña Endrina…

  D. Melón lleva tiempo prendado de la viudita Endrina. Sabe que le piden matrimonio hombres de toda edad y condición pero que a ella todos le importan menos que un mísero sarmiento. Mas, ¿Cómo llegar hasta esta prenda de mujer?

Un domingo por la mañana la ve salir de misa acompañada de su aya. Endrina ya ha suavizado el luto y viste un traje gris con adornos celeste y el velo que cubre su cabeza y parte del rostro es ahora blanco.

D. Melón queda paralizado al verla. Solo puede pensar: ¡Ay, Dios! ¡Qué hermosa es doña Endrina! ¡Qué cinturita, qué gracia al andar, que boquita y, sobre todo, qué ojos! He de atreverme a hablarle. Tendré presentes los consejos que me dio doña Venus. Sutileza, habilidad, calma, palabras dulces, cierta alegría… ¿Sabré, podré? ¡Adelante, Melón, las batallas no las pierden los cobardes!

Cuando consigue dominarse y que no le tiemblen las piernas se atreve a acercarse a Endrina y saludarla gentilmente, con mucha discreción pues está en medio de la plaza y no es prudente abordar a una mujer ni hablar con ella sin un motivo razonable. Lo inventa. Le habla de una pariente de Toledo que la conoce y le ha pedido que la salude.

Endrina no le hace mucho caso. Sigue su marcha, pero Melón ya no está dispuesto a dejarla marchar sin insinuar algo de lo que siente por ella. Utiliza palabras amables pero tal vez demasiado directas. Por ejemplo:” en el mundo no hay nada que ame tanto como a vos”; “os amo más que a Dios”. Y por fin: “señora yo no me atrevo a deciros nada más”.

Endrina contesta: “vuestras palabras no me importan dos piñones”. Y sigue andando hasta entrar en el portal de su casa. Aún allí D. melón insiste:” sois más fría que la nieve de la sierra, y tan joven que me aterra”.

Insiste el mancebo en que querría decir algo y no se atreve. La viudita, algo traviesa, lo anima y él dice que le gustaría que un día se pudieran abrazar.

Esto ya puso en alerta total a la joven que lo despide con cierta guasa “hasta la primavera…”

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En la otra:

Calisto y Melibea

“En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios…”

Calisto ha puesto sus ojos en la linda Melibea. Fortuna le otorga la ocasión de poder acercarse a ella y hablarle sin miramientos de su deseo.

Se le ha escapado un halcón y ha ido a meterse en el huerto de Melibea. Aprovechando una portezuela abierta entra Calisto en pos de su ave y cuál no sería su sorpresa y gozo al encontrar allí a Melibea que tal vez recoge flores para hacer un ramillete.

No se anda el mozo con preámbulos y

 _ En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios…”

_ ¿En qué, Calisto?

_En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase y hacer a mí inmérito

tanta merced que verte alcanzase y en tal conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese.

Melibea, de momento, decide seguirle el juego

-¿Tanto te alegra el suceso?

_Más que si Dios me tuviera preparada en el cielo una silla a su diestra entre todos sus santos.

_Pues… más premio te daré yo si perseveras.

_¡Oh bienaventuradas orejas mías que han escuchado tales palabras de tu linda boca.

_Más bien desventuradas por las que vas a oír. ¿Qué atrevimiento es este de presentarte así y con tales solicitudes? ¡Vete de aquí torpe! No sé cómo tengo paciencia de seguir escuchándote. ¡Fuera!...

Se marcha Calisto desilusionado, hundido, humillado, pero ¿Cejará en su empeño?

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En busca de soluciones y ayuda

D. Melón

“Busqué Trotaconventos cual me mandó el Amor”

  Don Melón marchó a su casa bastante mohíno y casi desesperado. En tal estado decide buscar una trotaconventos, una alcahueta, como dice le aconsejó Amor. Ha tenido suerte, piensa, pues cree haber encontrado la mejor. La hace llamar y cuando la vieja llega a su casa le regala toda serie de halagos. Por fin le confiesa que se pone en sus manos y cuál es el motivo de su llamada y su pesar. A una dama, le dice, amo más que a todas cuantas vi; ella, si no me engaña parece que también me ama. Aquí pecó de presuntuoso el mancebito.

La vieja le promete ir a casa de dicha dama y echarle un hechizo con el que no podrá resistir a sus pretensiones. Pero necesita el nombre.

 “¡Ay, Doña Endrina! Exclama el joven. ¡Eso está hecho! Dice la vieja. La conozco mucho y confía totalmente en mí. Mas ya sabréis que estuvo casada y que hay, al menos otro, que pretende también casarse con ella. Por tanto, no os durmáis en los laurales. (astuta la vieja)

Evidentemente le da a entender que ella ayuda al que mejor pague. ¡No pensaría el inocente que trabajaba gratis! Melón le promete pagarle bien y en prueba y como anticipo le regala un mantón.

Contenta con esto la vieja se pone en marcha.

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Calisto

 Madre, “Calisto arde en amore de Melibea”…

Ante la desesperada insensatez de Calisto su criado Sempronio le propone valerse de los servicios de Celestina, conocida alcahueta de la ciudad. Aunque Pármeno le avisa del peligro que supone esa mujer, Calisto, ciego en su empeño la hace llamar. Sempronio va a buscarla y la pone en antecedentes de los deseos de su amo. Ambos deciden sacar provecho de la situación. La vieja decide darle largas para así tenerlo más ansioso y sacarle más regalos o dinero.

Cuando Celestina llega a Casa de Calisto, este como saludo le anticipa cien monedas que ella agradece y confiesa que esa generosidad se va a traducir en la rápida resolución de su problema. También los criados celebran la generosidad pues piensan compartir ganancias.

Calisto habla con arrobo a Celestina de su amada. La identifica con Dios, Siente un fuego que le quema por dentro. Primero le habla de su linaje, su nobleza, su gran patrimonio, su ingenio, virtudes hermosura…

Pasa luego a describirla: Los ojos verdes, las pestañas largas, la boca pequeñita, los diente menudos y muy blancos, el color de su cara oscurece la nieve, los cabellos de oro, las manos pequeñas y de dulce carne acompañadas…y un largo repertorio que más bien parece aprendido en los libros que, quizá alguna vez lee. Por fin: ¡madre! Melibea es su nombre yo la adoro, soy Melibeo, a Melibea adoro y amo y en ella creo.

La vieja concede que tal vez dé trabajo, pero la pondrá en sus brazos. Ida a su casa, se entrega a sus conjuros.     

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La inocencia y la astucia se van a enfrentar.

Trotaconventos y Endrina

“La buhonera con su harnero va tañendo cascabeles…”

¡Lindas joyas llevo hoy! Sortijas, alfileres, toallas y unos magníficos manteles, encajes de los más hermosos.! ¿Quién comprará algo a la pobre vieja?

Doña endrina al oírla la invita a entrar en su casa. La vieja, para disimular empieza a extender su material sobre una mesa y apenas ve la oportunidad ataca: “Hija, siempre estáis en casa encerrada, así envejeceréis sola; salid alguna vez, pasead por la plaza; vuestra hermosura tan alabada entre estas cuatro paredes no os sirve de nada. En la villa hay muchachitos apuestos y de mucha gallardía; el mejor de todos, Don melón Ortiz, muchachito bondadoso que supera a todos en belleza y hermosura; es hombre de buena vida y buenas costumbres. Un buen partido. Creo que casaría con vos con mucho gusto.

Al oír el nombre, Doña endrina responde a la vieja con mucha educación, pero contundente: “Terminad esta prédica. Ese charlatán ya casi me llegó a engañar.

La vieja insiste: sois viuda y joven; necesitáis protección y este hombre os la dará. Escuchad mi consejo. Poco a poco la aguija

Ante tal insistencia la viudita contestó: No puedo casarme antes de un año. Es el tiempo que requiere el luto. Si me casara antes, sería muy criticada, perdería la herencia que me dejó mi difunto esposo, incluso, el nuevo pensaría que soy una mujer que no puede contenerse y … Podría despreciarme en lugar de respetarme y protegerme como decís.

Hija, dijo la vieja, si no recuerdo mal el año ha pasado…

 

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Celestina y Melibea.

“¿Quién es esa vieja que viene haldeando?”

 

Llegada Celestina a casa de Melibea, surge un primer problema. Está la madre, ,que no recuerda quien es la vieja de que le habla la criada, que le explica que es conocidísima, más que la ruda, que perfuma tocas, sabe de hierbas para curar…Alisa sigue sin caer en la cuenta. Celestina, es, la vieja que vive en las tenerías. Entonces la reconoce, da permiso para que entre en asa y Celestina tras saludarla le habla de unos hilos que ha sabido necesita….

Alisa dice que ha de salir a visitar a una enferma, pero encarga a Melibea que la atienda.

¡Miel sobre hojuelas! La vieja empieza a conversar con Melibea y se enzarza en una serie de alabanzas a la juventud y diatribas contra la vejez que es dice: mesón de enfermedades, congoja continua, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, vecina de la muerte y un largo etcétera. Melibea asombrada contesta que cada cual hablará de ello según le vaya. La vieja insiste en el frío, el calor, el arrugar la piel, caer los dientes …y si a eso se agrega la pobreza y el hambre, peor aún.

Siguen de conversación, Melibea, tal vez cansada, le agradece la compañía, le da dinero y está para despedirla cuando Celestina se atreve, otra vez con grandes rodeos y por fin: bien tendrás señora noticia en esta ciudad de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto.

¡Ya, ya, buena vieja! Exclama Melibea, no pases adelante. ¿qué te parece? Si me hallaras sin sospecha de es loco con qué palabras me entrabas. ¡Sal de esta casa! No quiero volver a oír hablar más de ese loco, saltaparedes, fantasma de noche… ¿Se anticipa Melibea o algo que no sabemos está sucediendo?

Celestina insiste en detallarle las virtudes de Calisto: tiene mil gracias, veintitrés años, es un Alejandro en franqueza, un Héctor en esfuerzo, siempre alegre, semeja un ángel del cielo… (¡Menudo ángel!) y ahora está muy enfermo…Si me hubieras dejado hablar habrías sabido que mi visita era pedirte una oración que tienes que podría curarlo. Ante esto Melibea cede. Ven mañana en secreto y te la daré. ¿En secreto?

¡Algo dice a Celestina, Lucrecia y nosotros que Melibea ha caído en la rampa…!

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Trotaconventos y D. Melón

 

¡Hijo!” Doña Endrina es nuestra y hará mi voluntad.”

La vieja ve que tiene rendida a Endrina, pero aún le queda recibir parte del pago de D. Melón, razón por la cual va a jugar un poco con él. Sabido es que estas trotaconventos no trabajan por nada y sospecha que el enamorado aturdido y ofuscado con su amor se ha podido olvidar de su sueldo. Así al encontrarse con él le dirá que olvidar el asunto es lo mejor que puede hacer. El joven Ortiz se derrumba y cae en una sucesión de lamentos, que, a la vieja, seguro, hacen reír. Empieza por insultarla, tacharla de embustera y embaucadora, de enredarlo todo. Luego pasa a lamentarse de forma tan lastimera que podría parecer que exagera. Piensa que todo su cuerpo tiembla, que su corazón está destrozado, se duele de amar a quien no lo ama ni le importa en absoluto; ya imagina a su amada casada con otro y él sufriendo eternamente. (Hoy diríamos que este joven ha leído muchas novelas rosa o visto comedias románticas.)

Por fin la vieja cansada de oírlo disparatar de tal forma le pide que se calme pues está segura de que Doña endrina lo ama tanto o más que él a ella. Él ahora no sabe qué pensar si le mintió hace unos minutos o lo hace ahora. La buhonera aprovecha para “arrimar el ascua a su sardina” y: Amigo, por mí tendréis consuelo, pero yo no tengo de vos sino este capote. Si queréis comer bien deberéis pagar a escote.” Resuelto el problema económico, la vieja le promete llevar a Doña Endrina a su casa para que se vean a solas y puedan hablar con tranquilidad. Le advierte que, en principio, sea prudente, sensato, delicado…

Marcha la vieja en busca de Endrina. ¡Mala suerte! Sale a recibirla la madre que ante las mentiras de Trotaconventos se confía y se marcha a la calle dejándola sola con su hija. La buhonera reniega de la madre a la que desea dejarla con su pepita y que la lleve el diablo.

Consigue que la joven confiese sus cuitas amorosas, pero siempre con el temor del qué dirán y de la oposición de su madre. La vieja la convence para que la visite con frecuencia, que en su casa puede estar como en la propia, pueden jugar, hablar, comer golosinas, Que vaya vestida con sencillez, puesto

que son vecinas, y así (no despertará sospechas,) y estará cómoda.

Tanto insiste que al final accede Endrina…

 

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Celestina y Calisto

“¿Buena esperanza, señora?”

Podría decirse que sí pues me quedó puerta abierta para volver. Pero…La primera reacción fue…como la de un toro bravo cuando ve acercarse el último puyazo.

Calisto desesperado no entiende que eso pueda ser una buena noticia. Le pide

con ánimo angustiado que le diga si al menos hubo buen fin pues si no morirá de desesperación.

Celestina le explica con toda suerte de detalles cómo se las apañó para entrar en la casa, como para hablar de él y le aconseja que tenga paciencia pues las mujeres tienden a no declarar sus sentimientos a primeras de cambio, que, aunque ardan de amor y deseo lo callarán y para eso está ella, para llevarlas poco a poco al lugar y momento adecuado.

Con estas respuestas, Calisto se siente más calmado y se confiesa dispuesto a esperar puesto que ya ve una luz al final del camino. (¿o del túnel)

Aprovecha Celestina para ir entrando en el tema de la paga. Ha de pedir más pues la tarea lo requiere.

Le sigue explicando cómo le llegó al corazón…Cuando lo tiene asombrado de su astucia, aprovecha para pedirle un manto, sólo eso, no vaya a pensar que quiere abusar. Como muestra de buena voluntad le entrega un cordón que según ella consiguió de Melibea, tocado por ella, llevado por ella…Animado Calisto pregunta por la oración y ella le contesta que se la dará mañana, porque ya se hacía tarde…

Melibea hace llamar a Celestina a su casa so pretexto de unos mareos y mal en el corazón. Acabará confesando a la vieja su amor por Calisto. Eso sí, sintiéndose avergonzada por ese atrevimiento y todos los tópicos que requiere la ocasión.

Aprovecha Celestina para definir el amor:” Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura…una blanda muerte”. Recordemos como lo definió más tarde y magistralmente Lope de Vega: “Quien lo probó lo sabe”. Convencida queda Melibea de cuál es su mal.

La batalla, pues, está ganada.

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Encuentro Endrina y Melón. Final de la historia

¿Por eso teníais para mí la puerta cerrada?

 Ha acudido Endrina a casa de la vieja buhonera. De pronto golpean la puerta.

La vieja descubre que es D. Melón y lo invita a marcharse, pero ante su insistencia se ofrece a abrirle la puerta para que no se la destroce. El mancebo  se hace el sorprendido: ¡Señora Doña endrina! ¡vos mi enamorada!

Vieja, ¿Por eso tenías la puerta cerrada para mí?

La viudita, como corresponde a su honra, se enfurece contra la vieja a la que insulta, recrimina que la haya llevado hasta el engaño. No se altera la Trota pues sabe que todo es un paripé de la niña. Así cuando la otra se calma y se calla le contesta que a pesar de lo que dice por ella le ha venido el bien y todo vuestro deseo yo lo he cumplido bien. Sed vos la mujer suya y sea él vuestro marido”

Al fin las cosas salieron según el deseo de ambos y poco después llegó el esperado final feliz:

 Ya se han casado Doña Endrina y D. Melón,

Se alegran los invitados en las bodas con razón.

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Melibea y Calisto. Final de la historia.

” No quieras poner mi fama en la balanza de las lenguas maldicientes”

Melibea ha accedido a hablar con Calisto. Lo cita a su reja, pero una vez allí, como sensata mujer que vela por su honra, le recrimina el atrevimiento. Calisto inicia su retórica de quejas, lamentos, ansias …tanto que Melibea acaba compadeciéndose y, como era de esperar, ambos se enzarzan en un cruce de elogios, requiebros y toda clase de tópicos amorosos.

Ante ruido que se oye en la calle Calisto debe marcharse no sin antes cifrar una cita para la noche siguiente a la misma hora por las paredes del huerto.

A la otra noche, los padres han oído golpes en la cámara de su hija , llaman y ella contesta que tuvo sed y su criada fue a buscarle agua.

Esa misma noche morirá Celestina a manos de Sempronio y Pármeno cegado por la avaricia. Calisto se lamenta, pero acaba desentendiendose. Él tiene otros asuntos de que tatar.

 La noche siguiente, vuelve Calisto acompañado por otros dos criados. Pasan su

tiempo los enamorados en el huerto y se marcha pesaroso de no poder estar más.

Así se van repitiendo noches. Calisto se va confiando y se vuelve bastante atrevido. Podríamos oír a Melibea pedir que no se precipite, que deje las manos quietas. Calisto se expresa en términos muy claros de tipo carnal. Al final lo que tenía que pasar pasó y Melibea, aunque tarde se lamenta: ¡Oh mi vida y mi señor! ¿Cómo has querido que pierda el nombre y corona de virgen por tan breve deleite?

Casualmente Melibea ha oído a sus padres hablar de ella con tanto cariño y esmero, sin sospechar lo que está pasando dentro de su casa, que se avergüenza.

Una noche más acude Calisto al huerto de Melibea al que entra valiéndose de una escala de cuerda para salvar la tapia. Una vez más se podría presenciar una escena de amor carnal. Cuando más entretenidos están se oye ruido fuera. Calisto acude a ver que sucede; su criado le avisa de que ya ha pasado todo, que se sujete a la escala que va a caer y cae. En el trayecto del muro al suelo pide confesión.

Enterada Melibea se lamenta de haber tenido tan breve el placer en sus manos, se desespera, grita. La criada le propone fingir algo frente a sus padres.

Lucrecia avisa a Pleberio. Melibea se encierra en una torre de la casa y desde arriba le cuenta toda la verdad a su padre. Prácticamente las últimas palabras Melibea son: ¡Qué crueldad sería padre mío que muerto él despeñado viva yo penada!¡Oh mi amor espérame ya voy! Dios quede contigo y mi madre. A él ofrezco mi alma. Pon tú en cobro este cuerpo que allá baja.

 

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Reflexión final desde este siglo XXI

 

Cabe ahora y hoy preguntarse. En el caso de Endrina y Melón ¿Qué persigue el hombre? ¿El estatus económico de la mujer? ¿Un modus vivendi? ¿Carnecita fresca? ¿Ejercer mientras tenga fuerzas el derecho de pernada? ¿De verdad quería casarse o solo un acercamiento provechoso y acabó siendo el cazador cazado?

En lo que a este caso en concreto se refiere, no lo sabremos nunca. No obstante, es una actitud que se repite y, tristemente se repetirá a lo largo de los siglos. No al cien por cien. Cabe suponer que el amor verdadero debe existir, que debe haber algún o algunos hombres por el mundo capaces de una sensibilidad y unos sentimientos dignos de admiración y elogio.

¡Esperemos!                               

                                                          

Parece que en el caso de Calisto y Melibea están muy claras las intenciones del varón. Tal vez es porque los hechos acontecen un siglo después y no en lo que sería allá por el siglo XIV un pequeño pueblo que aún vivía en la Edad Media. Sino en una ciudad con Universidad, comercio, ricoshombres y estudiantes trasnochadores y mujeriegos; más una tradición de brujería, aunque ya entrando en una edad moderna en que cambia el teocentrismo por el antropocentrismo y las costumbres se empiezan a relajar.

Está claro lo que interesa a Calisto. Se deduce de las llamadas de atención de Melibea, hacia el atrevimiento de sus manos. En este caso, a pesar de sus propósitos, la mujer cae, sucumbe ante la insistencia del hombre. Es Melibea la que se lamenta por haber perdido su virginidad.

En este caso, aún bajo la influencia de la moral y buenas costumbres, la historia de ¿amor? no acaba en boda sino en dos trágicas muertes. Dos personas que mueren en pecado y sabedoras de su condenación. Calisto por lo que ha hecho, Melibea por lo que ha dejado que hagan con ella. La muerte de Calisto parece accidente, algo así como castigo divino. Pero Melibea se suicida. ¿Son ciertas las razones que da para arrojarse desde la torre? ¿Pena por haber infringido una deshonra a sus bondadosos padres, no sentirse capaz de vivir sin Calisto? O ¿la verdadera razón es que se supone embarazada y sabe la vergüenza que le espera y no se siente capaz de soportar? Observemos el juego de palabras que pueden se interpretadas a discreción del lector. ..muerto él despeñado viva yo penada. Él despeñado, ella preñada. ¿?

El caso es que aquí, tal como han ido las cosas, y teniendo en cuenta la época, el final no podía ser feliz.

Lo que sí queda claro es la influencia del hombre sobre la mujer, el poco respeto que ella le inspira, el quererla solo como objeto de placer personal. Y lo peor es que la mujer, aun sospechándolo, se deja seducir. ¡Una pena!

Historias que, en la literatura, reflejo de la vida, veremos repetirse con harta frecuencia.

¿Acabará esto alguna vez?

miércoles, 1 de junio de 2022

    

Te contestaré algún día

_Hay algo que siempre me ha intrigado en tus relatos y novelas. Debe ser tu estilo, tu manera de contar, pero me ocurre a veces algo extraño. Me siento identificado con algunos de tus personajes. Claro que ahora que te conozco mejor, creo verte en algunas de tus mujeres. O ver algo de ti.

_Verás. Los seres humanos tenemos muchas más similitudes de las que creemos, tal vez por eso, esas generalidades que aparecen en los personajes literarios nos llevan a identificarnos con ellos. Y en cuanto a mi presencia en las mujeres de mi obra, procuro que sea escasa, pero es inevitable. Ahora bien, si te fijas, hay más de lo que me gustaría ser o haber sido que de lo que soy.

_Ya. Por eso he dicho, ahora que te conozco. Pero lo otro, me sorprende más. No veo rasgos universales, sino muy míos. ¿Tan común soy?

_ Ahora, no puedo.  A eso ,algún día te contestaré.